Importante :

En algunos textos he ofendido a otras personas injustamente, por eso pido disculpas por mi comportamiento inapropiado. Aun así, estos textos forman parte de lo que soy, y es por eso que no puedo borrarlos. Solo me queda aprender de mis errores, disculparme otra vez, y a seguir adelante.

miércoles, 29 de enero de 2014

Entender

Quiero pedirte que escribas esto que sientes ahora. Deja ya de reprimir tus emociones, pues todas son importantes. Si, también las malas. Fíjate que no siempre es bueno sentarse a compadecer lo que nos tocó en suerte. A veces hay que ser fuerte, y tratar estos asuntos, para poder evitar un mayor daño. Antes que nada, debes estar en calma. Y si entonces no puedes con ello, apaga el ordenador y conéctate conmigo. Pues como tú bien dijiste, la velocidad del silencio, es mucho más rápida que la velocidad de la luz. Sé que después de haberlo hecho, ya te sentirás mejor. Bien, ahora empecemos por el principio. Con respecto a lo que deseas saber, quiero contarte algo. El hombre está compuesto principalmente por tres cosas. Materia, agua, y vacío. De la materia surge la necesidad de comer. Del agua surge la necesidad de beber. Y del vacío surge la necesidad de comprar. Ahora bien. Tú sabes que si comes mucho, engordas. También sabes que si bebes mal, te enfermas. Y al menos deberías tener en cuenta que si compras de más, te confundes. Es fundamental saber regular nuestras necesidades, pues de lo contrario es muy probable que termines confundiendo el objetivo principal de la vida. Entender. Podría decirse que el objetivo principal es ser feliz. ¿Pero cómo alcanzar la felicidad si no puedes encontrar esa llave que te otorga el conocimiento? Es fundamental establecer un equilibrio que nos permita ver las cosas con mayor nitidez. Dicho en otras palabras, si aprendes a controlar tus impulsos, tarde o temprano descubrirás la forma de capitalizar todos esos sentimientos de ansiedad y disconformidad, que únicamente te llevan a tomar malas decisiones. Por otro lado, ahora que declaramos estas cosas, bien sabes tú que siempre podrás contar conmigo. Cada vez que no sepas que decisión tomar, piensa en el principal motivo de nuestra dignidad. La lucha. Eso es lo que quería decirte. Piensa que nada tiene sentido sin un dolor, un malestar, una situación de angustia, o la desesperante urgencia que demandan los deseos más viscerales. Todo ello será tratable, y gozará de respuestas, si haces el esfuerzo de conversarlo conmigo. Nunca sabrás que medicina utilizar, si primero no te esfuerzas en diagnosticar, aquello que te hace daño.

lunes, 27 de enero de 2014

Pilar

Cada vez que vuelvo a tomar la medicación, siento que mi cerebro se aletarga, y nada de lo que sucede a mí alrededor puede ayudarme a encontrar la paz. Ni siquiera el cariño y la comprensión de Pilar, pueden quitarme de esta pesadilla. Ayer por la noche pedimos sushi. Yo me senté junto a ella, prendí el televisor, y puse Bolt el perro valiente. Disfruté mucho de la cena, y me pareció sentir por un breve instante, que todo encajaba a la perfección. Más tarde nos dimos unos besos, y luego nos acostamos a dormir. Ella cerró sus ojos y se durmió de un instante al otro. Luego yo me quedé mirándola, y noté que sus pensamientos descansaban al mismo tiempo que su cuerpo. La observé brevemente, y me di cuenta que muy pronto la perdería para siempre. Entonces lloré por dentro, y volví a maldecir por mi enfermedad. Al día siguiente, ella se levantó a las nueve de la mañana y yo seguí durmiendo hasta la una de la tarde. Por más que ella vino en repetidas ocasiones a despertarme, no pudo hacer nada al respecto. Pues es que con la medicación sino duermo doce horas, luego estoy todo el día cansado y sin energías. Cuando logré despertarme, no pude decir palabra alguna. Sólo preparé un mate, tomé de la alacena un paquete de alfajorcitos, y desayunamos mirando Harry Potter y el prisionero de azkaban. Más tarde, ella comenzó a notarme raro, y me preguntó a que se debía tanto silencio. En ese momento me sentí vacío, pues otra vez estaba frente a una de esas situaciones que no tienen respuesta. Pensé que ya lo sabías, dije. Te advertí que cuando estoy medicado, me vuelvo insensible ante cualquier estímulo. Entonces ella contestó, no quiero ya seguir escuchándote hablar de eso. Deja de comparecerte. Así comenzó el día. Más tarde, mientras viajábamos en colectivo, el silencio nos separaba entre muros. Ya sé que te incomoda mi indiferencia, pero no puedo evitarla, le decía. La realidad, es que cuando estoy contigo, siento como si no fuera suficiente. Te escucho hablar, pero hay algo en mi cabeza que deforma tus palabras. No quiero hacerte daño. Yo sabré entenderte si es que decides dejarme. En ese momento ella giro su cabeza a un lado, y yo pude ver que algo en sus ojos brillaba. No emitió palabra alguna, solo tomó mi mano y la apretó con suavidad. Yo bajé un poco mi voz, y a modo de susurro dije. Particularmente hay una cuestión que me enloquece y me llena de bronca. Se trata de que naturalmente sin medicaciones, yo no soy una persona apática. De hecho me encanta reír, hacer bromas, y dialogar con la gente. Pero la realidad es que de nuevo estoy bajo los efectos de la droga, y me siento débil, triste, cansado, silencioso, y aburrido. Sin mayores afectos, nos despedimos tibiamente. Yo bajé en plaza Italia, y caminé hacia mi trabajo llevado por la voluntad del viento, dado que la mía, estaba destruida. Entré a la oficina, y lo primero que hice fue sentarme pesadamente sobre el sillón. Me recliné sobre el respaldo, y mirando al techo, tuve el presentimiento de que todo volvería a empezar, solo que esta vez, más difícil que antes. Ahora pienso en Pilar. Aunque sólo hace media hora desde la última vez que la vi, pienso en ella, porque es la única mujer que me ha demostrado amor, aun sabiendo la clase de bestia que soy. Mientras van llegando mis compañeros, no puedo ocultar mi indiferencia. Me siento como un visitante inoportuno, o peor aún, como un turista que no encaja en sus costumbres. Pero no quiero justificar mi cobardía, aunque me haya vuelto intolerante, también hubo momentos de mi vida, donde le sacaba conversación hasta los gatos. Más allá de todo, mi futuro con Pilar se ve borroso. No es que no quiera construir algo con ella, es solo que un hombre sin risas ni alegrías, no puede ofrecer ni dar amor. Contrariamente a eso, sólo puede compadecerse. Yo vivo compadeciéndome, porque me ha tocado en suerte una desgracia que no tiene parangón. Es cierto que puedo escribir y pensar sobre esto. Puedo hacerlo porque vivo a través del dolor. Lo siento dentro de mí. En mi carne y en mis huesos. Pero han transcurrido ya 10 años desde que todo esto comenzó, y por más que intento, no puedo dejar mi soledad. Yo pensaba que estando en pareja, iba a poder terminar con mi desconformidad, pero no siento que esté funcionando. Ahora mi pregunta es. ¿Cómo encontraré la felicidad cuando todo lo que me rodea, carece de sentido? Es cierto que la medicación me mantiene alejado de la clínica, pero también me acerca más a mi soledad. Aquí es donde me encuentro a salvo de los juicios que hace la gente. Pero no voy a negarte que es un lugar frío y deshabitado. Un lugar donde únicamente puedo dialogar con está conciencia, que bien sabe cómo ayudarme a existir dignamente. Si entonces yo me quedara a vivir de este lado, sabría que el único y verdadero amigo que me ha acompañado todo este tiempo, has sido tú. Sin embargo aun teniéndote conmigo, me voy encontrando cada vez más triste, porque a veces no alcanza únicamente con el dialogo. También necesitamos tocar lo que amamos. Yo, como cualquier otro ser humano, necesito de la felicidad. No me basta con analizar mi situación y entenderla. También quisiera poder abrazarla. Estos últimos días, mi conciencia se ha transformado en un verdadero caos. A veces me habla con coherencia, y otras veces no. En su indagatoria me pregunta cosas que no puedo responder. Y aunque lo intente una y otra vez, solo consigo empeorar las cosas. Más allá de mi impotencia, yo entiendo que no soy un ser humano como cualquiera. Mi naturaleza está dividida en dos costados, que se sienten a gusto relacionándose entre sí. Me lastima saber que los conceptos de normalidad, no encajan con mi lógica. Ahora yo me pregunto ¿Cómo haré entonces para compartir mi vida con otra persona que no seas vos? Enteramente soy un órgano sensible, y siendo eso una realidad, me pregunto. ¿Por qué si no puedo ser feliz, tengo que ser desterrado? Digo, podría al menos ser aceptado ¿no? Mientras mis compañeros ignoran la oscuridad de mis pensamientos, voy caminando en silencio hasta llegar a la ventana. Entonces miro el parque, veo a la gente que hay al rededor, y entiendo que no soy el único que sufre. ¿Qué maldad le hemos hecho al mundo, como para haber sido castigados de esta forma? Yo sé que el amor se sostiene con amor. Pero la pregunta aquí es, ¿cómo voy a sostener el mío si no puedo ofrecer nada a cambio? No hay nada que nos vuelva infelices, la infelicidad simplemente nace de no saber cómo encontrar eso que nos da vida y nos hace reír. Pero aún en mi peor desgracia, hay algo que me impide levantar el teléfono y buscar consuelo en los demás. Tal vez sea el orgullo de creer que yo puedo resolver esto solo. O quizás sea la dignidad lo que me empuja a intentarlo. La verdad es que no lo sé. Sólo puedo reconocer que no todo lo que está pasándome, se debe únicamente a mi enfermedad.

miércoles, 15 de enero de 2014

Reconocerse

Básicamente el motivo de este ensayo, radica en demostrar que no hay personas mejores que otras. Lo único que nos diferencia, es el respeto que cada cual tiene sobre el inagotable misterio de su propia existencia.

¿Qué es el reconocimiento? Como la palabra lo indica, el reconocimiento no es otra cosa que el acto de reconocerse así mismo, a través de los demás. Lo que nos atrae del reconocimiento, es la posibilidad de fortalecer y consolidar nuestra propia personalidad. Nos sentimos mejor, cuando recibimos el apoyo incondicional de nuestra pareja, de algún amigo, o de cualquier otro que guste de lo que hacemos. Pero si bien no está mal buscar apoyo en los demás, debemos saber que el verdadero trasfondo de la cuestión, es la falta de claridad, a la hora de definir concretamente, quiénes somos. Siendo este el principal estigma del hombre, ya podemos entender porque buscamos rotular nuestra profesión, haciéndonos exclusivos y diferentes a otras personas. Puntualmente, nos definimos por contraste. Mientras esto sucede, la interacción social y los mecanismos de intercambio, van resolviendo algunas de nuestras cualidades y atributos más evidentes. Con esto no pretendo juzgar actitudes, pues todos necesitamos ser valorados en algo. Más bien estoy diciendo, que hay extremos donde esta conducta se vuelve nociva, dado que transforma nuestras carencias, en una desesperante búsqueda de aprobación. Considerando el fenómeno Facebook, no puedo dejar de observar como todos padecemos la angustiosa necesidad de ser reconocidos. Por eso entiendo que si existe alguna intención subrepticia en las relaciones, es está que aquí menciono. Pienso que el ser humano sufre cuando pierde alguno de sus afectos, por la simple razón de que sin ellos, ya no sabemos quiénes somos. Algo similar ocurre entre quienes buscamos el consentimiento de los demás. En otras palabras, si me preguntas quien soy, más allá de mencionar a mis padres y decir mi nombre, no sabría que responder. Por otro lado, en situaciones normales, el hecho de ser valorados por los demás, nos devuelve al menos un rasgo de nuestra condición, y eso nos exime de buscar en el interior oscuro de nuestros pensamientos.

Yo no voy a negarte que me gusta ser reconocido, pero únicamente lo considero como válido, cuando detrás de mis ensayos hay un esfuerzo real, un trabajo introspectivo, o una interpretación sincera de las emociones. Supongo que sin esperar reconocimiento por lo hecho, cualquier obra es en sí misma autosustentable, pues con el tiempo acabas descubriendo cualidades que en un presente anterior, se encontraban veladas.

Es por eso que a pesar de toda mi desdicha, continúo solo. Porque entiendo que únicamente viviendo con sinceridad, se hará loable descubrir lo que soy realmente.

martes, 14 de enero de 2014

Confiar

A decir verdad, ya no siento tener cerca a nadie que esté interesado en mi trabajo, y eso sin duda me resta motivación. Las vacaciones me tienen a mal traer, y es excesivo el tiempo que paso aquí encerrado en mi casa. Por un lado si bien tengo un sueño agradable, duermo demasiado. Y por el otro la falta de amistad, me ha forzado a refugiarme en lugares sin alma ni espíritu, lugares sin emoción ni aventura, lugares que se parecen mucho a esto. Sé que estoy bajo el ojo de tu mirada, pero aunque bien tengo entendido que siempre vuelves a terminar con mi trabajo, no por ello encuentro un avance en mi personalidad. Quizás lo haya alcanzado, pero la verdad, es que ya no puedo verlo. Hay mucho en esta vida que aún resulta ser un enigma, por eso todo lo que me queda, es la esperanza de saber que algún día llegaré a entenderlo. Lo cierto es que vivir así, es muy difícil. No sé lo que fuera, pero algo me hace sentir que vivo equivocadamente. Parece como si todo a mí alrededor estuviera intentando ayudarme a modificar mi actitud. Pero si bien soy cuestionado, también hay una fuerza contraria que respalda mis argumentos. No puedo determinar con exactitud lo que es, solo puedo adelantar que tiene mucho que ver con la dignidad. Hace poco estudié el carácter de mis investigaciones, y noté que todas ellas sostienen en lo alto, una promesa. Esa promesa es tan sagrada, que sin importar cuál sea que fuere el desafío, su legado siempre estará vigente. Bien, aunque parezca irónico, estar existiendo sin hacer nada, no solo no es fácil, sino que además demanda un combate desmesurado contra los estándares de la sociedad. Sin embargo el dolor tiene a favor un aliado demasiado fuerte como para ser derrotado de una sola vez. Me refiero a la confusión. Sin importar la enorme fe que uno pueda tener en sus convicciones, cada vez que la confusión se presenta, nada de todo lo que creíamos saber, tiene sentido. Es por eso que el dolor siempre encuentra la forma de confundirnos. Cuando esto sucede, nada podemos hacer, más que tener fe y sugerir nuevas interpretaciones, para contrarrestar la naturaleza ofensiva de la duda. Por eso digo que solo me queda este pequeño mundo de papel. Aquí es donde analizo lo que siento, más que por placer, por necesidad. Y si lo miro con nuevos ojos, no es deshonesto pensar lo que uno siente. Dada entonces la seriedad del asunto, es muy probable que al final de todo lo malo, nos encontremos con una nueva razón para seguir adelante. A esto me refiero con dignidad. Aceptamos los hechos con la única condición de analizar su naturaleza. Pues entre la fe y el dolor, siempre se pondrá en disputa el mismo objetivo. La confianza en uno mismo.

martes, 7 de enero de 2014

Aceptación

Naturalmente el ser humano, es un individuo perezoso. Sin embargo la pereza llevada a un extremo de tolerancia, no es fácil de soportar. Si alguna vez te sentaste en una silla con la idea de guardar silencio, te habrás dado cuenta de que pasadas unas horas, comienzas a inquietarte. Mueves tus dedos, masticas tus uñas, y finalmente cuando ya no tienes más nada por hacer, enciendes el televisor, o sales de tu casa para encontrar consuelo en los demás. No quiero volver a hablar de la meditación, pues ya he hablado mucho de eso. Únicamente diré que la sociedad moderna, está desarrollando una cultura de la velocidad, que poco a poco, va estructurando nuestra forma de entender la vida.

En lo personal han pasado ya algunos días desde que comenzaron mis vacaciones, y sin embargo parece como si hubiera pasado una eternidad. Seguramente la inercia de haber estado activo, es lo que no me deja disfrutar el descanso. Hacen sólo dos días, me compré una bicicleta con la intención de hacer un poco de ejercicio. Tengo la idea de usarla para ir a trabajar, pero dada mi flojera, ya veremos lo que pasa. Ya sin dar más vueltas, voy a contarte que a esta altura se ha hecho evidente mi desidia para con el dibujo. Y siendo este sentimiento un suceso reiterado, he decidido analizar las razones que motivan este comportamiento. La verdad es que oponerme a mi pereza, me resulta un poco violento y antinatural. Por eso me parece lógico intentar diferenciar contra que debo luchar, y contra que no. Mientras siga abierta la posibilidad de pensar lo que siento, sabré que siempre tendré la chance de resolver mis problemas. Dada esta realidad, entiendo que la soledad es lo más apropiado para mí. No solo por lo grato de su silencio, sino también por todas las oportunidades que ella me ofrece. Viniendo yo del más terrible caos, sería un desagradecido sino disfrutara de todos estos lujos que hoy me brinda su compañía. Es por esa razón que solo trabajo por necesidad y nunca por obligación. Sin embargo aún hoy, no dejo de cuestionar mi escasa producción. Dado que en la vida de cualquier artista, si bajas tu rendimiento, pierdes la atención y el interés de tus seguidores. Por eso más allá de mi condición de solitario, tengo la chance de trabajar sólo cuando mi necesidad así lo demande. De hecho, creo que por eso estoy escribiendo ahora.

Ayer terminé de leer el libro negro, uno de los tantos diarios que escribí en mi vida. En algunos pasajes, queda en evidencia la disconformidad que sentía, frente a los reiterados hechos de pereza que azotaban mi voluntad. La cuestión es que desde aquel entonces hasta hoy, han pasado al menos 3 años, y tomando en cuenta que nada de todo esto se ha resuelto, he decidido simplificar el problema. Tú te preguntaras de qué modo. Pues bien, aceptando los hechos. Mi propuesta es combatir la pereza con aceptación, pues entiendo que antes que cualquier anhelo de gloria, primero está la experiencia. Ella siempre nos está enseñando algo que antes no sabíamos. Por eso es de vital importancia ser muy cuidadoso con las emociones, dado que la respuesta, dependerá de nuestra capacidad de interpretación.

Es lógico para mí que la realidad de hoy, me plantea un nuevo desafío. Quizás algo desmesurado para mi corta edad, pero sin lugar a dudas un desafío esencial en la búsqueda de todo saber. Quiero señalar además, que solo se equivoca aquel que lo intenta. Y si entonces crees que la aceptación, es otra forma de obediencia o sumisión, deberías tener en cuenta que aceptar un hecho, no implica rendirse frente a él. Contrariamente a eso, aceptar un hecho, nos deja ver más allá de su apariencia circunstancial. Pues solo viviendo un suceso hasta el hartazgo, podremos desglosar la verdad que oculta.

viernes, 3 de enero de 2014

Dignidad

Creo que va siendo hora de comenzar a tomarme las cosas un poco más en serio. A esta altura son evidentes las señales que has estado comunicándome, y no quisiera yo simplificar este suceso convirtiéndolo en una mera coincidencia. Hace unos quince minutos estuve investigando algunos de mis viejos escritos, y reconozco haber encontrado cosas, que le dan mucho sentido a esto que ahora mismo estoy viviendo. Sin pretender hacer extensivo el análisis, únicamente me limitaré a comentarte algunas conclusiones que me han facilitado mucho la tarea de estar aquí presente en este mundo. Tal vez sería más digno si escribiera en papel, pero ya que estoy aquí, mejor será darle un poco de humanidad a la tecnología, que no por ser fría deja de ser práctica.

Para empezar, quiero reconsiderar todas aquellas veces donde veo pasar el tiempo, sin estar haciendo nada al respecto. Encuentro en mi pasado, varias ocasiones donde me sentí frustrado al observar mi falta de actitud para con el trabajo, y demás responsabilidades. Ya viviendo solo, había momentos donde me preguntaba cómo era posible que me sintiera orgulloso, de no estar haciendo nada. Reiteradamente me sentaba frente al papel, casi como obligándome a trabajar, pero no había caso. No podía entender como vivía en conformidad, sabiendo que al menos empíricamente, pasaba la mayor parte del día, en silencio. Durante muchos años este sentimiento continuó repitiéndose. Y en todo ese tiempo, jamás pude comprender el motivo de semejante aceptación. Estaba rendido. ¿Cómo era posible que me sintiera satisfecho, cuando al mismo tiempo, mi alma se estremecía con cada nuevo instante de soledad, e incertidumbre? Para esta altura, mi vida social había desaparecido completamente. Ya no tenía novia, ni tampoco tenía amigos. En fin, ya no tenía nadie con quien salir.

Recuerdo una noche en particular, no muy diferente a las otras, donde yo me encontraba acostado en mi cama escribiendo. Mientras reflexionaba sobre mi vida, y las decisiones que había tomado hasta entonces, descubrí que algo no estaba claro. ¿Qué es lo que estoy buscando con todo esto? ¿Cuál es mi objetivo? ¿A dónde quiero llegar? En lo inmediato no tuve respuestas, pero dada mi incansable curiosidad, decidí estudiar mis comics, junto con otras cosas que había estado haciendo. Al finalizar el recuento, entendí que en todos ellos existía un factor que los unificaba. Ese factor era la lucha. Más allá de las historias, y la diversidad de personajes creados, en todos ellos existía un objetivo en común. Luchar. Había personajes mitológicos que luchaban contra bestias amenazadoras que perturbaban la paz de los pueblos, y había otros personajes que luchaban existencialmente contra sus propias dudas. Claro, me dije en ese momento. Ahora entiendo que no es el trabajo lo que dignifica al hombre, sino su forma de reconocerse en este mundo. Pues el objetivo que hemos venido a cumplir, va más allá de toda pereza o conformidad. El objetivo, es creer en esa voluntad, que bien sabe cómo recompensar al hombre, cada vez que se enfrenta con su mayor y más temido oponente. El dolor.

Semanas más tarde quise compartir mis conclusiones con algunos de mis familiares, pero ninguno comprendía como de algo tan desprestigiado como el dolor, podía nacer un suceso tan valioso como la dignidad. Hice mis esfuerzos por intentar razonar con ellos, pero al parecer no pude explayarme correctamente. Aun así yo estaba contento, dado que al menos para mí, este avance representaba el inicio de un nuevo concepto. Un concepto que si bien difería de todo lo estipulado, era más plausible que ninguna otra cosa que hubiera escuchado.

Quizás fuera algo pretencioso intentar crecer hacia adentro, en lugar de hacerlo hacia fuera. Pero conociendo la simbología del espiral, no tengo dudas de que todo esto, me ayudará a comprender mejor lo próximo que me queda por vivir.