Mi Mano

Es mi mano un auténtico pasado, que aún nadie ha podido borrar. A veces cuando enciendo un leño, puedo sentir tu fina palma tocando la mía. Ardiendo suave y dócil como arden los recuerdos. Pero observó tu ocaso y entiendo entonces que mi memoria no se apagará, pues el eterno devenir del tiempo, siempre reclama nuestros cuerpos en llamas. Por eso, más allá de mis inútiles fantasías, es evidente que nada podría reemplazar la actitud de este leño que se funde. Tan empecinado en arder, como yo en recordarte. Guerra, amor, soledad, y finalmente, mucho después, aprender a conformarse. Acechando calles rotas, o cosechando discursos para compensar tu silencio. Todo converge en lo mismo. Esperar amar, o ser amado, preservando aquel llanto que lágrima por lágrima, quiso enseñarnos algo. Llevo conmigo una promesa de paz. Sólo eso me propongo. Y si entonces mi pasado, es la mano que has tomado, sé que aquí podré encontrarte.