Para finalizar con este breve ensayo, dejaré en claro, que el trabajo introspectivo del hombre, sabe definir situaciones, que frente a frente con un tercero, no darían los resultados esperados, pues el juicio que la gente hace sobre uno, es real. Si pretendemos ser francos con lo dicho, primero tendremos que saber enfrentarnos cara a cara, con esta verdad de lo que hoy somos. Por eso es que debemos aprender que lo que nos hace doler, es siempre aquello que mejor ocultamos. Sabemos olvidar, porque el olvido no es más que un reflejo de aquello que la mente hace, cuando recibe un dato que no entiende. En otras palabras, digamos que funciona como un antivirus, que pone en cuarentena todo lo que pudiera resultar nocivo para su sistema. Así es como remplazamos una carencia interior, por un comentario bastardeado, que no hace más que esquivar el asunto en cuestión. No podemos hablar acerca de lo que no entendemos, porque es tal nuestro temor a ahogarnos en la profundidad de una palabra, que hemos decidido llenar ese vacío, con toda clase de objetos efímeros y circunstanciales. Sin embargo, para revertir esta situación, hay que saber tomar cartas en el asunto, pues descubrir lo que estamos ocultando, es terminar de una vez por todas, con aquello que nos lastima y nos hiere.
Importante :
En algunos textos he ofendido a otras personas injustamente, por eso pido disculpas por mi comportamiento inapropiado. Aun así, estos textos forman parte de lo que soy, y es por eso que no puedo borrarlos. Solo me queda aprender de mis errores, disculparme otra vez, y a seguir adelante.
sábado, 15 de diciembre de 2012
Iluminar el Olvido
Estoy empezando lentamente a encontrarle un ritmo a mi trabajo, pues hace días que vengo girando alrededor de algo que no acabo de resolver. Francamente no caben dudas de que mi ahínco y mi esmero por intentar hallar nuevas respuestas, me han dado resultados. Por eso en este caso, vuelvo una vez más a poner el foco en mi dolor. Ya he superado este miedo a repetirme, pues entiendo que hay cosas en la vida, que no por ser cíclicas, pierden importancia. Me refiero por ejemplo, a comer, defecar y dormir. Son todas situaciones que hacen de que uno vuelva a lo mismo una y otra vez. Así es que entonces he averiguado porque mis preguntas también han de estar siempre girando sobre un mismo eje. A mi criterio, las experiencias se repiten porque el trabajo superlativo de un hombre, y porque no el de la humanidad, fue, es, y será, el de aprender a darle un mejor orden a las situaciones que le acontecen. La ciudad, así como también la ciencia, crecen y evolucionan, a partir de esta única condición de organizarse para poder así establecer un nuevo orden. Por eso yo digo que el hombre, debe aprender a clasificar sus ideas, para saber cómo llevar claridad y coherencia a sus pensamientos. Tal es así que nacemos sin un objetivo real, y esto sucede porque debemos entender que la misión, no radica en aceptarlo, sino antes que eso, radica en encontrarlo. Fíjense que inicialmente, cuando somos niños, somos enviados por nuestros padres a una academia. Precisamente esto sucede, porque la voluntad que nos guía, nos está ayudando a abrirnos paso en nuestra vida. Así es como crecemos, y nos emancipamos. Logramos madurar porque entendemos que para obtener tiempo libre, primero debemos cumplir con nuestras responsabilidades y obligaciones morales. La palabra responsabilidad, define la obligación moral de cumplir con lo que hemos venido a ser. A mi entender, esa responsabilidad, se concentra toda, en la expresión, y por supuesto, en el registro de los datos. Podemos ser considerados virtuosos o ingenuos, sobre aquello que nos tocó hacer, pero independientemente de ello, mientras continuemos intentándolo, nadie podrá cuestionar nuestra decisión final. Es por esa razón que un ensayo, nunca tiene el mismo valor para uno, que para los demás. Pues es que siempre somos nosotros, quienes sabemos comprender en su totalidad, porque dijimos lo que dijimos. Con esto quiero decir, que mientras que los demás, únicamente absorben una breve porción del hecho en sí, nosotros lo abarcamos todo. Cualquiera sea la situación, la voluntad de nuestra expresión, tiene como única finalidad, la de aprender a darle una interpretación a las cosas, para así averiguar, lo que antes no alcanzábamos a comprender. Cuestiones tales como el amor, el dolor, y la fe, son en todo lo suficientemente inabarcables como para pasarse toda una vida estudiándolas. Por supuesto que como dicen, el tiempo vale oro, y es por eso que mientras tengamos conciencia de nuestras limitaciones, sabremos entonces como enmendar nuestros defectos y falencias. Es así que gracias a ello, ya podemos vislumbrar un objetivo claro, que en todo nos ayudará de forma positiva, a invertir nuestras energías productivamente.
Para finalizar con este breve ensayo, dejaré en claro, que el trabajo introspectivo del hombre, sabe definir situaciones, que frente a frente con un tercero, no darían los resultados esperados, pues el juicio que la gente hace sobre uno, es real. Si pretendemos ser francos con lo dicho, primero tendremos que saber enfrentarnos cara a cara, con esta verdad de lo que hoy somos. Por eso es que debemos aprender que lo que nos hace doler, es siempre aquello que mejor ocultamos. Sabemos olvidar, porque el olvido no es más que un reflejo de aquello que la mente hace, cuando recibe un dato que no entiende. En otras palabras, digamos que funciona como un antivirus, que pone en cuarentena todo lo que pudiera resultar nocivo para su sistema. Así es como remplazamos una carencia interior, por un comentario bastardeado, que no hace más que esquivar el asunto en cuestión. No podemos hablar acerca de lo que no entendemos, porque es tal nuestro temor a ahogarnos en la profundidad de una palabra, que hemos decidido llenar ese vacío, con toda clase de objetos efímeros y circunstanciales. Sin embargo, para revertir esta situación, hay que saber tomar cartas en el asunto, pues descubrir lo que estamos ocultando, es terminar de una vez por todas, con aquello que nos lastima y nos hiere.
Para finalizar con este breve ensayo, dejaré en claro, que el trabajo introspectivo del hombre, sabe definir situaciones, que frente a frente con un tercero, no darían los resultados esperados, pues el juicio que la gente hace sobre uno, es real. Si pretendemos ser francos con lo dicho, primero tendremos que saber enfrentarnos cara a cara, con esta verdad de lo que hoy somos. Por eso es que debemos aprender que lo que nos hace doler, es siempre aquello que mejor ocultamos. Sabemos olvidar, porque el olvido no es más que un reflejo de aquello que la mente hace, cuando recibe un dato que no entiende. En otras palabras, digamos que funciona como un antivirus, que pone en cuarentena todo lo que pudiera resultar nocivo para su sistema. Así es como remplazamos una carencia interior, por un comentario bastardeado, que no hace más que esquivar el asunto en cuestión. No podemos hablar acerca de lo que no entendemos, porque es tal nuestro temor a ahogarnos en la profundidad de una palabra, que hemos decidido llenar ese vacío, con toda clase de objetos efímeros y circunstanciales. Sin embargo, para revertir esta situación, hay que saber tomar cartas en el asunto, pues descubrir lo que estamos ocultando, es terminar de una vez por todas, con aquello que nos lastima y nos hiere.
viernes, 14 de diciembre de 2012
Perder para Ganar y Sufrir para Entender
Estoy intentando analizar por qué me siento incómodo con mi pareja. Creo
no equivocarme, cuando reconozco que aun, sigo sufriendo por no poder hallar mi
estabilidad emocional. Tal es así que cuando estoy solo, siento la necesidad de
estar con alguien, pero es entonces que en ese momento, una fuerza igual y
contraria, me lleva a buscar nuevamente mi reclusión. ¿Cuál será mi objetivo en
esta vida? Parece una pregunta tonta, pero solo en apariencia, dado que
encierra la principal causa de esta sensación de incompletud. Por eso necesito
primero remitirme a los hechos, antes de poder establecer un análisis al
respecto.
Sin dudas que soy un hombre que trabaja a partir de su dolor. Un dolor
que habitualmente nace de un despecho hacia la satisfacción. Detesto sentirme
satisfecho, pues sé que cada vez que esto sucede, abandono mi labor, y vuelvo a
caer preso de una falsa seguridad. La verdad es que hay cosas que si bien son
ciertas, nunca podrán llegar a ser comprendidas en su totalidad. Y es mejor que
así sea. Todos tenemos un evidente deseo de transitar el camino de la duda,
pues es que cada vez que nos topamos con un nuevo problema, aprendemos entonces
a identificar el asunto. A favor de mi trabajo introspectivo, puedo decir que
he aprendido muchas cosas sobre quien soy, pero también es cierto que para
ello, tuve que revocar algunas decisiones, que bien hubieran podido
beneficiarme. Por ejemplo sin llegar a dudarlo, he sacrificado la posibilidad
de tener una compañía que físicamente no sea la del yo. Con esto al menos
termino de comprender, que no estoy preparado para enfrentarme a la
incompatibilidad. Siento que muchas veces, soy un ser incompatible. A veces me
siento como una pieza de otro rompecabezas. Y esto es porque mis ideas acerca
del mundo, no saben encastrar en la tipología de nuestra voluntad común. Me doy
cuenta de que soy en sí mismo, una contradicción, dado que si bien estoy
teóricamente a favor del amor, también es cierto que en la práctica, me siento
más cómodo en la reclusión.
Soy capaz de perdonarme a mí mismo, porque entiendo que mi accionar tuvo
siempre un fin positivo para mi vida. Mi decisión de concientizar aquello que
sangra en mí, no tuvo nunca, ningún otro objetivo más que el de generar nuevas
experiencias, que junto a las anteriores, me ayuden a descifrar el enigma del
corazón humano. Quizás esta sea mi meta. Como veras mi moral está al servicio
de mis sentimientos, pues es que sin ellos no tendría ningún motivo para
estudiar y analizar estas cuestiones. Pero aun así, no estoy exento de perder
mis esperanzas, pues me sucede que con cada nueva crisis, todos mis avances se
desorganizan, y es entonces cuando debo aprender a ser fuerte, para no perder
este enfoque que hasta hoy me ha invitado a emprender mi tarea, siempre una vez
más.
Necesito del dolor. Y necesito de la crisis. Las necesito porque son las
únicas sensaciones que me indican que hay algo en mí, que debo entender. Por
eso visto y considerando que el hombre es un ser completo y autosuficiente, se
me hace lógico pensar que no importa cuál sea la situación, seguiremos
sufriendo hasta tanto y en cuanto, la pregunta no halla sido correctamente
formulada. Mi deber aquí es sufrir, en mayor o menor medida, para poder
cuestionar mis acciones, y así llegar a replantearme aquellas carencias, que
hoy me hacen adolecer.
jueves, 13 de diciembre de 2012
Amor y Reclusión
Me encuentro bien. Singularmente ahora entiendo que cuando uno se siente
bien, el deseo y la necesidad de expresarse, disminuyen. Al menos para mí, esto
se relaciona con el escepticismo de no poder entender claramente, que es lo que
sucede en todo afán de felicidad. Es aquí donde mayor importancia cobra este
caos que me gobierna, pues en toda experiencia novedosa, subyace cierto
desconocimiento que implora ser comprendido. Mi mayor miedo frente a los
sucesos que acontecen ahora mismo en mi vida, tiene que ver con la posibilidad
de perder la estabilidad en un mundo que a priori, me ha costado construir. En
mi caso cuando hablo de sucesos novedosos, me estoy refiriendo más
específicamente a mi relación con las mujeres. Creo que tengo muchas dudas al
respecto, pero también entiendo que debo poder enfrentarlas, si es que pretendo
incluir nuevos saberes a mi vida.
De toda esta situación, rescato el hecho evidente de que sin amor, no
hay luz, y que por lo pronto sin luz, no hay felicidad. Tú conoces todos los
años que me los pasé apostando por la soledad, y que aun hasta hoy, no me han
dado más resultados que una angustia dolosa y persistente. En los diarios de mi
vida, he descubierto, que más allá de toda incoherencia, siempre ha quedado al
descubierto, de forma explícita, mi disconformidad. Es así que entonces, puedo
afirmar, que más allá de la cantidad de textos y dibujos que pude haber
expresado en todo este tiempo, mi inconsciente ha girado una y otra vez,
siempre sobre la misma orbita. El tema del dolor, es un concepto que viene
repitiéndose en muchas de mis reflexiones, siendo a su vez, un suceso del cual
nunca podré enorgullecerme. Pues es evidente que la sociedad, jamás sabrá
interesarse, por esta clase de cuestiones que lo hacen a uno, ser en sí mismo,
un personaje tristemente excéntrico.
El hecho objetivo de estar con una mujer, quizás este ayudándome a
encontrar un camino, donde al fin se haga potable la probabilidad de superar mi
agonía. Situación que data de muchos años en el tiempo. Podría decir, que estoy
próximo a redactar y a reflexionar ya no, únicamente textos sobre mí mismo,
sino que también sobre alguien más. Por esa razón, el haber emprendido esta
relación, manifiesta incondicionalmente, un claro deseo de incluir en mi
bagaje, lo que aun desconozco. Me doy cuenta de que solo puedo comprender en
profundidad, aquella palabra detrás de la cual, existió una experiencia real y
legitima. Soy un ser que duda, y que seguramente se equivoca más de lo que
debería. Pero también entiendo que todo ser pensante, tiene que saber convivir
junto al vértigo de su propio escepticismo, pues las mayores verdades nacen a
partir de aquel orden, que solo uno mismo, es capaz de darle a su propia
abstracción. Esta idea me ha llevado por enésima vez, a enfrentarme a un enemigo
que por cansancio, me tiene acostumbrado a la derrota. Me refiero a la
inseguridad. A esa misma inseguridad que hoy se manifiesta en mis relaciones.
Ya no puedo decir, que termino con una mujer cuando pierdo la atracción
física, pues hube estado con mujeres muy bellas, y aun así, no he sabido
encontrar una razón válida que justifique la lucha. Lo mismo digo en referencia
con la belleza interior. Pues también he dejado ir a otras mujeres que han sido
grandes compañeras. Lo cierto, es que mi sentimiento de reclusión siempre ha
sido más grande, que mi sentimiento de amor. Y es por eso que mi moral, ya
viene acostumbrada a ganarle la pulseada al amor. Pero aun así, hete aquí que
el amor, al igual que la reclusión, son sentimientos cíclicos, y tanto el uno
como el otro, siempre saben cómo resurgir de sus cenizas. Entonces es fácil
deducir que si me jacto de mi moral, es porque ella ha sabido mermar hasta hoy,
esta indiscutible necesidad de estar con una mujer. Aprender el concepto de
amor, es algo muy difícil. Claro que no se necesitan conocimientos para poder
querer a otra persona. Pero cuando uno se propone explicar al amor de modo
racional, es muy probable que frente a frente, nos gane el agotamiento.
Como acostumbro mencionar en mis textos, diré lo que siento, aun antes
de nombrar lo que pienso. Y lo que siento ahora, no es más que el deseo de
hallar un poco de aire entre mi espacio libre y mi espacio en compañía. Estoy
aprendiendo, que todos necesitamos del amor, al igual que en mayor o menor
medida, necesitamos de la reclusión. Por eso estas palabras, me han obligado a
establecer entre mis hábitos, nuevos valores y creencias, dispuestos a sostener
una filosofía capaz de actualizarse con el tiempo. Puedo decir entonces que
necesitamos ser muy cautelosos, si es que pretendemos eludir, aquellos extremos
que tanto daño nos han hecho.
Me siento lastimado. Realmente el amor y la reclusión, me han vuelto
inseguro en varios aspectos. Y lo peor es que me castigan subrepticiamente,
haciéndome creer que con cada flagelo, vuelvo a incluir un nuevo saber a mi
vida. ¿Pero es correcto echarle la culpa al vacío que existe en el hombre,
cuando en definitiva, el ser, aunque se encuentre solo, nunca se desvanece? Me
resulta increíble pensar que el hombre pueda tener en su haber, la opción de
renunciar o no, a la felicidad. Pienso que la voluntad de un hombre es real,
pero no a si el acto de hallarse en plenitud. Con esto quiero decir que somos
libres de tomar cualquier decisión, en post de lo que queramos conseguir, pero
no somos libres de elegir en que momento ser felices. En este sentido creo que
debemos saber ser autocríticos con estas verdades que nos envuelven, para poder
así someterlas una vez más al juicio común que nos hace la humanidad. De tal
modo que si pensamos en cómo actúan las mayorías, nos damos cuenta que algo de
cierto debe haber en sus acciones. Sobre todo considerando que hay decisiones
que para muchos ya han comenzado a ser incuestionables.
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