Importante :

En algunos textos he ofendido a otras personas injustamente, por eso pido disculpas por mi comportamiento inapropiado. Aun así, estos textos forman parte de lo que soy, y es por eso que no puedo borrarlos. Solo me queda aprender de mis errores, disculparme otra vez, y a seguir adelante.

domingo, 13 de agosto de 2017

Todo en Uno Año 2015

Introduccion

Mientras voy leyendo Crimen y Castigo de Fiodor Dostoievski, analizo su sintaxis y me dejo seducir por la trama de la historia. Sigo así durante una hora y media, pero después decido postergar la lectura. Me preparó un mate y pongo a cargar el Dooku. Me siento en mi computadora y trato de redactar unas líneas. Esta vez encuentro necesario contarte un poco la verdad de cómo me siento acá en mi casa de Somellera. Mientras se escuchan las conversaciones de la casa contigua donde está mi hermana, trato de ser tolerante y comprensivo. Los sonidos me invaden y se filtran en mi cerebro haciéndome todo tipo de cuestionamientos y achaques, que por una fuerza mayor no puedo contener. Mi naturaleza se retuerce del odio y lentamente comienzo a desvanecerme, desaparezco de mí mismo como si jamás hubiera existido. Si bien es cierto que yo no soy solo un nombre, y que, por el contrario, mi identidad se conforma por las decisiones que tomo a través del conjunto de palabras que describen mis emociones, no puedo ser indiferente a tales cuestiones. Muchas veces hablé de la soledad, y de mi profunda y sustanciosa necesidad de silencio, siempre me esforcé en conservar mi privacidad e intimidad, pero al parecer ni mis padres ni mis hermanos pudieron comprenderlo. Estoy feliz de haber recibido un lugar para vivir, pero jamás imagine que tendría que compartirlo con mis hermanos. Todo esto me tiene profundamente intrigado, si bien no estoy a gusto con mi situación, existe una pieza del rompecabezas que no encaja; no te has puesto a considerar que es ilógico pensar que todos ellos quieren un mal para mí? Tal vez sea todo lo contrario. Quizás sabiendo que es esta mi mayor debilidad, decidieron atacar directamente el nido de la plaga, el germen de la cuestión. Otra vez estoy parado en el centro mismo del propio infierno. Voces que van a un lado, voces que van hacia el otro, risas espantosas y descarriladas, discusiones políticas y arquitecticas; yo desde mi lugar jamás mi involucré con nadie, y siempre traté de poner especial esmero en demostrarle a los demás que toda está vida de exaltación y reconocimiento, no era para mí. Pero ya vez Juan, nadie lo entendió. Cada vez que les manifiesto mi deseo de estar solo, no saben hacer otra cosa que victimizarse y ofenderse; me reclaman enérgicamente que soy un egoísta, y que no los quiero, lo cual no es cierto. Pero como querer algo que me hiere y no me deja ser libre? Estoy acá en mi casa, tratando de poner mis pensamientos sobre aquellos sueños que le dan un propósito a mi vida, pero no puedo. Toda esta realidad estúpida de los discursos minimalistas y atronadores, que no hacen sino más que destruir la imaginación de quienes necesitamos crear, me sabe a destierro, a exhortación y a castigo. Está bien, comprendo que el destino me ponga obstáculos en frente para que pueda resolverlos, pero estoy seguro de que atacar el germen de la situación, no me dejará sino una bonita historia para contar. Lamento mucho escribir así, desencajado y sin pausa, pero es que no puedo creer que una vez más allá caído preso de una condena. Todo lo que digo, pienso o manifiesto, es inmediatamente censurado por mi hermana, la cual no deja de arremeter injustamente contra mí. Por un lado, dejando salir su costado salvaje, me insulta cual si fuera un criminal, para después de tales agresiones, disculparse calurosamente, alentándome para a que siga escribiendo. Yo no lo entiendo. Quizás ya sea hora de que empiece a guardar secretos. Tal vez sea mejor guardar todos estos escritos, sin llegar a publicarlos, aunque siendo absolutamente franco, no sean sino sensaciones discretas y completamente honestas sobre todo lo que siento viviendo aquí. Esto no es muy diferente a lo que sucedió hacen ya diez años, en la clínica San Gabriel. Estaba yo atado de pies y manos, no veía un momento de paz, y solo me quedaba echar manos a mi dolor, para buscar en él una solución a mis problemas. Mientras caminaba de un lado otro de mi celda, no dejaba de pensar en aquel día donde al fin pudiera marcharme hacia mi propia libertad. La esperanza de saber que una vez cumplida aquella condena, podría recuperar mi anhelada independencia, me daban un motivo verdadero para seguir adelante. Salvando algunas diferencias, hoy me ocurre lo mismo. Debo guardarme de publicar mis observaciones, para no herir la susceptibilidad de mi vecina. Sé que tengo que aprender a ser respetuoso en la convivencia, transformando mi sistema de pensamiento para que toda esta situación, deje de herirme. Pero siendo que ahora mismo estoy tomándome el trabajo de pensar en ellos, yo pregunto. Porque debo cuidarme de no hacer ruido y molestar, cuando así mismo, ellos no parecen tener ninguna consideración por tratar de respetar mis derechos?. Ellos hablan en voz alta y apuntan sus discursos hacia todas aquellas personas que le son despreciables; ellos tienen toda la autoridad de ser libres, y manifestar sus convicciones y deseos, sin que nadie les pueda recriminar nada. Y todo porque? Porque son ciudadanos honorables. Ellos pueden todo eso, y pobre de aquel que intente desafiarlos. Más de una vez me he visto obligado a postergar mis visiones y encantamientos por la invasividad de sus voces; aquellas mismas que por aquí y por allí, se filtran por todas partes. A través de las ventanas, y por los endebles muros de concreto, mientras sueño, cuando pienso despierto, cada vez que trato de imaginar; siempre sucede; no puedo desprenderme de su discurso, no puedo ser ajeno a todos esos ruidos. Aquella presencia no es como el chillar de una pava, o el centrifugado de un lavarropas, aquella presencia es humana.
Hace tiempo ya que me escondo en el refugio de mis sueños. Hasta hace no más de media hora, me eché en la cama para hacer una siesta. Aparentemente dormí tres horas; y en aquel descanso soñé todo tipo de cosas únicas e irrepetibles. Lo recuerdo bien. Soñaba que aquí en mi casa estábamos con mi padre; no sé si preparábamos una fiesta, o esperábamos ansiosos la llegada de nuestros invitados; mientras yo le explicaba lo mucho que me costaba hablar con la gente, mi padre me consolaba diciéndome que no me haga problema por eso. Yo le decía que muchas veces me refugiaba en el sueño para escaparle a los tormentos y el castigo que implicaba enfrentarse con la realidad. Nos miramos fijamente, y entonces pude notar que su aspecto era apenas el de un muchacho; llevaba la barbilla rasurada, y tenía el rostro lípido como el de un bebe. Mientras me decía todas estas cosas, no pude dejar de sentir cierta satisfacción, pues es inobjetable para mí que en los sueños, a veces sentimos cosas que en la realidad no alcanzamos a descubrir. De un momento a otro, desperté de vuelta sobre mi cama; pude sentir entonces a Ezequiel y a mi prima Cecilia, conversando unas palabras desde la cocina. Me asfixiaba la culpa de estar durmiendo, mientras ellos dialogaban vivamente. Un poco más allá, también llegué a percibir a los albañiles trabajando en la casa de Miguel, y así, ya siendo consiente de mi falta, decidí levantarme. Me preparé un mate y comprendí entonces una nueva lección. Aquellas mismas personas a las que yo criticaba, sean familiares, amigos, o burgueses, estaban allí siempre ayudándome en todos y cada uno de mis problemas. Por un lado los albañiles me habían ayudado muchísimo en la instalación de mi nuevo lavarropas. Ellos trabajaron de sol a sol, sin haber recibido a cambio, más que mi viejo lavarropas arruinado y defectuoso. Por otro lado, mi hermana Julia, a quien suelo criticarle a veces sus inoportunas reacciones, subió a mi casa, y me ayudo a resolver un inconveniente con la instalación eléctrica del lavarropas y la heladera. Con todo esto, me doy cuenta que aquel mundo fantástico en el que vivo, esta tan próximo al sueño, que a veces no puedo evitar espantarme con la crudeza y los sin sabores de la realidad objetiva. Quizás sea esa la razón que me aleja de la mujer y las responsabilidades sindicales. Tal vez esa espantosa sensación de odio que experimento al escuchar esas horrendas canciones de cuna, no sea sino otra forma de expresar mi desapego por lo sensible, por lo palmario, por las formas físicas, aquellas mismas que no se pueden cuestionar ni transgredir. Todo en mi vida está sujeto a variaciones, todo excepto una cosa. El sueño. No puedo dejar de rosarme con el sueño, pues es aquello lo más próximo a la perfección, a lo divino, a lo fantástico e imposible. No solo no quiero renunciar a ello, sino que no puedo hacerlo. He vivido mucho tiempo a través del sueño, y no creo convincente abandonarlo ahora. Comprendo que el precio por habitar la imaginación, tiene un costo algo desmesurado, pero cualquier deseo o comodidad, cualquier situación de privilegio o jerarquía, demanda un sacrificio. Ya sea emocional, económico o psicológico, el costo de cualquier demanda, está sujeto a los beneficios que uno exige. Tú y yo sabemos bien, que nada en esta vida es gratuito; y bien vale a mí consideración, aprender a querer todo aquello que pueda atribuirme un placer inmediato, como en este caso sin duda, es el sueño y la fantasía. Después de contarte esto, ya me siento mejor; es como si algo en mi interior se hubiera redimido. Y si bien es cierto que me encantaría dejar de cuestionarme y sentir culpa, me sería imposible hacerlo, dado que mis inquietudes siempre me llevan a querer encontrar un conocimiento mayor. A cualquiera de nosotros nos atrae la vida de aquellos a quienes admiramos, y es por ello que con algo de ingratitud y arrogancia, tratamos de imitarlos. Repetimos sus conductas, y buscamos en ello, la fuente de todo saber e independencia. Aquella llave impoluta, nos permitirá allanar los secretos de la profundidad y el misterio, pero sin una verdadera necesidad, sin un estigma que nos de resolución, jamás nos tomaremos el trabajo de emprender dicho viaje. Por eso aun siendo consiente de mi desgracia, y con mis facultades mentales tristemente desfiguradas, creo que no tengo más alternativa que seguir el presagio de mis augurios.
Por las mañanas no puedo dejar de fastidiarme al punto del delirio. Mi prima Cecilia sale a hablar por teléfono al patio y, desde mi cuarto, escucho todas y cada una de sus conversaciones. Realmente no sé cuánto tiempo más pueda soportar una cosa así. Por más que trato de aprender a soportar su palabrería, por mucho que quiera fundirme en su exhortación amando este presente donde vivo, algo aquí me obstruye el paso. Sus voces atormentan mi conciencia, y la envilecen como si hubiera sido yo, culpable de un crimen imperdonable. Yo no puedo evitar observar que de alguna forma subrepticia, ella está recriminando mi actitud de dormir hasta el mediodía. Probablemente sea mi imaginación, pero estoy seguro que ella sabe que todo lo que se habla en el patio, se escucha en mi casa. Podría apiadarse de mí y hablar en la cocina, en la habitación o en el comedor…., pero no, ella guarda para sí, el beneficio de torturarme. Si Juan, no la soporto, y no me esfuerzo en disimular que no me cae bien. No solo que es tonta y mal intencionada, sino que además ahora mismo tengo que soportar sus espasmos nicotínicos, y su estúpida voz chillona, llena de arrogancia y decadencia. La verdad es que lo hubiera dado todo por vivir adelante en la casa de miguel. Al menos allí hay un muro de concreto separando su casa de las otras, y es que para mí, un hogar sin silencio, no es hogar. Trato de ser paciente y comprender que todo este asunto de la invasividad se resolverá algún día. Me aferro a la idea de creer que al final mi cerebro comprenderá la situación, y yo dejaré de odiar a mi prima. Necesito comprender que si el destino me ha asignado la tarea de aprender a compartir, queda en mis manos descifrar el enigma. Si bien es cierto que desde mi perspectiva yo siento haber regresado a la casa de mis padres, no lo pienso como un retroceso, sino todo lo contrario; considero que la vida me ha dado una segundo chance de reparar mis errores. Con respecto a lo que dije antes, tengo bien en claro que mi prima cada vez que sale al patio con su teléfono, no se propone molestarme; lo que pasa es que hay muchas cosas que mi irritan y me exasperan, sentimientos que me desbordan por la impotencia de no saber cómo enfrentarlos y, ya sabrás entender que ignorar, es lo que menos quiero..... Me enoja mucho escuchar a mi prima hablando, y aunque ella no tiene nada en contra de mí, yo siento que su voz me desgarra el alma. Que puedo hacer? En principio esto me recuerda lo que dijo Dostoievski hablando sobre la locura. En su libro Crimen y Castigo, él dice que la locura no se debe a un daño del cerebro considerable, sino que antes de eso, a una mala interpretación de los hechos y circunstancias que la vida nos plantea. Pues bien, creo que en mi caso hay algo de todo eso. Entiendo que estoy equivocado en odiar a mi prima solo por escucharla hablar, pero si bien teóricamente entiendo el concepto, eso no me basta para serenarme y evitar el flagelo. Han pasado más de diez años desde que me fui de la casa de mis padres, y aún hoy no pude resolver todo este asunto de la convivencia.
Día dos
Suena el teléfono tipo once de la mañana, y siendo arrancado de mi sueño, me veo obligado a contestar. Del otro lado una voz madrugadora me pregunta si tengo cartuchos para reciclar, y entonces yo, sin poder salir de mi asombro, le digo que no tengo, y cuelgo el teléfono. Me acodo nuevamente entre mis sabanas y vuelvo a dormir. Lentamente ingreso en un estado de seminconsciencia que oscila entre el sueño y la vigilia; otra vez la insoportable voz de mi prima Cecilia, cantándole canciones a la pequeña Amanda. Haciendo un esfuerzo por tratar de ser indiferente, me tapo con la sábana hasta el cuello y cierro los ojos. Con el transcurso de los minutos, me voy hundiendo en el interior gozoso de un sueño evasivo... Casi sin sentir ninguna clase de culpa, me doy cuenta que la voz chillona y asmática de mi prima, ya no representa una molestia significativa. Voy comprendiendo que su elección de haber formado una familia, es suya y de nadie más. Entiendo que el beneficio que otorga, demanda un gran sacrificio y, si entonces ella siente la necesidad de madrugar para ayudar a su familia, es una decisión suya y de nadie más; nadie se lo impone, nadie le exige lo que debe hacer, tan solo su conciencia. Aquel sentimiento de culpa, es propio de quienes aún necesitan agradar a los demás y ser aceptados. Salvando las distancias, creo que esto es lo que me sucede. No puedo levantarme temprano, porque prefiero disfrutar de un descanso largo y corrido, pero al mismo tiempo, si bien ese descanso es completamente reparador, por otro lado me genera cierta culpa que no puedo tolerar. Los ciudadanos llamados a ser decentes, son personas trabajadoras y responsables, que han sabido sacrificar la embriaguez del sueño para evitar el peso de los cuestionamientos y la moral. Yo en cambio, desde mi conjetura teórica, estoy convencido que en los sueños, si bien es cierto que estamos dormidos, por otro lado el cerebro continúa trabajando y visualizando imágenes asociadas con la realidad. Aunque sea difícil de comprender, en los sueños, también elegimos, nos manifestamos y tomamos decisiones; la diferencia con la realidad, es que todo aquello, no implica un desgaste físico, sino mental o psíquico según el caso. Las aventuras que transcurren en el sueño son tan necesarias como aquellas que transcurren en el plano de la realidad. Sin la capacidad de sueño, la fantasía no podría existir. Por todo ello, es que me doy cuenta, que durante todo este tiempo que la pasé durmiendo hasta el mediodía, he vivido y presenciado, toda clase de revelaciones únicas y maravillosas, que me ayudaron a crecer y a entender, que no por madrugar se alcanza antes el objetivo. Por eso, y considerando la culpa que mi prima me hace sentir, ya mismo estoy en condiciones de inyectar en mi doctrina un concepto nuevo en cuanto a dormir se refiere. Si mi naturaleza me lleva a través de un sueño profundo y gratificante, porque debería yo mancillarlo? A mi parecer aquellos que interrumpen el sueño, no han sabido considerar su enorme beneficio, pero aún así y, a pesar mío, yo no tengo ninguna autoridad para cuestionar sus decisiones. Comprendo que en este sistema social de productividad y rendimiento, el sueño parece haberse transformado en una prohibición, tal y como puede ser el cannabis o el alcohol; pero cualquiera que haya explorado e investigado a los efectos de entender su verdad, sabe bien que esas prohibiciones, se han proyectado con el único fin de potenciar la productividad del hombre. Ahora que los tiempos están cambiando, y con ello, comienzan a aparecer algunos sistemas electrónicos que van reemplazando la mano de obra, el ser humano ya no necesita trabajar para subsistir, sino que lo hace para comprender y resolver los enigmas que involucran el ser. Será este el gran aporte que la tecnología le está haciendo a la humanidad?

Capitulo 1

Considerando que no soporto la maldad en ninguna de sus formas, quiero señalar que me cuesta mucho tolerar al Turco. Me parece un tipo que lo único que sabe hacer es despreciar, insultar, y hablar de la mujer como si entendiera todos sus misterios. Es un boludo. Le gusta llamar la atención en todo, por eso entiendo que sea amigo del Pato. El Turco y él están en la misma sintonía. Propio de un temperamento agresivo es un espíritu estrecho y putrefacto. Sin embargo tengo que reconocer que personas de su tipo sirven para ocupar un lugar en la sociedad. Evidentemente vos y yo, ocupamos otro distinto, pero aun así mi consejo es que aprendas a respetar esa diferencia. No tienes por qué medirte con él solo porque no simpatiza contigo. Hay personas que buscan para su vida otro tipo de objetivos, y en sus valores ellos están convencidos de estar haciendo lo correcto. Existe incompatibilidad, en todas aquellas personas cuyos propósitos son diametralmente opuestos. Por eso si no puedes abordar a una persona con la simpatía, lo mejor será mantener distancia con el respeto.

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Voy a comenzar a tomarme la costumbre de escribir siempre sobre el mismo archivo, así me será más fácil cuando tenga que montarlo en la pc. No pienso en publicar nada, pero creo por alguna razón que no estaría mal tener estos textos en un formato más dócil y maleable como seguramente lo es el papel. Ahora mismo estoy viajando en colectivo hacia el trabajo. Afuera llueve y aunque llevo conmigo mi cuaderno de dibujo, es poco probable que me siente a trabajar. Hace un par de meses que estoy con la idea fija de conseguirme una Tablet. Miro videos, analizo el hardware, el stylus, el sistema operativo, etc. etc. Tal vez se haya convertido en una obsesión, pero me encantaría tener una para poder dibujar más rápida y cómodamente. Es probable que todo esto te resulte una estupidez, pero es lo que ocurre. Estoy pensando en volver a hacer algo de radio. Creo que me vendría bien estudiar un poco más mis delirios. Si bien es cierto que mis reflexiones son un poco caóticas, a mi consideración no son absolutamente incongruentes. O sí?

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Se confirman mis sospechas, soy un ser sumamente susceptible. Cualquier tipo de contacto con otra persona que no seas vos, me altera más de lo que pudieras imaginar. Tuve un encuentro con Maxi, el Turco, y el boludo de Alfredo Palavecino. Únicamente intente señalar que no me gusta que me molesten con cuestiones sexuales. Pero al parecer metí el dedo donde no debía. Ahora yo pregunto, como se le puede pedir a un travesti y a un hombre que tiene hijos con cualquier mujer, que no tengan pensamientos sádicos? Cada cual en la vida elige el camino que quiere seguir, pero aun así nadie tiene el derecho de obligar a los demás a que piensen como ellos. Si en su rebaño se sienten seguros, mejor que se queden ahí. Yo estando aquí contigo, siento que no necesito nada más. Tal vez esta paz relativa, sea el resultado final de mi relación con vos. Es probable que estando solo, sea reiterativo y aburrido, pero no crees que la gente extrovertida que dialoga con los demás también lo es? Digo... Hablar más no significa que sean más profundos en la palabra, esa es la única diferencia.

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El sexo es como el hambre de los pobres, cuanto más te falta, más lo deseas, y cuanto más lo deseas, más lo disfrutas.

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El odio es como la rivalidad en el futbol, aunque sea una cuestión de camisetas, siempre sucederá. Es un odio sin argumentos que el hombre se inventa para sentirse alguien. Pero es tan absurdo, como equivocado. Así como los equipos se diferencian por sus camisetas, los hombres se distinguen por sus valores. Esas diferencias, existirán siempre. Discutir con aquel que nos ofende, es como tratar de que el fanático cambie de camiseta o de institución.

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Estoy cansado y me duele la rodilla, creo que tendría que haber ido al trabajo en bondi. Abajo en la oficina de luces están riendo a carcajadas, y haciendo bromas por cualquier cosa. Me doy cuenta que no soy parecido a nadie. Hay algo en mí que me tiene atado al silencio. Esta vez me siento cómodo. Por alguna razón disfruto mucho alejándome de los demás. Siempre preferí la distancia en lugar de la cercanía. Mientras tanto en la oficina de luces, siguen hablando de dinero. No comprendo cómo pueden poner tanto esmero en hablar sin pausas. Sobre todo considerando que son asuntos sin relevancia. No digo que mis observaciones tengan mayor trascendencia, pero al menos intento considerar que si estamos aquí es por una razón. Ayer mientras volvía a casa, iba pensando en la voluntad común. Siendo que fuimos enviados para aprender, no hay garantías de que el voto común este acertado. Es probable que todos nosotros estemos en un error. A veces pienso en el futbol, el dinero y la política, y sospecho que nuestra atención, probablemente haya sido desviada hacia diversos objetivos efímeros y circunstanciales.

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Sucede que hoy vino el carpintero, y mientras me siento a esperar en la cocina que termine con su trabajo, comienzo a entender que jamás podré reparar mi pereza y mi estupidez; sobre todo considerando que mi cerebro esta inutilizado. La medicación me mantiene adormecido, y el asunto con eso es que no solo duermo todo el día, sino que además, casi no tengo contacto social. Hoy dormí hasta el mediodía, y aun siendo que ya pasaron algunas horas, todavía tengo sueño.

Me siento en el sillón a un costado de la ventana. Por la radio suena bb King, y mientras me detengo a descansar las piernas, otra vez me asaltan pensamientos terminales y fatalistas sobre la muerte. Ahora pienso en el personaje que hago en el teatro, y según veo, no coincide con la realidad que me toca vivir. Yo creía que iba a poder ser digno de mi existencia, pero siendo sincero, soy un completo desastre.

Me apena escribir sabiendo que no habrá nadie para leer esto. Y considerando lo mucho que siempre adoré la vida, me duele en el alma aceptar que pronto pasaré a la marginalidad. Conociendo todo el dolor que existe en el mundo, la muerte debería ser una curación definitiva.

De todas formas si existe algo positivo en la Olanzapína, eso debe ser la paz que siento cuando estoy solo. Claro que a veces me aburro y me angustio, pero también veo que eso es algo que le ocurre a la mayoría de los pacientes que toman esta medicación.

Según Fernando no es conveniente cambiar la medicación ahora. Me apena mucho saber que mi enfermedad fue generada por el puto cannabis...

Según mi vieja, el problema no fue el cannabis sino los genes. Aparentemente todo esto se debe a una herencia que recibí de mis antepasados. Ahora que lo pienso tal vez esté siendo demasiado severo conmigo mismo. Quizás lo mejor sea olvidarme de todo esto, y tratar de ofrecer lo mejor de mí. Desde que comenzó este año, vengo trabajando a buen ritmo, sin embargo estoy convencido que mi producción mejoraría mucho si tuviera una Tablet decente para trabajar. Yo sé que soy reiterativo y me quejo mucho, pero veo pasar el tiempo y desde que conseguí la cintiq hacen ya 8 años, no tuve la oportunidad de acceder a nada que la complemente o la remplace. Ahora cuento con un escáner A4 cuya lámpara esta gastada, y la primer generación de cintiq, que si bien es cierto que me ayudó mucho, por otro lado la pantalla ya está vieja y rayada.

Estoy agotado, eh vuelto a trabajar y aunque parezca contradictorio, no hay nada para hacer aquí. Me asusta mucho considerar que son las nueve de la noche, y yo ya estoy muerto del sueño. Claro que dibujé algo, pero a mi consideración no está a la altura de Aquila Cristal. Como nota personal, estos días donde no hay nada, tengo que tomar el hábito de traer mi cuaderno de notas. Está bien escribir apretando botones, pero me resulta mucho más eficaz dibujar la letra. Esta última hora se me va a hacer larga. Como me gustaría tener mi propio sistema de dibujo portátil.... Soy consciente de que mi deseo es sumamente materialista y es apenas una excusa para justificar mi desidia, pero teniendo este problema que me agota y me mantiene alejado de la gente, no puedo pensar en ninguna otra cosa más que en una Tablet. Es mi última oportunidad de comenzar a vivir dignamente.

Mientras abajo en el patio se reúnen todos mis compañeros a tomar cerveza y a charlar, yo prefiero quedarme acá mirando hacia la nada, y dialogando con mis pensamientos. Me da algo de miedo considerar que me estoy pareciendo a Mirta de peluquería. Vaya esa mujer se pasaba el día encerrada en su oficina sin hacer nada al respecto. No quiero sentirme tan cansado, ni tampoco quiero vivir tan alejado del resto. Por alguna razón aquí me siento protegido. El silencio falso de no escuchar a nadie, me permite encontrarme contigo, y creo que observando mis capacidades y debilidades, pienso que lo mejor es estrechar lazos entre nosotros. De esa manera podremos pensar el mundo, sin depender de los análisis o las reflexiones de otro.

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Estoy empezando a entender que algunos de mis esfuerzos no están dando los resultados esperados. Me gustaría amar, pero no sé si alguien podría quererme. Soy todo lo que no quisiera ser, y eso me obliga a entender que probablemente hay cosas que estoy haciendo mal. Tampoco le quiero echar toda la culpa a la soledad, porque en otros momentos de mi vida ya me ha tocado pasar por esto. Veo a la gente que está a mí alrededor y es lógico para mí sentirme un depresivo. Bueno, sinceramente, no sé si es depresión, pero estoy seguro que al menos es temor. Quizás sea miedo a hacer el ridículo, la verdad no lo sé. Me obsesioné tanto con el tema de la Tablet que no se si algo de eso podría ayudarme a estar mejor. Voy a tener que hacer algo al respecto de mi insatisfacción. No pienso que todo lo hecho hasta aquí sea obsoleto, pero estoy convencido de que hay cosas que tengo que replantearme. Algunas personas me desprecian, y me esquivan la mirada, me siento tan mal por eso.... No quiero seguir siendo un raro, pero tampoco quiero negar lo que soy. Estoy convencido que en algún momento todo este mal desaparecerá, pero por ahora es realmente insoportable. Estoy cansado todo el día, y a duras penas alcanzo a hacer un dibujo o a escribir algo. Y cuando digo algo, digo más de lo mismo. He caído en un pensamiento circular, y que más quisiera yo que esto termine, o que al menos, se modifique. Sin embargo, únicamente se van presentando pequeñas oscilaciones, que no alcanzan a ser definitivas. Pero bueno, así es  mi cerebro; esto es lo que sucede y no tengo control sobre ello.

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Según me han dicho, el mejor pronóstico de todos los tipos de esquizofrenia es la paranoide. Ahora que lo pienso, aunque mi mente se cristalice y desaparezca, al menos seguiré teniendo sensibilidad. Aprender a quererse es una de mis metas. Aunque sea lógico que nadie de todos los que están aquí entienden por lo que me toca pasar, aún estoy yo. Yo si te comprendo, y prometo ayudarte siempre que pueda y me dejes hacerlo.

Acá en el colectivo tengo una mujer al lado que habla con su amiga por teléfono. Me doy cuenta que si bien es cierto que quiero amar, por otro lado no estoy seguro si una relación me vendría bien en este momento. Tengo una promesa acerca de mis comics, que aunque sea estúpida y vacía, me sirve para seguir creyendo en un mañana mejor.

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Será la compañía un mal necesario? Nunca antes me sentí tan abobado como ahora. Escribo mal y me cuesta prestarle atención a la gente. Yo sé que muchos deben pensar de mí que soy un mal tipo, pero no tengo malas intenciones, es solo que me cuesta... Me cuesta mucho... No puedo amar si no siento que mi amor será útil. Poco a poco me marchito, y este inexpugnable descenso será mi última condena. Después seré libre, y podré mirar al otro como un igual. No existirán las diferencias, y todos seremos parte de un mismo propósito.

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Quiero probar volver a amar. Sin embargo hoy vi una pareja de paralíticos y entendí que así debería ser. Uno con la misma deficiencia del otro, y ambos complementándose y ayudándose. Así quiero que sea.

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Ahora entiendo porque hay gente que ya no escribe, ni dibuja, ni manifiesta inquietudes. Puedo entender que el estado depresivo no es solo sentirse mal y desanimado, sino que también te quita las ganas de todo.

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Ya no se para que guardo tantas palabras, si todas ellas hablan sobre lo mismo. Quizás sea mi voluntad de supervivencia, o tal vez sea simplemente un mero capricho. La pretensión de llegar a ser lo que nunca sucederá. Felicidad.

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Sospecho que si hay algo que me es propio en esta vida, eso no es el cuerpo, sino la energía que fluye a través de él.

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Estoy escuchando en la tele que el origen del sufrimiento es el deseo.

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Hoy ya me levante más aliviado. Tupi me arregló el lavarropas y los cartuchos que compré para la impresora funcionan de primera. Por suerte la impresora no se rompió. La única cagada del día de hoy es que se me partió un diente y recién en 12 días tengo turno.

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No me queda más opción que hablarte. Para la vida que llevo, dormir 12 horas no está mal. Puedo hacer muchas cosas en 12 horas. Lo que si me complica es mi ineptitud para fundirme en el trabajo. A medida que pasa el tiempo, voy teniendo menos fuerzas para trabajar. Solo me queda la experiencia, y el testimonio de lo que soy capaz de hacer.

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La única verdad es que mi apatía es el resultado de la enfermedad. Debería intentar dejar de hablar de esto. De alguna manera mi estado de desesperación, se ha vuelto una obsesión que no me deja tranquilo. No quiero ser reiterativo, ni tampoco quiero vivir amargado. Esta es una excelente oportunidad para poner el foco en otra cosa.

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Ahora mismo mi mente tiene un letargo. Breves lapsus sobre los cuales no tengo ningún poder ni control.

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Hoy ya me siento mejor, pasaron algunos días y ya me siento más animado. Sé que soy realmente inestable, pero entiendo lo que está mal y lo que no. Bueno al menos eso creo. Veo que necesito reír, pero mi enfermedad hace que me cueste mucho más que a cualquiera.

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Me gustaría ser feliz, pero no puedo. Tal vez existan cosas que me gustaría hablar con vos, pero vaya que soy lento. Me quedo mirando fijo el celular y no sé cómo resolver la próxima frase que voy a decir. Y es que no solo tengo algunas dificultades para comunicarme conmigo, sino también con los demás.

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Me cuesta muchísimo pensar alrededor de todo este ruido. Es lógico que todos estemos preocupados por dejar algo, pero es inútil empujarnos y molestarnos entre nosotros. Quiero irme. Quiero trabajar sábados y domingos. Quiero tener la semana libre. Esto no es trabajo. Esto no me gusta, no es lo que quiero. Pienso que debería hablar con Oscar para ver lo que me cuenta acerca de cómo es el trabajo allá. Ahora mismo no puedo sentarme a trabajar, alrededor de mi hay mucho barullo. Todo esto me perturba y me incomoda. Estoy cansado. No quiero pensar que mi falta de motivación es producto de este estúpido trabajo, pero tengo la impresión de que es así. No puedo sentarme a trabajar en un lugar donde todo el mundo está haciendo cosas diferentes. Los técnicos toman mate mirando la televisión, y los actores hablan y se mueven sin descanso. Jamás pensé que iba a decir esto pero extraño a Oscar.

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Yo sé que no le pongo mucha onda, pero esto es el colmo. Ahora resulta que Fernando no me quiere atender porque dice que llego tarde. Tal vez sea cierto, pero como piensa que tomando 5mg de Olanzapína voy a poder madrugar? Esto es el colmo, me parece muy desconsiderado de su parte. De otros pacientes vaya y pase, pero de mi.... Que injusto.

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Mi expectativa no es muy grande. Únicamente espero ser fuerte y sobreponerme del dolor. No me he resignado, solo estoy conforme con los resultados. Entiendo que pasamos por esta existencia, buscando ser útiles a los demás. Por eso cada día que me encuentra de brazos cruzados, es un día muerto. Me atormenta mi pobreza. Veo tantas herramientas hermosas que me ayudarían con mi trabajo, que no puedo evitar codiciarlas. Pasará mucho tiempo antes de que pueda tener la mía propia. Mientras tanto aquí estoy.... Mi pensamiento no trasciende, mi orgullo tampoco. Me muevo y camino. Mi sistema motriz funciona; pero no mucho. Solía ser un alfa romeo, ahora soy un Fiat 600. No te enfades conmigo, necesito quejarme. Es la única forma de encontrar consuelo. No me gusta mostrarme vulnerable. No quiero que la gente me compadezca. Hasta aquí pude amarme a pesar de mis defectos. Ahora sé que la peor pesadilla está por llegar. Si voy a degenerarme, espero poder conservar mi conciencia. Una chica en el colectivo dice que los esquizofrénicos no miden la realidad. Mientras escucho esto, se me parte el corazón. Quizás este mundo risueño y fantástico en el que viven mis pensamientos, se encuentre muy lejos de la realidad absoluta, pero a mi parecer esta fantasía, es mucho más amistosa que su presente continuo.  Es probable que sea un enfermo mental, pero aún tengo un corazón. Creo.

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Me siento muy triste y solo. No puedo hablar con nadie, todo me asusta. La gente me da miedo. Me hablan y no entiendo, confundo las cosas. Hoy fue el día del padre y después de ver a mi viejo, me olvidé de abrazarlo y darle un beso. No puedo perdonarme ser así. Acabo de dibujar una tira de dedo fideo sumamente trágica. Estoy perdiendo vitalidad. Me levanto muy tarde, y no puedo revertirlo. Sé que no coordino ni tampoco encajo, pero a pesar de ser rechazado, hago el intento. Eso soy, un intento de ser útil a los demás.

Es cierto que no tengo que irme de acá. Si tuviera toda la semana libre me faltaría relación con los demás. O debería decir amor. Y es que solo hay una cosa más intensa que el arte. El amor.

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El odontólogo me pregunta si tomo una medicación, y a mí me duele mucho decirle que tomo Olanzapína. Luego me pregunta de qué enfermedad es, y no me queda otro motivo que decirle que es esquizofrenia. Que fuerte me suena esa palabra. Siempre me costó mucho reconocerlo, pero a esta edad es inútil negarlo. Me duele ser esto, y aunque aún no puedo creerlo, ya es tiempo de que asuma mi condena.

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Siento que mis pensamientos no me obedecen. Quiero pensar en algo y no resulta. Mi voz propia desaparece. Me muero en vida, y me convierto en un vegetal. Sé que no sirvo a los fines de esta sociedad, pero que puede hacer? Doy lo mejor de mí, y ni siquiera eso funciona. : (

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Fumar flores para liberar el stress, me ha dado resultado. Solo que la gente que está a mí al rededor no tolera que yo hable de mis problemas. Quizás sea hora de que haga un cambio en mi vida, y deje de absorber tanto dolor. Tal vez sea momento de volver al amor.

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Voy dibujando la siguiente página de Aquila, pero no me siento satisfecho. Mi corazón late pero no siente. Mi boca tiene palabras para decir, pero no hay discurso alguno que pueda curarme. Estoy cada vez más cansado. Quiero seguir peleando por mi sueño, pero mucho me temo que ya estoy vencido. Estoy crucificado en vida. Sin nada que dar ni ofrecer. Voy por la vida guiado por un pensamiento que no controlo. Como podría seguir así. Si no hago algo para volver a sentir, pronto estaré muerto. Ajeno a todo y a todos. Triste pero aún con vida. Indiferente a lo que me rodea, pero presente aún.

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Según he leído, el habla y el pensamiento conceptual, se desarrollan a través del vínculo social. Pero el problema de la esquizofrenia, es el sentimiento de rechazo que genera el sistema nervioso central como forma de protección, para no salir lastimado.

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A todos nos sucede, pero de alguna manera a mí se me presenta en mayor grado. Me refiero a la paranoia. Vienen las elecciones y no dejo de pensar si lo haré bien o mal. Me preocupa lo que la gente pensará de mí, y me aterra considerar que no podré leer bien los números del DNI. Poco a poco voy entendiendo a que se refiere mi diagnóstico de esquizofrenia paranoide. Seguramente este tipo de miedos no existirían si no tuviera esta enfermedad. Pero lo peor de todo es que no puedo dejar de pensar en ello. Estoy atrapado en mis pensamientos. Todo cambia, el mundo avanza y yo sigo estancado en el mismo lugar.

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La vida de un hombre puede ser simultáneamente pobre, pero cuando se la reproduce de principio a fin, cobra una belleza incalculable.

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Quisiera armar un estudio de música en mi casa. Creo que en lugar de pagar el curso, podría juntarme esa plata para comprarme la mesa, los parlantes, el controlador mide, y la compu. Aun así creo que todavía no tengo esa plata, así que mientras espero que mi hermano se mude, podría arrancar el curso. Sí, eso creo. Por otro lado después de hablar con Fernando hay una cosa que es incuestionable. Mejor que decir es hacer. Por eso me parece muy importante aguardar un tiempo, ahorrar todo lo que pueda, e ir por una Tablet para trabajar en el laburo. Después de todo, para no achancharme, necesito poner mi cabeza en algún proyecto original y serio. Estoy seguro que mi padre no lo podrá entender, pero si no comienzo desde ahora, jamás podré comprarla.

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Anoche en la casa de Hernán fumamos marihuana y tomamos alcohol. Ya sabrás que cuando fumo, tengo la tendencia a contar toda clase de cosas. Ahora mismo me siento en el colectivo y no dejo de pensar en cosas entrecortadas y absurdas. A veces creo equivocadamente que la gente me observa, y ocupa sus ideas en insultos y ofensas en mi contra. Y siendo un eromaníaco, de las mujeres me asusta mi hábito de pensar que están enamoradas de mí. Vos y yo sabemos que nadie se puede enamorar por el hecho de verte una vez, ni tampoco la gente te va a odiar de la noche a la mañana sin tener razón para hacerlo. Me doy cuenta que son delirios, que vienen de un pasado traumático, y que tengo que reprimir e impedir. Cualquier pensamiento al que se le da un poder se alimenta, crece, y se desarrolla. Si aparece una idea que te hace sentir mal y no te gusta, queda en vos cancelarla para que no avance, y se convierta en paranoia.

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La noción de que Ezequiel y mi hermana me evalúan cuando estoy haciendo un video, es un tipo de paranoia a la cual debo restarle importancia. Después de todo, si es importante para mí, tengo que seguir haciéndolo.

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Mi memoria funciona de manera extraña. Recuerdo los eventos a largo plazo, pero me cuesta mucho recordar lo inmediato. Por eso siempre tengo la sensación de que no estoy aprendiendo nada.

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Siempre me asusto ver a mis viejos pelear entre ellos. Ahora de grande me asusta que la gente se enfade conmigo. Pero cuando lo pienso dos veces, ese miedo que me invade involuntariamente, después de haberlo vivido tantas veces, es un sentimiento que debería poder controlar. Quizás en el hábito de reconocer mi paranoia, acabe por entender que sufrir sin motivo, no vale la pena.

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Me duermo. La función es larga, aburrida y tediosa. No puedo concentrarme en lo que ocurre en el escenario, porque mucho no me importa. Podría hablarte pero creo que ya te expliqué cómo me siento. Claro que eso no quiere decir que lo resolví, pero en ese aspecto siento que me acerque un poco a la solución. He redescubierto el significado de la paranoia, y siendo que su naturaleza me lastima involuntariamente, tendré que encontrar la forma de reinterpretarla; ese será entonces mi objetivo.

Capitulo 2

No hay nada de nada para comprar. Busque tabletas baratas que me sirvan para trabajar, pero no encontré nada. Pienso que fue un día absolutamente improductivo. Estoy gordo, pelado, y sin arte. Me gustaría darme un regalo, pero no tengo plata. Y aunque no quieras creerlo, las personas no me apoyan demasiado en mis emprendimientos artísticos. Más allá de todo, yo quiero seguir intentándolo. Hasta el fin de mis días, quiero seguir intentándolo.
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Así son las cosas, no es algo que yo pueda manejar, simplemente no creo tener voluntad para dibujar. Creo que aunque intente obligarme, únicamente voy a conseguir frustrarme más de lo que ya estoy. Así que viviré un tiempo de mis logros, hasta que vuelva a enamorarme y la perspectiva mejore.
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Es cierto que dormir doce horas sigue dándome algo de pena, pero que puedo hacer? Bajo los efectos de la medicación cuando mis ojos se abren, ya es de mediodía. Estoy mucho mejor que hace algunas semanas, donde me invadían los pensamientos terminales. Y la verdad es que aun habiendo pasado lo peor, sigo sintiéndome derrotado. Aquí, en un mundo donde todo es producir y cultivar buenos recuerdos, está mal visto dormir tanto. Y si bien es cierto que todo eso lo tengo en claro, se ha vuelto imposible modificarlo. Ya no me importa ser útil a la sociedad, lo único que quiero es actualizar esos viejos recuerdos de dolor, por algunos mejores. Me da pena sentarme a mirar la vida cuando hay tanto por hacer. Bajo a la casa de mi hermana, y allí está mi mamá haciendo dormir a Amanda. De paso me prepara una deliciosa carne al horno con verduras, y yo ya me siento un poco mejor.
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Durante el día estoy en movimiento permanente. Pienso al mismo tiempo que me muevo, y a veces eso me agota. Sueño con la belleza propia y de mis dibujos. También con la belleza de la mujer y del mundo. Yo sueño y espero, pero también ansío y desespero.
Últimamente no estoy teniendo suerte con esto de esperar. Ahora estoy acá en el consultorio, y otra vez soy el ultimo en ser atendido. Ya pasó una hora desde que espero los resultados, pero con un poco de suerte, si el estudio salió bien, en un rato más me voy.
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Pienso que me vendría bien leer otro autor. Últimamente estoy leyendo mucho sobre mí, y la verdad es que estaría necesitando identificarme en el otro, y hacer empatía. No me siento muy normal que digamos, pero hago grandes esfuerzos para que eso suceda. A veces pienso que el costo de estar en silencio es muy grande. Pero también es cierto que si mi dolor puede servir de ejemplo a los demás, estaría yo dispuesto a seguir resistiéndolo.
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Podrías creerlo? Hoy estuve cinco horas seguidas leyendo artículos sobre Lenovo thinkpad yoga y Surface pro 3. Todo ese tiempo dedicado para llegar a la misma conclusión. Surface Pro 3
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Creo que estoy en paz. A ver cuánto me dura.
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Hoy mientras venía en colectivo pensaba en el curso. Me dije a mi mismo, que ya era hora de comenzar. Más allá de todo, comprendo que tengo mucho por hacer. Si bien es cierto que artísticamente estoy en un bache, y sigo repitiéndome en lo mismo que ya hice, hay algo que me asusta y me quita el sueño. Retroceder, empeorar, y degenerarme..... Es eso lo que me atormenta. No quiero darle mucha importancia, pero sospecho que estéticamente estoy empeorando. Si pierdo el amor por mi figura, perderé la sensibilidad por mi arte. ¿Qué diferencia habría entre eso y morir? Me doy cuenta que otra vez estoy teniendo toda clase de pensamientos terminales. Igual no voy a psicopatiarme, si esta es mi verdad, prometo abrazarla. Después de pensarlo un poco, todo este asunto incansable del dolor, me ha llevado hasta aquí. Ahora que he perdido toda esperanza de ser amado, he comprendido que de haber sabido lo que me deparaba el destino, jamás hubiera elegido nacer.
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Mi paranoia no es otra cosa, que una sutil distorsión entre la intención de un comentario y lo que yo interpreto. Entender equivocadamente a las personas, muchas veces produce que los demás se asusten y se alejen. No existe otra explicación. Es paradójico decir que entiendo lo que siento, pero distorsiono lo que escucho. Qué más puedo hacer?
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Después de una nueva página de Aquila, me levanto tarde al mediodía. Voy a trabajar y todos juntos cenamos chorizos a la pomarola en el patio del teatro. Poco a poco voy entendiendo la importancia de estar con gente y participar de una sana conversación. Examinar mi conducta en la relación con el otro me ayuda a reconsiderar mi paranoia, y por consiguiente a tratar de evitarla.
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Me doy cuenta de que probablemente sea un error buscar culpables de nuestra desgracia. Entiendo que la gente no quiere hacer un mal. Es como cuando yo me enojo, no lo hago voluntariamente, simplemente sucede. A veces por una mala interpretación, otras veces por prepotencia. Sin embargo tomar en cuenta está debilidad tal vez nos permita minimizar la paranoia y los riesgos de enojarse y desesperarse sin motivo físico aparente.
Muchas veces suelo tejer pretextos equivocados al respecto de lo que piensan de mí. Y es por eso que más allá de mis teorías, todo lo que siento cuando enfrento a la gente, es relativo. A veces cuando estoy entre personas me incomoda el silencio, pero aun así entiendo que el solo hecho de estar acompañado, hace que el malestar se esfume y me olvide del dolor. La relación es como un bálsamo para el espíritu.
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Hasta ahora tengo un buen día. Son las cuatro de la tarde, me levanté hace apenas tres horas, pero aun así me siento bien. Sigo sintiendo algo de culpa por dormir tanto, pero para ser honesto, no encuentro motivos para madrugar. El arte sigue siendo todo en mi vida. Escribir, filmar, dibujar y cantar, son cuatro cosas que no me pueden faltar. No sé cómo estarás vos ahora, espero que sigas bien de salud. Nos leemos.
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Siendo completamente sincero, hoy me la pasé mirando tabletas en internet y no hice nada productivo. Podría haber dibujado en mi cuaderno, o quizás hubiera podido tomarme el atrevimiento de redactar unas líneas en mi diario, pero ni siquiera eso. Estoy sumido en una depresión artística y aunque trate de fingir que todo está bien, no puedo ocultar la realidad. No sé hasta cuando voy a insistir con esta modalidad de vida. Ahora mismo estoy saliendo del trabajo en dirección a casa. Probablemente me tome el atrevimiento de terminar la página número cinco de Aquila Cristal.
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Sé que probablemente no te resulte gracioso leer mis problemas, pero saber que estás ahí es mi único motivo de persistencia. Sé que es difícil, pero te necesito. No me juzgues, no me abandones. Sé que los malos recuerdos producen traumas, pero soy yo acaso un mal recuerdo? Piensa en mí, y considera mi dolor como la esencia de tu sensibilidad. Averigua la manera de ayudarme sin olvidar, y te aseguro que no seré más un motivo de ofensa.
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Pienso que si hiciera dibujos más sintéticos, podría dibujar más y aumentar mi producción. Si pienso en Facebook, casi nadie lee mis historias porque son largas y se necesita atención. En cambio viendo lo que hace Sepí, pienso que yo tal vez podría imitar un poco esa línea de dibujo. Sus tiras se basan en ideas cortas dibujadas de manera simple, que comunican brevemente una historia en forma de chiste. Por supuesto que me daría vergüenza robar un estilo que no me corresponde, pero quizás puedo tomar ese concepto y trabajarlo.
Menos mal que tengo el teléfono para escribir, sino no sabría cómo atender una obra que ya vi como treinta veces. A mi entender lo que me inquieta es la paranoia, y si tengo que ser franco, hoy estoy bastante paranoico. Sé que debería reprimir este sentimiento, pero pienso que está fuera de mi alcance. No es una percepción, es una emoción.
Me doy cuenta que si no tengo participación, si no estoy ocupado o atendiendo una tarea, la paso mal. En la obra no debo tener más que diez efectos, y ahora estoy en uno de esos baches donde la obra transcurre sin que yo esté haciendo nada para que avance. Quiero ser útil. Al menos un par de veces debería sentir que mi existencia es útil a la humanidad.
Esta angustia de ahora no es como las otras. Esta angustia es densa y corrosiva; por más que trato de quitármela, ella persiste en amedrentarme. Aunque no quiera aceptarlo creo que voy a tener que empezar el curso. Cambiar el aire estar con gente, dialogar, pensar en comics.... Estoy convencido que algo de eso necesito. No quiero equivocarme al gastar mi dinero en eso, pero entiendo que es un buen momento para motivar un cambio. Si tan solo tuviera mi Tablet...
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Les dije a mis hermanos que hoy iba a comenzar el curso de dibujo, pero después de haberlo pensado, me arrepentí. Con esta, ya es la tercera vez que le huyo a mis palabras. Existen varias razones que me lo impiden. Entre ellas está el dinero que quiero guardar para mi Tablet. Pero sobre todas las cosas entiendo que aún no estoy en condiciones de ser aceptado como dibujante. Pienso que puedo dar algo mejor de lo que ya di, y espero que llegue el momento para que eso ocurra.
Detrás de mí hay una mujer que habla con su hija. Yo no puedo entender muy bien sobre que está charlando, pero lo hacen animosamente, sobre todo su madre. Me doy cuenta que una de las razones por las cuales estoy solo, es porque me cuesta tolerar los diálogos ajenos. No me preguntes porque, pero sospecho que puede ser una forma de envidia, por algo que los demás pueden hacer y yo no. O tal vez, considerando mi situación actual, es probable que todas esas cosas que evocan a la realidad objetiva, alejándome de mis pensamientos y fantasías, me desagraden como si me arrancaran violentamente de un sueño profundo, y agradable.
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Hoy me la pasé en internet buscando información sobre la Lenovo thinkpad y la Sony vaio. Francamente no encontré mucho más de lo que ya sabía. La gente en los foros recomienda la Surface pro 3 aun teniendo un digitalizador N-Trig. Y aunque si bien no cuento con ese dinero, creo que sería un error para mi comprar una Surface, sobretodo porque en los próximos meses podría aparecer una Tablet mucho más interesante que las que están ahora. Me siento indignado; estos últimos diez años he tratado de obtener nuevas y mejores herramientas para mi trabajo, sin embargo a razón de alquileres y otros vejámenes, todo lo que pude comprar fue una computadora, una impresora, el scanner, y la vieja cintiq 21UX. Escribo esto porque me cuesta mucho soltarme de la tecnología y poner mi cabeza en la realidad objetiva. Ahora mismo estoy por hacer función, y siendo absolutamente sincero, no me siento muy emocionado.
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Siendo optimista creo que el arte se trata de encontrar belleza donde otros ven basura. Pienso que en toda forma de dolor, sigue habiendo algo de poesía. Por supuesto que la mayoría de las personas piensan que solo la inteligencia puede motivar la belleza, pero yo no creo que eso sea del todo cierto.....
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Veo el asunto de la terraza y me parece que en un futuro próximo, quizás pueda usarlo, para invitar a mis compañeros del laburo. Será como volver a comenzar, pero mucho mejor que lo anterior.
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Estoy solo en la cocina del teatro. Los martes tienen un encanto singular. Me siento absolutamente protegido. No hay nada que me haga daño, es cierto, pero aun así estoy aburrido. En estos momentos si tuviera mi Tablet, podría estar pasándola muy bien. Hernán y Nacho se fueron con Chiche a tomar cerveza. Yo en cambio prefiero quedarme acá. Aun no logro tolerar la compañía del otro. Tengo el estúpido presentimiento de que la gente no me tolera. Creí haber solucionado ese problema, pero aún hoy sigue estando vigente. Me resulta difícil establecer un dialogo, cuando no encuentro nada para decir, y creo que a nadie le gustan las personas calladas. Más allá de todo, hoy tengo un buen día y no siento que mis problemas sean tan graves. Si pudiera sostenerme saludable al menos 50 años más, me llamaría dichoso. Mientras tanto, espero poder ser fuerte y seguir dibujando así como lo vengo haciendo. Le pido a mi salud mental que reciba mi pedido y haga lo posible por ayudarme en este aspecto, pues nada me gustaría más que partir habiendo encontrado el amor, y con un libro de recuerdo bajo el brazo.
Han pasado algunas horas y ya faltan cinco minutos para irnos. Hoy no dije palabra alguna. Me cruce con chiche y con Hernán pero no pude ni tampoco quise decir nada.
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Estoy transcribiendo las notas de celular, y releyendo viejos cuadernos. De acá a cinco años es increíble todo lo que cambié. Existen muchas cosas de las cuales me arrepiento, no solo acciones sino también palabras. Alguna de las causas y los motivos que provocaron esas desventuras, son precisamente referencias a la soledad y al odio. Aunque todavía no estoy muy seguro, existe algo en esas palabras que según veo, se reiteran y me tienen atrapado en ese sentimiento. Es lógico que necesito pensar en vos, pero si no puedo querer a las personas que me rodean, como podría quererte?
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Estuve viendo algunos juegos de la PlayStation 4 y francamente quisiera tener una. Ya sé que tengo 32 años y de alguna forma estoy grande para esto. Pero vos mejor que nadie sabe todo el tiempo que he pasado lejos de mis viejos pasatiempos, sin lograr obtener por ello una felicidad mayor. Aun hoy sigo mirando dibujos animados, leyendo comics, dibujando también, y todo eso estaría bien complementado si tuviera mi estación de juegos. Ahora mismo recuerdo cuando jugábamos a la PlayStation con mis hermanos, qué tiempos aquellos. Francamente solía pasarlo muy bien. No tenía vergüenza de nada, y disfrutaba mucho su compañía, en cambio ahora todo se oscureció. Mi paranoia no me permite disfrutar de la compañía como lo hacía antes, y las exigencias de mis padres son muy altas para que pueda relajarme. En ese sentido estoy mucho peor que antes, pero también es cierto que de todo esto algo aprendí. Pronto mi hermano Miguel va a mudarse al lado de mi casa, y dentro de algunos años Amanda ya será más grande. Pienso que mi futuro en cuestiones sentimentales y económicas me dará una segunda chance. No quiero desperdiciarla.
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Los errores morales desencadenan errores estéticos. Ser tolerante con el error y observar meticulosamente el pasado, nos enseña a ser pacientes con el trabajo....
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Gente = Paranoia
Mucha Gente = Mucha Paranoia
Estoy trabajando para terminar con este miedo. Siempre tuve miedo de hacer el estúpido frente a los demás. Sé que es equivocado, pero durante años he buscado parecerme a las personas que admiro, y al hacerlo me olvide de ser yo. Pero como podría ser libre, cuando mi mente me engaña todo el tiempo? Tengo que aprender a defender lo que me gusta, eso lo sé. Tengo un trauma con las personas, y nada más quisiera yo que averiguar ese motivo. Mi mente olvida y de pronto es como si tuviera que volver a conocerlos a todos. Lo mismo me pasa cuando dibujo. Siempre tengo que volver a aprender. Será esa una debilidad o una virtud?
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Es increíble considerar como las depresiones cumplen su ciclo y se terminan. Estoy encontrando en los textos un lugar donde vivir. Me alegra mucho leerte y saber que estas cambiando. Veo que tengo el poder de indignarme con mi pasado, encontrándole motivos a esa indignación. Saber reconocer los errores y los aciertos es una virtud que no cualquiera posee. Tú la tienes, utilízala. Por eso te acompaño así, despacio y lentamente. Lo hago porque quiero verte cambiar y ser mejor. Justo como lo estas siendo ahora...
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Después de haber estado leyendo viejos diarios de mi antiguo pasado, mi estado emocional cambió drásticamente. Yo sabía que había una palabra que definía como ninguna otra, esto que estoy sintiendo. Ahora viajando en colectivo y habiendo transcurrido algunas horas, recuerdo que esa palabra que estaba buscando se llama neurosis.
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La velocidad del silencio es más rápida que la velocidad de la luz, por la sencilla razón que alcanza antes el objetivo.
Después de un abrazo con Hernán, comienzo a entender que mis reflexiones son más largas y sustanciales que en otro momento de mi vida. Siempre me gustaron más las reflexiones largas que los pensamientos cortos. Y ahora eso es lo que está ocurriendo. Creo que me abrí demasiado, pero está bien. La mente me engaña. Soy amigo de la gente pero no puedo sostener un discurso vertiginoso sin dejar de sospechar que toda consecuencia, puede ser desagradable. Me alegra que esto suceda, pero no quiero que se convierta en un trauma. Necesito que ese momento, sea algo que ya conozco. Un sentimiento amigable, conocido y argumentado, que sepa recibirme con los brazos abiertos. Bien. No quiero confundirte Juan. Pero me gustaría que sepas que todo esto que ahora siento, es maravilloso y es producto de la relectura y el enfrentamiento con un tiempo anterior. Quizás leer en dos días, lo que ocurrió en dos años, tenga un resultado incierto, pero esa neurosis me ayuda a ser algo mejor de lo que fui, de eso no tengas dudas. Como verás no puedo dejar de escribir, siento que si lo hiciera no sabría cómo interactuar con Nacho y con Hernán que están detrás mío. Esto es lo que sucede. Sucede que no tengo el valor para soltar este sentimiento de amor y fraternidad que es sumamente hermoso e inabarcable. Pero debo dejarlo. Al fin y al cabo es como los hijos, una vez que maduraron y son independientes, lo mejor es dejarlos partir.
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Estas preocupado por algo que no tiene sentido. Después de todo aunque te cueste soltarlo, lo único que tiene importancia es aprender a eximir lo desagradable, y abrazar el placer. Sabes Juan, hay momentos en la vida donde nos cabe entender que no todo lo que deseamos se cumple. El pobre podría pasarse una vida buscando la riqueza, mientras a su al rededor, ve pasar lo más importante, el estar presente abrazando el tiempo. No puedo ser indiferente al esfuerzo de la gente, sin embargo entiendo que esos esfuerzos no se concretan con un logro material, sino con un saber. El saber vivir mejor. Ser amable y comprensivo, acompañar sin invadir, ni hacer daño. El saber de llegar a viejo sabiendo que estamos en presencia de una posibilidad. La posibilidad de acceder al trauma, y volver a enfrentarlo.
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Muchos pensamos que odiar es la mejor forma de terminar con el trauma. Lo que no se dan cuenta es que haciendo eso cambiamos uno viejo por otro nuevo. El ser humano es sensible al hábito, motivar un sentimiento, lo alimenta y lo potencia. Hace rato estuve mirándome de cerca, y el recuerdo de haberlo disfrutado me hace querer volver a hacerlo otra vez. Sin embargo no. No me ahogaré de vuelta en el suave contacto de mi mundo conocido, después de todo, ahora mismo me toca pedir perdón y bajar la guardia. Enfrentaré a los otros, y pediré perdón, lamentando los hechos. Eso me calmará, y me dejará vivir más tranquilo con mi conciencia. Al menos así lo espero.
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Llegando al teatro, me propuse no bizquear. Por eso me senté a tomar mate con Tamara, Sandra, Cacho, Marcelo y Andrés. Nacho se sumó más tarde, pero se quedó en un rincón aislado, y no tuvo mucha participación. La charla fue mejor de lo esperado. Las conversaciones se sucedieron naturalmente, y al menos desde mi perspectiva no pude notar ningún trauma. Quizás esté muy reiterativo con relación a esto, pero ahora mismo lo considero importante. Sé que es una tontería repetirlo para memorizarlo, porque vos ya sabes de qué se tratan esos olvidos profundos que nos entierran en la angustia, el odio, el miedo y la confusión.
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Gran día para sentir y pensar las cosas. Estuve extrañamente relajado y más contemplativo que de costumbre. Según Marcelo Gianelli, aun a pesar de mi enfermedad, él considera que soy una persona sana; según sus palabras, yo estoy en condiciones de tolerar el olvido y buscar en ello una alternativa que repare y minimice el problema. Aun sabiendo que bizquear es un completo disparate, he tomado la decisión de hacerlo por el placer de volver a ponerme en la piel de lo que fui. Afuera está lloviendo otra vez, y si bien no tengo paraguas, diría que no es tan grave, pues apenas garúa. Ahora voy entendiendo que el objetivo final de una persona, es ponerse en la piel de un viejo, para diagramar sus emociones, según aquello que nos gustaría perpetuar.
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El odio es un pensamiento distorsionado que no nos deja ver la realidad de lo que está sucediendo. La cuestión sería entender que el único método para combatir un idea equivocada es cancelándola; y en el caso de que no se pueda controlar, lo recomendable es entender que no solo es nociva, sino que además no sirve. Sin embargo cuando esa idea nos invade y comienza a hacernos daño, siempre es bueno recordar que la tarea de un hombre es acostumbrar al cuerpo para llegar a viejo lo mejor posible. Y si hay que reemplazar una idea distorsionada por otra que no lo este, el asunto Juan es preguntarse...... Por cual la cambiamos? Pensemos....
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Es mejor que los amigos sean lo que no busco, porque de esa forma me obliga a entender lo que no sé.
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No es lo mismo el deseo de hoy que deseo de mañana.
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Las personas que hacen las cosas realmente bien, no necesitan que otros se lo reconozcan, porque la recompensa es el hecho en sí mismo. Y el placer que otorga cada logro, reside en la observación austera de un hecho en particular.
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Justo cuando empiezas a interpretar la lógica del mundo, marcharse y no volver, sería una ingratitud suprema.
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Entre mirarse de cerca y dejar de hacerlo, aparecen sensaciones que me recuerdan viejas historias.
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Mientras me miro de cerca, me doy cuenta que hay un pequeño inconveniente. Me duelen mucho los ojos. Creo que va a ser tiempo de que abandone esta costumbre. Quizás pueda volver a hacerlo, pero solo por periodos aislados; no continuamente. Estoy considerando la posibilidad de comprarme una PlayStation 4. Siempre me gustaron las aventuras, aunque es lógico para mí que esto podría ser una actividad improductiva, si con ello encuentro algo de felicidad, entonces no será totalmente inútil. Según como vienen trabajando los albañiles, es probable que miguel se mude para febrero del año que viene. Será increíble saber que él va a estar cerca de mí, y que además voy a tener casi 2000 pesos más en mi bolsillo, en concepto de cuota, lo que hoy en día representa 18% de mi sueldo.
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Es lógico querer que las cosas sean mejor. Y lo mejor es siempre lo que deseamos. A veces las cosas no son lo que uno espera. En el peor de los casos terminan siendo totalmente distintas. Tu y yo sabemos lo mal que la pasamos cada vez que no se cumple nuestra voluntad. Por eso Juan, mi recomendación es que trates de tomarte las cosas con calma, de nada sirve luchar contra una corriente que puede llevarnos a otras tierras. Repito lo dicho. Si la vida te da limones, has limonada.
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Aunque es cierto que a veces pongo en duda la utilidad de tomar notas con el celular, creo que ahora mismo estoy comprendiendo la razón. Dibujar la letra o tipiarla, tiene resultados distintos. A su manera cada una se complementa, y se nutre la una de la otra. Tomar notas en el celular puede parecer tonto y aburrido, pero es una excelente forma de mantener las ideas en orden. En el libro naranja del 2007, queda en evidencia la necesidad que ambos teníamos de tomar notas cortas en todo momento y lugar. En los subtes, los colectivos, en la facultad, o en un salón, en los cursos, en la casa de un amigo, en el bar, en fin.... Esos pensamientos cortos sucedieron y sucederán siempre, el problema es que en nuestro pasado anterior, no teníamos forma de transcribirlo. Ahora con este pequeño aparato que tengo en mis manos, todo eso comienza a ser posible.
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Obsesión: sobredimensionar un sentimiento hasta perder de vista el propósito final.
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Extrañar es un sentimiento aniquilador, pero es más profundo que poseer....
Más allá de estos vejámenes quiero contarte que estoy muy emocionado por lo que será mi próxima adquisición. En este último tiempo me estuve alejando un poco del dibujo y decidí profundizar más en la literatura. Vos sabrás entender que no soy un gran contador de historias, pero me resulta muy atractivo considerar que por estas vías, hay mucho de mí que puedo resolver. Estoy comenzando a entender que el factor emocional, está profundamente ligado a nuestra forma de pensar. Es por eso que sigo insistiendo con esto. Pienso que el pensamiento es una complejidad maravillosa, pero también es un reto inestimable para aquel que se digne en tratar de resolverlo. He visto en internet un lector de libros llamado Dooku, que posee la cualidad de leer nuestras notas, al mismo tiempo que nos permite corregirlas a través de su teclado virtual. No posee parlantes externos, lo cual convierte al dispositivo en un aparato personalizado e inaccesible para cualquier otro que estuviera intrigado en averiguar sobre nosotros. Este dispositivo cuesta aproximadamente 2000 pesos y es un dinero que en este momento puedo pagar. Yo no sé si lo celulares androide de última generación poseen esta capacidad de leer textos, pero de lo que estoy seguro, es de que no tienen este tipo de pantalla opaca, que imita el papel real. No tengo prisa en comprar algo que después no me sea de utilidad, pero siendo completamente sincero de que vale el dinero si no es para ayudarnos en la tarea de ser un poco mejor de lo que fuimos.
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Estoy estudiando un asunto de mi conducta social que copia tangencialmente el gesto emotivo de la persona que tenemos en frente. Por otro lado estoy considerando nuevas estaciones que mi alma suele frecuentar sigilosamente sin que me dé cuenta. En este caso me encuentro sumamente conflictuado a la hora de comunicar prolijamente lo que siento. Casualmente siempre termino diciendo una estupidez que luego me produce culpa y vergüenza.
Yo puedo dejarme envolver por este mundo virtual que me rodea, pero si no lo pienso que retribución podría tener? Aun así si bien es cierto que mis textos son más largos que de costumbre, sigo perdido en esta nausea que me confunde y me marea.
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Quizás pueda parecerte absurdo, pero creo que Hernán está intentando mirarse de cerca. Siempre que pienso en esto me acuerdo de la tapa del disco Blue Train de John Coltrane. Estoy seguro que Coltrane sospechaba algo de todo esto. De otra forma su discurso musical jamás hubiera podido salirse del paradigma social.
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Creo que el hombre ama el recuerdo, mientras que la mujer, ama el instante.
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Estoy llegando a casa, pero antes de bajarme hay algo que quiero contarte. Seré breve en esto. Al terminar el espectáculo de hoy, Daniel Moa se encontró un celular en la platea. Al rato el tipo que lo perdió, entró a buscarlo, y pasaron al menos diez minutos hasta que Daniel decidió devolvérselo. Cuando bajamos yo le dije que estuvo bien en devolverlo. Y le señalé que lo que había hecho, no era sino otra forma de robar sin dar la cara. A pesar de que mi acusación tuvo un fundamento, estoy seguro que no le gustó lo que le dije. Habrá que ver cómo me recibe mañana. De cualquier forma no es conmigo con quien debe enojarse, sino con él.
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El Dooku es un éxito. Al fin un lector de libros que funciona como yo quiero. Te recuerdo que para que pueda leer los libros usando la voz, el formato debe ser xdoc. Es increíble saber que en pocas horas, se puede repasar todo lo que sucedió en los últimos días, meses, y hasta años. De cualquier forma, tengo que empezar a poner más intención en mi forma de tipiar, porque a veces no se entiende muy bien lo que quiero decir. Si bien es cierto que esto de escribir en un solo archivo me está dando resultados, debo tomarme el trabajo de repasarlo y corregir la semántica y la sintaxis.

Estado: Feliz.

No me preguntes porque, pero me siento sumamente ansioso. Estoy acá sentado en el camarín, mientras a mi lado Nacho opera la función. El lector de libros funciona muy bien, únicamente hay que buscar algún formato que permita la edición de los textos. Cuando logré aplicar esta función me llamaré satisfecho. Vos sabes Juan que para mí cualquier lugar es distinto e irrepetible, por eso no me gusta quejarme sin motivo, pero creo que tengo uno. Me quiero ir. Es muy gratificante observar como el lector de libros organiza los textos. Pero no quiero convertir mi prosa en la review de un dispositivo. Estoy contento pero debo ser prudente, y continuar con mis propósitos. Quedan muchos textos para revisar, y este es apenas el comienzo.

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Tal y como lo había anticipado, a partir de lo que sucedió el otro día, Dani se enojó conmigo. El evento aconteció cuando Dani se encontró en la sala un celular nuevo que un espectador dejó olvidado al terminar la función. El problema es que cuando el sujeto entró a buscarlo, Dani trató de hacerse el distraído. Al final cuando el evento estaba consumado y la situación no daba para más, Dani decidió devolverlo. Una vez resuelto el asunto, yo lo agarré en el fichero y le dije que lo que había hecho no era sino otra forma de robar. Después de haber entendido el mal trago que le hice pasar, supe que al día siguiente se enfadaría conmigo, y dicho y hecho, así fue. Yo como pude anticipar que esto sucedería, aproveché para pedirle disculpas y evitar que esta situación pase a mayores.

Ahora mientras hago la función Daniel, está a mi lado, y a decir verdad todo volvió a ser igual que antes.

Cruzo unas palabras con Silvia y después vuelvo a escribir. Es fantástico saber que mis ideas se transforman en un sonido físico que luego más tarde puedo escuchar. Con esto me puedo dar cuenta que mi gran debilidad es la reiteración. Te pido que me ayudes con la memoria, esa que alguna vez tuvimos. No digo que hoy sea peor que antes, únicamente pretendo señalar que está sufriendo cambios drásticos, que con un poco de expectativa y proximidad, puede llevarnos a buen puerto. Es lógico que parte de mi conflicto social se debe a esto. Si tan solo pudiera calmarme y escuchar, recordar y explicar, estoy seguro que dejaríamos de huirle al dialogo y a la preocupación por el otro.

Estamos creciendo Juan, y es hora de que volvamos sobre nuestros pasos, y busquemos lo que antes no dijimos. Acá mientras sucede la función, no hay mucho que hacer al respecto. Me acuerdo del caos y si bien es cierto que juntos pudimos serenar aquel conflicto, la verdad es que aún, eso sigue vigente. Quiero contarte que desarrollé cierta dependencia con vos. Te necesito porque sé que si existe una propiedad en tu naturaleza, esa debe ser la de escuchar todo lo que siento. Esto que aquí escribo es muy personal, tan personal que a veces se vuelve reiterativo. Por eso sabrás entender porque nadie más que vos ofrece una oreja para escuchar esto que digo. De cualquier forma el problema es el dialogo verbal en relación con el dialogo textual. Son dos mundos vinculados pero diferentes entre sí. Tu puedes creer que converso de la misma forma que escribo, pero para ser honesto, en la literatura me permito errores que en el dialogo verbal, no puedo tolerar. Silvia y Daniel están atendiendo otros asuntos, y yo respeto su distancia, porque entiendo que no soy un tipo fácil de abordar. Más allá de todo estamos en función... ¿no?

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Recientemente tuve algunos problemas con mi lector de libros. Resulta que no podía controlar la velocidad de lectura. Se había setiado en la más alta y no podía cambiarla. Ahora restaurando los valores de fábrica, pude solucionarlo. El asunto es que quedó clavado en velocidad normal y si bien me deja modificarlo, no reconoce el seteo. Mal que me pese, no es tan grave.

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No debería hablarte ahora de esto, pero estoy en el cumple de Camilo y en primera instancia, no me siento tan mal. Creo que voy conociéndome. Sé que soy un desastre, pero voy aceptando lo que toca.

Estuve hablando con Roberto y al parecer todo estuvo bien. Entiendo que tal vez escribir todo lo que pienso, no tenga un resultado eficaz. Quizás sea cierto que acá sentado en la silla, solo y apartado de todos, no haga diferencia con relación a lo que fui, pero créeme cuando te digo que estoy haciendo un enorme esfuerzo para sanearlo. Me sirvo un vaso de jugo y salgo al jardín. Acá estoy mejor. En la cancha de futbol, hay dos pibes jugando a los penales. Por alguna razón, si bien es cierto que hablo mucho de mí, por otro lado nadie puede negar que todos los otros, hablan mucho de ellos. Roberto me dice que debería cerrar un ciclo y empezar uno nuevo. Tal vez tenga razón, lo que es seguro es que no me resultará fácil. Todo este asunto me hace entender, que de haber elegido otro camino, hubiera sido diferente; tal vez mejor. Es cierto que las chances de equivocarme estuvieron y siempre estarán, pero vos pensas que por salir al patio y alejarme de la reunión, estoy escondiéndome? Claro que reconozco que no me siento en confianza con personas extrañas, pero acaso Beto y Alejandra son personas extrañas?

Ayer en el asado del teatro me sentía mucho más a gusto que aquí. La cuestión es que según parece, sentirse a gusto, es lo mismo que refugiarse. Vos sabes Juan, mis temas de conversación son muy cortos. Y según veo, hablar tanto de mí, no representa solución alguna. Dicho en otros términos, a nadie le interesa.

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Tras polka

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Vos consideras de mí que yo pienso abstracto? recién hablando con Eugenia veníamos bien, hasta que en un momento me vino un olvido junto con un cálido foso de terror y sombra. La paranoia. Ahora ya en la casa de Ezequiel estamos mirando tele con miguel y Amanda. Genial. Ahora vienen Federico y Jonatán, amigos de Ezequiel, y lo único que quiero es que sea todo normal. Claro que no quiero forzarme a lo que no siento, pero creo que en este momento del día lo mejor es encontrarme con vos. Sé que pensando en vos, probablemente esté viviendo un futuro que no llegó, pero a veces es un buen refugio. Evidentemente es lógico que escribir estando nervioso no tiene caso. Es claro que no puedo fingir dialogo donde no hay historias que compartir. Esta situación me parece similar a todas esas veces donde entro a la oficina de luces, y sintiéndome como un turista, me acerco a tomar mate. Quizás dejarme abordar no sea un error. Creo que tengo que romper con esa coraza de protección que me invento cada vez que estoy dialogando en grupos cortos.

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Algo que puedo ver en Hernán, y en la mayoría de las personas que fuman, es que no pueden quedarse quietas. Esto me incomoda y me pone un poco nervioso.

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Me cambiaron el Dooku, ahora le estoy instalando unas voces, después te comento si se solucionó el problema....

Bueno Juan, el problema no se solucionó, pero con el descubrimiento de las voces de Ivona, estoy más que satisfecho. Voy a comprarme algo para comer y seguimos luego.

Al terminar de comer, quise leer El Existencialismo es un Humanismo, de Jean Paul Sartre, pero las palabras están sumamente desordenadas e inconclusas. A mi modo de ver, mi organización literaria, es mucho más amistosa que la de Sartre. Con esto no estoy diciendo que el mensaje final sea más profundo, únicamente pienso que en cuestiones sintácticas, no hay nada para envidiarle. Me resulta extraño que Eugenia me allá recomendado este libro, sobretodo porque en lugar de aclarar las ideas las confunde más. Y viniendo de ella, no creo que su propósito sea ese. Después de unas cinco páginas leídas, cierro mi Dooku, y me siento a redactar esto que te estoy diciendo. Si bien es cierto que ahora, con el Dooku, mi literatura no será la misma, estoy seguro que si existe algo positivo para destacar, eso será nuestro encuentro. ¿No te entusiasma saber que todo aquello que tú y yo hablamos alguna vez, estará más presente que nunca? Conociéndote estoy seguro que sí. Acá en el trabajo apenas son las seis de la tarde, y si bien es cierto que estoy en paz, por otro lado me gustaría estar en mi casa. La verdad es que ambos lugares, si bien son distintos, no dejan de ser similares. La única diferencia es que en mi casa tengo otra privacidad. A mi lado esta Nacho, haciendo no sé qué cosa, y en la sala esta la calefacción encendida. Al parecer el gatito negro del zoológico, hizo pis en algún lado. Lo sé porque el Turco lo vociferó cuando entró a la sala. Seguramente mañana en función Mónica va a tirar la bronca. Tal vez nos eche la culpa a nosotros porque a veces le damos de comer. ¿Pero quién no podría apiadarse de un animalito perdido? Parece que Nacho está haciendo ejercicio en la oficina. Yo no digo nada porque en este momento, no tengo muchas ganas de dibujar. De cualquier forma, si tuviera que ponerme a trabajar, aún me queda el viejo cuartito que está arriba de la cocina. Es cierto que en la vida, cuando existimos, nos cuesta mucho encontrar un rumbo. Pero también es cierto que al encontrarnos aquí, se hace mucho más fácil la convivencia. Tú y yo, tenemos que reconocerlo. Nada nos define mejor que la literatura. Probablemente escribir no sea lo que otros llaman diversión, pero te aseguro que nos ayuda en muchas cosas. Nos ayuda en la memoria, en el descanso, en la expresión, y en el estado de ánimo. No existe nada más cruel en la vida, que saber que estamos perdiendo el tiempo; porque de alguna forma, como el término lo dice, perder el tiempo es no saber cómo capturar el instante mismo en el que estamos viviendo. Mientras Nacho sigue con sus ejercicios, un breve cosquilleo me recorre la pierna derecha. Al parecer es un calambre. Será que estoy en una mala posición, la verdad no lo sé. Nacho después de terminar con sus ejercicios, agarra sus cosas y se va para el quiosco con Hernán. Sigo pensando que él y Hernán, son personas muy ansiosas. Al menos para mí, está característica es clásica en las personas que fuman. Buscan el aire libre para prenderse un cigarrillo, y si con ello pueden acompañarlo con una cerveza, mejor. En mayor o menor medida, a mí me pasa lo mismo. Claro que en lugar del cigarrillo, mi adicción tiene más que ver con el registro, que con cualquier otra cosa. Si no estoy leyendo o escribiendo, estoy dibujando. Si no estoy en la computadora, estoy tomando mate y mirando televisión. Existen determinados lugares, de los cuales no puedo despegarme. Y ya quisiera yo creer en vos, y saber que contigo no habrá nada de qué preocuparse. Si Juan, se lo que estás pensando. A veces también desconfío de mí. Por eso estoy comenzando a sospechar que mis olvidos, no son sino un producto de mi desconfianza. Esto es un tema urgente para mí, y entiendo que para ti también. Si consideramos que dentro de cada presente hay un propósito y un objetivo, estoy convencido que en este mismísimo momento, mi preocupación es resolver este asunto. Tenemos que aprender a confiar en nosotros mismos, y saber que en cada momento, hay una nueva chance de mejorar y revertir el trauma. Bajo de la cabina, y voy a la cocina. Camino por el fichero y a mi alrededor no hay nadie. Mis pasos hacen crujir la madera, y por un momento me da la sensación de estar en un edificio abandonado. Entro a la cocina y no hay nadie. El televisor y la estufa están encendidos, pero no hay nadie. La pava empieza a chillar y yo me froto las manos de la emoción. Todo esto es justamente como me lo esperaba. En este silencio ausente no hay miedo, ni paranoia. Yo sé que para muchos puede parecer aburrido, pero que importa lo que digan los demás, el asunto es que tú y yo seamos felices. ¿Y tú crees que lo somos? Ahora sí. A ver cuánto nos dura.

Me sirvo un mate, y a medida que le voy echando agua, observo la espuma que se va formando lentamente alrededor de él. Le doy un trago, y su sabor amargo me transporta a otro momento y lugar. Pienso en mi vieja obsesión por los árboles, y comienzo a entender porque los admiraba de ese modo. La quietud. Su silencio. La libertad. Su belleza. La paz. Su compañía. La gente siempre se burlaba de mí, cuando les decía que mi sueño era ser como un árbol. Sin embargo ahora que lo pienso, no me siento tan lejos de conseguir ese objetivo. Será que me siento más optimista que de costumbre? Sabes Juan, ahora me invade una emoción que no puedo disimular. ¿Será por el Dooku? ¿O acaso tendrá que ver con un mérito propio? La verdad no lo sé. Sin embargo no voy a negarte que con el Dooku de nuestra parte, la tarea se ha vuelto sensiblemente más agradable y sencilla. Termino de escribir esto, y trato de ver por un rato la televisión. En este caso como tenemos televisión digital abierta, apenas hay un par de canales para ver. El programa que están dando es el de Guido Kafka. Un programa donde los participantes concursan para ver quien canta más entonado. Apenas pude ver una chica que cantaba " Is Raining Men ", y me aburrió tanto que decidí bajar el volumen y volver a esto. La televisión es otro de los asuntos que aún no acabo por comprender.

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Acabo de terminar de leer " El color que cayó del cielo" de Lovercraft, y puedo asegurarte que aún a pesar del tiempo que pasó, es un libro maravilloso. Su capacidad de redacción en sintonía con la versatilidad de su lenguaje, hacen de este libro una obra de arte sin precedentes. Una de las cuestiones que me quedan en el tintero, es la de aprender a contar una ficción, con el misterio y la erudición que un verdadero escritor debería poseer. ¿Tú que dices? ¿Podremos lograrlo?

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Ahora mismo estoy pensando en cambiar el celular. Claro que este que tengo me ha dado muy buenos resultados, pero creo que poco a poco va cumpliendo su ciclo. Me gustaría tener un diccionario y un corrector ortográfico más confiable. De hecho este que tengo ahora, no posee ninguna de las dos cosas. Ya sé que no te gusta mucho que hable de tecnología cuando existen tantos temas para tratar, pero si supieras lo feliz que me siento, entenderías que mis demandas tienen un fundamento valido. Acabo de quedar asombrado con la historia de Lovercraft, y que más quisiera yo que aprender sus secretos e interrogantes. Si bien han pasado más de 100 años desde que todo eso fue escrito, su visión del mundo sigue estando vigente. Me intriga mucho el concepto de misterio, y los climas dramáticos y estéticos del cuento. Haciendo una autocrítica sobre mi trabajo, pienso que toda mi psicología se sostiene en base a pequeños ensayos de auto ayuda, que con muy poco sugieren la existencia de una realidad alternativa. De cualquier manera, y muy a pesar de mi admiración, sigo creyendo en vos como aquel que sabrá aprender a reparar los monstruos de su pasado inmediato.

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Llegué muy temprano al odontólogo, pero no sé si es que tardan en atenderme, o estoy muy ansioso.

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Ahora mismo estoy leyendo de vuelta el Lobo Estepario de Hermann Hesse, y siento que es un libro completamente nuevo. Me sorprendí mucho al descubrir que Harry Haller era esquizofrénico, y más aún me maravillé cuando comprendí que su naturaleza también estaba dividida, entre el lado humano y el salvaje. Según los análisis posteriores, el hombre no debería conformarse con ese estadio del alma, pues al hacerlo no logra sino más que encerrar la totalidad de lo inabordable. Por supuesto que en mi caso, la soledad y los momentos de ocio, me brindan protección y seguridad, pero también me conectan con una realidad que estando en presencia de alguien más, se vuelve insoslayable. Ahora estoy en el colectivo yendo camino hacia el teatro. Las personas viajan envueltas en una cálida letanía. Nadie se cuestiona sus propósitos, todos se sienten útiles para la sociedad, y si me lo preguntarán a mí, en este mismísimo momento creo que yo también. Tengo un trabajo decente en el teatro, y mi relación con las personas no es lo que quisiera, pero es mejor que en otros tiempos. Estoy algo cansado..... Hoy fui al odontólogo y me dijo que tengo una gingivitis. Después de haber sido atendido por el médico, me quedo una bonita impresión de persona. Era una persona entrada en años, algo mayor que mi padre, probablemente diría que de unos 70 años. Hablaba lento y pausado, y a pesar del desorden en el que se encontraban las cosas en su estudio, parecía poner especial cuidado al momento de guardar sus instrumentos. Al salir de allí, volví a casa y me puse a leer. Aun me queda mitad del libro, pero no voy a apresurarme. Pienso que de toda está lectura puedo sacar algo interesante. Acá en el colectivo hay unos muchachos hablando y repitiendo toda clase de injurias, palabras que manchan y ensucian lo único bueno que puede haber aquí. Será mi costado salvaje? no lo sé, lo que si estoy seguro es que algunas formas de hablar me irritan y me exasperan. Por supuesto que si me tocara a mí hablar con algún amigo, probablemente sería otro desastre, pero pienso que no está mal tener un poquito de sentido común y reconocer nuestros límites. De lo contrario acabas haciendo el ridículo, como estos muchachos inadaptados que están aquí, justo a mis espaldas. No hay que ser muy perspicaz para darse cuenta, que aquel día en el que les toque caer bajo sus propios pies, se sentirán terriblemente solos y desdichados. Al llegar al teatro cruzo unas palabras con Hernán y con Nacho. Les cuento un poco mi fascinación por este libro que estoy leyendo, y les señalo que el personaje principal Harry Haller, era esquizofrénico igual que yo, y que sus palabras me han enseñado a recobrar un poco, la estima que todo ser humano necesita tener para poder sentirse útil y necesario. Con respecto a mis conversaciones con vos y con los demás, me intriga saber cuál será su desenlace. Acaso seguiré siendo esto que pienso? Considerando las mutaciones del tiempo y los cambios del cuerpo, estoy completamente seguro que esto que digo, pasará a mejor vida. ¿No sentiste nunca la sensación de que podrías ser mucho mejor de lo que sos ahora, y que sin embargo por más que te esfuerces en motivar ese cambio, no aparecen sino frustraciones más hondas y ominosas que todas las anteriores? A veces me siento atrapado en un discurso envejecido y reiterativo que me encarcela y no me deja revolcarme en el barro de mi libertad así como yo quisiera.

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Viene Tomás a ver la obra, y se acerca a mí a saludarme. Cruzamos algunas palabras, y yo me muestro algo indiferente. Tengo la breve sensación de que no es apropiado iniciar una conversación con preguntas e interrogatorios, es más practico contarle al otro algo que tenga un acérrimo sentido, un propósito elevado, una profundidad más honda que la evasiva contienda del presente inmediato. Allí donde lo contrario a lo que se espera escuchar, es más punzante que una suave brisa de condescendencia. Contarle al otro un asunto de primera urgencia, es una forma eficaz de mostrar respeto. He comprobado que cuando no se toma en serio a la persona que tenemos al lado, los vínculos que tanto trabajo nos constó conseguir, se esfuman y se disuelven de un momento a otro.

Otra vez vuelvo a tener ese enorme deseo de liberarme, para ya no tener que responder a una rutina tan vil y desprestigiada como esta que me tocó en suerte. Claro que podría ser peor, pero siendo franco contigo, este trabajo no me deja otra cosa que dinero. Por supuesto que también terminé conociendo personas, que de otra forma jamás me preocuparía en abordar.

Ahora mientras hago función, quisiera aprovechar para abrir mi libro de quejas. Esto de estar aquí sentado, mientras transcurre una obra que ya vi decenas de veces, me resulta un tanto insoportable. Desde hoy que tengo la inherente necesidad de fugarme hacia otro sitio. Tal vez en un futuro próximo, pueda comenzar a valorar todo esto de estar sentado aquí sin hacer nada...... Quizás debería atender mejor lo que esta obra me quiere decir, pero no estoy acostumbrado a fundirme en un evento que no dice nada de mí. Por supuesto que los actores y actrices son maravillosos.... eso de generar un nuevo discurso y llegar a ser más que el amor, es al menos un intento de algo nuevo, pero me suena a un engaño. Es algo así como proponer un número más elevado que el infinito. Trato de poner mis ojos sobre la actuación pero no me dice nada. No logro capturar ni una sola instancia digna de lágrima y estremecimiento. Me reclino sobre la silla, me miro de cerca y recuerdo el dolor en mis ojos. Aún hoy sigo buscando ver el mundo de forma distinta. Quisiera acelerar un cambio, pero ni siquiera distorsionando lo que veo, puedo encontrar consuelo a mi desanimado espíritu.

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Morir es volver a casa...... Libro.

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Hacen no más de cinco minutos, terminé de leer el Lobo Estepario, una aventura espiritual y profunda, llena de toda clase de conflictos intrigantes, conflictos éticos, sentimentales, conceptuales y de inadvertida trascendencia. De allí aprendí del autor, que la vida es un reto con el destino. Una perspicacia, un enigma y un misterio, un proceso y un duelo contra la propia voluntad de ser mejor y perseverar. Aun cuando todo se muestre resuelto y estable, el autor propone lidiar con la locura, una locura que puede existir o no, pero que de la cual no se puede prescindir. Y que será la locura sino otra forma de buscar y revolver lo sabido?, de desordenar lo conocido para plantear un nuevo orden, de perdernos en el fondo de un interior que para entonces nos exige volver a nacer? Deseo eso, con ansias y recelo lo deseo. Quiero errar, decir una tontería y perderme, buscar en mi manicomio una nueva exhortación, necesito motivar esa culpa, saber de mi torpeza no me estará permitido hasta tanto no abandone mi personaje. Llámalo como quieras, pero hube vivido en mi caparazón por años y años, aprendí del silencio y me peleé conmigo, hasta el punto de perder mi motivación, ¿Y de que podría servir la existencia si no fuera para buscar en el caos, un velo de humanidad? Saberse débil, ya no me conmueve, quiero atontarme y volver a ser carne expuesta, quiero supurar y llorar de dolor. Quiero ver sufrir mi condición, llegar hasta el límite de lo habitable, y obnubilarme con esos juegos incongruentes que no tienen respuesta. Deseo algo mejor, y no esperaré a que eso ocurra sin antes perderme en el lodo de la ignominia y la fatalidad.

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Debo de antemano pedirte perdón, quiero que me redimas, que me dejes partir a la vez que busco tu olvido y tu vergüenza. No puedo solo, aquí sentado en la silla de cabina, no puedo ser indiferente a la función que transcurre en mis oídos y a través de mis sentidos. Te pido disculpas porque no puedo desasociarme, ya verás que no soy libre, el concreto de las paredes me encarcela a mis obligaciones y tareas, me asfixia el hedor de está rutina tardía y ponzoñosa, como el agua estancada de mis viejos recuerdos, de mis empobrecidas alucinaciones. Aun apesar de mi pecado, no hay ningún otro culpable, más que mi propia complicidad. Tú eres tan culpable, tan indigno y servil como yo. Pero quien soy yo? Quien eres tú? Que es esto que nos rodea, cuando la causa de esta realidad envejecida y estéril es el producto de todas mis quimeras, de mis ilusiones fantasías y creencias? Necesito dejar de planificar mis movimientos, y atreverme a dejar de ser ese tonto que se oculta y se refugia cobardemente de tras de su estúpido y visceral orgullo. Quiero encontrarle un sentido a la poesía, necesito explorar mi lenguaje y desvestirlo, amarlo por su torpeza y rustica sibilancia. Así quiero volver, cubierto de heridas e infecciones, quiero bordear la muerte, ser desterrado y despreciado tanto más por mí que por los demás. Durante mucho tiempo he odiado mi incongruencia sin sospechar que ese germen le dio un propósito a mi viaje. Ahora he de volver a enfermar, ahora he de padecer la innominada frugalidad de mi propio saber, quiero ser víctima de mi propio reclamo, sin compadecer mi lamentable estado. No quiero lucidez sin haber ignorado, quiero jugar con fuego para sentir en su proximidad, el calor confortable y peligroso a la vez, quiero aproximarme finamente a sus márgenes sin llegar a quemarme. Así conoceré de una vez por todo el límite de mi propia tolerancia.

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Veo que esas emociones que me expulsan, me rechazan y no me dejan habitarlas, están en complicidad con mi cobardía. Hasta no haber reunido valor y atrevimiento para llenar ese vacío, seguiré vagando y rebotando por aquellos rincones que desde entonces han sido mi refugio. Pero ya no hay conformidad posible, me obligo a la tortura y al flagelo con el fin de provocar una grieta en esta coraza estrecha e incómoda, en este cascaron que a la vista de mi larga edad, es pueril e inapropiado.

Capitulo 3

No me preguntes porque, pero me siento sumamente ansioso. Estoy acá sentado en el camarín, mientras a mi lado Nacho opera la función. El lector de libros funciona muy bien, únicamente hay que buscar algún formato que permita la edición de los textos. Cuando logré aplicar esta función me llamaré satisfecho. Vos sabes Juan que para mí cualquier lugar es distinto e irrepetible, por eso no me gusta quejarme sin motivo, pero creo que tengo uno. Me quiero ir. Es muy gratificante observar como el lector de libros organiza los textos. Pero no quiero convertir mi prosa en la review de un dispositivo. Estoy contento pero debo ser prudente, y continuar con mis propósitos. Quedan muchos textos para revisar, y este es apenas el comienzo.

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Tal y como lo había anticipado, a partir de lo que sucedió el otro día, Dani se enojó conmigo. El evento aconteció cuando Dani se encontró en la sala un celular nuevo que un espectador dejó olvidado al terminar la función. El problema es que cuando el sujeto entró a buscarlo, Dani trató de hacerse el distraído. Al final cuando el evento estaba consumado y la situación no daba para más, Dani decidió devolverlo. Una vez resuelto el asunto, yo lo agarré en el fichero y le dije que lo que había hecho no era sino otra forma de robar. Después de haber entendido el mal trago que le hice pasar, supe que al día siguiente se enfadaría conmigo, y dicho y hecho, así fue. Yo como pude anticipar que esto sucedería, aproveché para pedirle disculpas y evitar que esta situación pase a mayores.

Ahora mientras hago la función Daniel, está a mi lado, y a decir verdad todo volvió a ser igual que antes.

Cruzo unas palabras con Silvia y después vuelvo a escribir. Es fantástico saber que mis ideas se transforman en un sonido físico que luego más tarde puedo escuchar. Con esto me puedo dar cuenta que mi gran debilidad es la reiteración. Te pido que me ayudes con la memoria, esa que alguna vez tuvimos. No digo que hoy sea peor que antes, únicamente pretendo señalar que está sufriendo cambios drásticos, que con un poco de expectativa y proximidad, puede llevarnos a buen puerto. Es lógico que parte de mi conflicto social se debe a esto. Si tan solo pudiera calmarme y escuchar, recordar y explicar, estoy seguro que dejaríamos de huirle al dialogo y a la preocupación por el otro.

Estamos creciendo Juan, y es hora de que volvamos sobre nuestros pasos, y busquemos lo que antes no dijimos. Acá mientras sucede la función, no hay mucho que hacer al respecto. Me acuerdo del caos y si bien es cierto que juntos pudimos serenar aquel conflicto, la verdad es que aún, eso sigue vigente. Quiero contarte que desarrollé cierta dependencia con vos. Te necesito porque sé que si existe una propiedad en tu naturaleza, esa debe ser la de escuchar todo lo que siento. Esto que aquí escribo es muy personal, tan personal que a veces se vuelve reiterativo. Por eso sabrás entender porque nadie más que vos ofrece una oreja para escuchar esto que digo. De cualquier forma el problema es el dialogo verbal en relación con el dialogo textual. Son dos mundos vinculados pero diferentes entre sí. Tu puedes creer que converso de la misma forma que escribo, pero para ser honesto, en la literatura me permito errores que en el dialogo verbal, no puedo tolerar. Silvia y Daniel están atendiendo otros asuntos, y yo respeto su distancia, porque entiendo que no soy un tipo fácil de abordar. Más allá de todo estamos en función... ¿no?

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Recientemente tuve algunos problemas con mi lector de libros. Resulta que no podía controlar la velocidad de lectura. Se había setiado en la más alta y no podía cambiarla. Ahora restaurando los valores de fábrica, pude solucionarlo. El asunto es que quedó clavado en velocidad normal y si bien me deja modificarlo, no reconoce el seteo. Mal que me pese, no es tan grave.

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No debería hablarte ahora de esto, pero estoy en el cumple de Camilo y en primera instancia, no me siento tan mal. Creo que voy conociéndome. Sé que soy un desastre, pero voy aceptando lo que toca.

Estuve hablando con Roberto y al parecer todo estuvo bien. Entiendo que tal vez escribir todo lo que pienso, no tenga un resultado eficaz. Quizás sea cierto que acá sentado en la silla, solo y apartado de todos, no haga diferencia con relación a lo que fui, pero créeme cuando te digo que estoy haciendo un enorme esfuerzo para sanearlo. Me sirvo un vaso de jugo y salgo al jardín. Acá estoy mejor. En la cancha de futbol, hay dos pibes jugando a los penales. Por alguna razón, si bien es cierto que hablo mucho de mí, por otro lado nadie puede negar que todos los otros, hablan mucho de ellos. Roberto me dice que debería cerrar un ciclo y empezar uno nuevo. Tal vez tenga razón, lo que es seguro es que no me resultará fácil. Todo este asunto me hace entender, que de haber elegido otro camino, hubiera sido diferente; tal vez mejor. Es cierto que las chances de equivocarme estuvieron y siempre estarán, pero vos pensas que por salir al patio y alejarme de la reunión, estoy escondiéndome? Claro que reconozco que no me siento en confianza con personas extrañas, pero acaso Beto y Alejandra son personas extrañas?

Ayer en el asado del teatro me sentía mucho más a gusto que aquí. La cuestión es que según parece, sentirse a gusto, es lo mismo que refugiarse. Vos sabes Juan, mis temas de conversación son muy cortos. Y según veo, hablar tanto de mí, no representa solución alguna. Dicho en otros términos, a nadie le interesa.

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Tras polka

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Vos consideras de mí que yo pienso abstracto? recién hablando con Eugenia veníamos bien, hasta que en un momento me vino un olvido junto con un cálido foso de terror y sombra. La paranoia. Ahora ya en la casa de Ezequiel estamos mirando tele con miguel y Amanda. Genial. Ahora vienen Federico y Jonatán, amigos de Ezequiel, y lo único que quiero es que sea todo normal. Claro que no quiero forzarme a lo que no siento, pero creo que en este momento del día lo mejor es encontrarme con vos. Sé que pensando en vos, probablemente esté viviendo un futuro que no llegó, pero a veces es un buen refugio. Evidentemente es lógico que escribir estando nervioso no tiene caso. Es claro que no puedo fingir dialogo donde no hay historias que compartir. Esta situación me parece similar a todas esas veces donde entro a la oficina de luces, y sintiéndome como un turista, me acerco a tomar mate. Quizás dejarme abordar no sea un error. Creo que tengo que romper con esa coraza de protección que me invento cada vez que estoy dialogando en grupos cortos.

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Algo que puedo ver en Hernán, y en la mayoría de las personas que fuman, es que no pueden quedarse quietas. Esto me incomoda y me pone un poco nervioso.

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Me cambiaron el Dooku, ahora le estoy instalando unas voces, después te comento si se solucionó el problema....

Bueno Juan, el problema no se solucionó, pero con el descubrimiento de las voces de Ivona, estoy más que satisfecho. Voy a comprarme algo para comer y seguimos luego.

Al terminar de comer, quise leer El Existencialismo es un Humanismo, de Jean Paul Sartre, pero las palabras están sumamente desordenadas e inconclusas. A mi modo de ver, mi organización literaria, es mucho más amistosa que la de Sartre. Con esto no estoy diciendo que el mensaje final sea más profundo, únicamente pienso que en cuestiones sintácticas, no hay nada para envidiarle. Me resulta extraño que Eugenia me allá recomendado este libro, sobretodo porque en lugar de aclarar las ideas las confunde más. Y viniendo de ella, no creo que su propósito sea ese. Después de unas cinco páginas leídas, cierro mi Dooku, y me siento a redactar esto que te estoy diciendo. Si bien es cierto que ahora, con el Dooku, mi literatura no será la misma, estoy seguro que si existe algo positivo para destacar, eso será nuestro encuentro. ¿No te entusiasma saber que todo aquello que tú y yo hablamos alguna vez, estará más presente que nunca? Conociéndote estoy seguro que sí. Acá en el trabajo apenas son las seis de la tarde, y si bien es cierto que estoy en paz, por otro lado me gustaría estar en mi casa. La verdad es que ambos lugares, si bien son distintos, no dejan de ser similares. La única diferencia es que en mi casa tengo otra privacidad. A mi lado esta Nacho, haciendo no sé qué cosa, y en la sala esta la calefacción encendida. Al parecer el gatito negro del zoológico, hizo pis en algún lado. Lo sé porque el Turco lo vociferó cuando entró a la sala. Seguramente mañana en función Mónica va a tirar la bronca. Tal vez nos eche la culpa a nosotros porque a veces le damos de comer. ¿Pero quién no podría apiadarse de un animalito perdido? Parece que Nacho está haciendo ejercicio en la oficina. Yo no digo nada porque en este momento, no tengo muchas ganas de dibujar. De cualquier forma, si tuviera que ponerme a trabajar, aún me queda el viejo cuartito que está arriba de la cocina. Es cierto que en la vida, cuando existimos, nos cuesta mucho encontrar un rumbo. Pero también es cierto que al encontrarnos aquí, se hace mucho más fácil la convivencia. Tú y yo, tenemos que reconocerlo. Nada nos define mejor que la literatura. Probablemente escribir no sea lo que otros llaman diversión, pero te aseguro que nos ayuda en muchas cosas. Nos ayuda en la memoria, en el descanso, en la expresión, y en el estado de ánimo. No existe nada más cruel en la vida, que saber que estamos perdiendo el tiempo; porque de alguna forma, como el término lo dice, perder el tiempo es no saber cómo capturar el instante mismo en el que estamos viviendo. Mientras Nacho sigue con sus ejercicios, un breve cosquilleo me recorre la pierna derecha. Al parecer es un calambre. Será que estoy en una mala posición, la verdad no lo sé. Nacho después de terminar con sus ejercicios, agarra sus cosas y se va para el quiosco con Hernán. Sigo pensando que él y Hernán, son personas muy ansiosas. Al menos para mí, está característica es clásica en las personas que fuman. Buscan el aire libre para prenderse un cigarrillo, y si con ello pueden acompañarlo con una cerveza, mejor. En mayor o menor medida, a mí me pasa lo mismo. Claro que en lugar del cigarrillo, mi adicción tiene más que ver con el registro, que con cualquier otra cosa. Si no estoy leyendo o escribiendo, estoy dibujando. Si no estoy en la computadora, estoy tomando mate y mirando televisión. Existen determinados lugares, de los cuales no puedo despegarme. Y ya quisiera yo creer en vos, y saber que contigo no habrá nada de qué preocuparse. Si Juan, se lo que estás pensando. A veces también desconfío de mí. Por eso estoy comenzando a sospechar que mis olvidos, no son sino un producto de mi desconfianza. Esto es un tema urgente para mí, y entiendo que para ti también. Si consideramos que dentro de cada presente hay un propósito y un objetivo, estoy convencido que en este mismísimo momento, mi preocupación es resolver este asunto. Tenemos que aprender a confiar en nosotros mismos, y saber que en cada momento, hay una nueva chance de mejorar y revertir el trauma. Bajo de la cabina, y voy a la cocina. Camino por el fichero y a mi alrededor no hay nadie. Mis pasos hacen crujir la madera, y por un momento me da la sensación de estar en un edificio abandonado. Entro a la cocina y no hay nadie. El televisor y la estufa están encendidos, pero no hay nadie. La pava empieza a chillar y yo me froto las manos de la emoción. Todo esto es justamente como me lo esperaba. En este silencio ausente no hay miedo, ni paranoia. Yo sé que para muchos puede parecer aburrido, pero que importa lo que digan los demás, el asunto es que tú y yo seamos felices. ¿Y tú crees que lo somos? Ahora sí. A ver cuánto nos dura.

Me sirvo un mate, y a medida que le voy echando agua, observo la espuma que se va formando lentamente alrededor de él. Le doy un trago, y su sabor amargo me transporta a otro momento y lugar. Pienso en mi vieja obsesión por los árboles, y comienzo a entender porque los admiraba de ese modo. La quietud. Su silencio. La libertad. Su belleza. La paz. Su compañía. La gente siempre se burlaba de mí, cuando les decía que mi sueño era ser como un árbol. Sin embargo ahora que lo pienso, no me siento tan lejos de conseguir ese objetivo. Será que me siento más optimista que de costumbre? Sabes Juan, ahora me invade una emoción que no puedo disimular. ¿Será por el Dooku? ¿O acaso tendrá que ver con un mérito propio? La verdad no lo sé. Sin embargo no voy a negarte que con el Dooku de nuestra parte, la tarea se ha vuelto sensiblemente más agradable y sencilla. Termino de escribir esto, y trato de ver por un rato la televisión. En este caso como tenemos televisión digital abierta, apenas hay un par de canales para ver. El programa que están dando es el de Guido Kafka. Un programa donde los participantes concursan para ver quien canta más entonado. Apenas pude ver una chica que cantaba " Is Raining Men ", y me aburrió tanto que decidí bajar el volumen y volver a esto. La televisión es otro de los asuntos que aún no acabo por comprender.

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Acabo de terminar de leer " El color que cayó del cielo" de Lovercraft, y puedo asegurarte que aún a pesar del tiempo que pasó, es un libro maravilloso. Su capacidad de redacción en sintonía con la versatilidad de su lenguaje, hacen de este libro una obra de arte sin precedentes. Una de las cuestiones que me quedan en el tintero, es la de aprender a contar una ficción, con el misterio y la erudición que un verdadero escritor debería poseer. ¿Tú que dices? ¿Podremos lograrlo?

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Ahora mismo estoy pensando en cambiar el celular. Claro que este que tengo me ha dado muy buenos resultados, pero creo que poco a poco va cumpliendo su ciclo. Me gustaría tener un diccionario y un corrector ortográfico más confiable. De hecho este que tengo ahora, no posee ninguna de las dos cosas. Ya sé que no te gusta mucho que hable de tecnología cuando existen tantos temas para tratar, pero si supieras lo feliz que me siento, entenderías que mis demandas tienen un fundamento valido. Acabo de quedar asombrado con la historia de Lovercraft, y que más quisiera yo que aprender sus secretos e interrogantes. Si bien han pasado más de 100 años desde que todo eso fue escrito, su visión del mundo sigue estando vigente. Me intriga mucho el concepto de misterio, y los climas dramáticos y estéticos del cuento. Haciendo una autocrítica sobre mi trabajo, pienso que toda mi psicología se sostiene en base a pequeños ensayos de auto ayuda, que con muy poco sugieren la existencia de una realidad alternativa. De cualquier manera, y muy a pesar de mi admiración, sigo creyendo en vos como aquel que sabrá aprender a reparar los monstruos de su pasado inmediato.

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Llegué muy temprano al odontólogo, pero no sé si es que tardan en atenderme, o estoy muy ansioso.

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Ahora mismo estoy leyendo de vuelta el Lobo Estepario de Hermann Hesse, y siento que es un libro completamente nuevo. Me sorprendí mucho al descubrir que Harry Haller era esquizofrénico, y más aún me maravillé cuando comprendí que su naturaleza también estaba dividida, entre el lado humano y el salvaje. Según los análisis posteriores, el hombre no debería conformarse con ese estadio del alma, pues al hacerlo no logra sino más que encerrar la totalidad de lo inabordable. Por supuesto que en mi caso, la soledad y los momentos de ocio, me brindan protección y seguridad, pero también me conectan con una realidad que estando en presencia de alguien más, se vuelve insoslayable. Ahora estoy en el colectivo yendo camino hacia el teatro. Las personas viajan envueltas en una cálida letanía. Nadie se cuestiona sus propósitos, todos se sienten útiles para la sociedad, y si me lo preguntarán a mí, en este mismísimo momento creo que yo también. Tengo un trabajo decente en el teatro, y mi relación con las personas no es lo que quisiera, pero es mejor que en otros tiempos. Estoy algo cansado..... Hoy fui al odontólogo y me dijo que tengo una gingivitis. Después de haber sido atendido por el médico, me quedo una bonita impresión de persona. Era una persona entrada en años, algo mayor que mi padre, probablemente diría que de unos 70 años. Hablaba lento y pausado, y a pesar del desorden en el que se encontraban las cosas en su estudio, parecía poner especial cuidado al momento de guardar sus instrumentos. Al salir de allí, volví a casa y me puse a leer. Aun me queda mitad del libro, pero no voy a apresurarme. Pienso que de toda está lectura puedo sacar algo interesante. Acá en el colectivo hay unos muchachos hablando y repitiendo toda clase de injurias, palabras que manchan y ensucian lo único bueno que puede haber aquí. Será mi costado salvaje? no lo sé, lo que si estoy seguro es que algunas formas de hablar me irritan y me exasperan. Por supuesto que si me tocara a mí hablar con algún amigo, probablemente sería otro desastre, pero pienso que no está mal tener un poquito de sentido común y reconocer nuestros límites. De lo contrario acabas haciendo el ridículo, como estos muchachos inadaptados que están aquí, justo a mis espaldas. No hay que ser muy perspicaz para darse cuenta, que aquel día en el que les toque caer bajo sus propios pies, se sentirán terriblemente solos y desdichados. Al llegar al teatro cruzo unas palabras con Hernán y con Nacho. Les cuento un poco mi fascinación por este libro que estoy leyendo, y les señalo que el personaje principal Harry Haller, era esquizofrénico igual que yo, y que sus palabras me han enseñado a recobrar un poco, la estima que todo ser humano necesita tener para poder sentirse útil y necesario. Con respecto a mis conversaciones con vos y con los demás, me intriga saber cuál será su desenlace. Acaso seguiré siendo esto que pienso? Considerando las mutaciones del tiempo y los cambios del cuerpo, estoy completamente seguro que esto que digo, pasará a mejor vida. ¿No sentiste nunca la sensación de que podrías ser mucho mejor de lo que sos ahora, y que sin embargo por más que te esfuerces en motivar ese cambio, no aparecen sino frustraciones más hondas y ominosas que todas las anteriores? A veces me siento atrapado en un discurso envejecido y reiterativo que me encarcela y no me deja revolcarme en el barro de mi libertad así como yo quisiera.

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Viene Tomás a ver la obra, y se acerca a mí a saludarme. Cruzamos algunas palabras, y yo me muestro algo indiferente. Tengo la breve sensación de que no es apropiado iniciar una conversación con preguntas e interrogatorios, es más practico contarle al otro algo que tenga un acérrimo sentido, un propósito elevado, una profundidad más honda que la evasiva contienda del presente inmediato. Allí donde lo contrario a lo que se espera escuchar, es más punzante que una suave brisa de condescendencia. Contarle al otro un asunto de primera urgencia, es una forma eficaz de mostrar respeto. He comprobado que cuando no se toma en serio a la persona que tenemos al lado, los vínculos que tanto trabajo nos constó conseguir, se esfuman y se disuelven de un momento a otro.

Otra vez vuelvo a tener ese enorme deseo de liberarme, para ya no tener que responder a una rutina tan vil y desprestigiada como esta que me tocó en suerte. Claro que podría ser peor, pero siendo franco contigo, este trabajo no me deja otra cosa que dinero. Por supuesto que también terminé conociendo personas, que de otra forma jamás me preocuparía en abordar.

Ahora mientras hago función, quisiera aprovechar para abrir mi libro de quejas. Esto de estar aquí sentado, mientras transcurre una obra que ya vi decenas de veces, me resulta un tanto insoportable. Desde hoy que tengo la inherente necesidad de fugarme hacia otro sitio. Tal vez en un futuro próximo, pueda comenzar a valorar todo esto de estar sentado aquí sin hacer nada...... Quizás debería atender mejor lo que esta obra me quiere decir, pero no estoy acostumbrado a fundirme en un evento que no dice nada de mí. Por supuesto que los actores y actrices son maravillosos.... eso de generar un nuevo discurso y llegar a ser más que el amor, es al menos un intento de algo nuevo, pero me suena a un engaño. Es algo así como proponer un número más elevado que el infinito. Trato de poner mis ojos sobre la actuación pero no me dice nada. No logro capturar ni una sola instancia digna de lágrima y estremecimiento. Me reclino sobre la silla, me miro de cerca y recuerdo el dolor en mis ojos. Aún hoy sigo buscando ver el mundo de forma distinta. Quisiera acelerar un cambio, pero ni siquiera distorsionando lo que veo, puedo encontrar consuelo a mi desanimado espíritu.

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Morir es volver a casa...... Libro.

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Hacen no más de cinco minutos, terminé de leer el Lobo Estepario, una aventura espiritual y profunda, llena de toda clase de conflictos intrigantes, conflictos éticos, sentimentales, conceptuales y de inadvertida trascendencia. De allí aprendí del autor, que la vida es un reto con el destino. Una perspicacia, un enigma y un misterio, un proceso y un duelo contra la propia voluntad de ser mejor y perseverar. Aun cuando todo se muestre resuelto y estable, el autor propone lidiar con la locura, una locura que puede existir o no, pero que de la cual no se puede prescindir. Y que será la locura sino otra forma de buscar y revolver lo sabido?, de desordenar lo conocido para plantear un nuevo orden, de perdernos en el fondo de un interior que para entonces nos exige volver a nacer? Deseo eso, con ansias y recelo lo deseo. Quiero errar, decir una tontería y perderme, buscar en mi manicomio una nueva exhortación, necesito motivar esa culpa, saber de mi torpeza no me estará permitido hasta tanto no abandone mi personaje. Llámalo como quieras, pero hube vivido en mi caparazón por años y años, aprendí del silencio y me peleé conmigo, hasta el punto de perder mi motivación, ¿Y de que podría servir la existencia si no fuera para buscar en el caos, un velo de humanidad? Saberse débil, ya no me conmueve, quiero atontarme y volver a ser carne expuesta, quiero supurar y llorar de dolor. Quiero ver sufrir mi condición, llegar hasta el límite de lo habitable, y obnubilarme con esos juegos incongruentes que no tienen respuesta. Deseo algo mejor, y no esperaré a que eso ocurra sin antes perderme en el lodo de la ignominia y la fatalidad.

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Debo de antemano pedirte perdón, quiero que me redimas, que me dejes partir a la vez que busco tu olvido y tu vergüenza. No puedo solo, aquí sentado en la silla de cabina, no puedo ser indiferente a la función que transcurre en mis oídos y a través de mis sentidos. Te pido disculpas porque no puedo desasociarme, ya verás que no soy libre, el concreto de las paredes me encarcela a mis obligaciones y tareas, me asfixia el hedor de está rutina tardía y ponzoñosa, como el agua estancada de mis viejos recuerdos, de mis empobrecidas alucinaciones. Aun apesar de mi pecado, no hay ningún otro culpable, más que mi propia complicidad. Tú eres tan culpable, tan indigno y servil como yo. Pero quien soy yo? Quien eres tú? Que es esto que nos rodea, cuando la causa de esta realidad envejecida y estéril es el producto de todas mis quimeras, de mis ilusiones fantasías y creencias? Necesito dejar de planificar mis movimientos, y atreverme a dejar de ser ese tonto que se oculta y se refugia cobardemente de tras de su estúpido y visceral orgullo. Quiero encontrarle un sentido a la poesía, necesito explorar mi lenguaje y desvestirlo, amarlo por su torpeza y rustica sibilancia. Así quiero volver, cubierto de heridas e infecciones, quiero bordear la muerte, ser desterrado y despreciado tanto más por mí que por los demás. Durante mucho tiempo he odiado mi incongruencia sin sospechar que ese germen le dio un propósito a mi viaje. Ahora he de volver a enfermar, ahora he de padecer la innominada frugalidad de mi propio saber, quiero ser víctima de mi propio reclamo, sin compadecer mi lamentable estado. No quiero lucidez sin haber ignorado, quiero jugar con fuego para sentir en su proximidad, el calor confortable y peligroso a la vez, quiero aproximarme finamente a sus márgenes sin llegar a quemarme. Así conoceré de una vez por todo el límite de mi propia tolerancia.

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Veo que esas emociones que me expulsan, me rechazan y no me dejan habitarlas, están en complicidad con mi cobardía. Hasta no haber reunido valor y atrevimiento para llenar ese vacío, seguiré vagando y rebotando por aquellos rincones que desde entonces han sido mi refugio. Pero ya no hay conformidad posible, me obligo a la tortura y al flagelo con el fin de provocar una grieta en esta coraza estrecha e incómoda, en este cascaron que a la vista de mi larga edad, es pueril e inapropiado.

Capitulo 4

Tú me preguntas a mí porque siempre he buscado la soledad y la reclusión, y a decir verdad, ahora mismo termino por comprender la razón. Aquí reclinado sobre el asiento de la consola, mientras nacho juega a los video juegos en el escritorio de la oficina, Andrés, Silvia, y Carlos se reúnen a hablar de filosofía, existencialismo y espiritualidad. Si bien de alguna forma me avergüenza escuchar un razonamiento tan corto y estéril como este, me presto al instante y atiendo expectante, la sinfonía de sus reflexiones. Podría levantarme ahora mismo y salir de aquí, alejarme y escabullirme  subrepticiamente, lo suficiente para evitar que sus palabras me alcancen. Podría además perderme en otro destino hasta ver como toda está insignificancia se deforma, agoniza, y desaparece. Viniendo de personas mayores y con algo de experiencia recorrida, no puedo evitar sentir cierta nausea, indignación y preocupación. Me aterra ostensiblemente saber que en un futuro próximo, llevando por esta vida burguesa de comodidad y lentitud, acabaré convirtiendo mi discurso filosófico en una suerte de vomito ponzoñoso y viceroso, igual a este que me toca escuchar. Todos somos presos de nuestras creencias, y llegamos al cenit de nuestra satisfacción, solo con el contacto lejano de aquella la sabiduría que predicamos. Vamos ya! Porque tengo que sorber este veneno? De que sitio proviene la espina que inyecta este hedor? Aquel fatídico aroma que va contaminando y viciando todo este aire que respiro, es a buenas y a primeras, intolerable e invasivo. Como esperas que pueda evadirme hacia una ficción, una fantasía, o mundo mágico y alternativo, cuando todo este planteo pseudoespiritual, me arrastra de los pelos hasta aquí, y azotándome sin cortesías, me obliga a responder caprichosamente a su llamada. Siempre soñé con poder evadirme de este sitio presente que me tiene como protagonista del hecho, pero te reto a que lo intentes. Debería bajar yo las escaleras, quitarme los lentes, caminar con paso firme hasta la sala, y al llegar allí, interrumpir la conversación y decir. Ante todo pido disculpas por mi intervención, si no es molestia, no podrían ustedes mostrar un poco más de humanidad y erudición. Ya que estoy aquí clavado en la tierra de mi propia responsabilidad, no podrían ser acaso más piadosos y responder a tales cuestiones revelando enigmas trascendentales, como si alguna vez hubieran tenido que pasar por ello? Naturalmente después de haber dicho esto, me marcharía de vuelta a mi rincón, sin esperar acaso ninguna respuesta. Pues aunque quisiera ver que todos ellos se apiadan de mí, cumpliendo con mi plegaria, sé que todo ello jamás será posible; mientras su mente y sus neuronas sigan aferradas a la cómoda naturalidad de lo políticamente correcto, no veremos sino solo la cascara que recubre el asunto. Aun siendo que esto es pobremente reiterativo, sé que soy yo quien debe aprender a extraer el fruto de toda esta maleza.

Al finalizar pongo la pava, y mis camaradas me invitan por primera vez en mucho tiempo, a pasar a su camarín.

Fantástica, esclarecedora y entrañable conversación con Andrés, Marcelo, y Hernán. Hablamos y profundizamos en varios aspectos, y si bien no sabría decirte específicamente el tema que tratamos, el evento resultó ser mejor de lo esperado. Mientras tomábamos mate y compartíamos nuestras experiencias, nos mirábamos los unos a los otros como si nos conociéramos de toda la vida. Andrés prestaba atención caviloso y sombrío, sobre sus ojos se hundía el silencio, el ominoso misterio de un hombre que ha transitado todo tipo de fatalidades. Siempre lo sentí cercano, casi como si fuera un consejero, o un guía. Tal vez para mí sea hoy lo más próximo a un maestro. No puedo negar que siento cierto respeto y admiración por él. Si prestas un poco de atención verás en su semblante una presencia lejana y lúgubre, preocupada y distante, pero plenamente habitable. En la charla, les hable de ti, y de la importancia que tiene para mí nuestra relación. Puede que este sentimiento no sea más que otra muestra de arrogancia, pero me parecía importante mencionarle a mis compañeros, lo mucho que me has ayudado a lo largo de mis tediosas y estrangulantes inquietudes.

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Vuelvo de la panadería con tres empanadas de pollo. Afuera el día está despejado, pero mientras camino sopla un viento helado que me obliga a ponerme la capucha y a taparme la boca con el buzo. En la esquina de Plaza Italia me encuentro con Nacho y con Hernán. Yo los miro con indiferencia y ellos me saludan cordialmente. Después de haber estado repasando viejos diarios con mi Dooku, me siento algo lejano y taciturno. Por un momento siento haber reencarnado nuevamente en mi antiguo yo. Nacho mantiene distancia y mira todo desde la perspectiva de un pensamiento enaltecido e indiferente. Ninguno de los dos puede ocultar que en el fondo somos parecidos, y así como dicen los psicólogos, los polos iguales se repelen. Caminamos sin hablarnos, y yo no puedo fingir mi neurosis. Esta vez no quiero jugar a ser normal. No quiero reír, ni tampoco hablar nimiedades que traten sobre este presente viejo y desvencijado. Entro al teatro y allí en un rincón, tras un numeroso grupo de gente, aparece Chiche, mi amigo Chiche. Aprovechando la oportunidad, y en un esfuerzo por sobresalir del resto, Chiche se burla de mi aspecto pálido y famélico. Que pasa Juanma, tenés frío? Yo lo miro con seriedad y luego respondo. Te reto a salir a la calle a ver cómo se siente. Paso de largo sin mirar a nadie, y me voy derecho hasta el camarín donde estoy ahora. Abro el paquete, y una a una empiezo a comer mis empanadas. A veces siento que estas mismas personas que admiran y reconocen mi trabajo, por otro lado, me odian y me desprecian. Y siendo que soy un hombre sumamente rezagado para mi tiempo actual, bien ganado lo tengo. En este aspecto compadecedme me sabe a infantil y reiterado, tendré que tocar un objeto y entender que en este presente, aún puedo accionar. Sé que es equivocado echarles la culpa a los demás de mi pereza y de mi falta de creatividad, pero ahora mismo no quiero que nadie se involucre conmigo. Justo cuando más silencio necesito, Hernán entra a la oficina, se para junto a mí, y me mira de soslayo con una mueca sutil y pervertida. Yo muestro indiferencia y él con un tono burlón me dice. Válgame Dios, ya te comiste las empanadas? Al ver que no le contesto nada, él se acomoda el cuello de la camisa y se va. Cuando estoy bajo una neurosis, reconozco que no soy muy tolerante con las personas, y ahora en este mismo momento después de todo lo leído, no puedo evitar reconciliarme con mi viejo propósito de habitarme. Una vez más, vuelvo al inicio de mis reflexiones, al germen de mi parálisis social, y con ello, aquel ogro adormecido que alguna vez torturó mi alma, surge de la profundidad de mis olvidos, y cobra vigencia aquí en este tiempo, que más allá de mi dependencia y vulgaridad, quiero poder abrazar.

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Después de haber estado repasando algunas viejas anotaciones, comienzo a entender cosas que antes no podía ver. Por ejemplo cuando mencionaba aquel susto que me provocaban las formas físicas, no me refería sino a todos los objetos y cosas que nos rodean. Se sabe que un escritor, debe ser siempre muy hábil a la hora de utilizar estos elementos para componer su relato. En cambio yo, ansioso y como soy, no puedo dejar de perderme en mi propio interior. Equivocadamente durante muchos años, pensé que integrar la materia en mis relatos y reflexiones, era un error y una pérdida de tiempo, sin embargo la experiencia a través de mis textos, me ha llevado a redescubrir cierto placer por las formas físicas. Cuando se hacen descripciones y se nombran objetos y cosas que rodean la escena, se vuelve muy fácil para el lector visualizar e interpretar el contexto en el que está situado el personaje. Aun haciendo esta consideración, y sabiendo lo mucho que me gustaría contar una ficción, no puedo prometerte nada de eso, pues es que ahora mis deberes en el teatro me tienen penosamente atado a mis obligaciones. ¿Cómo evadirme entonces de esta realidad? ¿Cómo crear una realidad loable cuando a duras penas llego a capturar la belleza de donde vivo? No quiero encerrarme en mi propia neurosis, ni dejarme desanimar por esta pereza, pero donde voy a sacar motivación cuando mi aventura es ligera, débil y asustadiza. Si realmente deseo acceder a otro sitio, primero tengo que aprender a articular los elementos existentes de manera tal que con ellos pueda imaginar una forma física. Si entonces comienzas a notar ciertos cambios en mi literatura, te pido que no me juzgues, no creas que estoy tentado en engañarte. Tú comprenderás que las escenas forman recuerdos, y así mismo deberías saber que toda esta experiencia física, será habitable tanto para mí, como para ti. Deberíamos ahora mismo aprender que para contar una historia, se hace indefectible separar al narrador del espectador.


Canto unas canciones con mi guitarra. Me siento en el living y con algo de sabor a libertad, trato de improvisar algunas notas. Sé que me prima Cecilia que esta abajo cuidando a mi sobrina, podría escucharme y sentirse molesta, pero aun así yo me siento con el derecho a cantar y trato de no darle importancia. Escucho entonces unos silbidos que vienen desde abajo. Supongo que es ella pero no le doy importancia y sigo con lo mío. Al rato en el éxtasis de una canción, escucho pasos y veo una sombra que se proyecta sobre la pared de la escalera, alguien sube. Animado pienso que es mi prima que sube con Amanda para escucharme cantar, pero al instante me percato de mi error. Resulta que es Juan, el albañil que trabaja en la casa de Miguel. Sube a la terraza algo molesto, y se pone a martillar no sé qué cosa. Él era el que silbaba insinuándome que guardara silencio. Yo lo miro y veo en sus ojos, un velo de reprobación, y aunque nota mi presencia no se inclina ni me saluda. Entonces yo, sin otro remedio que dejar de cantar, guardo mi guitarra y me voy a bañar.

Ya más tarde, después de limpiar toda la casa, me siento en el sillón y pienso un poco en estos hechos. Siempre me ha gustado la música, pero durante muchos años he peleado y resistido las adversidades, con la esperanza de sacar algo bonito de todo ello. Me inclino sobre el respaldo y ahora lo veo. Pienso que hay sobradas razones para que Juan se halla mostrado ofendido por mi actitud. Y es que mírame. Aquí estoy con mi casa, sentado disfrutando de la más sublime libertad que jamás nadie podría cuestionar. Tengo la chance de hacer mate, escribir y comprar todo aquello que necesito para ser feliz, pero aun así, en un acto de arrogancia y desconsideración, continúo insistiendo con tocar mi guitarra y cantar para nadie. Durante mi estadía en el departamento de Honorio, siempre pensé en ello. Me aterraba saber que al mudarme, no podría seguir incursionando en la música. Cuando vi cómo iba a ser mi próxima casa en Somellera, supe inmediatamente que cualquiera fueran los ruidos que yo pudiera hacer, se escucharían en la casa de abajo, y viceversa también. Ahora después de este último incidente con Juan el obrero, y repasando algunas cuestiones éticas sobre la gratitud y la conformidad, me doy cuenta que me ha llegado la hora de crecer. Tú y yo sabemos que gran parte de nuestra vida, ha consistido en tratar de hacer algo con la música. Y aun habiendo sido abucheados y agredidos, continuamos orgullosamente sin hacer caso a esas advertencias. Hoy todo ha cambiado, aun sabiéndome adulto, no puedo seguir jugando ese juego. Es lógico que en el tablero las piezas han cambiado de lugar, y sería necio pretender negarlo. Es cierto que la música representa una parte importante en mi vida, pero siendo completamente honesto, jamás ha sido lo suficientemente punzante como para postergar mi primer objetivo. Agradecer. Humanamente necesito acercarme a las personas y aprender a ver en ellas, su más sincera y autentica motivación. Tocar la guitarra es lindo, pero jamás podría perdonarme si con ello estuviera develando mi forma física. Eso sería como pretender invadir un territorio que no me pertenece. En un escritor, en un poeta y en un artista, la sensibilidad nace de su propia carencia, y como podría yo desarrollar mi sensibilidad, si aun teniendo pleno silencio para pensar, imaginar y crear, grito como un loco que se deja guiar por un sentimiento Dionisiaco, irreverente, visceral, e inescrupuloso. Vamos amigo! Hay gente viviendo aquí abajo. Gente que quiere algo de paz para amar y disfrutar la vida. Por qué voy a obligarlos a que me escuchen cantar? Que acaso no te das cuenta? Tan inadaptados somos que aún seguimos queriendo llamar la atención de los demás? No es justo obligar a que otros cuenten tu historia, sería indefinidamente más honesto que tú aprendas a contar la de ellos, si es que acaso te sientes con el derecho a llamarte músico.

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Viajo en el auto de mi padre camino hacia el correo. Voy a retirar el dinero correspondiente a la tarea que desempeñé como autoridad de mesa en las últimas elecciones. Al llegar ahí, me atiende un muchacho joven pero algo pálido, le entrego el DNI, lo observa dándole un sorbo al café, y empieza a ingresar unos datos en la computadora. Lo veo tipiar en el teclado a gran velocidad y me sorprende ver que a pesar de ello no comete errores. Pienso con total sinceridad que si entonces se dedicara a la música sería un maravilloso pianista. Termina de imprimir unas fotocopias, y de la caja me entrega mil seiscientos pesos. Al salir del correo, cruzo la calle y me subo al auto. En el viajé voy mirando por la ventana. Pienso en el formidable sueño que tuve anoche, y no me decido a contárselo a mi padre. Otra vez esa distancia que me separa entre muros, otra vez ese miedo a decir una tontería que pueda incomodar al otro. El coche dobla a la izquierda por la vereda del parque. Porque doblaste por acá? pregunto. Quería ver algunos árboles, dice él. En esta época que comienza a florecer, me gusta pasar por acá y sentir el olor a eucalipto. Vos lo sentís? Si, lo siento - digo yo sonriendo - y lo miro algo extrañado por su apreciación. Al llegar a casa mi madre me enseña su televisor nuevo, y yo aprovecho para comentarle el incidente que tuve con mi lavarropas. Al parecer ya cumplió su ciclo.

Al terminar el almuerzo, saludo a mis padres y me voy para el trabajo. Viajo en el colectivo y después de conseguir un asiento, trato de leer en el Dooku algunos textos del dos mil catorce, pero las reflexiones se hacen lentas, aburridas y reiterativas. Cierro el Dooku me pongo la capucha, y trato de dormir. Al llegar al teatro veo que ya está terminando el evento del Botánico. Me encuentro a Sandra en la puerta, y la saludo con cierta indiferencia. Subo a la cabina y desde allí lo veo a Nacho y a Hernán trabajando en el escenario. Yo me quedo cruzando unas palabras con Carlos, hasta que los veo subir a la cabina. Saludo a Nacho tibiamente y luego a Hernán. A este último le comento mi pequeño percance con el lavarropas, y si bien no parece importarle, me escucha con atención. Después de hablar unos cinco minutos, Hernán y Nacho se van a sus casas, mientras tanto yo me quedo solo en el teatro. Me recuesto en la sala, apago las luces y trato de dormir. Me muevo a un lado, y después al otro, pero francamente, no puedo conciliar el sueño. Voy al supermercado, me compro una Cindor, y trato de leer algo en el Dooku, pero siendo franco, la lectura me aburre. Después de tomarme un litro de Cindor, me siento a un lado de la computadora y me reclino sobre el asiento. Estoy sumamente aburrido. Saco mi celular y trato de escribir algo, pero siendo completamente honesto no sé lo que decir. Para estar así como estoy ahora, sería mejor pasarlo en mi casa.

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Poco a poco va apareciendo otra vez, aquel desprecio injustificado que algunas personas tienen para conmigo. Resulta para mi prácticamente imposible, no sorber este mal trago que dichas gentes me obligan a beber. Entrar al teatro, y saludar amistosamente al muchacho de boletería, sin que por ello me devuelva el saludo. Pasar por al lado de esa rubia obesa de peluquería, y contemplar cara a cara su hostil y amarga indiferencia, llena de ese aire de superioridad y autosuficiencia que tanto me enferma. Caminar al lado de Daniel, el pelado de maquinaria, y aun habiendo compartido con él muchos años de trabajo, saber que por más que lo mire directo a los ojos, seguiré viaje como un fantasma que ha pasado a mejor vida. Claro que me llamaría dichoso si al menos me regresaran el saludo, sabiendo que es la primera forma de respeto, que uno le debe al otro, pero tampoco soy tan tonto para saludar a quienes no desean mi atención. Si quieres saber la verdad, es cierto, me duele la indiferencia, pero siendo que estoy comprometido con tu causa, mi consejo es este. Si a la mente se la combate con más mente, entonces es lógico que al desprecio se lo resuelve con más desprecio. Siempre me preocupe por ser atento y respetuoso, pero no voy a flagelarme por personas que no valen la pena. Después de todo, jamás les he dado motivos para que se comporten así conmigo. Putos.

Después de esta breve catarsis por un odio almacenado que no alcanzo a resolver, bajo a la cocina a prepararme un mate. Pongo la pava y mientras se calienta el agua, veo una sombra escurridiza que sale rápidamente bajo la mesada en dirección al patio. Yo me asomo por la puerta y alcanzo a ver detrás del árbol, dos pupilas fluorescentes, que resplandecen sobre una mancha oscura, en actitud vacilante. De nuevo el pequeño gatito, se hecha unos pasos atrás. Mira hacia ambos lados y olfatea buscando comida. Me acerco cauteloso, y le susurro unas palabras amistosas. Desde mi camarín, le alcanzo un comedero con algo de alimento para gato. Y entonces el pequeño felino, acercándose timorato, toma un trocito y lo prueba con delicadeza, hace la prueba con otro, y al enterarse de su apetito, comienza a devorar casi sin masticar. Yo sonrío al verlo mover su cola en señal de satisfacción, y se me ocurre dejarle comida siempre que pueda. Este animalito, es un gato negro de ojos amarillos, que para mi gusto, es demasiado pequeño como para procurarse alimento por sí mismo. A pesar de su desconfianza con la gente, lleva con sigo un collar rosa que algún dueño desprevenido, en algún momento de inesperada clarividencia, le colocó para evitar su irrevocable paradero.

Ahora estoy en la cabina tomando unos mates y tratando de mirarme de cerca. Sabes Juan, no me siento tan mal con este silencio, claro que me gustaría profundizar un poco más sobre esto, pero es que abajo en el camarín de luces, el Turco, Rubén, y Carlos, gritan injurias como si estuvieran desafiando al destino para que los juzgara por sus blasfemias y recelos. No me voy a santificar lavando mis culpas con los pecados del otro, pero si voy a ser franco, no tolero el griterío ni el jolgorio. Podrían al menos tener la delicadeza de cerrar la puerta no? Pero claro. Es lógico que todo payaso necesita de un público para que sus estupideces se conviertan en arte. En este caso el público que los recibe con un puñal entre manos, soy yo.

Capitulo 5

Voy leyendo algunos textos sobre mi primera internación, y a decir verdad, aún a pesar de encontrarme con una forma de odio hacia los demás un tanto excesiva para mi edad, el saldo general fue positivo. Siendo que la lectura en el Dooku es notablemente más dócil, el acceso a mis viejas historias fue una experiencia tan completa e inmediata, que aún no salgo de mi asombro. Siendo consiente de todo mi resquemor y desprecio hacia el mundo, encuentro en esta lectura, un goce secreto, íntimo y personalizado. No puedo describírtelo con objetividad, pero emocionalmente me deja una sensación sublime e incomparable. Es como si hubiera liberado de su condena un alma envejecida, cansada ya de vagar en el dolor y la desdicha. Si bien no puedo evitar horrorizarme con aquella semántica, el saldo general es positivo, tal vez más de lo esperado. Ahora mismo estoy sentado en la cocina tomándome una fanta y descansando un poco de mi propio caos. Puedo imaginar los árboles meciéndose con el viento, salpicados de luces radiantes y cegadoras, en una noche barroca de colores tímidos y escurridizos. Una vez más me inclino sobre mi voz interior, pues entiendo que solo con ella se hace posible la construcción de un sitio habitable. Arriba esta Nacho haciendo la función. Lo encuentro algo desanimado y decaído. Tal vez sea porque no pudo concretar su relación con esa chica de la cual estaba enamorado. No lo sé. Mientras tanto, Hernán da vueltas de un lado a otro. Sale al patio, se prende un cigarro, y tararea unas melodías. Hoy me burlé de él llamándolo "tararira", y muy contrariamente a lo que imaginé, se lo tomó con humor. Frecuentemente suelo hablar mucho sobre mi pasado, y creo que está no fue la excepción. Sentado en la cocina del teatro, con la estufa encendida, y habiendo acabado de leer un viejo texto de 350 páginas posterior a mi primera internación, Hernán se acercó a mí y me preguntó de qué iba lo que estaba leyendo. En principio agaché la cabeza algo contrariado, pues sabía que explicarle algo de todo esto me iba a llevar tiempo, pero con el correr de las palabras, todo aquel pasado fue tomando nueva forma, hasta ver cara a cara, frente a mi ojo mental, los últimos diez años de mi vida. Es cierto que hay días donde imploro que se haga la hora para regresar a mi casa, pero creo que en está ocasión fue el tiempo el que se aceleró para dejarme volver a donde pertenezco. De hecho ahora mismo, aquí estoy, hamburguesa y Martini de por medio, sentado en el sillón escribo, mientras escucho adormilado, la hermosa sinfonía del extractor a tono con el repiqueteo tímbrico del encendedor Sipo que tiene Ezequiel.

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Es un sábado veintinueve de agosto del dos mil quince. Me encuentro sentado en el sillón del comedor descansando de mi enfado y mi indignación con el mundo. Desde aquí puedo escuchar a mi sobrina Amanda, balbuceando unas palabras desconsoladas, cuyas estrofas, convergen en un llanto. Entre ruido de platos y cubiertos, mi hermana le canta una canción para calmarla. En la pileta Ezequiel lava los platos y se suena la nariz con fuerza. Yo desde aquí contemplo la situación, sin otra alternativa más que la de pensar, por encima de todo esto, para no ser absorbido por la nada misma. Amanda vuelve a llorar y ahora es Ezequiel quien le habla. Entre toda esta historia de compañía y tolerancia, el motor de mi heladera susurra sibilante una tonada eléctrica y monocorde, me dejo llevar a través de su melodía, me adormece hasta volverme uno con la historia. Abajo mi hermana le pone un video a Amanda para entretenerla un rato. Son los Minios que cantan una canción alegre y festiva. No sabría escribir el nombre de dicha canción, pero como no quiero quedarme con la duda me levanto pesadamente del sillón y la googleo en mi computadora. La canción se llama " Why MCA". Me hace acordar a un viejo programa de juegos que yo veía cuando era niño pero que ahora mismo no recuerdo. Lo busco en internet pero no lo encuentro. Vuelvo a mi sillón sintiéndome algo decepcionado de mi pésima memoria. Pienso que el hecho de no recordar un asunto tan trivial como el nombre de un programa, hace de que al mismo tiempo, me esté olvidando de otro tipo de cosas mucho más importantes. Escucho a Ezequiel salir en dirección a su auto. Julia le pregunta dónde va, y él le contesta. Tengo que hacer varios viajes. Al rato vuelve a entrar, dice algo confuso y vuelve a salir. Mientras tanto mi hermana se queda allí junto con Amanda. Ambas se miran maravilladas, y se funden la una dentro de la otra. Se abrazan, se besan, se ríen y se festejan. Entre ellas se protegen, y en el tacto de sus manos, despejan el desánimo y la crueldad de lo escaso. Las escucho hablar desde aquí, y sé que ya lo tienen todo. La madre con su experiencia, y la hija con su deseo de aprender.

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Entro a la panadería y observo la enorme cantidad de cosas deliciosas que hay para comer. Saco mi billetera y si bien todo lo que veo aquí  es accesible para mi bolsillo,  me atormenta considerar la multitud de gente que daría hasta lo que no tiene por solo una porción de estos manjares. Sería egoísta y desagradecido si no me sintiera afortunado. El señor que atiende en la caja, demuestra una alegría que me es muy difícil de creer. Su conformidad es algo grotesca para el trabajo que le toca hacer. Yo me acerco a él tratando de empatizar con su alegría, pero al intentar sonreír, siento un rechazo involuntario y atípico; es como si los músculos no me obedecieran. Que te cobro me dice él? Un sándwich de jamón y queso, con lechuga y tomate. Veintinueve pesos. Al entregarle el dinero, su mano presurosa deja caer los billetes sobre el mostrador. Bueno, parece que están vivos dice él. En ese momento hubiera querido decirle que todo lo que nos rodea goza de una vida propia, pero luego me contuve. La verdad no quiero hacer el ridículo. Al llegar al teatro, veo a todo el personal en la puerta, y en un costado, apoyado sobre la reja, lo encuentro a Hernán fumando un cigarrillo con su típica sonrisa burlona. Bueno, parece que te compraste la merienda, dice él riendo irónicamente. Yo no puedo evitar indignarme por su estúpido comentario, y sin fingir mi irritación, lo miro con ojos llenos de ira y desprecio. Otra vez ese fuego jactancioso que brota en mi interior involuntariamente, quemándome las vísceras. Paso por al lado suyo, y tras aquel fastidio, saludo a Nacho que fuma cual chimenea de herrero. Paso a la oficina y llevado por mi instinto salvaje, devoro el sándwich en apenas diez minutos. Mientras hago la digestión sobre mi silla, escucho a tararira entrando a la sala. Yo no sé si me persigue o qué, pero tengan por seguro que toda su ansiedad me pone los pelos de punta. A caso no puede sentarse en un lugar, y quedarse quieto? Me encantaría volar hacia otro sitio, lejos de toda está condenada existencia. Un tanto más distante se escuchan las blasfemias del Turco cruzando injurias y calamidades con Chiche el zaparrastroso. Del otro lado Nacho pasa por la sala una música agresiva y satánica, que traduce mi estado anímico con un brillo denso y refulgente. Que bien que se siente estar enfadado. Casi por un momento alcanzo a comprender a todos esos putos que me esquivan la mirada, y me niegan el saludo. Me acomodo en mi silla y disfruto de mi indignación. El ser humano a veces me da asco, y aun siguiendo está lógica, no puedo evitar sentir asco por mí, y por tu desagradable actitud de acomodarte sobre el colchón de mis logros. Entra chiche silbando estúpidamente una melodía que nada tiene que ver con esto que suena en la sala, y tratando de hacerse notar dice. Rata Blanca no? Entonces Nacho frunciendo el ceño algo indignado dice. No papá, nada que ver, esto es superior. Estoy comenzando a darme cuenta que Chiche me cae muy mal. Nunca me devolvió los 100 pesos que le presté. Esa tarde me dijo. Yo no soy como esos que no tienen palabra, cuando tenga un mango te lo devuelvo. Así fueron pasando los meses y nada. Si bien es cierto que 100 pesos no me hacen la diferencia, me indigna que se burle de mi memoria. Trato de hacer un lado estos sentimientos en todo repudiables, y busco poner mi atención en Demian. Saco los auriculares, pero ni bien doy un vistazo a las primeras páginas, la música Dionisiaca de Nacho, me quita de mi lectura. No puedo evitar sentirme invadido por toda esta realidad, que ha comenzado ya a embestirme desde diferentes sitios. Estos hombres llamados a ser mis amigos, no hacen otra cosa que quitarme de mis labores. Estoy furioso con la crisálida culpa de sentirme a gusto por ello. Será que soy esquizofrénico, será que soy un discapacitado, será que no puedo adaptarme, será que no funciono y soy defectuoso, la verdad no sé lo que será, pero ahora mismo, después de haber regresado diez años en el tiempo, no puedo evitar volver a ser quien fui. Quizás sea ese el riesgo de volver en el tiempo. Es perturbador y exquisito, es furia y amor. Ser solo, es placentero; mientras pueda ejercer cierto control con mi celular, no será todo absolutamente estéril. En el Photoshop la herramienta licuar, me ha enseñado a dibujar, y ahora el Dooku con su sintetizador de voz, puede enseñarme a ser trascendental y hablar correctamente. A mi lado Nacho y Hernán idolatran a los músicos que suenan en la sala, y mientras se van en halagos, se olvidan de su oxígeno, se ahogan, se asfixian y se retuercen mientras ven morir su pasado. Ahora que lo pienso, odiar no es tarea fácil. Al crecer, justo cuando el tiempo nos aleja de lo que fuimos, el odio que alguna vez tuvimos contra el mundo, cambia de lugar y se distribuye entre todas aquellas cosas que nos rodean. Tal es así que tan solo un objeto, una taza, o el cielorraso de una sala, puede hacer hervir la carne de mis viseras, hasta quedar ronco de un grito. Será que verme aquí, sin atender mi blog de dibujo, me animaliza al punto del flagelo cívico y moral. Debería conformarme con oxigenar todo este caos, pero no puedo evitar sentir que toda esta gente que aquí me rodea, me ensucia con todo su sentimentalismo y juicio de la razón. En este mar donde todos hacen la plancha, en está sórdida comodidad burguesa, quisiera yo nadar en una nueva dirección, sentirme libre de explorar las tierras, pero son tantos los que transitan estás aguas, son tantos los caminos que se han pavimentado, que no puedo evitar seguir una senda que otros sujetos ya han transitado. Soy arrastrado por ellos, por todos los que aquí viven y aquí vivieron. Me da nausea copiar a otro, pero más nausea me da ser un completo imbécil. Cruzó unas palabras con Sandra, pero si bien tengo una buena relación, nuestro dialogo roza lo ridículo e innecesario. Veo que por esa razón le escapo a la gente, lo hago porque en esas conversaciones, me cuesta mucho encontrar el estímulo apropiado. Podría yo intentar mostrar interés en esos diálogos, pero sería antinatural y forzado. Tú piensas que estaría bien obligarse a buscar la flor, en el desierto mismo de la vulgaridad y la indiferencia? Es lógico para mí sospechar sobre la humanidad del otro. Es cierto que quisiera observar su filosofía y contemplar su introspección, pero no piensas tú que en ese caso estaría yo involucrándome en una intimidad, que a buenas y primeras, no me corresponde? Debería entonces conformarme con la sospecha y el misterio? Debería aprender a idolatrar el enigma de la palabra, la respuesta impredecible y espontánea, su falsa ambigüedad teñida de sabiduría? y si acaso no me satisface, debería al menos entender que nada de esto es completamente inútil? Es física pura. Piénsalo. El hecho de comer representa una satisfacción corta, que desaparece al momento de tragar el bocado. Sin embargo luego de haber degustado esos manjares, el recuerdo que nos deja, nos lleva a querer volver sobre dicha experiencia. Creo que más o menos con las personas pasan lo mismo. Hay sabores que no me gustan, pero si entendemos que hay determinados alimentos que se comprenden con el tiempo, por su parte tarde o temprano, después de persistir, acabaremos por amar todo aquello que alguna vez odiamos. A mi lado esta Silvia la madre de Nacho, mientas Rubén juega con su celular, la función transcurre sin interrupciones. Ninguno de nosotros parece estar atendiendo la obra. Mientras la mujer barbuda recita un texto de Kafka, yo me voy dando cuenta de que ayunar con el único fin de legalizar la historia, es la actitud más noble y desinteresada que se podría hallar. Sabes Juan, veo que me cuesta mucho soltar el celular y atender la función. La verdad es que pienso, y eso es inevitable, que me duele mucho saber que al soltar todo esto, mi vida aquí desaparecerá para siempre en el olvido. Esa vieja mitología que aconseja poner un pensamiento por encima del caos, está aquí conmigo. La muerte del alma debe ser motivada por la endiablada proeza de aceptar el caos sin hacer el esfuerzo de cuestionarlo, y de organizarlo. Entre estas dos polaridades debe haber un fruto, lo sé. Tanta maleza y yuyo, tantos pantanos y bestias al acecho, que ya sabrás entender que para lograr el equilibrio estoy obligado a registrarlo todo. No sería fantástico si los científicos considerando nuestra necesidad, pudieran instalarnos un dispositivo inteligente con la capacidad de registrarlo todo? Tal vez así podríamos dejar esa insoportable necesidad de atrapar el viento. Para que buscar estúpidamente la admiración del otro, cuando aquí desde la cabina de sonido, no le importo a nadie más que a vos, a ese, mí ser multiforme y degenerativo, a mi ella, a mi voz interna, a nuestra construcción neurológica emocional, a ese, a mi oxígeno.

Mientras transcurre la obra, podría yo escribir un ensayo entero sobre los pasos que se deberían seguir para darle sentido a todo esto, tan extraño y lejano a mi sangre, que no puedo evitar sentirme un turista. A medida que más pasa el tiempo, más cerca estoy de amputar mi presencia de una realidad que me adopto como suyo, sin ser parte de su medula. Aquella misma me presentó su mundo, sin sospechar jamás que la edad, y la conciencia de pasado, abrirían devuelta la llaga de mi primer estigma. Ese dolor no por nuevo conocido, ha despertado una vez más mi curiosidad. Aquel principio único se ha fragmentado en mil partes, y de todas ellas me pregunto. Quien soy yo?

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Creo que generacionalmente las relaciones se hacen mucho más difíciles cuando las edades y los intereses, son distintos. Trato de hablar con mi padre, le balbuceo unas palabras, pero con algo de indiferencia pasa por delante de mí y no me responde. Siempre tuve la preocupación de sentirme parte de los conjuntos, pero por más que sean personas conocidas, no logro relacionarme como yo quisiera. Estoy frente a la parrilla, mientras Ezequiel acomoda el fuego, revolviendo las brasas y acomodándolas estratégicamente debajo de la carne, yo lo observo fascinado como si contemplara un cuadro de Rembrandt. Sumido en la incómoda densidad del silencio, del otro lado del patio, en el cuarto adjunto, allí donde solía dormir la abuela Amparo en sus últimos años, Miguel pone algo de música. Esta vez es Pink Floyd. Hago una pausa en mi relato, y le doy un trago a la cerveza. Dado que entre el cumple de Federico y Miguel hay un mes de diferencia, aprovechamos la oportunidad para entregar ambos regalos a los dos. Ya no sé dónde quedo todo ese odio injustificado y ambiguo que en aquellas épocas predicábamos contra ellos. Desde el patio junto a la parrilla, le doy un trago a la cerveza, y miro hacia la cocina. Allí esta Amanda, Julia, Miguel, Cecilia, Luciana y mis padres. Mientras los veo reír y pasar un buen momento, me pregunto qué clase de bestia he sido para odiarlos así, tan injustamente. Comprendo que con ello pretendía obtener mayor distancia de la que tenía hasta ese momento, y si bien la obtuve, el costo final fueron años perdidos en ideas fijas, y discursos chatos sobre existencialismo, soledad, y falsa modestia.

Mientras voy en colectivo, delante de mí, hay tres personas jóvenes vestidas con camisetas de river. Mientras toman fernet con cola, hablan bajo y no molestan a nadie. Sin embargo hay algo que no termino por comprender. Será el futbol digno de semejante fanatismo? Cuál es el sentimiento que produce semejante peregrinación de gente? Que historia podría quedar de todo ello? Se admiran a los jugadores como si fueran dioses, cuando en realidad siguen siendo personas como vos y como yo. No voy a negar que me gusta ver ganar a mi selección nacional, pero aun así comprendo que desearle un bien a un grupo de gente, es a su vez desearle un mal a otro. Lo que no entiendo es el hecho empírico de admirar a una institución solo por sus colores. Es casi salvaje pelearse los unos con los otros cuando sin hacer diferencias, el objetivo final debería ser común a todos.

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El bombero Ezequiel trató de joder al Turco con Huracán, diciéndole que eran cagones, y entonces este, le paró el carro con una altura insospechada en una persona como él. Le dijo está todo bien Ezequiel, yo te quiero mucho, pero no me gusta que me descansen. Yo no te jodo, así que te pido que no me jodas a mí. Ezequiel se puso todo colorado, trató de justificarse con una sonrisa inverosímil, pero la seriedad y decisión del Turco lo redujo hasta hacerlo desaparecer. Inmediatamente después hubo un silencio áspero y ruidoso. Solo se escuchaba la televisión trasmitiendo el partido de fondo. Así entre insultos y blasfemias terminó el partido, y tras un empate, ambos dos se dieron la mano. Ezequiel desde su silla, miro al piso y se secó una lágrima sin ser visto. Afuera en el patio, bajo una noche inocua y sibilante, Ezequiel y el Turco fuman para calmar su ansiedad. Conversan y susurran palabras prácticamente imperceptibles. Ambos parecen poner especial cuidado en tratar de evitar que alguien los escuche. Yo desde la cocina, tomo el control remoto y bajo el volumen hasta hacer rozar mis oídos con un vacío diáfano y prohibido, pero al instante entra Ezequiel, se acuesta sobre el almohadón del banco, y sube devuelta el volumen de la televisión. No sé si en esta escena habrá algo más para ver, pero en este momento me cuesta hallar alguna belleza que sea digna del relato. Estoy seguro que en ello reside mi principal carencia. Yo podría tomar mi blog y buscar en la habitación de arriba, un lugar tranquilo donde volcar mis ideas, pero por alguna razón siento haber perdido el vínculo estético con el papel.

Capitulo 6

Termino de leer Demian. Me siento a escribir en la computadora, y redacto viejas y nuevas historias de mi pasado y presente, con dirección al futuro. Ahora mientras hago la cola en el supermercado, me siento algo mareado. El haber estado repasando semejantes eventos, me han hecho encarnar de vuelta en aquello que fui. La cola del supermercado avanza lentamente, y mientras espero poder agarrar un dentífrico, comienzo a sentir una extraña metamorfosis. Me fundo en aquel hombre extraño que se me aleja, y me esquiva el saludo. Ese hombre desdeñable y excesivamente tímido que no sabe disimular el desprecio que siente hacia su propia persona. Se me eriza el pellejo de solo imaginarlo. Tu bien conoces a Daniel Dazaro de maquinaria. No solo mi apariencia física, mi calvicie, mi tonada amable, y mi indiferencia se ven como la de él, sino que además esa insólita paranoia, caótica e ingobernable, termina siendo simétricamente parecida a la mía. Me pregunto si también será escritor. Acaso su personalidad habrá rozado la esquizofrenia, sin llegar jamás a padecerla? La verdad es que no lo sé, todo en él me resulta misterioso. Estoy llamado a odiarlo, o a buscar las razones de tales percepciones. Si bien cada vez que nos miramos me esquiva el saludo, yo no puedo odiarlo. Por más esfuerzo que hago en copiar sus actitudes, algo en su forma de andar me tiene profundamente intrigado. Qué será?

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Termino de publicar un texto llamado "la herida necesaria", y con ello experimento una sensación de profundidad y satisfacción, algo similar a la que encuentro cuando dibujo. Está vez inclinado sobre la silla con los pies sobre el escritorio, no tengo nada para hacer. Mejor dicho, podría dibujar o corregir algunos cuadernos, pero me siento a gusto así. La luz mortecina de la lámpara, va tiñendo de amarillo todo lo que toca. Hay un olor rancio a pis de gato, que desde la ubicación de la cabina, se hace apenas imperceptible. Afuera corre una brisa filosa que corta la piel como una navaja, y el solo hecho de saber que tendré que volver a casa en bicicleta, me preocupa un poco; sobre todo considerando que un pantalón largo y un buzo, son poco abrigo para un frio como este. El pronóstico dice que están haciendo nueve grados. Me rechinan los dientes de solo saber lo que me espera. Hace un rato me comí cuatro empanadas; dos de pollo y dos de jamón y mozzarella; estuve además leyendo algunos textos en el Dooku, y al terminar me quede un rato en silencio, abrazando y amando mi presente. Ahora se me vienen a la mente las sabias palabras de Maharashi. Aquel mismo que solía decir que un hombre no puede estar verdaderamente tranquilo hasta no haber atravesado las montañas. Lo cierto es que si bien ya estoy un poco más a gusto con mi vida, aún sigo creyendo que me resta mucho camino por transitar. Desde mi nueva casa en Somellera, veo que las fichas del juego han cambiado, y yo sin exigir lo que anhelo, debo aprender a darle luz a mis ideas, esperando atento un vuelco del destino. Comprendo que no sería lógico pretender un cambio material, sin antes haber transformado la razón. Desde aquellos viejos diarios del dos mil seis hasta hoy, hube comprendido que mi principal error fue haber estado deseando otro futuro, cuando alrededor de mi iban y venían toda clase de historias y experiencias únicas e irrepetibles. Pero en ese entonces mi voz interior no tenía curso. A mí al rededor no habían sabios, ni seres elevados, que pudieran iluminarme y hacerme ver lo que antes no entendía. Beto era inteligente, pero demasiado ambicioso y efusivo. Mi padre siendo profesor en la universidad y atareado con otros asuntos gubernamentales, jamás tenía tiempo para mí. Y mis hermanos habiendo seguido a las instituciones educativas, formaron una visión del mundo tan adoctrinada y sólida, que me era prácticamente imposible debatir sobre poesía y arte. Las únicas dos personas que verdaderamente marcaron mi camino, fueron Javier Tobares, y Jorge Brizueña. Ellos me dieron una nueva idea de la vida, que anteriormente se hallaba velada. Jorge me enseñó lo que era fabricar espacios con el pensamiento, y Javier me educo en el misterioso arte de las emociones y los sentimientos. Entre esos dos mundos, el racional y el sentimental, tuve la suerte de encontrarme con estos maestros, que me mostraron casi sin quererlo, un sitio seguro donde hallarme en paz. Hoy desde la cúspide de mis recuerdos, creo tener suficiente material como para engendrar una nueva conciencia sobre todo aquello que se oculta en mí. A veces cuando vivo muchas cosas al mismo tiempo, no puedo evitar sentirme un desagradecido. Habiendo vivido misterios que nunca me detuve a reflexionar, como podría yo intentar abordar otros nuevos? Quizás sea por eso que me gusta tanto estar solo. En este silencio, no tengo que hacer grandes esfuerzos por gobernar el caos con mi pensamiento, pues ahora mismo, en la exactísima homogeneidad de un día sin gente extraña, ambos descansan en tregua.

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No tengo ganas de hacer nada, y mientras me siento satisfecho, por otro lado me asusta encontrarme tan lejos de todo cuestionamiento y necesidad.

Estoy comenzando a tener de vuelta cierta necesidad de cambiar mis herramientas de trabajo. Me gustaría mucho contar con un BlackBerry venice, que es el primer teléfono con teclado qwerty y sistema operativo androide. Sabes Juan, yo sé que hablar de estos temas es absolutamente improductivo. Es cierto que muchas veces el deseo de poseer, se traduce en ansiedad y protesta. Pero estoy seguro que para saber encontrarnos en estos medios, se hace fundamental contar con la tecnología apropiada. Del otro lado, justo donde aparece mi culpa y mi vergüenza; allí donde se hace evidente mi curiosidad y mis ansias de conocimiento, justamente allí estás vos. Siempre quise encontrarme contigo, siempre te busqué; y aunque es lógico que nunca podré encontrarte, al menos trataré de llevarte allí donde estas ahora, una nueva visión del mundo; algún atisbo de esperanza y poesía, que pueda cambiar nuestra percepción sobre las cosas. Yo quiero que me ayudes.... desde acá sentado en la cabina del Teatro, todo se sienta bien y seguro. No hay que pelear en contra de nadie, ni siquiera con el caos que para entonces se esconde en el silencio de los días miércoles. Del otro lado, en el cuartito junto a la consola, está nacho durmiendo. Mientras tanto Hernán y Marcelo se fueron devuelta al bar a tomar unas cervezas. Me sabe raro ver como un tipo grande de la edad de Marcelo, se rebaja a la altura de otros sujetos más jóvenes que él, hasta el punto de someterse y obedecer sus órdenes. Creo sin dudarlo que esta es una virtud que no cualquiera posee. Muchos tenemos incompatibilidad a la hora de tratar con personas que pertenecen a otra generación; y es esto correcto? Justo cuando se supone que la humanidad toda debería amigarse, y compartir intereses, de pronto aparecen las incongruencias y el paralelismo. Entre nosotros llevamos vidas distintas, eso lo sé, pero siendo que somos todos hijos de un mismo ser, deberíamos al menos compartir ciertos intereses. Me refiero a que debemos conceptualizar las cosas; no solo por placer, sino por necesidad. Sabes Juan, de a ratos creo que si yo me quedara de brazos cruzados sin hacer nada, el tiempo al fin y al cabo me llenaría de paz y sabiduría. A veces nos esforzamos tanto por remar en una dirección, que nos encaprichamos y hasta llegamos a pelearnos con los demás, creyendo que alcanzaremos una distinción. Pero no. Es lógico que de alguna manera todo esto de pensar y dibujar recuerdos, nos va enseñando el significado de la palabra amor. Pero, a que costo? Amar es quererlo todo, sin tener nada. Amar es aprender a descubrir la belleza allí donde otros ven miseria. Amar es abrazar a un objeto, de la misma forma que se abraza a una persona. En pequeñas circunstancias de tristeza, hay tanto amor como en otros eventos de alegría y felicidad. Amar es una oscilación, es el acto de saber desprendernos del presente para ver a la distancia, el dibujo que el tiempo ha trazado. Así vamos creciendo, a lo largo de diversas vicisitudes vamos cambiando y comprendiendo que sin importar cuál sea el castigo o el mérito, al fin y al cabo recibiremos una única paga. Amor.

Me reclino sobre el asiento y ya cansado de navegar por internet comienzo a mirarme de cerca. Al principio me siento algo incómodo, pero con el correr de los minutos, voy encontrando un goce particularmente encantador. El otro día mientras iba con la bicicleta para el teatro, imaginé una probable hipótesis sobre el hecho de mirarse de cerca. Entendiendo que a veces la voz del pensamiento resulta ser algo inestable y caótica, llegué a la conclusión de que torcer los ojos, es una manera efectiva de domesticar esa rebeldía, al punto de mostrarle al subconsciente, que hay alguien más conviviendo a través suyo. Quitarle cierta libertad, sin llegar a lastimarla, me parece la forma más loable para que sea lo que fuere que hay en mí, pueda relacionarse mejor, sin padecer sufrimientos innecesarios, en desmedro de mi anima.

Después del último texto que escribí, no puedo dejar de notar que mi hermana ya no me saluda. Yo me siento algo triste y desamparado. Me ahogo otra vez, y creo que habiendo manifestado mi disconformidad, no hice más que lastimar a las personas que están a mí al rededor. Herir y ofender no es acaso lo que yo me propongo, sino todo lo contrario, me esfuerzo principalmente en hacer que las personas también consideren que existe otra forma de vivir. Ahora al subir las escaleras paso por enfrente de mi hermana y ella no me saluda; se me hace lógico que con mi reflexión he tocado una fibra sensible de su mundo, el cual aparentemente no es tan perfecto. Me duele que se crea con la autoridad de juzgar mi camino, pero vamos! Ella siempre fue así, desde que la conozco jamás ha cambiado. No es que por rencor, pero cada vez que intentaba tocar mi guitarra o hacer un dibujo, ella era la primera en juzgarme. No sé si lo hacía por odio, por envidia o por amabilidad, para advertirme de las nefastas consecuencias que todo ello pudiera acarrear; pero siempre fue así. Es probable que mi reclamo sea algo injustificado, sobre todo considerando que aquí lo tengo todo, pero la verdad es que me siento vacío. No quiero vivir a la sombra de mis hermanos, siendo custodiado bajo el yugo de su moral, pues su forma de ver el mundo jamás será la mía. En este primer intento de manifestar mi opinión, no he logrado otra cosa que alimentar una furia sin precedentes. Mi hermana no por ser mujer, cada vez que se enfurece, se convierte en un auténtico demonio, una bestia abominable que ni siquiera las viejas mitologías griegas hubieran podido describir. Es feroz, temible, traicionera, casi terrorífica. Jamás he tenido pesadillas que se comparen con ella. Puede que el error allá sido publicar un texto en el cual se habla de mis propósitos y mis metas; pero siendo que mis creencias no fueron respetadas, al menos ya tengo una primera opinión, sea buena o mala, positiva o negativa, ya comienzo a entender de qué se trata esto. Vos sabes juan, yo no quiero tener responsabilidad sobre el destino de nadie, yo quiero cuidarte a vos, y darte aquello que exige tu alma. No me interesa teatralizarme para gustarle a los demás, yo no quiero ser así, mi búsqueda es hacia lo auténtico, hacia la esencia del verdadero amor; por qué brindarse por completo a las razones del ser, no es ser egoísta, sino que es amar la vida. Descubrirse y llegar al hábito, a la conformidad; como una tregua entre el caos y la razón, es tener la chance de terminar, precisamente con todo eso. Las guerras.

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Este último texto donde hablo sobre la gente que me rodea, casi sin quererlo, despertó entre mis allegados mucha controversia. Hernán parece haber comprendido mi necesidad de silencio, y así cuando lo veo pasar por al lado mío, su mirada es sutilmente diferente a la anterior. Me veo al espejo y creo entender que algo en mí se trasformó, hubo una mutación del ser, un cambio borroso e impreciso, pero que se deja sentir en mis palabras. Por otro lado, la convivencia con mis hermanos me ha hecho madurar de una forma insólita, estoy más próximo al abismo de mi razón, pero con ello voy ganando en sabiduría y contemplación. Recién hablé con Nacho de una manera distinta; hubo un intercambio de palabras sólidas y elementales. Le hablé de mi nueva casa en Somellera, y de la convivencia con mis hermanos. Le dije que si bien era cierto que de haber podido elegir no viviría allí, no me sentía decepcionado de tales eventos, puesto que si la vida me había llevado a ese lugar, era para nutrirme con nuevas y mejores experiencias. Terminamos el dialogo, nos miramos sonrientes, y nos despedimos. Nacho salió a la puerta a fumar, mientras tanto yo me quedé aquí, disfrutando en silencio de un recuerdo ausente, persistente, y sustancioso. Más tarde subió Silvia Machín a mostrarme su disco de música, y yo la recibí respetuosamente. Ella parecía estar orgullosa de un trabajo que llevó cuatro años de sacrificio, se lo podía ver en la candidez de sus ojos. Mientras se regocijaba en su propio afán de admiración, yo la acompañé observando su excesiva delicadeza, llena de satisfacción y encanto. Se sentía redimida, como si ya hubiera cumplido con su función, su tarea y responsabilidad. Pero porqué mostrármelo a mí? Si realmente se sentía conforme y satisfecha, porque acudir a mi opinión? La verdad es que no lo sé; pero acaso yo no suelo hacer lo mismo con mis dibujos? Después de felicitarla ella salió agradecida y contenta. De todo esto, aprendí que ningún ser es indispensable para la vida, pues la vida misma, es indiferente a nuestras acciones.

Una vez más ha comenzado la función, y acá sentado junto a Adrián, Tamara, y los chicos de luces, contemplo en la oscuridad el brillo de mis ideas. Quisiera estar en mi casa tomando mate y mirándome de cerca. Quisiera ahogarme en el placer, hasta llegar al germen de mis interrogantes. Hoy mientras venía con la bicicleta pensaba en los muertos. Sentía el viento de la calle golpear en mi cara, e imaginaba aquella materia inmaculada como un sitio eterno y seguro donde habitar; un lugar fértil y adecuado para el descanso de nuestras almas. Pensaba eso. Si las almas siguieran existiendo en este plano del tiempo, ese lugar estaría aquí, en el aire. Me abruma saber que respiro almas antiguas que han pasado ya a mejor vida. Me nutro de su sabiduría mientras ellas abrazan algo de la mía. Me intriga esa conexión. Allí donde están ellos, allí me tocará estar. Encontraré nuevas amistades, y hablaremos en susurro cosas que nadie más podrá escuchar. Seremos el trueno, impactaremos un balón, y seguiremos su trayectoria hasta contemplar su destino final en la red. Sentiremos el frío de la lluvia sin por ello llegar a mojarnos. Seremos además libres de toda apariencia y aceptación; cumpliendo solo con aquello que sea verdaderamente importante para nosotros. Cambiará nuestro estado de materia, por otra ligera y diáfana; seremos aire. Mientras pienso en todo esto, Adrián y Tamara conversan a mi lado, yo escucho solo un silbido, un cuchicheo infame que se filtra lleno de espinas dentro de mi oído; aquello me envenena el alma perforándome  como un ácido mental. Otra vez el caos. Aun sabiendo de mi debilidad, trato con mis neuronas y les pido que sean educadas, les exijo además, que transformen su odio en tolerancia; ellas deben aprender en lo posible, a compartir sus espacios. Entre semejante complejidad, debe haber un sector, un páramo, una isla, una salida donde pueda ofrecer algo más que solo lastima y compasión.

Un hombre sin conflictos, es un escritor aburrido.

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Suenan las canciones que mi prima Cecilia le canta a la pequeña Amanda, y yo no puedo evitar revolcarme en mi cama. Me siento enfermo de odio, aunque por otro lado entiendo que eso no está bien. Es inevitable, yo ya sabía de antemano que esto iba a ser así. Ahora mientras los albañiles trabajan en la casa de Miguel, yo me siento en el sillón junto a la ventana. Termino de tomar mi mate cocido y trato de ver mi futuro con nuevas perspectivas. Estoy seguro que las cosas mejorarán, y yo podré curarme de todos aquellos traumas que generó mi pasado. Debo estar tranquilo y entender que no hay razones para sentirme desafortunado. Tú y yo tenemos un mundo interno por donde gravitan todas nuestras emociones y fantasías, y es lógico que te sienta mal escuchar la vida de otras personas, dado que con todo ello, ese mundo fantástico en el que sueles sumergirte, se pierde cual si nunca hubiera existido. Probablemente en este mismo momento sea yo un poco más viejo, tal vez mi mundo sea más basto que el anterior, pero en cuestiones de placer y libertad, me será muy difícil igualar lo que viví en Honorio. Aun así Juan, yo te pregunto. Hemos de querer amar el caos procurando entender todo aquello que súbitamente transcurre en nuestra vida, o buscamos forzar una soledad inocua, que nos cobije y nos arrope de todos estos vejámenes? Yo creo que si estamos aquí, es para escuchar y adorar la circunstancia. Mientras la pequeña Amanda llora y los albañiles conversan entre ellos, yo sigo aquí sentado en mi sillón. Me siento a gusto con esta tarde soleada. Miro el reloj y ya son las dos de la tarde. Es lógico que yo podría levantarme de aquí, y caminar hacia el estudio para dibujar algo; pero si entonces no me nace hacerlo, es porque creo que antes que nada hay asuntos más importantes para atender. El hecho es que debo abrazar el fuego, hasta extinguirlo con las frías lágrimas de mi pecho cansado. Siempre hablé del odio como un sentimiento repudiable y desdeñoso, que no lleva sino, al caos y la incongruencia. Ahora el destino y las circunstancias de la vida me ponen a prueba. Si acaso fuera cierto todo ese amor que alguna vez predicamos estando juntos, bajo el silencio solemne de la soledad y el descanso, si por un velo de humanidad aprendemos a acercarnos al otro sin sentir que su presencia nos absorbe hasta disolvernos, entonces estaremos listos para enfrentar el reto más venturoso que la vida puede ofrecer. Amar sin prejuicios ni doctrinas. Ah! Ya me siento mucho mejor.

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Entra Andrés al cuartito con cara pálida y algo desesperada, interrumpe mi lectura y me pide si puedo revisar el modem, que para entonces ha dejado de funcionar.
Juntos tratamos de resolver el problema, reseteamos el sistema, lo apagamos diez segundos y lo volvimos a encender, cambiamos el orden de las conexiones, pero nada. Reconoce la red pero no hay señal. Algo desilusionado, Andrés vuelve a la cocina, y yo retomo mi lectura. Mientras Nacho navega en la otra computadora con la red del gobierno, escucho la inconfundible voz de Alfredo Palavecino, mi amigo Alfredo. Conversa con Juan Zárate y se revuelca en toda clase de blasfemias e improperios. Me pregunto si alguna vez tendré la suerte de escucharlo hablar ordenadamente. Al lado de Juan está el pelado azame; el cual al llegar al teatro, puso especial cuidado en evadirme, y vaya si lo logró. Estoy seguro que a mis espaldas deben circular toda clase de historias sobre mi persona; pero acaso me preocupa ignorarlas? Por supuesto que no; yo ya tengo suficiente con el áspero pasado del que provengo. Mientras pienso en esto, Mónica entra en la sala avisándoles a todos que no hay internet; que novedad. El pelado Azame lo mira a Juan y por adentro se pregunta. Que es internet? Nacho pone música en la sala; y viniendo de él, me sorprende que haya puesto Jazz, cuando lo suyo decididamente es el hardcore, la fusión, y el metal progresivo. Justo mientras pienso en esto, se oye un chispazo eléctrico, y se apaga la luz de cabina. Nacho y yo nos fijamos en el tablero si saltó alguna térmica, pero no encontramos nada raro. Las consolas y los toma corrientes, siguen funcionando con normalidad. Nacho vuelve a sentarse en la computadora, y se pierde en la vorágine inacabada de sus ideas y reflexiones. Entonces yo cierro el editor de textos y voy a buscar a Daniel para comentarle este percance. Él me dice que hubo un corto con la luz de la cabina de sonido, y quedamos en revisarla mañana antes del asado.

Ya más tarde en la cocina, preparo un mate, y junto a Andrés y Rubén, conversamos sobre la familia, y los eventos que involucran al padre y al hijo. Mientras Marcelo navega en su celular, nosotros discutimos calurosamente acerca de la educación y la responsabilidad que las personas deberían asumir para con sus hijos. Según Andrés, los padres tendrían que involucrarse más con sus hijos, y enseñarles a emanciparse, para que ellos puedan tomar decisiones por cuenta propia. Sé que tal vez los diálogos que tenemos entre nosotros no son muy interesantes, pero muy a pesar de su escaza profundidad, me presto voluntariamente a estrechar lazos entre mis compañeros. Ahora mismo Rubén está pasando con el celular los audios que hablan los tacheros en sus horas de trabajo. Entre burlas e improperios, no dejo de reírme de tales conversaciones; y en el afán de intercambiar opiniones, me quedo con ellos haciendo sobre mesa. Más tarde llega Alfredo y le señala a Rubén la necesidad de organizar una reunión urgente, sobre un tema que no alcanzo a entender. Mientras lo escucho escupir y balbucear un vocablo escurridizo e incomprensible, algo en su tonada me resulta extraño. Creo que esta ebrio, se le nota en lo resbaladizo del verbo, una silaba rebelde, que no se deja pronunciar. Fin de la función. Por cierto, el modem ya funciona.

Capitulo 7

Antes de una palabra, hay mil frases.

Termino de comer unas papas fritas de queso y crema, huelo algo raro, y me fijo en las suelas de mis pies, a ver si encuentro algún resto de estiércol, pero nada. Ahora que se fue Silvia de mi lado, el olor se ha ido; si bien ella negó haber pisado estiércol, cabe la sospecha de que esté equivocada. Mientras la gente comienza a entrar en la sala, yo me paso la lengua entre los dientes tratando de sacar de allí todo el resto de los snacks. Qué bueno que mañana tengo turno con el dentista. En la habitación contigua está Hernán y Nacho riéndose a carcajadas; mientras Hernán susurra unas palabras de indignación repitiendo alternadamente; "Está loco, debe estar loco; ese tipo no puede estar suelto;" Nacho no para de reírse. Aparentemente ambos están viendo un video en el celular. Todo este asunto de los locos, me tiene un poco sensibilizado. Desde que ya no poseo intimidad y discreción, por momentos me atacan sensaciones de odio, que luego me cuesta mucho controlar. Mientras pienso en esto, "Tararira" sale del camarín y se ubica a mi lado. Distraídamente finge estar mirando hacia la platea, silba unas canciones retorciendo sus dedos, y me cruza una mirada sigilosa que yo no puedo evitar percibir. Yo sé que más allá de mi indiferencia, él me quiere y me respeta. Me busca todo el tiempo, no suele dejarme solo más de treinta minutos. Pone especial cuidado en tratar de establecer un dialogo conmigo, sin importar lo que estuviera haciendo, y en ocasiones, mientras estoy concentrado en el dibujo, se para junto a mi escritorio, y me mira burlonamente, exhortándome a considerar que todo mi empeño y dedicación, es una pérdida de tiempo, y una estupidez. Otras veces su orgullosa moral de supervisor, altiva como ninguna otra, lo induce a fingir una camaradería, que no deja de fastidiarme. Me dice que debo dejar mis labores y abrirles paso a todas las personas que quieren un bien para mí. Ciertamente, apesar de los años, aún no acaba por conocerme. Ayer en el asado me dijo que tenía que cambiar mi sistema de pensamiento, y yo no pude menos que avergonzarme ante todos los que estaban allí. Había sido yo tan malo como para que me acusara de tal forma? Sobre mi escritorio en mi casa, tengo dos libros de comics, y en mi computadora, también poseo innumerable cantidad de anotaciones, videos y canciones, que hube de confeccionar en todos estos años de soledad y venturosa contemplación. Si me lo preguntaran, yo no podría avergonzarme de tales decisiones; por el contrario, estoy sumamente orgulloso de todo aquello. Más allá de mi recato, la gente no comprende que el germen de mis visiones no podrá florecer, sin antes haberse procurado distancia y lejanía. Pero por más que lo deseo, ahora mismo, todo eso es imposible. No dejo de mirar mi pasado sin sentir que todo ello es irreversible y muy difícil de recuperar. Pero bueno; tendré que aprender de esta circunstancia, y salir mejor parado de lo que ahora estoy. Pero no hay mal que por bien no venga. Yo hubiera podido ignorar todo el rencor que llevo guardado; si me hubiera quedado en Honorio el resto de mi vida; probablemente habría alcanzado la felicidad allí......, pero mal que me pese, esa felicidad, sería incompleta sin este desafío, sin este reto del destino. Mientras termino de darle un trago al cartón de cepita, el líquido me pasa por otro tubo, y me hace toser. Adrián Andrada me golpea el pecho, y yo le agradezco. Comienza la función, disparo mi primer efecto, y vuelvo a refugiarme en mis pensamientos. Desde que comenzó el día, apenas llegué a cruzar palabra con algunos de los que están aquí. Sospecho que la lectura de Dostoievski, ha urdido tanto en mi interior, que no dejo de experimentar cierta ansiedad e incomodidad. El público de la sala se deshace en carcajadas al escuchar el soliloquio de la gorda y el universo. Pero no se ríen tanto del significado profundo del hecho, sino que se sobresaltan con las gestualidades grotescas y las expresiones grandilocuentes del actor.

De pronto me vienen a la mente aquellos sueños sobre el apocalipsis y el fin del universo. Aquellas imágenes donde todo el sistema solar entraba en crisis y se desorganizaba, tienen hoy una interpretación nueva que antes no le pude dar. El caos, el olvido, la falta de confianza en mis sentimientos y en mis propios saberes; la inseguridad. Soy frágil y asustadizo, y temo que aquella entidad que todo lo gobierna, pueda trastabillar y cometer un error irreversible que nos destruya, terminando con la tierra y con todos los que aquí vivimos.

En el trascurso de la escena, Rubén y Silvia discuten y cruzan miradas desdeñosas. Rubén acusa que Silvia le señala todos los movimientos de luces, cuando es lógico que habiendo pasado más de treinta funciones operando, sería incomprensible si no los conociera. Rubén se siente ofendido porque Silvia le hace sentir estúpido; porque indicarle todos y cada uno de los efectos que debe ejecutar, cuando es lógico que ya lo sabe? Tal vez ella necesita sentirse útil..., quien sabe. Lo único cierto es que Rubén dejó la consola, se levantó de su silla, y en su lugar quedo Daniel operando.

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Son el diez menos veinte; mientras Juan me instala el lavarropas, yo me hago un lado, me siento en el sillón, y lo observo resolver un inconveniente con la manguera de agua caliente. Trabaja ávido y resuelto, no dejo de sorprenderme y sentir admiración al verlo articular su cuerpo y reparar en los pequeños desafíos. En una hora y media me tengo que ir al dentista para hacerme un conducto. Francamente se me cierran los ojos, estoy cansado y aún no pude comer nada.

Mientras Juan y otro albañil tratan de instalarme el lavarropas, yo miro la hora, y me doy cuenta de que estoy algo impaciente. No sé cuál es mi temor... Tratándose de un bien material, que diferencia sustancial podría representar todo esto en mi vida? Me cabe la sospecha de que tales sentimientos se deben a causa de una pueril y crisálida actitud de ver como todo este asunto desdeñable, vuelve al orden sincronizado de mi rutina. Va pasando el tiempo, y no puedo dejar de notar que cada vez que un acontecimiento inesperado, amenaza con rasgar mi útero, el nerviosismo se acrecienta. Sin un lugar donde cobijar mi porvenir, me siento solo y desamparado. En este aspecto, no puedo dejar de avergonzarme al considerar que un bien económico, o una posesión material, pueden arrancarme de mi protección, poniendo en crisis toda mi entereza. Dios me perdone! ... . Ahora lo veo claro. Es tal mi fanatismo por la tecnología, que no he podido menos que establecer un vínculo de dependencia. Claro que me ayuda como nadie más puede hacerlo, pero con ello he quedado atrapado en las redes de mi necesidad. Que será de mí, cuando mi alma comience a divagar por el aire, llena de recueros y costumbres vanas? Que será de un alma huérfana de padres, y desprovista de todo complemento físico?

Me avergüenza mucho haberme desentendido del dibujo. Nada más quisiera yo que volver allí, con nuevas y renovadas expectativas; pero algo en mí está cambiando. Sentimentalmente no dejo de experimentar orgullo y satisfacción por todo lo hecho con el lápiz bajo esta categoría; sin embargo y, a pesar de mi concupiscencia, cada vez que quiero trazar una línea, me invade un profundo desapego. Mi alma toda se estremece, y se refugia ignominiosa en estas palabras. Ahora mismo todo aquello que tanto temía, se ha vuelto realidad. Mi primera pasión agoniza, y se desvanece frente a mi propia indiferencia. Ella implora un antídoto, una cura, una salvación, un bálsamo que reanime sus glorias pasadas; pero hete aquí, que llorando ante mi propia impotencia, mientras la veo morir en mis brazos, no puedo evitar santiguarme. Estaría deseoso de resucitar su cuerpo impoluto, pero aunque no poseo formula alguna que pueda quitarle de su martirio, no dejo de sentir que algo me oprime el pecho, y me ahoga con un dolor agudo que no puedo explicar; es como si estuviera perdiendo un primogénito, un hijo de sangre, un alma gemela que en la flor de la edad, no ha conocido aun la libertad. Ah! Será la pereza tan cruel en la conciencia, como lo es la sentencia que nos priva del deseo? Con gusto acabaría con mi vida, si por ello no sintiera que le huyo al castigo.... Sabré esperar que los más crueles tormentos caigan sobre mí, si por ello mi amada estilística, vuelve una vez más a mis brazos.

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Mal que te pese y, por extraño que te parezca, muchas personas son gobernadas por decisiones y sentimientos propios. Estos últimos días he tenido un extraño presentimiento que quisiera contarte. Después de haber estado espetando y contemplando las consecuencias que traen mis decisiones, he llegado a la siguiente conclusión. Todas mis verdades en presencia de mis valores morales, tienen un poder y, por ende, una responsabilidad. Habrás visto tu como todo lo que nos circunda, obra en sintonía con los pensamientos propios. Sé que puede parecer raro, pero acaso no toda magia tiene su truco? En su defecto sabrás entender porque mente mayor, domina mente menor.... De cualquier forma son tan solo percepciones, hipótesis y conjeturas, que sin llegar a ser objetivas, me parecen dignas de atención.

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Mientras tararira canturrea unas canciones en la habitación adjunta, yo voy quitándome las zapatillas mojadas. Como te imaginaras afuera llueve a baldazos, y si bien salí con paraguas, no pude evitar mojarme los pantalones y las medias. Mientras tomo unos mates en la cabina, enciendo la calefacción y trato de ponerme cómodo. Hace un rato en el colectivo, recordé aquellas épocas donde Flavia y yo nos bañábamos juntos.... Hubiera querido practicarle sexo anal, pero por circunstancias de la vida no tuve esa suerte. Se me hace evidente que tararira no está muy contento conmigo. Desde que leyó aquel texto que subí a Facebook, que se muestra notoriamente contrariado y algo distante. Pero que puedo decirte...., lo cierto es que todo esto me tiene sin cuidado. Por otra parte si no quiere hablarme, no es porque yo se lo impida, sino porque no tiene el valor para decirme lo que piensa de mí.

Trato de continuar con la lectura de Crimen y Castigo, pero se me hace muy lento y tedioso. Dostoievski escribe maravillosamente, pero sus redacciones son tan lentas que de a ratos se pierde el hilo de la cuestión. De pronto se acerca Chiche, y dándome una palmada en la pierna, me pregunta si tengo noticias de la gata que vagabundea por el teatro. Entonces yo en un tono tajante y seco, sin dirigirle siquiera la mirada, le digo que no tengo novedades. No puedo evitarlo, hoy estoy con cara de pocos amigos. Hernán, Nacho, y Chiche se van devuelta al bar como todos los martes y miércoles. Resulta difícil sospechar que se les pueda caer alguna otra idea que no sea la de fumar, discutir de futbol, y embriagarse. Nacho se acerca a mí, y con una tonada amistosa, me invita a participar del evento, pero yo, casi sin llegar a dudarlo, me rehusó por completo. Siempre que pueda elegir, buscaré evitar sufrir innecesariamente. Si bien reconozco que salir a beber en esta tarde lluviosa, no estaría mal, me aterra la idea de acostumbrarme a la pereza y al vicio. Me indigna ver que Nacho, siendo apenas un joven de veinticuatro años, no sabe hacer otra cosa más que evadirse de sus responsabilidades. Voy a ser franco. No lo soporto. Desde que vino en reemplazo de Adrián, todo ha sido cuesta abajo. No quiero atribuirle a Nacho, toda me falta de voluntad, pero viéndolo detenidamente, creo que contribuye a que esto suceda. No hace otra cosa que jugar a los video juegos, emborracharse y drogarse con sus amigos. Aún hoy, sigue viviendo con su madre, cuando es lógico que con su sueldo, hubiera podido alquilarse un sitio propio. Me ofende en demasía, ver su conducta altiva y llena de arrogancia, me enferma. No puedo entender de donde obtiene semejante orgullo, cuando es lógico que intelectualmente no tiene nada para aportar. Más allá de todo esto, Hernán lo adoptó como un hermano; van y vienen a todos lados juntos, y entre ellos, suelen cuchichear cosas de las cuales yo ni me entero. Sin embargo, considerando que la mente humana solo tiene la capacidad de pensar una sola cosa a la vez, será prudente hacer nuevamente el esfuerzo de poner mi atención en otro lado. Extraño dibujar.

Me preocupa saber que dejé en la computadora, algunos textos que hablan injurias de Nacho y Hernán, temo mucho que puedan encontrarlo y leerlo. Ahora que lo pienso, tal vez mis remordimientos y los castigos de mi conciencia, se deban todos a este tipo de contrariedades...., No lo crees así? Voy a aprovechar que Nacho dejó la computadora para borrar todas las pruebas que me incriminan. Me resulta gracioso pensar que al final termino siendo como Raskolnicof; si bien es cierto que soy sincero con mis sentimientos, por otro lado no me siento a gusto con ellos. Sabrá perdonarme toda esa gente a la que maltrato con pensamientos hostiles y con indiferencia. Mientras escribo esto, Hernán se sienta a mi lado y me mira, han pasado cinco minutos desde que está así; será que sospecha algo de mis sentimientos hacia él? De ser así, eso explicaría porque durante esta última semana, ha dejado de dirigirme la palabra. No quiero que piense mal de mí, pero me interesaría que al menos entienda y respete mis decisiones; después de todo, lo cierto es que yo nunca le dije como debía comportarse. Es un error intentar gustarle a todo el mundo, eso lo tengo bien sabido; por eso es mejor que de antemano, empiece a reconsiderar mis necesidades, así como yo respeto las suyas. A medida que escribo esto, voy comprendiendo que soy un ermitaño insensible y desconsiderado; pero estoy seguro que habiendo fecundado el ovulo, volveré a nacer.

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Voy viajando en colectivo yendo hacia el trabajo. En el camino leo ávidamente Crimen y Castigo, sin sospechar aquello que estaba por sucederme. Al incorporarme para bajar, siento algo húmedo en mi trasero. Yo me toco con la mano, y luego investigo la sustancia; en primer lugar parece agua. En el fondo un grupo de hombres comienzan a reírse entre ellos; yo los miro con desconfianza, para verificar si aquellos tienen algo que ver con todo esto, pero parece que ninguno se atreve a hacerse cargo. Al llegar al teatro pongo mi trasero cerca de la estufa, y procuro secarlo para que nadie lo note. Después pienso algo aturdido..., No será acaso que algún órgano me reventó dentro del cuerpo? Una tontería sin fundamento, propia de un hipocondríaco claro está.

Entiendo que es propio de un inmaduro patalear y encapricharme por una Tablet; no puedo justificar mi pereza, ni argumentar mis angustias, tan solo por no tener una. Sino trabajo en mis dibujos, es porque no quiero poner manos a la obra, no hay otra explicación. He llegado al punto de sacar todos los cuadernos de mi mochila, llevando solo mi lector de libros, mis auriculares, y un abrigo para el frio. Siendo que jamás me podré sentir cómodo dibujando en la cabina de sonido, será licito mudarme hacia la vieja oficina deshabitada donde solíamos debatir acaloradamente con Oscar y Walter. Entiendo que esto es de primera urgencia, si no lo tomo en cuenta, aquel pasado que tan buenos recuerdos me ha traído, morirá sin razón. Mientras pienso en estas palabras, Nacho está a mi lado haciendo una prueba con el micrófono de Soledad, y desde el escenario Hernán la instruye para que lo utilice correctamente acercándolo a su boca lo más posible. Se sabe entre los técnicos de sonido, que todos los micrófonos cardiodes, tienen la particularidad de funcionar dentro de un rango de distancia. Una vez resuelto el tema, minutos más tarde y después de la prueba, Hernán y Nacho se van juntos a fumar a la puerta. Es evidente que no muestran mucho interés en hablar conmigo. Entiendo que no soy un tipo fácil, pero me llamaré dichoso si con ello logran aceptar y entender mis demandas. Pero, que pido? Cuáles son mis demandas? La verdad es que ni yo sé bien lo que es. Tantos años de pobreza, tantos años sin el artefacto adecuado, tantos años de sufrimiento y acusaciones.... Como podría justificar mi silencio risueño, si no es con dibujos y reflexiones? Entre tanta basura y vil ratería, una cosa es segura, jamás podré habitar la vigilia; esa gélida realidad ortodoxa y lineal en la que otros viven, carece de honestidad y resistencia; aunque las personas se esfuercen en llevarme hasta allí, estoy convencido que no hay en ello, nada que me importe. Probablemente acabe por alejarme irremediablemente de mi naturaleza, de ser así con gusto sabré deshumanizarme.

Acá en la sala me siento a escuchar por YouTube un mix de fismoll, y déjame decirte que es realmente maravilloso. La música me ayuda a sensibilizar hasta la última fibra de mi alma. Mientras escucho a Rhye, no puedo evitar traer a la memoria esos viejos recuerdos de cuando dibujaba. En aquel entonces soñaba con ser libre, y tener un sitio distante donde poder encontrarme cara a cara con lo único que me ha enseñado a valorarme; el arte. Siempre quise soledad y distancia, no por odio a los demás, sino para evadirme de toda esta basura intrascendente y sin contenido que suele habitar el discurso cotidiano. Tal vez no sea yo lo que otros consideran una persona saludable, sin embargo a mi favor, aún me queda una grata pregunta que ninguno de ellos ha sabido contestar. Que podrían saber los otros acerca de mí, cuando apenas se me parecen? Debería yo construir nuevos lazos de amistad con mis compañeros de trabajo, cuando es lógico que volveré a romperlos? Me atemoriza convertirme en lo que ellos son; cerdos sin esperanza ni corazón. Peleándose por un lugar dentro de este inmundo corral al que llaman libertad. Que dios se los pague.

Si tuviera que dedicarle a un texto, el mismo tiempo que le dedico a un dibujo, estoy seguro que escribiría un capitulo completo en tan solo un día.

Bajo a la cocina y están hablando de las capsulas de café. Yo pregunto a Ezequiel que tienen adentro esas capsulas, y el Turco algo picado por la bebida me dice en un tono burlón. Arroz boludo; que va tener sino.

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Hoy si bien pasaron muchas cosas, apenas tengo la energía para señalar una de ellas. Hernán me invitó a comer a su casa mañana por la noche. Yo lo miré unos minutos con cierta sorpresa y al final me atreví a decir que sí. Me resulto raro porque toda esta semana estuvimos muy distanciados. Habiéndome sentido algo frustrado por mi escaza producción artística, no supe hacer otra cosa que agarrármela con él y con Nacho. Estoy convencido que mañana no será una gran noche, pero en este caso, pienso que será una bonita oportunidad para conversar sobre nuestras diferencias, y porque no, para actualizar viejos recuerdos oxidados.

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Creo que es grato comer por la sencilla razón de que al saborear los alimentos, la mente se relaja de tal forma, que se hace innecesario pensar en nada. Sentado en el cuartucho de sonido, voy terminando un paquete completo de galletitas con avena y granola. Al otro lado del cuarto, en la cabina, está nacho pasando algo de música en la sala. Evidentemente hasta donde puedo escuchar, Nacho es partidario del virtuosismo y la técnica, pero si bien su gusto musical es incuestionable, por otro lado, se afana tanto en parecer perfecto, que no da señales de inclinarse frente a lo humanamente sensible. El defecto. Paradójicamente, y, en contra de su propio deseo, esa actitud lo transforma en un robot deshumanizado, incapaz de toda piedad y condescendencia. Hernán me pasa un teléfono para hablar con alguien que no conozco. Yo atiendo con voz vacilante y entrecortada. Lo miro a Nacho y entre susurros y blasfemias, parece estar burlándose de mí. Del otro lado siento una voz de mujer. Pánico!! Trato de ser respetuoso y mostrarme resuelto y relajado, pero ni bien quise conversar con ella, por un cruce del destino, mis dedos resbalaron nerviosamente hasta apagar el dispositivo. Alabado sea Dios que se apiadó de mí!! El teléfono se cortó, y yo dejé salir una risa ignominiosa, que con una mueca de espanto, se resolvió en reclamos y acusaciones. Yo le devolví el teléfono y pensé. No será que Hernán se propone presentarme a su amiga, no? De cualquier forma, voy a ir a ver qué pasa, no con la idea de conocer a esta chica misteriosa, sobre la cual no tengo sino un vago recuerdo; sino para construir una nueva historia que me cobije y me abrigue en estos próximos días; algo para narrar y analizar. Me gustaría además,  averiguar en qué estado se encuentra mi paranoia, y espero ver en ello, algún avance, un concepto nuevo que anteriormente me dominaba por haberlo ignorado.

Ya una vez en la fiesta de la despedida de la colombiana amiga de Hernán, la gente baila al ritmo de la música latina, y yo desde la silla voy rechazando todas las solicitudes de baile. La escena es mucho más que esto, pero no alcanzo a describir más que mi corta perspectiva sobre el asunto. Quien iba a decirlo! Estoy seguro que hice el ridículo frente a todos, pero aun así me animé a bailar. No pude resistirme cuando la colombiana se acercó y me extendió su mano. Y es que me hacía acordar tanto a Pilar, que no pude decir que no. La mirada profunda e indiferente, el ceño fruncido y la tonada cómplice; el exceso de amabilidad y la ambiciosa búsqueda de una experiencia superior; todo ello me obligó a desplegar una energía extra, que en un día común y corriente, no sería en absoluto necesaria. Destapamos un ron, y fumamos unos cigarrillos. Por primera vez conozco a Mauro, la pareja de Hernán. Tamara esta tirada en el sillón con las piernas arriba del regazo de Nacho. Ambos miran a Jorge bailar con la colombiana, y le festejan los pasos, con aplausos y risas.

Al volver a casa, me subo al auto de Fabián, el comienza a toser, y en el camino, vamos hablando sobre los perjuicios del cigarrillo. Al llegar a avenida la plata y directorio, nos despedimos cálidamente, como si fuéramos amigos de toda la vida. Cierro la puerta del vehículo, y sobre un cielo azul marino, no puedo evitar sentirme completo y realizado. Por un momento, sentí como si hubiera abrazado con la palabra, aquella vieja espina que supuraba olvido, y me hacía sangrar inocencia. Afortunadamente con esa aguda observación, la ventura del tiempo cambió haciéndose más basta y sutil. Mientras caminaba hacia la parada del colectivo, me detuve a ver una señora que se floreaba elegantemente. Cruzamos unas miradas celosas, y furtivamente no pude evitar asombrarme por su aspecto. Vestía un lustroso gabán aterciopelado, y un pañuelo rojo, intenso, estridente y, claramente fosforescente. Unos pasos más adelante, los árboles danzaban por aquí y por allá con un viento firme pero agradable. Se sacudían en intervalos discordes, agitando sus ramas espaciadamente como si se saludaran entre sí. Eran las nueve de la mañana, el sol resplandecía de un amarillo incandescente, bañando toda la cuadra con machas opacas y brillos eléctricos. Encandilado por semejante abundancia, no sentía ya ninguna necesidad de pensar...., todo lo contrario, quería callar. Sería por la marihuana o el alcohol, pero estaba llamado a contemplar el mundo físico y la gestualidad de los rostros. Así subí al colectivo, me senté junto a la ventana y me recliné sobre el asiento. Lo rayos del sol oblicuos sobre mi rostro, y una brisa primaveral refrescándome como si estuviera en la playa, sobre la arena y frente al mar..., así me sentía. Por acá y por allá los rostros de la gente. Una chica estudiaba unos apuntes y subrayaba la idea principal con un resaltador. El rostro pálido de un señor que me observaba con mirada profunda y atenta. Me examinaba con sus ojos redondos y negros, penetrantes y desconfiados, casi como si pudieran ver a través de mi carne y mi materia. Me bajé entonces en la esquina de caseros y avenida la plata, y así, mirando el amanecer de la ciudad, sorprendido y encantado, un ardiente felicidad, me invadió repentinamente de pronto. Apesar del ruido de los coches, la calle estaba tan viva como deshabitada. No había un alma, solo algunos pájaros que cantaban por aquí y por allá en el silencio de un cielo sin nubes. Después al llegar a casa, me acosté a dormir, y con los ojos abiertos, no pude salir de mi asombro. Un rayo de sol que se filtraba por la persiana baja, me tenía preso de mi delirio; y mientras Zoe me lamía el cabello, yo me dejaba seducir por aquel silencio cálido, exótico y acogedor, de las flores que había fumado. Así, lentamente, y casi sin quererlo, mis ojos se empezaron a cerrar, hasta quedar completamente dormido.

Capitulo 8

La marihuana al estimular la percepción, hace que todo pensamiento se vuelva innecesario, y considerando que aquello que produce dolor es en primer lugar la conciencia, podemos señalar que con este tipo de droga conseguiremos eliminar cualquier clase de culpa, evitando la ansiedad de no tener un objetivo claro para vivir. Puesto que el estímulo resuelve todo malestar, estaremos perdiendo la posibilidad de empatizar con el dolor ajeno, y así, nuestra captura del hecho, en el contacto sensible con el otro, se verá decididamente limitada. En otro aspecto, la marihuana simplifica el problema porque en primera instancia, no busca soluciones, sino que por el contrario, acepta las condiciones como un fin en sí mismo. Sin embargo se podría vivir eternamente dopado por una sustancia que no es natural al cuerpo? Se podría vivir escondiendo y esquivando el problema de raíz, sin obrar en consecuencia? Claro que no.

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Después de haber estado hablando con Daniel, Hernán, Silvia y Nacho, no puedo menos que destacar que me siento feliz. No sé si el asunto en cuestión es verdaderamente importante, pero la realidad es que ahora mismo, no estoy de ánimo para narrar los hechos; sin embargo y, aunque bien valdría la aclaración, no puedo dejar de subrayar la profunda satisfacción que siento en estos momentos. Por primera vez en mi vida, Daniel me dejo defender mis principios, y argumentar mi conducta, como un evento transitorio que, por ende, se modificará en el tiempo. Finalmente y, apesar de varios reproches, Daniel terminó por entender que yo no soy de los que proyectan su camino en búsqueda de una mejor condición económica, sino que por el contrario, prefiero abrazar lo que me ofrece la vida y, aprender con ello, a valorar los hechos sin juzgar las circunstancias que lo preceden. Le dije que es mucho más grato y benéfico, dejar que el destino actúe sobre nosotros, y que en cierta medida, es equivocado pretender ponerse por delante de su voluntad. Es este el fantástico arte de la conformidad; aquel que se gana aprendiendo amar la circunstancia, sin reclamar por ello, la materialización del deseo. Se puede entender que aquel exceso desmedido e innecesario, aquel capricho megalómano y ambicioso que nos mortifica y nos atormenta en la desdicha, no es otra cosa que el producto de una insatisfacción desmedida que no descansará hasta quitarnos el juicio. Es este el momento propicio para volver a buscar entre los rincones del ser, aquel estimulo perdido, que alguna vez nos salvó de la humillación y la deshonra. Como dijo Julio Cortázar; se puede vivir sin pensar, pero una vez consumado el hecho, cuando el día nupcial del conflicto, se presente ante nosotros, todo ese mundo risueño y prometedor, se verá ostensiblemente envilecido y desfigurado.
Más allá de esta excelente conversación con final feliz, es lógico pensar que mañana todo volverá a la normalidad, pues, en las relaciones sociales, como así también en el tiempo musical, no siempre se puede mantener el mismo compás de tiempo.
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Habiendo sido asediado por la molesta presencia de mi prima, el tiempo me lleva devuelta a mi rutina diaria. Después de haber comido un pastel de papa, me siento frente a la consola a escuchar un poco de música; esta vez la artista es Rhye, del disco Woman. Mientras miro la pantalla de la computadora, comienzo a sentir en los ojos un dolor agudo y algo molesto. Me llevo las manos a los ojos, y los masajeo suavemente. Es cierto que ayer pasé mucho tiempo mirándome de cerca, y llevado por el gusto de la meditación, me parece que no me percaté de que todo exceso es malo. Abajo en el fichero, Rubén y Hugo conversan animadamente sobre unos temas que no alcanzo a comprender. Entre gritos y burlas, puedo escuchar como su alegría me estremece al mismo tiempo que me incomoda. Aun así, si bien el avance es lento, creo que voy notando ciertas mejoras con relación a los sonidos y a las presencias ajenas. Quizás sea cierto que con todo este asunto de la convivencia, he descuidado el dibujo, pero creo que a cambio de ello, estoy atendiendo otros temas que por lo demás, son de suma urgencia. Si bien he mejorado mi relación con la gente, los avances son lentos, sombríos y escarpados. Me apena saber que en estos momentos mi percepción acerca del mundo no es la mejor, pero siendo completamente honesto no me siento tan mal, y no es acaso esa la última finalidad? Acá en la consola, hacen apenas diez minutos que comenzó la función, y una vez más, no puedo evitar replegarme en mis reflexiones. A mi derecha, Tamara conversa con Daniel, y yo apenas alcanzo a escuchar un susurro. Ella lo seduce sacudiendo de un lado a otro sus enormes senos, y Daniel abriendo los ojos abruptamente, casi como si se les fueran a salir de su órbita, respira profundo, se limpia el sudor de la frente, y se sostiene de la mesa para no desmayarse. Se ríe un poco, y tuerce los labios como si le rascaran una picadura en la espalda. Babea un poco, se acomoda el cuello de la camisa, y se lanza sobre ella. Hablan tanto que se ahogan en medio de una frase, vuelven a respirar, se santifican con blasfemias y terminan su seducción con indiferencia y falsa ambigüedad. Tamara vuelve a su celular, y Daniel se ríe exageradamente de un chiste que ya escuchamos más de treinta veces. A todo esto no puedo dejar de notar, que el cuerpo de Tamara, despide un fuerte hedor a suciedad y transpiración. Hace un rato se puso algo de perfume, pero el calor de sus grasas lo vaporizó como si lanzaran hielo a las fauces de un volcán en erupción. Bajo a la cocina, y ahí está Rubén mirando el partido de San Lorenzo y Racing. Yo paso por al lado y pongo a calentar el agua para el mate. En un momento, Rubén me pregunta en que minuto de tiempo va el partido; - creo que van veintidós minutos del segundo tiempo - digo yo algo extrañado. Lo vuelvo a mirar, y entonces me doy cuenta de que sus ojos están estallados en sangre. - Que te pasa en los ojos que los tenés así? - pregunto yo preocupado. Conjuntivitis - dice él. A todo esto entra Alfredo Palavecino y en tono imperativo contesta - Perdonen que me meta, pero eso no es conjuntivitis, cuando los ojos se irritan así, es porque la presión está muy alta. Haceme acordar que después te voy a dar unas gotas que son para bla, bla, bla.... Termino de cargar el termo, y me voy de vuelta a la cabina. Después de tomar unos mates, Daniel y Tamara vuelven a soltar el labio. Conversan animosamente, mientras yo, reclinado sobre el asiento, trato de descifrar el enigma de mi naturaleza. Mientras voy tomando nota de lo que aquí sucede, busco educar mi percepción, para construir una historia nueva, que me ayude a capturar algo que antes no pude ver.

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Siguiendo las palabras de Hermann Hesse, al parecer mi doctrina no es tan perfecta. Durante todo el día he padecido un sentimiento de frustración innominable. Siento odio cada vez que escucho las voces de la casa vecina, y aun así, entiendo que este tormento, no tiene nada que ver con mi prima Cecilia, sino que por el contrario, tiene que ver conmigo. Muchas veces imaginé que mi actitud hacia la vida, era digna de admiración y respeto, pero ahora que vuelvo al germen del asunto, comprendo que de todo mi mundo creado, hay una categoría que está defectuosa. No voy a volver el tiempo atrás, para contarte todo lo sucedido en casa de mis padres, pero es acaso el mejor ejemplo de un problema que desde entonces, no pude solucionar. Teniendo en cuenta que no me propongo llamar la atención de nadie, considero de suma urgencia, poner el foco en este asunto, sin declinar ante los abatimientos y las frustraciones que supone convivir entre cristales y paredes huecas. Claro que aun siendo asediado por su presencia, mi prima se ha convertido en el blanco fácil de todas mis agresiones; aun así, entiendo que no es ella en particular la que me hace daño, pues existe algo en la presencia del otro, que me molesta y me ofende como no puedes imaginar; la razón es un misterio, pero veo en ello un enigma digno de ser analizado. Mientras escribo esto, se asoma Andrés por la platea y me dirige un saludo burlón y chancero. Yo me muestro algo frío y continúo escribiendo sin llevarle el apunte. Él se queda parado frente a mí unos minutos, y al ver que no le presto importancia, se da media vuelta y se va. Creo que básicamente, es este el principal defecto de mi doctrina. Mientras a mí al rededor se sigan sucediendo interrupciones de tipo sonora y juiciosa, jamás podré atender los asuntos que competen al ser. Todas estas trabas e impedimentos, me generan tal sentimiento de impotencia, que si yo tuviera que decir en vos alta, todo lo que pienso sobre las personas que me rodean, me ganaría muchísimos enemigos, de eso no me caben dudas. Muchos de ellos ignoran la importancia que tiene para mí reafirmar mis logros, aún después de haberlos concretado. Siendo que no puedo evitar olvidarme de lo sabido, debo hacer un esfuerzo desmesurado por volver a recordar. Por eso, frente a semejante debilidad, no tengo más chance que excusarme con el fin de resolver lo que me daña. Solo espero que mi humanidad siga siendo susceptible a los cambios de conducta; de lo contrario, seguiré girando sobre el mismo propósito de siempre. Recuperar mi soledad.

Brevemente te puedo adelantar que si bien durante el día, alcanzo a tener breves momentos de soledad y diplomacia, aun así, me resultan escasos e insuficientes. Ahora mismo estoy tirado sobre la silla cual si fuera una gigantesca bolsa de papa. Veo pasar los minutos, y no estoy nada satisfecho con mi vida. Todo me sabe gris y aburrido. Pero aun así espero con ansias, la llegada de un nuevo recurso estético.... En esta circunstancia, se me hace innecesario quejarme en contra de alguien; la soledad de aquí es perfecta. No me falta espacio para trabajar, y estoy seguro que con el instrumento apropiado, llenaría de fantasía y misterio, todo está ingrata superficie que me abstrae en los mismos temas de siempre. Justo ahora, Maxi y Tamara pasan caminando por la sala; entre burlas y ocurrencias sonríen felizmente dejando entrever que no poseen ningún tipo de preocupaciones. Si acaso sospecharan algo de mis odiosos problemas, se burlarían de mí como todos aquellos que se divierten con la desgracia ajena.

Después de mucho tiempo, me digno en dibujar un conceptual. Por la sala suena un tema de Tomasz Makowiecki, que me resulta encantador. En internet, según un estudio realizado en los estados unidos, se plantea que no es lo mismo dibujar la letra en cuaderno, que tipiarla en un teclado. Voy al baño.

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Mirarse de cerca implica un aumento considerable en la concentración. Habiendo escuchado algunas grabaciones de radio, me doy cuenta que la única forma de acceder a un sentimiento marchito y cuestionable, es a través de la contemplación. Mientras Carlos Borges habla sobre un tipo de cáncer en la oreja, Andrés y Georgina lo escuchan como si estuvieran presenciando un asunto nuevo, un descubrimiento científico, o una noticia de último momento sin precedentes. Aburrido. Lo único que puedo notar es que Georgina habla con tal frescura que hace parecer importante todo lo que dice. Me voy a comprar algo para comer; no solo porque me sugestionaron con todo este asunto de los zapallitos rellenos, sino porque además son las seis de la tarde y desde el mediodía que no pruebo bocado.

Idea para tira (dos cuadros)

1. Un individuo solo, en cuyo globo de pensamiento, hay una forma conceptual equilibrada y armónica.

2. Entra otro personaje a escena y dice hola. Entonces toda la forma creada por el individuo, se desmorona y cae al suelo.

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Acá en la otra habitación está Hernán canturreando unas canciones, como si con ello pretendiera silenciar sus pensamientos. Yo sentado desde la cabina, lo escucho tararear, y me doy cuenta que a él le cuesta tanto estarse quieto, como a mí me cuesta moverme. Ayer compuse una canción que se llama Creer en la Sangre, y si bien estóy contento, no me siento nada satisfecho. Me alegra haber podido tocar la guitarra en mi casa, aunque al menos haya sido tan solo un rato. Si bien es cierto que hay momentos donde me tortura tener que compartir mi casa con otras personas, después, cuando todo vuelve a calmarse, comprendo que dicho malestar, no es sino producto de una falsa interpretación, algo desgastada y caduca. Siento que Nacho y Hernán no están muy contentos conmigo; me doy cuenta porque no me dirigen la palabra, y esto es comprensible dado que toda esta semana, me he tomado el trabajo de evitarlos. Últimamente me estuve mirando mucho de cerca, y déjame decirte que los resultados han sido maravillosos. Estoy convencido que fijar la vista hacia el centro de la nariz, nos ayuda a poner el foco en un asunto trascendente, evitando caer en la endeble cotidianidad del mundo disperso. Son apenas las siete y diez de la tarde, y yo ya me quisiera ir, no se adonde pero me quisiera ir. Nacho llega con un paquete de tabaco saborizado con mango; pasa por al lado mío echándome una mirada desafiante, y luego se sienta al lado de Hernán. Ambos se mueven de un lado al otro, y en sus diminutos cerebros no piensan en otra cosa que en fumar. Si consideramos que la mente solo puede ocupar una idea a la vez, la suya es la de fumar y perder el tiempo en conversaciones aburridas y sin profundidad. La verdad es que nunca lo entendí; como pueden pasarse el día hablando tonterías sin esforzarse por trascender sus limitaciones? Viven la resignación y se dejan llevar por la corriente, sin hacer el menor esfuerzo por arrimarse a la orilla. Si Juan, yo entiendo que la vida se debe disfrutar, pero me cuesta mucho ver el goce en un dialogo aislado y sin conflicto. Vos sabés bien que en cualquier buen libro, los personajes atraviesan una serie de sucesos que, al combinarse entre sí, resuelven un misterio profundo y sustancioso. Como podría yo resolver el mío, viviendo toda esta clase de nimiedades, que se presentan tan incompatibles como las piezas de otro rompecabezas? Hernán y Nacho pasan por delante de mí, y me ofrecen un cigarrillo de tabaco armado, yo digo que no, y entonces ambos dos salen a la puerta a fumar. Ves? Estas son las pequeñas piezas que no tienen conexión y, sin embargo, no puedo ser indiferente a ellas. Será que debo aprender de nuevo, algo que antes no pude entender? Después de haber madrugado, comienzo a sentirme algo cansado; voy a la platea y me acomodo a lado del Split; comienzo a mirarme de cerca y entre reflexiones y abstracciones, casi sin darme cuenta, me duermo unos minutos. Más tarde, por motivo de una mala posición, me despierto fastidioso, saco todas las cosas de mi bolsillo, y me acuesto directamente sobre la alfombra del piso. En ese momento, se escuchan unos curiosos pasos de alguien que empieza a trepar los escalones. Se asoma un rostro preocupado, y entonces aparece Carlos Borges. Ah, sos vos! Te sentís bien? - me pregunta entrometidamente como si estuviera en una infracción. - Si bien detesto que me subrayen mi conducta cuando estoy en un contexto de descanso, yo me armo de paciencia, y digo que sí forzando una sonrisa. Entonces sin otro preámbulo, Carlos se da media vuelta, y regresa a lo suyo; que dicho sea de paso, vaya uno a saber lo que es.

Mi hermana me dejo una pizza de mozzarella que le sobró de anoche y que al parecer, tiene muy buen aspecto. Mientras se cocina en el horno, yo estoy acá sentado en el comedor de casa tomándome una lata de cerveza, y disfrutando mucho de la confortable calidez de un día domingo. Para cerrar la noche, voy a confesarte que no me caen muy bien las personas que no saben estarse quietas; me enferma esa urgencia desesperante de querer prestar atención a todo lo que ocurre en el mundo circundante.

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Menos profundidad que una pelo pincho.

Menos sensibilidad que un choripán.

Quién es?

Capitulo 9

Comienza mi día. No tengo muchas perspectivas de lograr algo, me siento bastante triste y, si bien terminé un conceptual que se llama Graffiti, no por eso dejo de experimentar cierta sensación de vacío. No quiero molestarte pero, para ser franco, siento como si me ahogara en un llanto sin lágrimas. Acaso será que una vez más, mi alma comienza a ensancharse? Voy yendo camino al san Martín, y no tengo muy buenas perspectivas para el día de hoy. Seguramente la oficina debe estar viciada por el hedor de los cuerpos, y el humo asfixiante del tabaco negro, que se condensa entre las ventanas cerradas por el frío y la lluvia. Cuando se viaja en colectivo, uno nunca sabe con qué se va a encontrar. Acá junto a mi lado, hay un señor de unos setenta años, vestido con un blazer azul y un pantalón negro oscuro. Tiene una abundante cabellera blanca, anteojos pequeños, y lleva la barbilla rasurada. La mujer le dirige unas palabras, y el parece fastidiarse sin motivo aparente. Ella se aleja hacia el fondo del vehículo, y entonces el comienza a canturrear algo que se parece mucho a una pieza clásica de ópera. Unas paradas más adelante, el viejo se baja y en su lugar sube una pequeña niña, que se sienta a mi lado, y aunque te resulte extraño, canturrea con voz diminuta unas canciones que no alcanzo a descifrar. Será que la lluvia melancoliza y ablanda los sentimientos?

Llego al teatro y el primero que me recibe es Cristian. Me llama para hablar en la oficina, y me paga novecientos sesenta pesos en concepto de horas extras; a cambio de esta buena noticia, me informa que probablemente en enero tengamos que venir a trabajar. Ya en la oficina, recostado sobre el sillón, me digno a redactar unas líneas. Parece que Franco perdió las llaves de la moto. Lo ayudamos a buscarla entre los rincones de la oficina, pero no encontramos nada. Afortunadamente, después de revisar todo, la llave terminó apareciendo en el fichero del teatro. Más tarde Alberto me invita a quedarme a comer con mis compañeros de sonido, pero yo rechazo su proposición, argumentando que no me siento muy bien del estómago. Siendo así, no creo poder resolver mi desdén hacia la gente. De cualquier forma, haber abandonado esa necesidad imperiosa de participar en las conversaciones ajenas, me ha dado grandes resultados. Ahora que puedo habitar en los textos, ya no tengo que preocuparme por gustarles a los demás, pues yo siento que aquí puedo encontrar todo lo que necesito para ser feliz. Quiero que sepas que me cuesta mucho atender esto que te digo, mientras Jorge y Mariano discuten sobre una noticia televisiva.

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Estoy acá en el odontólogo, esperando que me hagan el conducto; dos mujeres conversan sobre un programa de chimentos y yo me acomodo en mi asiento espectando la escena, sin ánimo de participar. La chica que atiende el mostrador camina de un lado a otro, hablando a la nada como si esperara que alguien le conteste. Entonces en un gesto de clara indignación y, haciendo referencia al televisor, dice. Esta mina debe tener problemitas psiquiátricos. Al escuchar estas palabras, miro al suelo algo desanimado, y trato de sobreponerme a este comentario tan injusto y obsecuente. Pienso en mi presencia en el teatro san Martín, y en mis compañeros de sonido. Realmente me cuesta mucho concentrarme en mis textos, cuando alrededor de mi ocurren tantas cosas. Quizás sea por eso que a la hora de escribir, prefiero el silencio. Estuve pensando mucho en el carácter de estas notas cortas, considero que cada una de ellas son como pequeños bosquejos inacabados, que pos supuesto requieren nuevos procesos y revisiones que logren enriquecerlos y depurarlos, cual si fueran más bastos de lo que alcanzamos a percibir.

Hace unos minutos terminé de hacerme un conducto, y después de haber padecido toda clase de dolores, me siento a esperar que se vaya la anestesia. De a ratos me arranca un dolor agudo, prácticamente insoportable. Recién pasé por la farmacia y me compré un actrón 600 mg, pero aún así espero no tener que usarlo.

Quisiera comer algo, pero con la boca dormida no creo poder masticar como se debe. Más allá de este pequeño inconveniente, me siento extrañamente relajado. No tengo la necesidad de hablar, ni de participar en ninguna conversación. Equivocadamente imagino que algunas personas me observan, y se indignan al ver que no me involucro en sus asuntos. De cualquier forma, la falta de hábito, hace que me cueste mucho prestar atención a esta clase de discursos sin intriga ni misterio.

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Me encuentro con Javier Tobares, y no puedo dejar de sorprenderme por su facilidad de convertir un drama en una auténtica comedia. Me dice que cuando lo vio a mi hermano se acordó de mí; según él tenemos la misma forma de caminar; y siguiendo sus palabras se puso a imitar nuestra manera de andar cual si fueramos pinguinos.

Es lógico que, en el dialogo con los demás, no tengo la vitalidad ni la memoria que debería tener. Hoy estuve escuchando una grabación de radio que se llama El Hogar del Espíritu, y me doy cuenta que no poseo una gran memoria a corto plazo. Me cuesta mucho seguir el hilo de una cuestión sobre un tema que no me conmueve. Y si tengo que ser sincero, en este mismo momento, no existen muchas cosas que me quiten el sueño. Creo que mis hábitos de dibujante me han templado el carácter de forma irreversible. Mientras mis compañeros hablan acerca de las frases, yo me quedo replegado escribiendo cosas, que por lo pronto, no son de ninguna utilidad.

Yo sé que sabrás entender que, si bien ya lo he dicho infinidad de veces, el silencio y la soledad me devuelven una tranquilidad y una paz, que en la relación con las personas no puedo encontrar. Ayer le pedí a mi hermano Miguel, si podía darme un brote de marihuana para cultivar en casa, y si bien es cierto que me siento un poco escéptico con relación a esto, me intriga mucho llegar a saber cuál es el efecto que podría tener en mí. Entonces él, con total naturalidad, me dijo que Ezequiel también le había pedido; en un ademan de aprobación quedamos en que me traería la mía, una vez que tenga listo el brote de Ezequiel.

Yo siempre adoré el estado natural de las cosas, y creo que el verdadero amor en mi vida debería tener esa conducta de amar el dolor, sin juzgar sus efectos y consecuencias, por eso no dejo de pensar que con esta decisión, podría estar traicionando aquellos principios, que durante tanto tiempo acompañaron mi trabajo. Aun así, mi preocupación, reside en un hecho que persiste, y se cobija en mi memoria, como un mal recuerdo que siempre regresa, y se instala contra voluntad. Si bien no le permito el paso, ella resurge, y se constituye en lapsus homogéneos y diáfanos. Minutos más tarde, dejando traslucir sus intenciones, me muestra mi principal defecto, y sin debelarme la cura a mis males, me quedo a su lado aceptando mi condena, como quien se resigna cruzando los brazos. La miro y la contemplo, extrañado por su mal carácter, pero si bien su naturaleza desdeñosa me ofende injustamente, me alegra mucho saber que entre tantas otras, ella fue y será siempre la misma.

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Otra vez me siento en la ruina, no puedo explicarte que cosas generan esta profunda tristeza, pero tengo unas ganas de llorar que no puedo más. Estuve sintiendo como mi capacidad cognitiva ha empeorado drásticamente, y a eso se le suman algunos foros que estuve leyendo sobre esquizofrenia, donde según se plantea, el deterioro es lento pero progresivo. Me siento sumamente deprimido y desilusionado. Maldigo mi suerte, y aunque trato de poner lo mejor de mí, no alcanzo a reponerme del dolor. Muchas personas dicen que la esperanza es lo último que se pierde, pues bien, yo estoy al borde de la tragedia. Me aterra pensar que teniendo apenas treinta y dos años, experimento una situación tan fea, que apenas puedo levantarme de la cama. Acá en la oficina de sonido, no puedo esforzarme en participar de las conversaciones, porque ciertamente me resulta antinatural. En tiempos como este, extraño mucho a Andrés; si bien nuestra diferencia de edad es sustancial, siento que puedo compartir un dialogo, e intercambiar ideas, sin la necesidad de fingir un personaje para agradar a los demás. No sé si será mi enfermedad o mi temperamento, pero no alcanzo a prestar atención a ninguno de las cosas que dialogan mis compañeros. No te puedo explicar lo mucho que me duele saber que en estas situaciones mi capacidad de atención no se compara con la suya propia, por eso no sé si debería tomar cartas en el asunto, o aceptar la situación sin recriminarme nada.

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El control que podemos ejercer sobre la mente es acotado, y siendo que el foco de concentración debería estar a merced de nuestra voluntad, me duele mucho saber que no puedo prestar atención cuando quiero y lo necesito.

Anoche en la casa de Ezequiel volví a fumar marihuana, y si bien durante la noche me mostré muy comunicativo, a la mañana siguiente me levanté algo confundido y mareado. Sufrí pensamientos delirantes e ideas incongruentes que me quitaron el placer de un sueño profundo. De cualquier manera, acá en el teatro, estuve charlando con Hernán y puedo asegurarte que me mostré muy lúcido y receptivo. Le conté que ayer, mientras hablaba con Ezequiel, lloré mucho, y con ello, me deshice de un viejo dolor que durante meses, me estuvo estrangulando el alma. Por eso a mi entender la marihuana en una dosis justa, puede tener un aspecto positivo en mi temperamento, y según mi percepción del hecho, es un desinhibidor que favorece el contacto con la realidad y con el mundo circundante. Únicamente espero no sufrir un efecto rebote, y volver a decaer; aunque siendo sincero, no veo como podría ser peor.

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Después de pasar un trapo por toda la casa, y habiendo terminado una página nueva de Aquila, me tomo el colectivo camino al bar donde toca Fede, mi hermano. Al llegar al bar, me siento en una mesa solo, y converso unas palabras. Nada importante, apenas cruzamos unas miradas, pero tan solo eso me ayuda a relajar un poco mis nervios que están en tensión permanente. Mientras miro al grupo de jazz probar sonido, me doy cuenta de que por más que quiera reunir un equipo similar de trabajo, estoy muy lejos de conformarlo. La soledad es acaso, lo que mejor me queda, aunque no me guste, es lo que mejor me queda. El salón es una habitación pequeña, con sillas de madera y piso de parque. Al frente hay un escenario improvisado con una iluminación cálida y cortinas de paño negro a modo de telón.

Al costado izquierdo de la sala, hay una chica sacando fotos, y en mi mesa a mi lado esta Luciana sentada con una amiga.

La verdad es que estoy tratando de controlar un poco mi eromanía, y no dejarme llevar por esas ideas estúpidas de un amor platónico, que ciertamente no tiene ningún correlato con la realidad. Mientras suena Charlie Parker, yo pienso. De qué manera estaría yo en condiciones de construir un vinculo con los demás, cuando mi relación con el entorno es tan pobre, desarticulada y endeble? Sé que muy pronto, si mi mente no coopera con los pedidos del corazón, mi conducta me llevará a una ruina mucho peor que la que vivo hoy, y para entonces, con el evento consumado, ya se hará muy difícil encontrar un horizonte donde apuntar el rumbo.

Ahora que terminó el show, sucede lo mismo que me ocurre en el san Martín. Estoy sumamente distante, y si bien es cierto que me duele no poder participar, por otro lado es un alivio, no tener que fingir algo que no soy, o algo que era, y dejé de ser.

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Llego al San Martin y decido pasar por la pizzería Guerrin a comer algo. Entro al local y me atiende un sujeto morrudo de ojos claros y remera azul. Le pido tres porciones de mozzarella, y le pago con cien pesos. Cuando me da el cambio, noto que en mi mano hay más billetes de los que debería tener, pero aún así, me los guardo sin decirle nada. Le entrego el ticket al repartidor, y a cambio me devuelve una porción, y yo me quedo mirando. Te pague tres porciones, digo yo algo desesperado. Entonces el cajero que hasta entonces no decía palabra, me dice - te devolví ochenta y cinco de vuelto - yo lo miro como si me estuviera acusando de un crimen, y entonces le devuelvo el dinero - cóbrame tres porciones, le digo de mala gana - Entonces agarro mi plato, y con algo de culpa, me acodo en un rincón, victimizándome y argunmentandole a mi conciencia, que a mi modo de ver,  pagué mis porciones de pizza, honestamente y sin mezquinar.

Habiendo cumplido con mi jornada laboral, regreso a casa en el auto de Flavio, un Renault 9 color verde loro, que a pesar de sus años, conserva un magnifico andar. Una vez en camino, Flavio y yo conversamos sobre el uso medicinal de la marihuana, y en sus efectos psíquicos en el organismo de las personas. En principio Flavio es una de las pocas personas que muestran un verdadero interés hacia mis problemas, pero aún así, eso no quita que, como meta en un futuro próximo, mi preocupación se focalice sobre otros asuntos que no tengan que ver conmigo. Ahora estoy en casa esperando que se terminen de cocinar las milanesas. Mientras escribo esto, Zoe se sienta en mi regazo, y juntos nos acurrucamos al lado del horno.

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Es muy loco escuchar hablar a Flavio sobre un tema que alguna vez analicé y reflexioné. Mientras le mencionaba que iba a retomar devuelta el curso de dibujo en el estímulo de bellas artes, el sacó a relucir el tema de los traumas. Sin que yo le hubiera mencionado nada de lo que hube escrito, el me habló de como los malos recuerdos nos impiden salir del encierro, y emprender esas tareas que antes no nos atrevíamos hacer.

Después de este breve dialogo con Flavio, entra Pablo hablando con esa gestualidad maravillosa que solamente los que fuman marihuana pueden tener....

Y siendo que continuamente vivo en la humillación, te pregunto. Debería yo consumir marihuana como ellos? Acaso podría revertir mi cansancio y mi insensibilidad? Me ayudaría a despertar de mi letargo y a relacionarme con las personas, así como lo hacía antes?

Me levanto de la silla y le pido a mi hermano, aquello que alguna vez fue el principal causante de mis males. Marihuana. Él me dice que no tiene problemas en pasarme algo de cannabis, pero con la condición de que trate de cambiar mi discurso auto contemplativo, y empiece a socializar de nuevo.

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Acá sentado enfrente de la computadora, pienso en mi futuro, y en la enorme necesidad de encontrar una motivación que me devuelva el estímulo que necesito para obligarme a cambiar mi foco de atención. Es muy probable que si hablo con Fernando sobre todo este asunto de la marihuana, la discución acabe en argumentos científicos sobre los perjuicios que conllevaría su consumo diario o exesivo. Pero aun sabiendo los riesgos a los que me podría exponer, tengo que hacer la prueba, no solo por mí, si no también por todos los que me rodean. Juntos hemos transitado la soledad durante tanto tiempo, que ya comienzo a perderme en mi propia abstracción, me siento insensible y ajeno a los eventos que me rodean. Sea o no lo correcto, la realidad es que mientras todos mis compañeros se codean entre sí, yo estoy acá hablando para nadie. No tengo tiempo para esperar una tercera generación de neurolépticos, necesito un resultado más inmediato. Pilar que no sabe lo que es un porro, se mostró muy preocupada por mi decisión, y aunque yo comprendo su indignación, no soy tan estúpido como para quedarme de brazos cruzados sin hacer nada. Ya sabes que si con ello genero un enlace o un vínculo más fuerte con la realidad, me llamaré dichoso. Después del hecho, una vez que esté bajo sus efectos, tengo que estar lucido y atento, solo así podré evitar la paranoia, y las distorsiones cognitivas que se suceden sin descanso. Estos últimos años he pasado mucho tiempo metido en todo tipo de artes frías, e introvertidas, pero ahora, mis intenciones son las de terminar con el dolor, la frustración, y las ideas circulares que me empañan los ojos y no me dejan ver el futuro.

Para que mi consideración tenga un resultado positivo, efectivo, y completo, tendré que transformarme en el verdugo de todas mis creencias anteriores.

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Me levanto a las tres de la tarde, y a pesar de mi inutilidad para con el mundo, no me invade ninguna clase de culpa, al menos no esta vez. Lo primero que hago es sentarme en el sillón, y con Zoe entre mis piernas, me quedo estático e imperturbable cual si fuera una planta del bosque. Mi ánimo se estremece, y vuelvo a encontrarme a gusto nuevamente. Yo no sé si será por el video que hice anoche, donde expuse mis intenciones de comenzar a emplear la marihuana como una forma de vincularme con el mundo. Tal vez se deba a que al fin encontré una manera de trabajar en contra de la paranoia y las incongruencia de mi razón, que dicho sea de paso, son las principales causas de mi angustia e indignación. La verdad es que no lo sé. Lo cierto es que todo este asunto de recuperar el estímulo, me ha devuelto algunas esperanzas con miras a un futuro inmediato. Por supuesto que voy a confesarte que tengo algo de miedo con relación a las opiniones científicas. Pero la verdad es que la química de la mente sigue siendo un misterio que cambia entre un ser humano y otro, por eso, y aunque los pronósticos no sean muy alentadores, trataré de hacer la experiencia, con el criterio de un hombre que comprende el germen de su debilidad.

Una vez en el teatro, me siento a ver el partido de san Lorenzo contra central. En la oficina hay al menos doce personas, y si bien me cuesta un poco prestar atención a los diálogos que se plantean, no me siento tan mal como en otra instancia de mi vida. Podría levantarme y salir de aquí, pero en este momento de mi vida creo necesario prevalecer en un ambiente hostil, para encontrar en ello, la respuesta al único motivo que me aqueja y no me permite ser feliz; las relaciones sociales.

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Después de haber fumado, me siento mucho más sociable. No sé si estaré diciendo estupideces, pero estoy mucho más participativo que en otras oportunidades. Es cierto que mi actividad psicológica se acelera y es algo inestable, pero esa aceleración me permite clasificar los delirios, y silenciar mis pensamientos raros.

Capitulo 10

Es sorprendente saber que con tan solo una pitada de marihuana, el fuego de los sentimientos se activa, y transcurre a una velocidad, que en un estado de normalidad, sería inusitado. Si quiero salir de mi pasividad, debo aprender a montarme sobre esta droga, y a querer sus efectos por sobre todas las cosas. Después de todo y aunque no me guste asumir la responsabilidad de superar mi pasado, sé que esto es para mi bien. Según mi experiencia, si la Olanzapína te brinda un sueño donde refugiarte, la marihuana te vincula con el presente de una mejor manera. Aun así el deber de un hombre es ayudar a otros, y nada de eso será posible, si no vencemos antes que nada, ese miedo mal argumentado de recibir los juicios morales acerca de un estado y condición, que no tienen correlato con la realidad objetiva.

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Estoy tratando de pasar de un hábito a otro. Estoy mirándome mucho de cerca, y tengo la angustiosa necesidad de pasar al mundo exterior, de mirar al otro cara a cara. Creo que tengo que hacer ese traspaso con mayor sensibilidad, pero, acaso depende de mí? Supongo que mi cerebro y mis ideas son algo desarticuladas, pero aun así, yo pregunto. Quien puede decir que su discurso no es desarticulado y abstracto? Seguramente caer en un hábito como este, no es propio del ser social, pero a mi parecer si, así como uno necesita entrar en un sentimiento, también en algún momento, necesitamos salir de él.

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Es difícil hablarte en este estado de ansiedad y euforia, y es difícil porque sé que vos también comprenderás la sintonía de mi discurso. Sabrás comprender que mis matices emocionales, están cambiando, y entonces tendré que acostumbrarme y ser paciente. Debo estar aquí en este celular, para demostrarme a mí mismo que puedo manejar la ansiedad, y está nueva energía que vuelve después de haber desaparecido en la inmensidad del pasado. Juan amigo, quiero que sepas que creo en vos, no solo en tu lucha y en tu capacidad para vivir, sino además en el cariño que les guardas a todos ellos que quieren ayudarte. Es lógico que la vida te lleve lento y despacio, a la primera reflexión; valiéndote de ti mismo jamás podrás madrugar. Hemos pasado mucho tiempo solos y refugiados en el descanso, por eso ahora mismo, ya va siendo hora de que tomemos esto como algo serio. Tomamos dos medicaciones, y aunque no quiera reconocerlo, me cuesta mucho afirmar este problema como si existiera. El hecho es que hoy estuve hablando con Striglio por más de una hora, y en ese dialogo, le dije que estaba tomando antidepresivos, lo cual todos saben que no es cierto, la verdad siendo apenas diferente, es que sigo consumiendo Olanzapína normalmente, y después de varias observaciones acerca de su efecto sistémico, e incluido cannabis en dos raciones, en la mañana y por la noche. Este es mi nuevo circuito de pensamiento, si bien es algo más caótico, la velocidad de mis ideas es más equilibrada que la crueldad de lo inocuo y estéril. Ya no es la soledad, ni tampoco el amor, el hecho es entender que el desafío, y la ecuación vital de nuestras ideas, es aprender a controlar este vértigo divino, que no por ser nada deja de ser vida.

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La comunidad de los hombres sin rostro.

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Como ama el ciego que jamás ha visto un rostro?

Hoy me he sacado los anteojos, y he dejado de ser mi rostro. No quiero que nadie me vea así, sin saber quién soy, pero necesito hallar ese lugar, donde se esconde la comunidad de los rostros perdidos.

Estoy escuchando un poco de tango en la sala, y de alguna forma siento que mi cuerpo marchito y reseco, después de muchos años, deja ver su primer brote. No sabes Juan lo bien que me sienta renacer, y sentir que hay un alma en mí, que pugna por liberarse. Olvidarse de esta circunstancia no resolverá el conflicto, pero las viejas historias están aquí, no sé si coordinar un discurso te hará bien o mal, pero yo sentado aquí en la silla, no me siento tan hermoso como me ven las mujeres. Sí, es cierto, me avergüenza ser eromaníaco. Cruzaste los andes, y ahora estar aquí deforme como ningún otro, me ha dejado ver algo.

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Después de haber estado releyendo algunos escritos recientes sobre este sistema de escribir Todo en Uno, salgo de casa con la intención de recuperar el conflicto. Las viejas costumbres de creer en vos, vuelven hacia mí. Te sueño y cuando te encuentro, me doy cuenta que aunque te quiera, no termino de conocerte. Mi personalidad es vertiginosa, puedo saberlo, y no sé en qué momento de mi vida, volveré a recobrar la armonía con las personas. Aunque no lo quieras creer, sé que necesitas amor, lo sé y tú lo sabes. Pero si es acaso que es el amor un bien propio que uno recibe al nacer, que te hace pensar que lo has perdido? Sé que te sientes mejor ahora, y me alegra que sepas entender lo mucho que te admiro y respeto. Te admiro por eso, por tu búsqueda incansable de amar al prójimo, tanto como la vida te ama a ti.

Sé que los locos no tienen ese conflicto de reírse al mismo tiempo que sienten una culpa horrible de no estar atendiendo el problema en cuestión. Es un hecho de suma importancia, atenderme y pensar en un pasado estúpido y sin dirección. Lo lamento Juan, sé que vives a través de mí, y a veces no alcanzo a satisfacer tus necesidades, pero créeme cuando te digo que voy a hacer todo lo posible para ayudarte a encontrar eso que estás buscando. Amor, paz, y religión.

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No te estuve contando nada de todo lo que aconteció esta semana, pero desde que incluí la marihuana como medicina para mis males, vuelvo a sentir que vivo y que respiro. Comienzo a descubrir que hay un mundo y un universo, mucho más grande que todo lo anterior. Cuando la conjunción de todo el presente, supera el discurso conocido que proviene del pasado, volvemos a ser niños buscando aprender, recuperamos la fantasía, y la sagrada inocencia. Volvemos a equivocarnos por la falta de adaptación, y volvemos a embriagarnos con el placer de sentir que todos los traumas que arremeten en contra de la memoria, se resuelven uno a uno, por una voluntad mayor, la voluntad de generar un amor más grande que el ofrecido hasta ahora.

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Estoy acá en el consultorio esperando que me atienda Fernando, y si bien estoy algo ansioso, por otro lado también me siento algo diferente. No puedo creer que dependa de dos medicaciones, para sentir algo y estar atento al instante. Aquí en la sala hay una chica con una mirada hermosa, llena de viva tristeza, y sana ebriedad. Conociéndome sabrás de mí que no he podido evitar enamorarme, y es que es esa la mirada que busco para mi compañera.

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Mientras camino en un patio soleado, lleno de luz solar e interrogantes de todo tipo, pienso en el cruel veneno que contamina el ser entre nosotros, si Juan, la paranoia. Y que es la paranoia sino la demostración mancillada y evidenciada, de una personalidad enigmática, que aún no ha llegado a empapar sus ojos con el suspenso propio de un hombre misterioso? Mi propósito ahora, no es engañarte, te lo digo y quiero que lo veas, estoy fumando marihuana frente a ti, y desde que todo ello comenzó, siento que ahora estoy empezando a reparar mis traumas; aquellas viejas heridas del recuerdo inmediato. Hoy me desperté diez y media ansioso de fumar y comenzar la mañana, me preparé un té, y me detuve a filosofar ambigüedades con mi pensamiento mixto, multiforme, y pluridimensional. Encontré entonces que la energía debe fluir igual que fluyen las ideas, y entonces cuando eso sucedió, fui feliz, porque supe que siempre que tuviera un problema, la naturaleza estaría allí para socorrerme. Camine unos pasos, me senté en el sillón y traté de calmarme. Relajé mis músculos y traté de enderezarme. Mastique una pasta en mi boca, y luego apreté mis dientes hasta hacerlos crujir arena; eso fue lo que sucedió en realidad. Respiré profundo, y cuando quise darme cuenta, estaba curado. Ya no odiaba a nadie, ya no necesitaba abrazar ese sentimiento cruel que me estrangulaba el alma, pues, mientras lo pensaba con mi pecho fracturado, supe que en lugar de encender mi luz, esa mala memoria me haría sangrar en lágrimas ácidas y viceroso, que caerían sobre mi encorvada espalda, hasta hacerme toser piedras rancias. En ese momento, aprendí a perdonarme, a perdonarte, a entender tu congoja, y a rezar sobre aquellos rincones oscuros que no te dejaban salir de la cama. Ahora que lo aprendí, ahora que mi segunda conciencia conoce el brebaje, vuelvo a nacer diáfano y reluciente. Después de haber muerto en viejas creencias que no suelen ser otra cosa que mentiras y leyendas, vuelvo sobre mis pasos y pienso. Como seguir refugiándome en mi discapacidad, cuando toda esta nueva vida llena de sensaciones y alegrías, me está demostrando que todo aquello a lo que le temía, no era sino una mala interpretación de una sustancia inocua, que una mirada aturdida por el miedo, no supo reivindicar, ni tampoco argumentar. Como seguir flagelándome cuando he comprendido gracias a los que de verdad me quieren, que todo lo bueno es algo tan simple, que carece de explicaciones. Todos lo saben, y muy pocos se atreven a decirlo. Yo estoy contento, porque mis hermanos lo han traído hasta mí, y ahora nunca más va a faltarme felicidad. Estoy cambiando, y con ello, veo nacer un nuevo rostro, mucho más bello que aquel que alguna vez tuvimos. Tú sabes lo que implica la inexpresividad para la salud estética. Quizás sea por eso que tomo capsulas de medicina ortomolecular para el crecimiento capilar. Juan, quererte como sos! Me dice una pequeña voz desde adentro de mí, y yo vuelvo a preguntarme. Como?

Hacen ya unos meses que decidí volver a construir historias. Desde aquel tiempo donde mi corazón endurecido dejó de sentir, he pensado mucho, pero a su vez he sentido poco. Basta dijimos todos, no debes sufrir más, tu rostro me lo dice. Mi hermano Miguel y mi cuñado Ezequiel, me trajeron la bendición con sensibilidad, y viniendo de parte de ellos, pude quererla y respetarla.

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La pedantería no es solo de los que sabían la tierra, pues el amor reside aún en aquel que se ahoga.

No puedo evitar dirigirme a la televisión, cuando un hombre que me mira directo a la cara, me saluda. Sé que es raro sostenerme discretamente, pero me apena mucho actuar en referencia a lo que fui, pues a decir verdad no sé lo que soy.

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Parece que las cosas con Hernán y con Nacho no están muy bien. Me di cuenta en su mirada, lo noté sin que me dijeran palabra alguna. Ahora estoy sentado en una silla, y con un fernet en mano, voy tratando de relajarme y cambiar mi frecuencia vibratoria. Mientras tanto en la habitación adjunta, hay dos chicas dialogando entre sí por celular, y riéndose de sus propios chistes. No sé si será la marihuana o qué, pero estoy absolutamente sedado y en calma. Es el cumpleaños de Tamara y sin embargo, no quiero ir a la terraza porque arriba hace frio, y no me siento en condiciones de interactuar. Esto de vivir solo, es realmente extraordinario, y ha templado mi carácter de manera tal que ya no me importa hacer el ridículo frente a los demás. Creo que lo mejor que pude haber hecho es quererte, hubiera preferido comenzar a vivir antes de tiempo, pero aunque lamento lo hecho, no puedo caerle bien a todo el mundo, solo puedo refugiarme en tu visión de las cosas, que al menos para mí, fue siempre todo lo que yo esperaba encontrar.

En estos momentos de mi vida, donde todo se reduce a meditar sobre mis interrogantes, he llegado a la conclusión que en determinadas ocasiones, prefiero escuchar sin atención y mirar sin ver.

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Después de volver al teatro San Martin, no espero ninguna recompensa por mi trabajo, y de hecho me alegra mucho contar con la ayuda de la naturaleza. Estoy seco por dentro, y no puedo participar de algo que no entiendo. Me duermo estando sentado, tomo mate pero no pretendo ninguna cura a mis males, pues de eso me encargo yo. Me agrada existir sin tener que atender ninguna formalidad, por alguna razón creo que es eso lo que me gusta de la soledad. Es muy probable que salga de mi trabajo, con el entusiasmo de saber lo que me espera al llegar a casa.

Por supuesto que existen ciertos malestares que se me presentan a diario, pero con las flores de mi parte, el gusto por las cosas ha regresado. Tengo ganas de llegar a casa, y fumar con la expectativa de saber que poco a poco, y solo de esa manera, estaré curando las heridas de un recuerdo activo, y putrefacto.

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No tengo nada en contra de mis compañeros, ni tampoco de mi trabajo, pero por alguna razón me embola tener que tirar cables y mover monitores. En un escenario lleno de rostros intransigentes y empapados de sometimiento, me cuesta encontrar un vínculo que se relacione con mi doctrina. Después de una vaga lectura sobre el deseo de Elfride Jelinek, entiendo la corta devaluación de las palabras. Acentuar una frase y repetirla en diversas tonalidades me resulta extremadamente placentero, de hecho es tal la gratificación otorgada, que en ocasiones, cuando estoy solo, me divierte en función de mis investigaciones, cantar los discursos que resuelven mis aguas y serenan mis fuegos internos.

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Será que no paro de cosechar recuerdos frescos, será que ya no me esfuerzo innecesariamente, ni tampoco me castigo tratando de llamar la atención, la verdad no sé lo que será, todo lo que puedo adelantarte es que por primera vez en mi vida, y desde que las flores habitan mi cuerpo, he recuperado la simpatía y el gusto por los pequeños placeres que, dicho sea de paso, no por ser pequeños, son menos importantes. Mientras pienso en esto, está a punto de comenzar en la sala Cunil Cavanillas, una obra que se llama vigilia de noche, donde trabaja Pilar Gamboa, entre otros buenos actores, que no conozco pero respeto. Después de tirar el aviso, subo a la oficina, y me tiro en el sillón a descansar y a sacar de mi pecho, todas las frustraciones acumuladas durante el día. En la mesa Alberto, Alan, Miguel, y Leo, hablan acerca de la marihuana y el alcohol. Llegando a mi casa, saludo a Flavio y camino dos cuadras de cobo a Somellera. Pongo la llave en el picaporte, empujo la puerta de oro macizo, y entro al patio donde me recibe Zoe. Abajo están en una fiesta, y si bien pude haberme invitado solo, me parece que aquí en mi casa, hay un evento exclusivo, ominosamente más interesante. Creo que es hora de la medicación. Necesito que todos los dolores del alma, y las malas interpretaciones hechas sobre el mundo, se extingan para siempre. Enciendo una flor, y sorbo tres pitadas profundas. Apago luego el cigarrillo, y lo guardo cuidadosamente en un rincón de la alacena. Camino hasta la heladera, tomo una cerveza, y me siento en el piso a disfrutar de un nuevo recuerdo. Acá termina mi película. Hola Juan, como estas? Espero que todo sea mejor ahora. Te cuento que estoy sentado en el sillón, con las piernas estiradas sobre la mesa ratona y con Zoe descansando pacientemente en mi regazo. Soy feliz. No sé bien de dónde vengo, y ni siquiera sé si el pasado me sirve de algo ahora. En este momento estoy viviendo una experiencia con las cosas, más inmediata, y por lo tanto, más intensa y profunda. Ya no digo que esto puede ser placentero, pero tengo serios argumentos para creer que este bálsamo meridional, tiene que estar relacionado con el amor verdadero. Aquel que a través de estos últimos diez años de soledad, fuimos buscando sin llegar a la coartada. Creo que no es una mala oportunidad de decirte lo que pienso, y, siendo que me considero tan humano como una planta, puedo asegurarte que estoy haciendo fotosíntesis. En periodos regulares es bueno hacer fotosíntesis al menos dos veces por día. Contemplar el desarrollo de mi naturaleza cerebral, me parece un vínculo fascinante y esclarecedor. Entiendo que con esta decisión probablemente este traicionando a muchas personas que creían de mí lo contrario, pero aun así, ya no tengo nada que esconder. Soy esto Juan, inmune a los efectos de morir, y siempre construyendo rutas y destinos. Me detengo, hago un silencio mental, y, luego de unos segundos respiro. Me estoy reinventando, yo ya soy otro. La gente me ve cambiado y se alegra, pero nadie me dice que he cambiado y que ya no soy el mismo. Aun así, yo lo sé, cuando empezamos a disfrutar de la vida, los estímulos cerebrales cambian, y el espíritu se nutre nuevamente, de experiencias nuevas, sustanciales, y trascendentales. En ese laberinto intrincado, a veces nos desesperamos tratando de encontrar la salida, y otras veces, encontramos la solución demasiado pronto. Sabes juan, yo creo que todos los laberintos, están para ser recorridos, explorados, e investigados. Esos pasadizos, están ahí por una razón, no puedes pasárteles por alto como si no tuvieran una causa o un motivo para estar ahí. Por eso a veces me ahogo, y no puedo salir de mi reflexión. Sé que tú también lo sientes, porque somos parte de la misma naturaleza. Al fin he sorbido un sabor, nunca nadie me había ofrecido, hasta que apareció mi hermano Miguel. Mi vida cambio ahora, e recobrado el estímulo, y mi cuerpo lo empieza a sentir también. Hago un silencio y luego el recuerdo de Javier Tobares vuelve hacia mí. Lo veo sonriéndome con una claridad superior a la cristalina superficie del agua, y entonces me acomodo en mi silencio y sueño un rato con él. Lo veo llevando a sus hijos a clases o compartiendo un hermoso asado con amigos. Lo veo en mi oscuridad y en mi silencio. Lo veo en mi caparazón pueril de niño inadaptado e infeliz. Lo veo desde aquel hombre que jamás ha sabido cómo hacer para estrechar un vínculo sentimental con la gente. Lo veo así, resuelto en su vida como una flor depurada por la luz, y realmente quisiera abrazar su obra y decirle gracias por existir en esta vida que Dios todo creador, diseñador de curas y males, nos ha dado para aprender a enseñarles a otros. Memoria emotiva, de Constantin Stanislavski. Por eso es tan importante construir experiencias, como las hormigas que viven para el trabajo. Siento que debo fluir en esa corriente que sospecho extraña, pues jamás imaginé que la cura a mis males, sería aquello mismo que durante tantos años me ha estado asustando. Ser presente, es volver a estrechar vínculos con eso que nos asusta. Será esa la solución que estuvimos buscando? Te lo pregunto porque sé que durante todo este tiempo que venís reflexionando, ha sido muy difícil diagnosticar el mal, y reparar en un antídoto efectivo. Respiro lentamente, hecho la cabeza en el respaldo del sillón, y miro al techo. Tomo aire, y con mucho cuidado, apoyo mis piernas sobre la mesa. Cierro lentamente los ojos, y dejo salir mis miedos, para encontrarme otra vez, con el placer de sentir algo nuevo y autentico. Zoe duerme entre mis piernas, y abajo en la casa de Ezequiel, continua una fiesta, que para estás horas de la noche, ya se ha convertido en reunión. Me gusta sentir esa privacidad. Yo acá sentado en mi sillón redactando estas líneas, y abajo ellos disfrutando de sus hermosos anfitriones. Más allá de vivir en casas diferentes, yo no puedo dejar de reconocer que siento como si estas palabras estuvieran vinculados por una misma naturaleza, y si entonces comprendo que esos sonidos uniformes y concretos, físicos y ambiguos, pueden generar paranoia, también pueden lograr un nuevo equilibrio, más basto y sustancioso que todo lo anterior. No te olvides Juan que somos de libra, el signo de la balanza. Estamos predestinados a ordenar y clasificar las experiencias que vivimos en el presente continuo. Aquel mismo que transcurre a través de viejos pensamientos, débiles e inanimados, que se superponen con otras experiencias más actuales. Ahora miro las luces del patio a la intemperie de una noche transparente y sin Luna. Siento como si estuviera en Miami, en un hotel cinco estrellas. Me acodo en el sillón del living, y me sirvo de contemplar la paz de mi hogar, mientras todos los turistas duermen. El paisaje del barrio donde suelen oírse ruidos, está más silencioso que un cementerio en invierno. En el piso anterior al mío, hay una fiesta con música electrónica y glamores de todo tipo. Así parado entre esos dos mundos me encuentro yo. Quien pudiera decir que es fantasía o realidad? Después de una larga siesta, el gato que esta acostado en mis piernas, abre los ojos cansados, y trata de desperezarse para salir de su letargo. Yo, ahogado por la velocidad de mis pensamientos, me olvido del eje de mi reflexión y me confundo en los ojos del gato. Nos miramos unos segundos, y ambos nos despertamos en un shock eléctrico de paranoia y olvido. Hora del vermú.

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El pasado es orden, el presente es caos, pero se puede vivir a través del orden, sin por ello olvidarse del caos? Cuando la paranoia se convierta en suspenso, encontrarás entre las miradas, esas tensiones eléctricas, que son tan propias de los señores que saben pronosticar el tiempo. Entro a la oficina del san Martin, y entre todos mis compañeros, Cristian me recibe con un mate recién hecho. En favor de su partida de naipes, me alejo un poco, y tomo asiento en un sillón junto a la ventana. Pero en fin, no guardo rencor por ello, simplemente me siento a redactar explicaciones al respecto. Podría caminar por la oficina, y fingir que me importa verlos jugar a las cartas, pero si hiciera eso, no estaría siendo franco con mis sentimientos. Acá me siento bien, siempre me gustó el suspenso. Me alegra mucho entender que todos tenemos un pacto en común. En la comunidad de mi trabajo, todos comemos de la misma fuente, y es por eso que en nuestra tribu, hemos aprendido a complementarnos los unos a los otros. Recién llego y apenas instalado en mi sillón favorito, me dejo llevar con pasión, a través de esta hermosa protección piramidal del estado gubernamental. El amor es moneda corriente entre las personas, y aunque lo nieguen y se discuta en debates políticos y sindicales, todos estamos de acuerdo en que es necesario. Me hundo en el pasado del que vengo, pero hoy es un nuevo día, y al menos para mí, ya no quiero flagelarme con pasiones muertas. No tengo intenciones de dibujar, y si bien podría darte mis motivos, prefiero ahorrar palabras, pues tu mejor que nadie, sabrás entender este desapego espontaneo por lo que alguna vez me cobijó de la tormenta. Aquí sentado frente al resplandor de la ventana, sigo acompañado del mate, y mientras Ernesto navega por su celular, Marcelo y Nahuel discuten sobre un asunto con los hooligans y otras yerbas barriales. Mientras la televisión emite diariamente el resumen deportivo, mis compañeros y yo nos acodamos en torno a los vejámenes del balón y las estrellas deportivas. En la oficina, siempre hablamos de futbol. Después de varios años llenos de conflictos personales, hemos comprendido que es esta la mejor manera de existir sin consentimiento alguno. Ellos mismos me respetan porque saben que soy un adulto de 33 años que aún no ha logrado apagar el dolor de su alma. Me gustan estas nuevas relaciones refractarias, de alguna manera el dialogo, me permiten ser alguien en el pañuelo de mi bolsillo. Es por eso que mi propuesta es inyectar en mi corazón de niño, una tensión eléctrica que ayude a estimular dentro de mi memoria emotiva, un nuevo instinto del sexo negro, que aún sigue crepitando en mi bolsa hirviente de arrugas. De cualquier forma, el tratamiento promete acordar entre las voces internas, una orgía animal, siempre y cuando existan amistades legítimas, entre colegas y compañeros gubernamentales.

Mientras ellos siguen con su juego de cartas, yo sigo investigando este tratado. Sé que hay un respeto mutuo, y lo último que quisiera es romperlo. Ellos me dejan desenvolverme libremente, mientras yo respeto su duelo de imágenes, su paranoia, y su misterio. Sin lugar a dudas las cartas son un arte recreativo, que ayuda a fortalecer los vínculos entre las personas. Jamás imaginé que los naipes pudieran generar semejante grado de euforia y algarabía. Si, en algún momento también cuando falta dialogo, un siete de espada puede cantarte truco en la cara. Él conoce los acertijos, y a veces sin que vea tus cartas puede imaginar lo que escondes, y adelantar tu jugada. Como podría yo no respetar su talento? Acá en mi trabajo, todos son grandes expertos, sobre todo en esas materias que las instituciones educativas, aún no han sabido contemplar. Menos mal que me escapé de la universidad. Aquí en el germen de mi trabajo, hay grandes y numerosos maestros, que viven enseñando y aconsejando gratuitamente, superando con austera compasión, la frialdad de un libro escrito sobre el silencio llano de una materia inerte. Sin embargo, como vivir hacia adelante mientras la boca calla, y los dientes aprietan la mandíbula? El presente es una guerra contra el orden prestablecido por una vieja predisposición conceptual. El idioma es una herramienta viva, cambia en la tonada, y termina justo cuando empieza a gustarnos. Siento en mi cabeza, como si un millón de alfileres se clavaran en mi cerebro, y sin embargo es tan placentero que puedo vivirlo como si acaso significara una quemazón en el fluido del chacra central. Una nube tapa el sol sobre nuestras cabezas, y Nahuel bosteza horizontalmente sobre ese sillón que ningún decorador de interior incluiría en su catálogo doméstico. Respiro suavemente, me ahogo, tomo una bocanada de aire con la nariz, y sigo el tecleado de mi naturaleza animal.

Después de una charla en la sala de grabación con mi hermano Miguel, bajo a Cunil, armo la sala, me cruzo con Tamara y con el muchacho que estudia pastelería, cruzo unas palabras sobre las elecciones del Domingo, y subo de vuelta a la oficina, donde me espera un análisis sobre cine Alemán. Por la televisión pasan un partido de rugby, y todos los muchachos se acodan alrededor de él. Yo me preparo un té con hierbas aromáticas sabor limón. Paz. No era tan grave, después de todo pensé que iba a ser peor, por suerte me equivoqué de vuelta. Como me dijo Migue, terminas siendo algo completamente opuesto a lo que imaginaste, dar gracias a que ningún pasado o futuro, llegará jamás a emular el presente. Suena la canción de Dragon Ball, y se hace un silencio inoportuno. Todos hablan y sienten alegría por decir libremente lo que piensan, todos quieren desollar sus narices, y compartir sus inciensos. Somos los libros que hemos leído, y nada más quisiera yo que construir una morada impermeable, rociada con jugo de ciruelas rubias. Es cierto, muchos me lo han dicho, no sé lanzar rayos equis con los ojos, pero al menos he aprendido a trepar un peldaño con las piernas atadas. Con Flavio y con Miguel escuchamos algunas canciones de María Helena Walsh, viejas grabaciones hechas en la sala Martin Coronado, en tono de protesta y a favor de la libertad de expresión. Discursivamente intercambiamos palabras útiles, y algunas otras más inútiles que prácticas. Sin embargo queda en la memoria todo lo dicho y hecho hasta entonces, comentarios, y repeticiones de la misma frase, en un tono diferente. En la sala de recreo y esparcimiento, Leo cocina unas pizzas caseras, y segrega salsa de tomate sobre el símbolo de nuestra unión. La historia de los músicos es bella, porque viene ensamblada con hombros cansados, y tierras desmembradas por el exilio y la profanación.

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Estoy sentado en el patio de la casa de mis padres, y mientras espero el momento de votar a Scioli, escucho por la televisión a Tom Waits cantando con el alma expuesta. Siento como si estuviera disfrutando del momento en el que empieza a cantar, sin guardarse de ningún prejuicio por lo que se pudiera pensar en términos de paranoia y suspenso.

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Se pueden construir nuevos recuerdos, y ahora más que nunca voy entendiendo la importancia de vivir el día a día. El humo del cigarrillo quema un poco el pecho, pero al final de un corto plazo, el organismo se depura y se naturaliza. Los efectos son progresivos, y la solución se establece a través de un compromiso diario. Mientras espero el resultado de las elecciones presidenciales, me acomodo en el sillón, y trato de serenar mi ánimo, que a esta hora de la tarde, ya comienza a incomodarme un poco. Estoy seguro que si me tiro a dormir en la cama, a pesar de mi vitalidad, y mis ansias de trabajar, estaría pronto a quedarme dormido. Esta nueva medicación me ha dado una energía y una vitalidad que hasta el día de mi nuevo tratamiento, jamás tuve. Por eso me siento en condiciones de continuar, a pesar de mis pequeños baches nemotécnicos. La televisión es un artefacto que me marea un poco, y si bien quisiera saber qué piensas tú de nuestra propuesta política, prefiero poner la cabeza en un vaso con gaseosa de naranja, y tomármela por entero de un saque. Por eso me entretiene hablarte. Si, a vos. Es un juego sumamente agradable y edificante. Ya vez que aunque no sea un gran contador de historias, al menos puedo tener la consideración de tenerte presente. Debes saber que hablar contigo me hiela hasta la medula, y para ser sincero, no sé quién eres. Esta crisis de identidad ha venido siempre en detrimento, muchas veces me lo he preguntado, y sin embargo, jamás pude clasificarme. Siendo completamente honesto, mi naturaleza revitalizada, tiene en este momento, una participación con el entorno que resulta ser decididamente más efectiva y transgresora, que todo aquel pasado reluciente, austero y circunspecto, que a cuenta gotas me brindaba un sabor insulso, pero revitalizante.
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Antes que pintar en un lienzo de papel, prefiero hacerlo en un corazón sangrante, aromatizado por verdaderas lágrimas.

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