Me parece que mi abuelo Rodolfo está enojado conmigo por una
razón que no puedo entender, sin embargo, aun así, apesar de la frialdad de sus
palabras, sé que no puedo discutirle su actitud. Mientras encuentre la medida
de mi felicidad, me resultará imposible enojarme con los demás y conmigo mismo.
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Si, era cierto que nuestra naturaleza sorda e indefinida,
plagada de abstracciones inconexas, que en su afán de saber, pierde la pista
cual si fuera un murciélago ebrio, esa naturaleza desastrosa y sin ninguna
clase de aspereza y rigidez, algún día acabará por fastidiarse, haciéndose más
sólida y difícil de penetrar, que la mismísima superficie del ojo etéreo. Jamás
podría terminarme está porción de pizza, ya comí demasiado, ahora es momento de
profundizar los vejámenes del actor social. Vuelvo al centro. Soleado como el
sabor agridulce de aquellas llamas silvestres, voy cantando a través de
inyecciones de paz y soberanía. Me aterra pensar que cuando vuelva a llover
gatos, no tendré las raciones suficientes para sobrevivir. Me quedaré tieso en
los valles, y las montañas de la llanura meridional, abrirán un surco en la
tierra que, pasado los años de vigilia, ya no volverán a florecer jamás.
Estoy buscando una nueva forma de utilizar las palabras, entendiendo
que aun sobre mis delirios, existen varios caprichos que tengo que solucionar.
De acá en adelante, todos los vehículos transitorios que me llevan a explayarme
encima de mi memoria, dejarán de ser multitudinarios, cuando la civilización,
vuelva a organizarme.
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Será suficiente un plato de ravioles con pollo y verdura,
bañados en crema y espolvoreados con queso reggianito? Me pregunto si acaso un
plato de ravioles será lo que estoy buscando para ser feliz? Lo único que puedo
asegurarte, es que si llegas al ser con un solo sabor, estarás resuelto.
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Ahora cuando llegue a mi casa, me espera un dibujo de Aquila
Cristal, y el dulce tabaco de mis primeras flores.
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El canto de mis vocales en la ducha matutina, refleja el
espíritu de la sensibilidad. Algunos podrán estar de acuerdo con mi arte, otros
lo rechazarán, como una pizza fría o un mate lavado. Dejaré de ser franqueado
cuando mi temperamento sea matemáticamente resuelto. Únicamente me sirvo de
retorcerme en vibraciones, que enseñan a sentir la palabra desértica, en su más
endeble y majestuosa opacidad. Solo me restan diez minutos para unirme a la
región del polo ecuatorial. Me sorberé a mí mismo, hasta destituir esas cadenas
que nos dividen y fragmentan. No deseo el escaso fruto de mis sueños, prefiero
cultivar batallas en torno a mis amistades. Siempre habrá una decisión
efectiva, la que recoges de la sartén cada vez que se nubla el cielo. Debatir
entre animales de rapiña, es el producto o la virtud cosechada tras años y años
de municipalidad. Seré sometido nuevamente a manejar un vehículo, y en lugar de
morir habiendo aprendido a resurgir, tejeré en propio diseño, un suéter
ortodoxo y sacrílego. Detesto la dislexia, pero adoro a quienes padecen
conjuntivitis. El silencio es la pasión de los desdichados, ellos conocen la
fórmula de la imaginación, porque yerran el arado hasta supurar jugos
intestinales.
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Quiero contarte mi crepuscular iniciación. Sabes que la
retórica del confuso y maquiavélico discurso de las palabras, está en sintonía
con el asado? No todos los corderos comen perdices y viven felices. Estaremos
bien siempre que la lectura nos enseñe a volvernos amigos. Es insensata la
discusión sobre los cigarrillos sin camisón. Yo sé que soy humilde y por lo
tanto tú también, pero no creas que por ser humilde me siento satisfecho. Estoy
esperando una tonada campanosa, para buscar entre mis colegas, un acertijo
didáctico, que sirva para templar el hierro, labrar la tierra, y
fundamentalmente para destruir mitos. Es que la insuficiencia cardiaca, es un
mal que en la verdulería, nos cambian por espárragos de temporada, frescos como
una lechuga. La leche chocolatada, siempre me gusto, es como el grito de un
hombre perdiendo a su perro. Desesperado como el aullido de un lobo enjaulado.
He visto muchos activistas políticos comer sandias y melones
despreocupadamente. Jamás creí encontrarme con esa imagen, y sin embargo acá
está. No me alegran las grandes arañas que viven dentro de mis fosas nasales,
pero si es que todo lo que digo tiene que ver con mis preocupaciones, será
mejor pasarles el plumero purificador. Sinceramente, estoy vestido con jogging
y un pulóver que tiene más pelo que lana. Hemos roto la tentación de
escondernos, y fuimos directos a la gente para preguntarles si estamos vivos, o
estamos muertos. Sabes Juan, acá estoy esperando volver a tu memoria para que
entiendas que ya no vas a seguir estando solo como otros dicen. La verdad es
que tú tienes en tu lacena, el secreto de todo lo que antes sabía a pasado. Por
eso hay que calmar el Karma, y es que a largo plazo, no se debe suspender el
tratamiento. Lo sé porque en el suelo siempre aparece Zoe hablándome en idioma
gatuno. Que dices Zoe? Le pregunto expectante. Y luego ella me escupe un
alarido indefinido y estrictamente personal. Ella sabe que no hay otro como yo.
Busco mi cuaderno en la mochila, y a cambio encuentro un pancho y una coca.
Quien fue el que susurró canciones de Ricky Martin, como si estuviéramos
ensanchando el pecho. Tan hondo hemos inflado el globo, que nuestro miembro
comienza a parecer una porción diminuta de puré de papa, sazonada con esas
hierbas finas que crecen en los bosques sureños. Por suerte sigo aquí,
existiendo entre todos estos libros viejos, que bien saben cómo abrir portales
y franquear dimensiones. Si no los tuviera, mi flor se ahogaría en su líquido
heterogéneo. Me gusta la palabra hermético, no puedo evitar pensar en música y
en comer mermelada. Me encanta la de durazno, todos lo saben. Me he entrometido
en la antigüedad de mi sillón, y ahora este mismo no se muestra tan cómodo y
reparador como antes. Imagínense que ni siquiera me habla. Este sillón ya no
sabe proteger mi trasero, de él solo recibo descargas eléctricas y gobiernos defactos.
Aun así, espero poder estrechar mis cantos, para llegar a evitar que la
heladera comience a caminar. No me suceden sensaciones eternas, es un error
pensar que morimos en ellas, el segundero del reloj da las quince en punto, yo
estiro mis piernas sobre la mesa ratona del living, y Zoe duerme apaciblemente
sobre el sofá. Que ambigüedad torcer mis músculos para inclinarme mejor sobre
el tapizado opaco y translucido. Aquel mismo que Zoe, con sus propias uñas,
desgarró y mancilló con tanta naturalidad, aun considerando mi atenta mirada.
Ella es siempre así. A veces pierdo las llaves y ella me dice. Juan, otra vez
buscando respuestas. Claro que prefiero los belden antes que los top line, pero
mientras pueda seguí cuidando de mi amiga, me llamaré Aníbal Royal Cannin.
Que hubiera sido de mi percepción si jamás hubiera
encontrado el fruto? Agradezco a mis camaradas del cerebro, poder amar a mi
sobrina como si fuéramos padre e hijo. Me tendría que cocer la boca, pero si no
me baño ahora, corro el riesgo de no volver a abrir el Facebook nunca más, lo
cual sería muy trágico.
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Mientras mis camaradas establecen vínculos sociales, yo voy
recobrando mi visión. He comenzado a leer un nuevo libro de Herman Hesse. Es
estridente la conversación que sale de la boca de sus laringes. Prefiero
sentarme a digerir un manantial de palabras raudas y equidistantes, que
vagabundear obsecuentemente por las vísceras de mis alas. Estoy extrañamente
asociado al silencio. Si me dieran a elegir me quedaría obsoleto en mis
observaciones, pero si bien la opinión ajena me congrega a ser efectivo en mis
palabras, sigo siendo absolutamente inocuo en mi reflexión. He oído discursos,
que a pesar de ser fornidos y esculpidos, no han llegado nunca a disolver mi
ansiedad. En este sentido, muchas veces, la batería de los pies, sacude el suelo
como si fuéramos una montaña rocosa y multianegdótica. Soy endeble y taciturno,
como esas bellísimas hebras de té ardiendo en el pálido follaje.
Arranco la mañana lento, prendo la hornalla, y me quedo
mirándola como si fuera a conversar con su llama macilenta y sigilosa. Mientras
espero que el agua comience a silbar su melodía, me dejo templar por la rutina
del trabajo diario. Estoy sumido en la indiscreción, y existe mucha gente que
me considera una bestia ancestral del bardo y la jurisprudencia.
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Me parece de extrema importancia comprar una maceta
apropiada para la floración de mi jardín. Entiendo que parte de mis desgracias
y las tuyas, terminarán con eso. Siendo que eres tú mi amigo y colega, debes
saber que los males que confunden tus percepciones, se resolverán cuando las
lluvias vuelvan a fertilizar tus tierras, puedo garantizártelo. No te preocupes
por buscar en el sillón arañado, un refugio para dialogar sobre la hipnosis, esa sensación
trascendental que cobijan los espíritus pacientes, te encontrará aunque te
escondas en el armario. Seremos rociados de pies a cabeza por innumerables
sabores, que al punto de lo excesivo, acabarán con la crueldad de lo escaso.
Si, tú y yo desbordaremos de amor a tal punto, que en el silencio de tu casa,
sentirás algunos mareos desagradables. Pero no te preocupes, mi prima Cecilia
sigue siendo la misma. Es cierto, sin más alternativa, tuve que cambiar mi
vieja tonada de chico adulto, por la de un joven viejo. Ahora, cada vez que
escucho hablar a la gente sobre el dilema del alma embutida, no puedo evitar
tener esas percepciones pérfidas, que no son sino, equívocas, incompletas, y
distorsionadas. La verdad es que todo esto me indigna al punto del flagelo.
Pues en vista de su situación personal, es lógico que jamás han hecho una
hipnosis profunda y sincera.
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Si así es la cola, no me quiero imaginar el trámite. Así
dijo el muchacho de limpieza, mientras Julio arreglaba una luz subido a la
escalera. Es una tontería, lo sé. Sin embargo no pude evitar reírme acodado
frente al equipo de música, en la sala Cunill Cabanellas.
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Te da asco una persona bizca, te da asco una persona que
necesita medicarse con drogas, pero no te da asco chuparte una pija, y quedarte
de brazos cruzados mirando Tinelli.
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Acabo de hablar con mis compañeros de la hipnosis y del
asunto de la vibración. Lo entendieron tanto que no puedo explicarte mi
alegría. De ahora en adelante, ellos serán los que se encuentren con su ser.
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Si juan lo sé, sé que jamás te han ocurrido tantas cosas
lindas como ahora. Déjame decirte que tú, amigo mío, te mereces eso, y muchas
cosas más. Si Juan, probablemente no le prestes importancia a mis palabras, y
yo lo entiendo porque muchas veces pensamos sin detenernos, entiendo tu
desconfianza, pero aun así, mi alegría es que tu estés bien, y si tú estás
bien, entonces todos lo estamos. Nosotros creeremos en ti, siempre y cuando tú
creas en ti mismo. Créelo.
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Para que exista una relajación, primero tiene que haber una
tensión. El cannabis es en esos términos, una droga sustanciosa y eficaz.
Podría pasarme días hablándote de esto, pero es mejor que mi reflexión sea tan
solo una nota corta, con el único fin de calmar tus ánimos, evitando generar
una preocupación dolorosa e innecesaria. Estos últimos meses en el san Martín,
he hablado sobre el concepto de vibración y el de hipnosis. Me he tomado
además, el atrevimiento de hacerlo frente a mis compañeros de trabajo, aun
sabiendo que la mayoría de ellos, no solo que no lo sabrían entender, sino que
además, conociéndolos específicamente, estarían pronto a regañarme y acusarme
por dicha actitud. De cualquier forma esta mañana que fui al odontólogo,
prácticamente no hice uso de la hipnosis en ningún momento. Únicamente me tomé
el atrevimiento de hacerlo mientras esperaba el colectivo.
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En mi sueños de hoy escuché cantar a Bob Dylan una canción
que se llamaba are you better. Erase un bar, donde todos cantaban diferentes
canciones los unos entre los otros. Mientras un tipo acompañaba con la guitarra
a Dylan, un grupo de locos se levantaban de sus asientos y volvían a ser
felices.
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El león ciego del bosque, que ilumina con su alarido, el
tormento de la luna llorona, viaja hacia la colina, y descubre la realidad de
los hechos. Camina a través de las extravagantes percepciones de los hombres, y
con su mirada ausente, penetra el ojo de lo trascendental. El león ciego
aprieta sus dientes y agradece al humus, su clarividencia. Lo agradece porque
así puede desvestir las intenciones de los hombres. En la pradera bebe agua, y
canta canciones con su trompa cerrada. El león ciego comprende que no necesita
ser escuchado y, en silencio, mastica sus discursos con el filo de su colmillo.
Sus cuerdas vocales vibran y rápidamente termina por comprender que al fin es
libre. Cae la noche, y nuestro león se acuesta a un lado del árbol, se cobija
entre ramas caídas, y ronca como el eco de una ciénaga. Gruñe salvajemente, y
encuentra la naturaleza para la que fue confeccionado su cuerpo. El león ciego
conoce el secreto de la vida, aquel mismo que produjo su destierro. Ahora,
habiendo cumplido su condena, camina entre los animales y las plantas, libre de
toda culpa y recelo, tan solo buscando enseñarles a los otros, el fantástico
resultado de su investigación, aquella misma que motivó el castigo de quienes
hoy se hacen llamar al perdón.
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Jamás imaginé que del aire que respiro pudiera nacer un
sentimiento tan esclarecedor y purificante como este mismo que estoy sintiendo
ahora. Gracias a Kno, el padre aire, pude volver a conectarme con Mro, el hijo
de la tierra. Sé que para cualquiera que lea esto, mis palabras carecerán de
sentido, pero estoy seguro que siendo tú el que las lee, podrás entender mejor
que nadie a lo que me refiero, pues tú y yo juntos, hemos de formar el Hipno
celestial de la vida.
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El día comenzó en el consultorio de Fernando Isrraelson. Si
bien no le conté nada de mis últimas experiencias con el cannabis, hablamos de
todo un poco, y nos pusimos de acuerdo con nuestros fantasmas. Habiendo
transcurrido el debate pre electoral entre Scioli y Macri, ambos fecundamos en
la misma observación que nos cabe a todos los que vivimos en este país.
Habiendo tanta gente iluminada y honesta, habiendo tantos sabios observadores y
pensadores de la política moderna, justamente habiendo tantas personas
capacitadas para gobernar un país, nos vienen a ofrecer a estos dos individuos
maquiavélicos, que saben tanto menos de sociedad, que de enriquecimiento
ilícito y plusvalía. Al finalizar este debate inconcluso, nos saludamos
atentamente, y yo tomé asiento en la sala para sacar mi próximo turno. Luego de
coordinar mi próxima visita, salí de la oficina y caminé unos pasos en
dirección a la puerta. Y entonces, al levantar la mirada, pude ver sentada en
actitud delicada y serena, a esa mujer que hube visto el mes pasado, y que de
su semblante cristalino, habían se escapado algunas palabras de este libro, que
poco a poco va germinando en mi corazón. Por supuesto que ella jamás notó mi
presencia y, a decir verdad, prefiero que el misterio siga llenando mis sueños,
con toda clase de nuevas y renovadas fantasías. Una vez en la calle, caminé
entre transeúntes condimentados en preocupaciones. Recuerdo que entre ellos,
pude ver una niña triste que pasaba caminando con olor a miedo. Le dediqué una
reflexión, y subí al colectivo, camino a mi casa. Pagué el boleto y me senté al
lado de un sujeto pálido y aturdido, que ojeaba ansiosamente las páginas de un
libro, volviéndolas de adelante para atrás. Siendo que siempre que viajo en
colectivo, me gusta mirarme de cerca, en este caso, la actitud confusa y
malversada de mi acompañante, no llegó a incomodarme el viaje en absoluto. Al
llegar a casa, prendí el ventilador, me saqué la ropa, y decidí hacer una
siesta. Luego de un sueño maravilloso, donde canté con mi guitarra una canción
celestial y esclarecedora, me levanté de la cama, me vestí y miré la hora. Son
las cuatro y media de la tarde. Saqué la basura, me lavé las manos, y fui a visitar
a mi sobrina, la pequeña Amanda. Entre juegos y balbuceo de palabras, llegó
Ezequiel del trabajo, y se puso a refunfuñar, por algunas plantas que el gato
Tatu, le había destrozado. Una vez reparado el jardín, Ezequiel tiró un líquido
especial, para evitar que los gatos se acerquen a las plantas. Y luego de esta
breve situación, nos fuimos al supermercado. Más tarde llegué a casa y acomodé
todo para arrancar la semana. Ahora estoy caminando por el living comedor, y
creo importante pasarle un trapo al piso. Prendo la radio, paso las estaciones,
pero por alguna razón me resulta escaso e invasivo. Apago el equipo, y mientras
espero que terminé de lavarse la ropa, voy trapeando el piso. Una hora más
tarde, abro una cerveza artesanal, y me siento a redactar estas líneas,
contento y satisfecho con mi jornada.
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Está bien tener alguien que te odie, porque de esa manera te
obliga a mejorar para no darle motivos al recelo.
No hay nada que este bien o que este mal. Es un error pensar
que por hacer lo que otros hacen, vas a estar garantizando tu futuro. Yo me
siento en el sillón del comedor, y con el brillo tenue de los plafones, y el
silencio mordaz de un living sin televisor, encuentro en mi interior, un mundo
sumamente productivo y fructuoso. Después de muchos años de meditación y
cultivo, el saber ha comenzado a brotar en mí, y en este momento, me permito
calmar mi necesidad de consumo, esperando recibir la más clara de las
informaciones. Hipno.
Hipno viene de la palabra hipnosis, y es esa la mejor manera
de crecer a expensas de la voluntad ajena.
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Si hiciera lo que tú me dices, habitaría en un mundo
extremadamente divisivo. Centrarme en tu mirada, me permitirá separar de lo
grueso, lo más próximo a tus necesidades. Lo justo y necesario es común a todos
los que fuimos, y cuanto menor sea el contacto axionométrico con el conflicto
ajeno, entenderemos que jamás habrá fórmula más sofisticada que la hipnosis.
Paseando a través de este sendero, encontrarás el vínculo social, que durante
tanto tiempo estuvimos buscando. La inabordable majestuosidad de lo enteramente
conocido, es el reto que la vida me ha puesto, para encontrarme contigo, en un
mundo mejor, sin flagelos ni prejuicios.
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Siempre anhelé poder vivir a través de la fantasía y el misterio,
pero aun sometiéndome a largas y tediosas reflexiones, me fue absolutamente
imposible encontrar alguien que me acompañe. El único que se ha presentado ante
mis plegarias, has sido tú. Ahora, frente al declinar de mis observaciones, he
vuelto a la tarea de oscurecerme, y sin embargo aun así, veo que todo eso que
alguna vez quise encontrar, siempre estuvo conmigo. Yo pensaba las palabras
correctamente, pero las sentía de manera inacabada y confusa. Ahora, frente al
declive de mis anotaciones, solo puedo aconsejarte una cosa. Ten especial
cuidado en no perderte en una abstracción ingobernable, pues siendo honesto,
ningún niño necesitado de ayuda, podría jamás erigir semejante incongruencia.
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