Creo que lo que verdaderamente me hace sentir mal, es el hecho de saber que nunca podré convertirme en un gran dibujante. Al menos no mientras trabaje de otra cosa. Digo esto, porque mi tiempo está enfocado sobre mis obligaciones, y no sobre el dibujo, que es lo que más me interesa (creo). De cualquier forma, todavía estoy buscando mi estilo personal, no un estilo que se diferencie del resto, sino más bien un estilo que se acerque mejor a lo que soy. También estoy queriendo plasmar en mis historias, aquel Juan que fui hace algún tiempo. Ese Juan repleto de preguntas importantes, preguntas que nunca nadie pudo responder con claridad. Preguntas como. ¿Qué hace la gente divirtiéndose afuera, cuando adentro hay tantos asuntos por atender? Ese tipo de cuestiones son las que me quitaban el sueño. Siempre fui muy escéptico con respecto a creer en todo lo que me decían, y es por eso que he focalizado mis energías, en averiguar las verdades por mis propios medios. Y aquí estoy ahora. De alguna manera sigo en pie. No quiero ponerme trágico, ni tampoco aventurarme a decir que mi vida es dura. Nada estaría más alejado de la realidad. Sin embargo todos los que me conocen, saben que yo elegí la soledad, y aunque en ella encuentro paz para mi espíritu, también encuentro dolor. Es por eso que dibujo, y es por eso que también escribo. No conozco otra forma de curar mi dolor, que no sea a través del trabajo. Sólo que no cualquier tipo de trabajo, es apropiado para esta tarea. El único trabajo que puede trocar el dolor en alegría, es el trabajo que surge del interior, de esa necesidad de averiguar cuáles son nuestros límites, para así, una vez alcanzados, poder volver a superarlos. De aquí nace el combustible que nos impulsa a seguir. Es casi un modo de supervivencia, dado que a todos nos persigue el desconsuelo. Pero si bien estamos solos en esta tarea de dar el siguiente paso, también es cierto que con cada nueva victoria, estamos alentando a quienes han perdido el rumbo, para qué no bajen los brazos y sigan luchando. Por eso, aunque hoy sienta que mi trabajo está muy por debajo de ser considerado arte, estoy preparado para un segundo intento. Porque después de todo, de qué vale una victoria, si no es por el esfuerzo que nos costó conseguirla.
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