A decir verdad, ya no siento tener cerca a nadie que esté
interesado en mi trabajo, y eso sin duda me resta motivación. Las vacaciones me
tienen a mal traer, y es excesivo el tiempo que paso aquí encerrado en mi casa.
Por un lado si bien tengo un sueño agradable, duermo demasiado. Y por el otro
la falta de amistad, me ha forzado a refugiarme en lugares sin alma ni
espíritu, lugares sin emoción ni aventura, lugares que se parecen mucho a esto.
Sé que estoy bajo el ojo de tu mirada, pero aunque bien tengo entendido que
siempre vuelves a terminar con mi trabajo, no por ello encuentro un avance en
mi personalidad. Quizás lo haya alcanzado, pero la verdad, es que ya no puedo
verlo. Hay mucho en esta vida que aún resulta ser un enigma, por eso todo lo
que me queda, es la esperanza de saber que algún día llegaré a entenderlo. Lo
cierto es que vivir así, es muy difícil. No sé lo que fuera, pero algo me hace
sentir que vivo equivocadamente. Parece como si todo a mí alrededor estuviera
intentando ayudarme a modificar mi actitud. Pero si bien soy cuestionado,
también hay una fuerza contraria que respalda mis argumentos. No puedo
determinar con exactitud lo que es, solo puedo adelantar que tiene mucho que
ver con la dignidad. Hace poco estudié el carácter de mis investigaciones, y
noté que todas ellas sostienen en lo alto, una promesa. Esa promesa es tan
sagrada, que sin importar cuál sea que fuere el desafío, su legado siempre
estará vigente. Bien, aunque parezca irónico, estar existiendo sin hacer nada,
no solo no es fácil, sino que además demanda un combate desmesurado contra los
estándares de la sociedad. Sin embargo el dolor tiene a favor un aliado
demasiado fuerte como para ser derrotado de una sola vez. Me refiero a la
confusión. Sin importar la enorme fe que uno pueda tener en sus convicciones,
cada vez que la confusión se presenta, nada de todo lo que creíamos saber,
tiene sentido. Es por eso que el dolor siempre encuentra la forma de
confundirnos. Cuando esto sucede, nada podemos hacer, más que tener fe y
sugerir nuevas interpretaciones, para contrarrestar la naturaleza ofensiva de
la duda. Por eso digo que solo me queda este pequeño mundo de papel. Aquí es
donde analizo lo que siento, más que por placer, por necesidad. Y si lo miro
con nuevos ojos, no es deshonesto pensar lo que uno siente. Dada entonces la
seriedad del asunto, es muy probable que al final de todo lo malo, nos
encontremos con una nueva razón para seguir adelante. A esto me refiero con
dignidad. Aceptamos los hechos con la única condición de analizar su
naturaleza. Pues entre la fe y el dolor, siempre se pondrá en disputa el mismo
objetivo. La confianza en uno mismo.
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