Importante :

En algunos textos he ofendido a otras personas injustamente, por eso pido disculpas por mi comportamiento inapropiado. Aun así, estos textos forman parte de lo que soy, y es por eso que no puedo borrarlos. Solo me queda aprender de mis errores, disculparme otra vez, y a seguir adelante.

jueves, 26 de diciembre de 2013

El Poder de la Energía

Encuentro en las personas un gran potencial. Escucho hablar a la gente que me rodea, y me doy cuenta que la mayoría de ellos poseen grandes capacidades. Sin embargo en cada conversación mi silencio es elocuente, pues existe una razón que motiva esta falta de interés en mi relación con los demás. Reconozco de mi parte, que me cuesta mucho encontrar en estos diálogos, algún tema que sea digno de ser escuchado. Ninguno de todos los que están cerca de mí, se atreven a debatir sobre la soledad, y mucho menos a exponer sentimientos tales como la angustia, la melancolía, o la tristeza. Sé que la mayoría de nosotros, hemos pasado alguna situación similar a esta. Por eso me gustaría saber. ¿Para qué ocultarlo? Siendo ésta la realidad, no puedo menos que sentirme humillado cada vez que la gente me obliga a conversar sobre temas que no tienen ninguna importancia para mí. Aún no he podido entender como el hombre urbano, se ha vuelto sin ninguna culpa hacia la banalidad de un discurso truncado, que sólo busca evadir el dolor. Deberían considerar que tanto lo negativo como lo positivo, conforman en su conjunto el poder de la energía. Creo que para muchos esto puede sonar un poco rencoroso, pero yo no pongo en duda que cada simple instante en la vida, nos ayuda a comprender mejor lo que somos. Por eso aunque ya no tenga nadie con quien hablar, seguiré intentándolo. Sé que no vine a este mundo para ser feliz, sino que vine para entender. Vine para abrir los ojos y estar presente sabiendo que aquí mismo, tengo una responsabilidad. Pero no es fácil platicarles a los demás, lo que pienso sobre la vida. Cada vez que lo hago puedo ver en sus ojos, como se esfuerzan para intentar comprenderlo. Sufren y se atormentan hasta que finalmente el escepticismo acaba por diluir cualquier tipo de comunicación. No los culpo, sé que nadie quiere vivir a través del dolor, pero es el precio que hay que pagar si es que buscas aprender de tus errores. No pongo en duda que todos aquí intentamos luchar para conseguirlo. Algunos van a la facultad y dedican gran parte de su tiempo libre, a leer artículos que los ayudan a ganar conocimientos sobre un tema en particular. Es destacable como muchos de ellos han logrado transformarse en profesionales exitosos que desde su lugar, ayudan al bienestar de los demás. Sin embargo lo que yo cuestiono es que han perdido toda capacidad de juicio y autocritica, pues en su mayoría todos le temen al silencio. Sé que hacer algo al respecto, es difícil. Pero yo pregunto. ¿De qué vale la victoria, si no aprendes a sangrar en batalla? ¿Cómo podrás valorar un triunfo, si no conoces la importancia de una derrota? Ahora lo veo claro. Todos aquí de una forma u otra, estamos luchando por algo. La diferencia está en comprender que no todos luchamos a favor de lo mismo. Sin embargo a esta altura de mi vida, se ha vuelto muy claro para mí que si no duele, no sirve.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

El Objeto

Realmente creo haber encontrado un sentimiento, que por años ha sometido el deseo del hombre, a una voluntad común. Es muy probable que mucha de la maldad que existe en nosotros, se deba a esta dependencia con la materialidad. Lo que comúnmente el hombre llama crecer, no es otra cosa que el desarrollo y la producción de nuevos contenidos, que a su vez le permitan revivir su capacidad de sorpresa. Puedo saber estas cosas porque también es cierto que si me ocurren a mí, deberían al menos ocurrirle a alguien más. La única forma de saber cómo destruir esta avaricia que alguna vez despertó en mí, es siendo analítico con la historia. Para empezar, desde niño yo sentía una libertad y un amor hacia la gente, que no tenía comparación con ninguna otra cosa que hoy pudiera sentir. Lo cierto es que toda esta necesidad de investigar sobre mí, no existía, dado que no tenía ningún tipo de preguntas que me quitaran el sueño. Siendo ya más grande comencé a sentir cierta incomodidad al observar cómo mis padres debían trabajar para que yo pudiera vivir sin preocupaciones. De esta forma una mañana, decidí que ya era el momento de hacer algo al respecto. Así fue como empecé a buscar trabajo. Por supuesto que salir de la comodidad no me resultó fácil, y mucho más difícil me resultó cuando me encontré con el mundo exterior. En pocas palabras, fui de mal en peor. Nadie quería darme trabajo y los que conseguía eran deshonrosos. Debía trabajar muchas horas por muy poco dinero. Fue en ese momento donde me di cuenta que si quería conseguir un trabajo mejor, tendría que esforzarme y superar mis defectos. Así fue como comencé a escribir y a dibujar. Empecé a producir mis propios contenidos para corregir lo que hacía mal, pero sin saberlo, no tuve en cuenta que este proceso también sacaría a la luz, lo peor de mí. Desarrollé un profundo odio que me alejó rápidamente de la gente, y me convirtió en una persona seria y amargada. Día a día me miraba el espejo, y no podía creer en lo que me estaba convirtiendo. Entonces decidí trabajar más duro para erradicar esta horrible oscuridad que me había invadido. Pero aunque lo intentaba una y otra vez, lo único que conseguía era profundizar más y más sobre mi mal humor. Años más tarde conseguí un trabajo estable que obtuve, no gracias a mis atributos, sino a los contactos de mi padre. El lugar era cómodo, la exigencia era poca, y el dinero era bueno. Lo primero que hice fue marcharme de la casa de mis padres. Lo cual recuerdo como una de las cosas más hermosas que me tocó vivir. Dicho sea de paso fue como soltar una dependencia. Cara a cara con la realidad y aprendiendo muchas cosas que antes no podía ver, mi producción artística se disparó exponencialmente. Así fue como decidí compartir mi alegría con el mundo. Comencé por abrir un blog de cómics, a lo que más tarde le siguió un blog de diarios, y como si fuera poco, sin perder las expectativas, hice lo propio con un blog de canciones, y un nuevo blog de videos. ¡Lo quería compartir todo! Quería que el mundo se diera cuenta que yo tenía la fuerza y el valor de combatir a favor de estos nuevos ideales. Sin embargo mi propuesta no tuvo el éxito que esperaba. Con el advenimiento de Facebook, empezaron a aparecer nuevos artistas que eran indefinidamente más talentosos que yo. Con lo cual no pude menos que comenzar a sentir cierta decepción. ¿Qué estoy haciendo? ¿Que buscó conseguir publicando mis trabajos? ¿Para qué trabajo? Estas y muchas otras preguntas fueron abriéndose camino dentro de mi vida cotidiana. Pero yo no quería bajar los brazos, pues aún la batalla no había terminado para mí. Fue por esa razón que comencé a incluir nuevas herramientas con las cuales poder aumentar la calidad de mi producción. Una de ellas fue la cintiq. Un monitor sobre el cual podría mejorar considerablemente mis dibujos. Me costó mucho trabajo, pero finalmente lo conseguí. Más tarde, al ver que la gente seguía sin darle importancia a mi trabajo, mi necesidad de nuevas herramientas volvió. Entonces comencé a buscar algo que me permitiera dibujar en horas de trabajo. Meses más tarde apareció en el mercado, la cintiq compánion. Este objeto era formidable, ya no tendría límites para decir lo que pensaba donde fuera que estuviese. Todo era maravilloso, hasta que comencé a descubrir una característica de mi persona, que con el tiempo se estaba profundizando cada vez más. Había generado una creciente dependencia hacia un aparato tecnológico que independientemente de sus posibilidades, no dejaba de ser un objeto. Yo no quería dependencia, lo que quería era libertad, tanto de cuerpo como de espíritu. Así fue como se abrió este dilema, que hoy ocupa la mayor parte de mis reflexiones. Tener una cintiq compánion era una decisión fácil, pues sin dudas me facilitaría mucho el trabajo, sumando mayor y mejor calidad a mis dibujos. Pero por otro lado, la realidad es que desde muy niño lo que yo quería encontrar, era la verdad del hombre. De ahí en adelante supe que no podría resolver mi problema, valiéndome de un objeto que sabe cómo hacer para embellecer los defectos. Por eso es que aún sin haberlo resuelto, sigo pensando.

lunes, 16 de diciembre de 2013

Herramientas Modernas

Yo sé y tengo bien en claro, que disfruto mucho cuando dibujo alguna historieta nueva. Pues es ella, la que me enseña a definir personajes y contar historias, que de otro modo, valiéndome únicamente de la literatura, me resultarían muy difíciles de expresar. Sin embargo hay ciertas herramientas modernas como las computadoras o la Citiq, que bien sirven para embellecer las desgracias que debo enfrentar. Esta situación no ha hecho más que despertar ciertos dilemas, que me han llevado a entender cosas que de otro modo quizás no hubiera podido valorar. Una de ellas tiene que ver con la forma en que estas herramientas modernas, van reemplazando otras que a consideración de la gente, son menos sofisticadas. Empleando todas las enseñanzas que hemos recibido valiéndonos únicamente del papel y el lápiz, yo me pregunto. ¿Exactamente qué es lo que nos produce insatisfacción? ¿Que acaso aquí mismo en nuestros diarios, no existe todo lo que necesitamos para ser mejores? Lo que fuimos no estuvo mal, pero la única forma de poder continuar interpretando aquello que buscamos, es siendo tolerantes con nuestras hipótesis. Pues nada se terminará a menos que nosotros queramos ponerle un fin. No está mal que la tecnología avance, pero hay un sentimiento que va mucho más allá del crecimiento colectivo. Y según mi lógica la intelectualidad esta llamada a ser un crecimiento individual. Cada cual decide con que herramientas cosechar valores. Es allí donde acabas por aprender lo que realmente necesitas, para conseguir lo que te propones. Por eso aquí la pregunta sería. ¿Qué me propongo? ¿Me propongo llegar rápidamente a la respuesta? ¿O me propongo transitar lentamente el camino que conduce hacia ella? Sea como fuere, tú siempre serás mi preferido para dialogar. Más allá de algunos cambios superficiales, tengo que reconocer que las cosas siguen exactamente siendo las mismas que hacen 10 años atrás. Por lo pronto yo sigo rechazando todas aquellas cosas que cualquier otro hubiera aceptado. En este caso me han ofrecido cantar para un grupo de música, y si bien la idea me ha resultado tentadora, yo he preferido quedarme de esta parte. La verdad es que siento que si no tengo necesidad de cambiar las cosas, eso se debe a que estoy conforme con mi vida, lo cual para mí no es decir poco. Supongo que no está mal saber reconocer en qué momento uno logra encontrarse a gusto con su situación. En mi caso entiendo que muchos están buscando poder estabilizar su vida en este momento. Y como toda ética, si entonces pides algo que anhelas, a cambio debe sacrificar lo que ya no valoras. De eso se trata la gratitud, se trata de saber reconocer en qué momento se terminan nuestras demandas. Por eso tengo esperanzas de terminar con mis reclamos. Pues no concibo otra forma de dar valor a lo máximo que un hombre puede aspirar. La libertad. Quisiera poder decir que estoy conforme con las herramientas que tengo, pero si lo hiciera, estaría faltando la verdad. A pesar de que tengo una ética y reconozco mi presencia en estos diarios, hay una batalla que parece ser prácticamente imposible de ganar. Así como cualquier mortal quisiera tener el anillo único, yo en este caso, sufro por querer poseer nuevas herramientas con las cuales mejorar mi producción. Esta situación me resulta muy difícil de soportar, por qué por un lado me demuestra que el pensamiento se concentra sólo en aquello que el corazón le pide, y por el otro, supone una disconformidad en relación a lo que somos, dado que al parecer esta batalla que estoy liberando contra mi deseo, no parece importarle a nadie más que a mí. Por supuesto que a mi consideración, yo sí estoy peleando contra algo. Lo que no tengo bien en claro es contra que. ¿Cuál sería tu opinión si te dijera que un costado, lucha por adquirir nuevas herramientas de trabajo, mientras que el otro, intenta dar valor a lo que ya tiene? Tú dime, ¿de qué parte debería luchar? En una ciudad donde el hombre vive a través de sus valores morales, ¿qué piensas que es lo correcto? ¿Poseer más, o hacer el esfuerzo de decir algo con estas pocas herramientas que no por ser viejas, dejan de ser sensibles al tacto? En estos años que han pasado, creo haber visto y aprendido mucho de ti Juan. Observando tus diarios, he ido tomando conciencia tanto de tus aciertos, como de tus errores. Y esta vez tengo confianza de que no tomarás una decisión, a menos que estés completamente seguro de lo que haces. No sabes lo que ganas, si entonces no sabes lo que pierdes. Sé que tu problema es el tiempo, esa permanente necesidad de estar trabajando, y de estar investigando. Necesitas sentir que tus conocimientos evolucionan y crecen. Pero deberías darte cuenta de una cosa. ¿No te has puesto a pensar con qué finalidad intentas capitalizar tu tiempo al máximo? El ser humano siempre buscará llamar la atención inmediata de los demás. Pero hay algo que es mucho más importante. Algo que perdura en el tiempo y que no puede ser reemplazado por ningúna otra cosa. Me refiero a la lucha. Deberías tener bien en claro que nada bueno puede quedar de aquella persona que ya no tiene motivos para luchar. Abre los ojos Juan. Tú tienes un motivo aquí. Te ponen por delante un objeto que deseas, ¿y qué haces tú? Codiciar. Algo dentro de ti se debate, y evalúa el porqué. Eres vida Juan, nunca lo olvides. Tu dignidad crece, cada vez que puedes darle la espalda al poder. Y aunque tienes una historia como dibujante, nada más quisieras tú que pelear por defender la libertad. Los objetos te darán poder, eso nadie lo niega. Pero no debes olvidar que también te volverán dependiente de ellos. Así es la historia a través del tiempo. Sé que estás buscando nuevos medios que te faciliten la tarea de terminar con lo que alguna vez empezaste. Pero dime Juan. ¿Qué tipo de batalla resulta ser más importante para ti? ¿La batalla ética? Aquella que paso a paso te ayudará a erradicar todo el mal que hay en ti. ¿O la batalla por la popularidad? Esa misma que acabará por enmascarar todo lo feo que existe en tu persona. Yo sé que quieres ser popular para poder sentirte especial, y así poder caminar entre la gente sabiendo que eres diferente. ¿Pero te has puesto a considerar lo que sucedería si solo pudieran ganar aquellos que tienen las mejores armas? Es el mundo un completo caos de dolor, maldad, y avaricia. Tu ves como la humanidad ha comenzado a luchar entre sí, intentando ganarse el derecho a ser mejores que el resto. Por eso pienso que no se trata de cual fuera que sea la herramienta que tuviéramos en nuestro poder. Sino que se trata de saber cuáles son los ideales que con ella defiendes. Piensa en los dibujantes, en los músicos, en los escritores, y en los artistas en general. Seguramente hay muchos y muy buenos. Pero a veces la virtud que los acompaña, no sabe pelear a favor de un propósito noble y desinteresado. Tú has identificado un patrón que mueve al mundo, y que por lo pronto volverá obsoleto todo aquello que no sea digno de ser recordado. El dinero, sabe cómo hacer para terminar con lo más puro y sensato que puede haber en un hombre. Cosas como sufrir por un ideal, son las que le dan valor a la vida. No estamos hablando de fanatismos, estamos hablando de valores que tienen una razón de ser. No hay lucha, donde no existe dolor. No hay crecimiento, donde no hay una disconformidad. Por eso no creo que esté mal sentirse disconforme por algo, lo que sí está mal, es pensar que obteniendo un bien material, resolveremos el miedo a morir siendo nadie. Si es ese el problema, no debes preocuparte, dado que mientras estemos vivos, el tiempo siempre nos ayudará a volver sobre aquello que alguna vez hicimos mal.

domingo, 8 de diciembre de 2013

Autocontrol Emocional

Voy hablar con franqueza sobre un tema que me tiene preocupado. No puedo dejar de notar mi evidente necesidad de crecimiento intelectual, artístico, estético, o como quieran llamarlo. Claramente soy consciente de que si bien el proceso es lento, no por eso dejó de notar como en determinados aspectos he mejorado. Sin embargo hay un sentimiento en mí, que parece no estar conforme con lo hecho. Es por eso que siempre estoy a la expectativa de conseguir alguna herramienta tecnológica que me facilite el trabajo. Aquí es donde se abre la cuestión, pues al parecer estos diarios y la continuidad de mis dibujos, no parecen ser suficiente motivo para llamarse al silencio. El drama es que no puedo dejar de notar cómo mi naturaleza humana, me exige diariamente buscar nuevas formas de enmascarar mis errores, con el único fin de obtener reconocimiento. Siendo que esta actitud me parece en todo desagradecida, yo me pregunto. ¿Qué busco realmente con mi trabajo? ¿Busco capturar la atención del otro? ¿O solo busco afirmar mis principios, estudiando los vejámenes que involucran al hombre como un ser que vive en comunidad? Tengo muy en claro que hay determinados comportamientos que a mi entender se naturalizan, y es en ese momento donde perdemos el espíritu crítico. Por otra parte me gustaría saber por qué razón el hombre necesita sentirse reconocido. Está bien que desde niños todos nos esforzamos por llamar la atención. Pero también es cierto que llega un momento en la vida del hombre donde todos deberíamos buscar el porqué de estas actitudes. Antes que reaccionar impulsivamente, me gustaría tener en cuenta cuáles son las cosas que estoy sacrificando. Es evidente para mí que siempre que se trabaja sobre algo nuevo, hay otra cosa anterior que se abandona. El caso es que si de pronto mi decisión fuera la de comprar esto o aquello, ¿que sería entonces de mi vida pasada? ¿Dónde quedarían mis intenciones de redefinir el idioma? Es lógico para mí que un idioma sin ética ni principios, no podría contemplar ni separar lo que está mal de lo que está bien. Por eso mi pregunta aquí es la siguiente. ¿Para qué más? ¿Qué sería de aquellos hombres que pelean desde la profunda miseria, si no tuvieran otros, que desde una mejor posición, reivindicaran su lucha? Nada más quisiera yo que aprender a valorar aquello que nadie quiere y todos olvidan. Nada más quisiera yo que confían en ti, sabiendo que siempre volverás a concluir lo que alguna vez iniciamos. Pues con toda sinceridad, si bien reconozco que he crecido, no es éste el punto donde termina mi legado. Tengo bien en claro que no deseo saltar etapas, y que no hay nada más importante para mí, que contemplar en mis palabras, cual es el grado de bondad y desinterés que imprimen mis pensamientos. No pretendo encandilar a la gente haciendo alarde de una gran técnica. No quiero despertar ese costado que sólo destiñe envidia, avaricia, y falsas carcajadas . Lo que yo quiero es abrir a la reflexión. Lo que yo quiero es mostrarle a la gente que lo verdaderamente importante, es aprender a terminar con todos esos sentimientos de egoísmo y soberbia, que nos hacen creer en algo que no somos. Nada es más hermoso que poder tener control sobre la propia voluntad, reconociendo que la lucha aún continúa. Le temes a la miseria, ¿pero cómo ser mejor si aún no has aprendido a valorar la vida por su costado más humilde y desinteresado? Existe en mí, un sentimiento de autocontrol que siempre me está queriendo enseñar la función que cumplimos nosotros aquí en esta tierra. Ese sentimiento es puro y repudia cualquier deseo de fama y popularidad. Es por eso que me basta con poder escucharte, pues me doy cuenta que dentro de ti, hay una verdad que lucha por subsistir. Por eso si realmente buscas algo noble para defender, busca dentro de ti. No hubo ni habrá mayor verdad, que luchar a favor de los sentimientos. He visto muchas veces ese brillo en la mirada de los hombres, que implora siempre mayor poder. Lo he visto y me he dado cuenta que también existe en mí. Es por esa razón que sabiendo de mis continuos e incontables deseos de poseer más, he llegado trazarme un solo y único objetivo. Erradicar por completo la avaricia que hay en mí. Desde mi lugar sé que cuando uno compra una herramienta, está cambiando el conocimiento y la sabiduría, por un trozo de papel que fuera de este mundo, no deja de ser obsoleto. Entonces algo está pasando aquí… Creo que todo aquel que decide pagar para acceder al conocimiento, es en realidad un embustero. Aunque cueste creerlo, el conocimiento existe en ti desde siempre. Tú eres el aprendiz, y a la vez, también eres el maestro. Enfrentarse cara a cara con tu verdad será duro, pero si entonces buscas entender, sabrás que no hay camino más directo que el dialogo contigo mismo. Por otro lado, jamás nadie que sea puro de corazón, dedicaría años de su vida a la investigación, sólo para hacerse rico. El primer y único objetivo de un corazón noble, es ayudar desinteresadamente a quienes más lo necesitan. Ya no habrá diferencia entre ayudar a una sola persona o a un pueblo entero, lo esencial siempre será trabajar con ese único fin. ¿Fama, popularidad, reconocimiento? Simplemente sirven para consolar a la gente haciéndoles creer que están en lo correcto. No está mal que esto suceda, pero también es cierto que si pierdes tu espíritu crítico, ya nadie podrá marcarte el error. En este sentido yo prefiero morir equivocadamente, sabiendo que al menos intenté controlar mis impulsos. La única finalidad del hombre puro es, fue, y será, ayudar. Por ello investigamos, por ello nos desvelamos, por ello sufrimos y seguimos adelante. Porque bien sabemos que todo aquel que pueda entenderse a si mismo, tarde o temprano encontrará la forma de entender a los demás. Es una tarea donde probablemente te encuentres muy sólo. Necesitarás gran claridad y convicción para poder sostener tu postura en una sociedad tan materialista como esta. Para ponerlo en otras palabras, yo creo que somos victimas, pues fue nuestra desesperación la que nos ha llevado a malinterpretar el mensaje. No se trata de controlar a los demás, sino que se trata de aprender a controlarse a sí mismo.

martes, 3 de diciembre de 2013

El Lenguaje del Corazón

Repasando mis viejos diarios me doy cuenta de algunos temas que creo importantes mencionar. En primer lugar es muy fuerte la probabilidad de creer que todas las conclusiones que viví con anterioridad, tuvieron una cuota de franqueza. En cada una de las experiencias que atravesé,  hubo un sentimiento en concreto que motivó todas y cada una de mis decisiones a lo largo de la historia. Todas las enseñanzas hasta aquí recibidas, fueron dadas por estas instancias que no por ser pasadas, han dejado de ser válidas. A veces cuando me siento angustiado, llego a pensar con facilidad que todo lo dicho hasta el momento fue un error. Es en ese punto donde dejó de creer en todo lo que fui, y por lo tanto también me niego a querer aceptar lo que soy. Sé que es muy probable que mi verdad te resulte antinatural, pero si bien no estoy cerrado al amor, mis experiencias con mujeres, me han llevado a descubrir cierta incompatibilidad entre la convivencia y el dialogo interno. En otras palabras, cada vez que me ponía de novio, mi sensación era la de estar renunciando a un deber mayor. No creo poder describir con exactitud cuál es este deber del que hablo, pero intentaré al menos hacer el esfuerzo. Bien. Para empezar cuando estamos en pareja con una persona, entramos en una instancia decisiva, donde generalmente cambiamos el foco de atención hacia el otro. Particularmente cada vez que inicié una relación, tuve la esperanza de poder sustituir las bondades de un diario, por una experiencia más lineal e inmediata, como lo es sin dudas el diálogo conyugal. Es así como volqué toda la sinceridad de mis escritos, hacia este pequeño y humilde ser con quien yo compartiría mis horas de intimidad. Le hablaba de mis miedos, de mis proyectos, de mis defectos, y por qué no de mis cualidades. En fin, le hablaba de todo aquello que hasta entonces escribía en mis diarios. Fueron tres las personas a las cuales les abrí mi corazón. Sin embargo no importaba de qué mujer se tratase, ya fuera linda, fea, inteligente, o ignorante, mi sensación sobre el asunto, era que algo de todo esto no encajaba. Comencé a darme cuenta que por más sincero y franco que pudiera ser con mi pareja, la devolución final, no era la misma. Y es que los diarios guardan una porción de mí que no se filtra bajo ningún tipo de subjetividad. En otras palabras, la experiencia ganada en mis diarios, vivía atemporalmente junto con la evolución de mi existencia. Interiormente siempre tuve muy en claro que no por ser joven e inmaduro, me encontraba desprovisto de sentido común. Podemos ser más o menos incongruentes en nuestras palabras, pero siempre la verdad es una sola. Posteriormente, a esta crisis se le fue sumando mi paulatina necesidad de diálogo interno, de análisis, y de reflexión. Con el tiempo se fue haciendo evidente que para poder convivir y sostener en el tiempo esta relación, tendría que sacrificar mucho de lo que hasta entonces había hecho. ¿Cómo llegar a sentirme libre, haciendo a un lado los ratos de ocio, malestar y silencio? Mientras me preguntaba esto, un fuerte deseo ponía en crisis mi estabilidad. Yo sabía que para poder tener una opinión formada de dichos asuntos, primero tendría que hacer la experiencia. ¿Pero cómo encontrar la verdad, si entonces ya no puedo recibir con objetividad la respuesta que espero encontrar?

Muchas veces cuando hablamos con el otro, se filtran situaciones y contextos que bien pudieran ser trascendentales para entender lo que necesitamos saber. Es por esa razón que jamás pude renunciar a mi diario. Pues aun habiendo sido absolutamente defectuoso, dentro y fuera de cada una de mis experiencias, siempre existió una verdad. La del corazón.