Sin dudas que soy un hombre que trabaja a partir de su dolor. Un dolor
que habitualmente nace de un despecho hacia la satisfacción. Detesto sentirme
satisfecho, pues sé que cada vez que esto sucede, abandono mi labor, y vuelvo a
caer preso de una falsa seguridad. La verdad es que hay cosas que si bien son
ciertas, nunca podrán llegar a ser comprendidas en su totalidad. Y es mejor que
así sea. Todos tenemos un evidente deseo de transitar el camino de la duda,
pues es que cada vez que nos topamos con un nuevo problema, aprendemos entonces
a identificar el asunto. A favor de mi trabajo introspectivo, puedo decir que
he aprendido muchas cosas sobre quien soy, pero también es cierto que para
ello, tuve que revocar algunas decisiones, que bien hubieran podido
beneficiarme. Por ejemplo sin llegar a dudarlo, he sacrificado la posibilidad
de tener una compañía que físicamente no sea la del yo. Con esto al menos
termino de comprender, que no estoy preparado para enfrentarme a la
incompatibilidad. Siento que muchas veces, soy un ser incompatible. A veces me
siento como una pieza de otro rompecabezas. Y esto es porque mis ideas acerca
del mundo, no saben encastrar en la tipología de nuestra voluntad común. Me doy
cuenta de que soy en sí mismo, una contradicción, dado que si bien estoy
teóricamente a favor del amor, también es cierto que en la práctica, me siento
más cómodo en la reclusión.
Soy capaz de perdonarme a mí mismo, porque entiendo que mi accionar tuvo
siempre un fin positivo para mi vida. Mi decisión de concientizar aquello que
sangra en mí, no tuvo nunca, ningún otro objetivo más que el de generar nuevas
experiencias, que junto a las anteriores, me ayuden a descifrar el enigma del
corazón humano. Quizás esta sea mi meta. Como veras mi moral está al servicio
de mis sentimientos, pues es que sin ellos no tendría ningún motivo para
estudiar y analizar estas cuestiones. Pero aun así, no estoy exento de perder
mis esperanzas, pues me sucede que con cada nueva crisis, todos mis avances se
desorganizan, y es entonces cuando debo aprender a ser fuerte, para no perder
este enfoque que hasta hoy me ha invitado a emprender mi tarea, siempre una vez
más.
Necesito del dolor. Y necesito de la crisis. Las necesito porque son las
únicas sensaciones que me indican que hay algo en mí, que debo entender. Por
eso visto y considerando que el hombre es un ser completo y autosuficiente, se
me hace lógico pensar que no importa cuál sea la situación, seguiremos
sufriendo hasta tanto y en cuanto, la pregunta no halla sido correctamente
formulada. Mi deber aquí es sufrir, en mayor o menor medida, para poder
cuestionar mis acciones, y así llegar a replantearme aquellas carencias, que
hoy me hacen adolecer.
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