Importante :

En algunos textos he ofendido a otras personas injustamente, por eso pido disculpas por mi comportamiento inapropiado. Aun así, estos textos forman parte de lo que soy, y es por eso que no puedo borrarlos. Solo me queda aprender de mis errores, disculparme otra vez, y a seguir adelante.

viernes, 3 de octubre de 2014

Envidia

Quizás esto que digo no venga sumar grandes cambios a mi vida, pero sé que al menos, no pierdo nada con intentarlo. Volviendo al tema de la envidia, yo creo en lo particular que este sentimiento, no favorece en nada al hombre que proyecta ser una mejor persona. Mis razones son cortas, pero estoy seguro que en estas palabras encontraré una nueva verdad. Si ves que te cuesta valorar las cualidades del otro, probablemente la explicación esté relacionada con tu inseguridad. Yo creo que las personas que se focalizan únicamente en sus fallas, no pueden dar valor a sus virtudes. Para ser más específico, es evidente que cada uno de nosotros, tenemos características y conocimientos que nos diferencian del resto. Si entonces aprendemos a valorar nuestras cualidades, es probable que se acaben los motivos para envidiar al otro. Por eso a mi entender, la envidia no es otra cosa que una manifestación de frustración y baja autoestima. Reconocer las virtudes ajenas, nos enseña a respetarnos mutuamente. Es simple. Si consideras tu trabajo, y valoras tus esfuerzos, no te resultará difícil estar a gusto con los demás. Es sabido que las virtudes más trascendentes, provienen de la necesidad de mejorar. Crecer, aprender, y resolver nuestros conflictos personales, nos ayudará a sacar de adentro, todo eso que guardamos y necesitamos saber. Si eres una persona envidiosa, tómate tu tiempo, y apunta tus aspiraciones hacia un objetivo elevado. Piensa que para comprender el motivo de tu envidia, deberás identificar el germen que lo produce. Una vez que lo encuentres, no permitas que su naturaleza se mescle con todo lo demás. Separa los términos, divide los conceptos, y atiende tus comportamientos. No pierdas tiempo en juzgar al otro. No gastes saliva en ello. Concéntrate en ti. Si observas un mal comportamiento, trata de capitalizar esa conducta y no la repitas. Habla con tu conciencia y acostúmbrala a ser buena. Dale tus razones y así verás que con el tiempo, el hábito se hará costumbre. Una vez que empieces a valorar las diferencias que otros tienen contigo, comenzarás a sentirte más a gusto con el mundo. No corras inútilmente. Deja ya de perseguirte la cola y recuerda que para contemplar una verdad, primero debes aprender a pararte frente a ella.

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