Nuevamente me pregunto por qué elegí la soledad. Para empezar un solitario, a veces tiende a ser egoísta. Yo soy egoísta porque desde pequeño me han sucedido cosas. Cosas que nadie ha sabido escuchar. Por esa razón fue que generé tanto odio y resentimiento contra la gente. Por ese trillado cuento de que nadie supo escucharme, por eso fue que maldije tanto. Así fui de mal en peor, hasta que un día, cansado de llorar bajo la ducha, descubrí que el odio no era el camino correcto. Una persona no puede aprender a sonreír, si vive odiando a los demás. Esto mismo fue lo que me dije, antes de reconocer que el único responsable de mi malestar era yo. Ese fue mi renacimiento. Después me dije. Si el problema nace de uno, también es uno, quien debe solucionarlo. De esa forma comencé a escribir en un diario lo que me sucedía. Ya que nadie puede escucharme, me escucharé a mí mismo pensé. Tal vez centrar la atención en mi propia vida, pueda parecer egoísta para muchos, pero para mí, hacerlo significa un acto de fe, dado que confío en que algún día, podré aprender a superar mi desconsuelo, amando aquello que late en mi interior. Entiendo que el amor, es algo que crece en la medida que uno valla llevando claridad a sus preguntas. Es bueno tener preguntas, pues eso nos motiva a querer hallar las respuestas. Cuanto más importante sea el cuestionamiento, más claridad nos podrá brindar su resolución. ¿Pero cómo obtener una respuesta, cuando nadie nos escucha realmente? ¿Cómo separar la mentira, de la verdad que afirma la gente? Toda la experiencia que pudiera ganar aquí, servirá a mis propósitos. Eso es lo primero que uno debe decirse, antes de usar el sentido común. Usando el sentido común, se puede develar quien es el bueno, y quien el malo, quien habla con sabiduría, y quien con arrogancia. La cuestión es concentrar esas energías, en lo que dicta el espíritu, dejando que el tiempo haga su parte. Era joven cuando pensaba así, y hoy descubro que a veces la inocencia, no implica ineptitud. A los pocos días, me encontré solo con mi malestar, y teoricé. Seguramente deberé sacrificar muchas cosas para aprender a amar, pero un solo día en mi porvenir, justificará años de ceguera y amargura. Mi respaldo será este diario, y mi consejero, seré yo en otra parte. Debo creer en algo real, algo que no pueda engañarme. Creo que esto que siento, es lo más parecido a la verdad. Nadie puede negarme sentir, por lo tanto nadie puede negar mi religión. Yo creo en mí. Iré por la vida, como un muchacho ingenuo. Recorreré el mundo con mi anhelado deseo de volver consiente mis acciones, echando luz donde antes hubo oscuridad. Así sabré responder apropiadamente, la próxima vez que mencionen mi nombre. Durante varios meses pude vivir bien con esto, pero un buen día me encontré con un obstáculo. Algo no me permitía avanzar. Entonces estudiando mi situación, deduje. Para hacer crecer mi universo, necesito enfrentar esta limitación. El universo solo crecerá, en la medida que yo pueda encontrar mí frontera, y cobre el valor necesario para atravesarla, de lo contrario todo continuará igual. Cuando estuve allí por primera vez, me dije a mi mismo. He tenido que ser egoísta con mi dolor, pues nadie lo ha entendido, y todos lo han olvidado. He tenido que ser yo mismo, quien me abrace en la oscuridad, y me escuche en el silencio. Y ahora que estoy parado frente a mí frontera, he revelado mi propio límite. Me asusta verlo, pues parece infranqueable, pero ya lo conozco demasiado. Hoy voy a atravesarlo. Iré más allá de mí, y seré un mejor yo. Conservaré lo viejo, pero aprenderé a incluir lo nuevo. Aquello que estoy por ver, no sé de qué se trata, pero estoy seguro que responderá mis preguntas, aliviando mi carga. La próxima vez que llegue hasta aquí, a esta frontera, ya no será un lugar infranqueable, solo servirá para recordarme aquello que fui alguna vez. Y aunque ahora no disponga de una gran inteligencia, ni tampoco pueda hacer alarde de una lúcida memoria, mi egoísmo no habrá sido tiempo perdido. En ese momento pude redefinir el término egoísmo, que habitualmente se usa para caracterizar a otro que no comparte. Pensé que quizás, sería más apropiado llamarlo amor propio. Tener amor propio me permitió comprender porque soy yo quien está en este cuerpo, y no otro. Asimismo, el amor propio es una forma de manifestarse, dandole valor a la vida que nos tocó. El error está en pensar que procurándonos cosas materiales, sanearemos nuestras dudas. Eso sí es egoísmo, y por lo que a mí respecta, no conduce a nada. Debemos aprender a querer lo que somos, pues nadie más podrá hacerlo. Abrazar el dolor en el pecho, y convertirlo en alegría. Esa es la mejor forma de aprender. Cuando llegues a tu frontera, confiesa tu límite. Solo tú, y ella. Ella escuchará tus confesiones, las evaluará y si las considera adeptas, te dejará pasar. Al final, después de mucho andar, inesperadamente tus ojos se abrirán y descubrirás la verdad. Ya nadie podrá desviarte del rumbo que para entonces hayas tomado. Un día, cuando ya seas viejo, y el objetivo de tu vida sea tan puro como el agua, te afirmaras frente al espejo, y solo una palabra te dirás. Gracias.
Más o menos así, fue la primera experiencia que me permitió madurar. De esa forma fue como pude entender mi odio, transformándolo en simpatía. Y siendo testigo de mi propia metamorfosis, me alegré al descubrir que uno puede ser aquello que anhele ser. Basta con saber mirar más allá de la frontera, para encontrar una linda imagen, que nos brinde un objetivo válido para crecer. En ese momento, descubrí el significado de la expresión, "tener amor propio, no implica egoísmo".
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