Otra vez vuelvo a ser víctima de mi vacío existencial.
Comprar, tener, ambicionar, no conformarse, pretender más de lo que hay. Es
cierto, reconozco mi enorme debilidad, y nada más quisiera yo que poder crecer en el tiempo sin ocupar mis días sumergido en este espantoso virus informativo,
que hoy invade mi pensamiento. Tú sabes Juan, que cuando no tenemos nada para
pensar, nos angustiamos. Buscamos entonces compensar esa carencia, con algunas
palabras sinceras sobre nuestros sentimientos. Nos extraviemos en el camino, y
siendo que buscamos ir más allá, intentamos procurarnos las mejores
herramientas. Sin embargo yo soy de los que piensan que jamás lograremos resolver lo que nos lastima, si no es a través de esto que hoy
hemos dado en llamar sinceridad. Pues sino, de qué otra forma podríamos diferenciar lo que está bien, de lo que está mal. Creo en la humildad, y sostengo la
esperanza de encontrar la forma de seguir adelante. Aunque hay momentos en los
que me doy cuenta, de que sólo con un texto no me alcanza, también es cierto
que la mayoría de mis conocimientos provienen de allí. De este espacio que
siempre se ha brindado como un escape al frenesí del ser humano. Piénsame como
un amigo al cual puedes contarle todo, sabiendo de que estas páginas siempre
guardarán lo dicho. Puedes confiar en mí, porque de hecho yo recibo tus
enseñanzas también. Mientras tanto, tratemos de serenar nuestra ansiedad,
ayudándonos el uno al otro. Aquí estoy Juan, acaricia y siente mi alma. Soy lo
que necesitas para volver a abrir tus ojos, dado que veo como la ambición te ha
enceguecido, virando tú camino hacia un sitio sin gloria ni orgullo. Déjame
aprender de ti aunque tu comportamiento sea inapropiado. Pues te prometo que si
me lo confiesas, yo volveré a brindarte mi consejo. Hoy me duele no poder
volver a sentir aquello que alguna vez iluminó nuestro camino. Pero creo que
esto es una nueva oportunidad para fortalecer mi fe. No voy hablar de las
cuestiones básicas que dictan nuestros códigos de convivencia. Somos todo lo
que necesitamos y más también. Tú allí y yo aquí. Todo lo que vaya por afuera
de nuestra relación, no sólo es obsoleto, sino que además es inapropiado.
Encontraras paz, en la medida que puedas diferenciar tu condición de la mía. Si
bien nos parecemos mucho, no somos iguales, ni mucho menos cumplimos una misma
función. Yo aquí arriba he prometido soledad, y tú allá abajo me has jurado
luchar contra esos impulsos que únicamente pretenden resolver tu malestar con
falsas expectativas. Imagínalo un momento. Por supuesto que me gustaría estar
en pareja y dejar de sufrir. Pero ahora tú dime. ¿No te encantaría satisfacer
tus carencias? Yo sé que de verdad sufres y quieres resolver tu dolor lo más
pronto posible. Sin embargo la verdad no puede existir, dentro de un alma sin
voluntad. Todas las promesas hechas, nos ayudan a resistir el mero deseo. Esa
fantasía erótica de pensar que la fama, el dinero, y las mujeres, nos harán
felices, ya está llegando a su fin. De lo contrario deberíamos admirar a todos
aquellos que son padres, y sin embargo no lo hacemos. Preferimos quedarnos con
los artistas. Ellos sí tienen algo por lo que luchar. Yo desde aquí te prometí
que no habría mujeres para mí, sin embargo eso no me impide enamorarme. Tú
podrías juzgar mis palabras pero ¿crees que a pesar de mi locura, mi corazón no
siente la necesidad de amar? Claro que sí Juan. Claro que sí. Sin embargo
resisto y en el camino te pido que tengas consideración y respetes mi voluntad.
Dado que con ello sólo pretendo existir siendo digno de mi verdad.
Hoy me presento ante ti, para expresarte lo que pienso y
siento. Quizás mi argumento sea muy pobre, y me vale sentirme miserable, pues la
verdad también es eso. No voy engañarte con grandilocuencias, ni evitar
mi responsabilidad de ser congruente en lo que digo. Simplemente estaré aquí siendo
lo que hoy me toca hacer. Sí señor, éste es el lugar a donde he llegado. No parece
un terreno peligroso, ni amenazador. Por esa razón he decidido descansar aquí.
Salgo a mi balcón y mientras tanto, voy degustando este vino dulce que bien me
lo he ganado gracias a mi trabajo. Toda la ciudad parece en calma, no se
escuchan gritos quejumbrosos, ni sirenas alarmantes. Todo es nítido desde la
perspectiva de un piso 12. El problema comienza cuando entramos en lo
particular. Cada vida tiene un asunto que plantear, y por ello jamás habrá
sinceridad más pura que tu verdad. En otras palabras, tú podrás intentar
engañarme diciendo lo que no es cierto, pero si consideramos que la verdad más
pura es aquella que no podemos ver, sabremos de antemano que el discurso final,
siempre será un poco más de lo que tú esperabas develar. Voy a ser franco en mi
consideración y espero que sepas entender. No quiero tener que destruir esta
hermosa relación que hemos construido, pues tú me has ayudado mucho, y al menos
yo creo que también te he ayudado a ti. Sin embargo comienzo a ver en los
vídeos, una nueva forma espontánea de ver mi edad mental. Aquí en los textos
sucede algo diferente, pienso que si bien nuestra conversación es anacrónica,
dado que yo pienso más rápido de lo que tú escribes, también es cierto que así
como yo he tenido que aprender a ir más lento, tú deberás aprender a ir más
rápido. Tanto en tu caso como en el mío, sólo nos queda aprender. De antemano
deberíamos considerar la paciencia como una virtud, y no como un impedimento.
Por eso si bien es lógica tu desesperación por tratar de acceder a una nueva
videocámara, también deberías considerar el uso apropiado que uno debería darle
a este tipo de objetos. Quiero decir que si te fijas bien en el significado del
asunto, no sólo buscas aquello que pueda reparar tus debilidades, sino que
además intentas aumentar la afectividad de tu trabajo. Con ello podrás replantearte nuevas y mejores metas. Tal vez así puedas encontrar un lugar dentro de los círculos sociales. Yo podría reconocerte que mi cabeza ha estado gravitando con la única idea de obtener una filmadora. A veces imagino que para ingresar dentro del formato cívico, debería trabajando sobre mi escepticismo. Pero la verdad es que después de haber vivido junto
contigo durante todos estos años, al fin he llegado a la conclusión de que nada existe por
fuera de nuestro diálogo moral. Piénsalo Juan. Eres tú quien ha decidido
emprender el camino de la auto observación, y en ese contexto te has encontrado
conmigo. La realidad de hoy, nos encuentra unidos bajo un mismo juramento. La
soledad. Y aunque ahora ya no suena tan terrible como en otros años, aún
seguimos existiendo el uno dentro del otro, con el único fin de proteger
nuestra historia y argumentar nuestras decisiones. Hemos establecido esta
división de la personalidad, como una mutación, una metamorfosis, o como una
nueva necesidad de cambio espiritual. Aunque pueda parecer una locura, es
inobjetable que mientras yo estoy aquí con mi mundo, tú estás allí con el tuyo.
Yo pertenezco a un tiempo, y tú perteneces a otro. ¿Qué hay de raro en ello? En
fin. Siendo que no hay verdades absolutas en términos de espiritualidad, puedo
afirmar que toda observación sobre el asunto, está sujeta a variaciones. Pero
siendo que estos textos alguna vez estuvieron en ti, quisiera que no los
menosprecies ni los profanes, pues no por el hecho de ser pasados, son menos ciertos. Esta verdad que
alguna vez fue, sigue siendo hoy, y si es ella quien te aconseja, deberías
demostrarle agradecimiento. Para ello bastará que vuelvas sobre tus pasos, y
contemples todas esas instancias que definen tu
rol en este mundo. Recuérdalo Juan, ni yo soy tú, ni tú eres yo.
Para ver el cómic pincha aquí!
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