Importante :

En algunos textos he ofendido a otras personas injustamente, por eso pido disculpas por mi comportamiento inapropiado. Aun así, estos textos forman parte de lo que soy, y es por eso que no puedo borrarlos. Solo me queda aprender de mis errores, disculparme otra vez, y a seguir adelante.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Depresión. Un Conflicto Entre el Ánima y el Cuerpo

Mi ánima me ha estado hablando. Ella me dice que ya esta harta de vivir en mi cuerpo, y me manifiesta que su mayor deseo es marcharse. Aparentemente su ser quiere ser libre, para sentir la plenitud de la vida. Aunque según ella, aquí dentro de mi pecho, hay algo que no le permite avanzar. Por eso su ser ha decidido narrarme con estas palabras, su intención de hacerme ver que yo no soy uno, sino que soy dos. Por un lado cuerpo, y por el otro ánima. Ella me ha estado diciendo que si te sientes digno en la inteligencia, también debes aprender a sentirte digno en la estupidez. Entonces yo dije si, me siento estúpido. Me siento estúpido pero aun debo aprender a sentir amor, por esto que me toca vivir. ¿Quieres saber lo que se siente la angustia de tenerlo todo, y no poder encontrar nada bueno en ello? Pues yo te lo diré. Primero caminas ciego por la vida, sintiendo que las cosas que pasan alrededor tuyo, son frías y lejanas, dado que entiendes que hay en tu interior, un sentimiento de vacío, tan hondo y profundo, que nada de lo que te rodea podría llenarlo. Te sientes muy débil y desahuciado, pues sabes que cuentas con muy pocas armas para combatir a tan terrible enemigo. Lo que no sospechas, es que probablemente ese enemigo del que hablas, no sea otra cosa que la enorme falta de fe que posees hacia ti mismo. La depresión te enseñará a sufrir despacio y suavemente, para que veas cuan profundo e infinito puede ser su misterio. Ahora mi yo, se ha dividido, y ya no es sólo uno, sino que como dije antes, son dos. Es el cuerpo conversando con su ánima, exigiéndole explicaciones de por qué de pronto todo se ha tornado gris y sin sentido. Por eso deberías estar orgulloso, de tener la oportunidad de presentar batalla, a un sentimiento tan noble y digno, como es la depresión. Hacen 10 años que vengo atravesando sensaciones similares a esta, pero en cada oportunidad que vuelvo a degustar su densa y nítida oscuridad, parece como si nunca lo hubiera hecho antes. Ahora converso con mi Ella, con mi divina e inmaculada Ella. Le agradezco entonces que me halla hecho sentir una vez más, tan ridículamente pequeño, frente a la majestuosidad, de un vacío tan elemental como este. Y es que ahora sí puedo agachar la cabeza, mirar al piso y decir, estoy satisfecho. No existe en la vida sensación más sublime que la depresión. Pues no puedes saber a qué se debe, ni tampoco de dónde proviene, solo sabes que hay una parte vital de tu ser que cae. Cae una, y otra, y otra vez. Cae frente a un dolor, tan estupendamente sordo, que te resulta inverosímil pensar, que en realidad no hay nada allí que lo esté generando. He pasado muchos años de mi vida buscando a mi alrededor, algún culpable a quien atribuirle mis desgracias, y sin embargo, ahora que estoy deprimido, caigo en la cuenta de que no hay enemigos, solo una clara y húmeda brisa, que se cuela por la ventana. ¿Pero como echarle la culpa al viento, cuando a cada instante, nos esta devolviendo la justa y perfecta medida, de lo que somos? Gracias a eso, he podido aprender y recordar que a veces hay palabras que se saben más ciertas que otras. Mi depresión, es confusa, al mismo tiempo que es intensa y precisa. Y esta experiencia, me enseña que la muerte es noble, porque no sólo libera al ánima, sino que además nos enseña que hay momentos que para poder ser entendidos, únicamente nos queda vivirlos. Entonces, ¿como no sentirme digno de esta agonía? ¿Como no enfrentarla, sin saber que al mismo tiempo, aprendo algo que antes desconocía? Creo sin dudar que mi cuerpo y mi ánima, tienen destinos opuestos. Pues si es como dicen, que hubo una entidad que las unió en vida, no me caben dudas de que una vez separadas, el ánima llevará consigo, el firme testimonio de que, con cada sufrimiento, hubo una lección digna de ser aprendida.

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