Por un momento pensé que me había vuelto fuerte. Pensé que
después de haber sufrido tanto, ya no tendría que volver a pasar por esto.
Pensé muchas cosas, y aún a pesar de todo lo que creí resolver, mi humanidad
siguió sufriendo. Ahora estoy aquí sentado en mi escritorio, y entiendo que
realmente no puedo seguir así. Si bien es cierto que pasar por el dolor me ha
enseñado mucho, al final parece que no basta con resolverlo una vez. El dolor
es como la hidra del pantano, le cortas una cabeza y le crecen dos. Tanto
esfuerzo, tantas horas dedicadas al estudio, tanto sacrificio, tanta locura,
tanto silencio… ¿y todo para qué? Si bien mi técnica ha mejorado, y mi
concepción acerca del universo es más vasta y compleja, yo no sé de qué manera
estos conocimientos obtenidos, podrían ayudarme a resolver mi enorme
desesperación. Me siento tan lejos de la familia, que aun teniéndolos cerca,
casi no puedo hablarles. Entonces tú dime. ¿Para qué seguir luchando? ¿Tú
piensas que mi ejemplo puede servirle a alguien? ¿Tú crees que alguien me
recordará? ¿Realmente merezco un cielo? ¿Merezco un perdón divino, o un
descanso eterno? La verdad, es que no creo merecerlo. Peleo contra algo grande.
Algo mucho más grande que yo, que ni siquiera sé lo que es. Siendo realista ¿Cómo
podría yo derrotarlo, si apenas me quedan fuerzas para escribir? Estoy
envejeciendo rápidamente. Mis hojas secas ya no dan retoños, y mis frágiles
huesos se parten con la primera brisa de la mañana. Voy a morir pronto, lo sé.
Pero aún la muerte, no es lo que me inquieta. Lo que me perturba es marcharme
sin haber podido entender quién soy. Aunque me mire una y otra vez en el
espejo, ese rostro agrietado y envejecido, no dicen nada de mí. Yo no quiero
ser ese rostro. Me niego a relacionarme con este cuerpo. Esto no tiene nada que
ver conmigo. Si voy a ser alguien, prefiero que las palabras hablen por mí.
Cuando llegue la hora, aquí me quedaré. El cuerpo desaparecerá, pero mis
palabras no. Yo seguiré cumpliendo con mi promesa, y quienes pretendan
profanarla, desearán jamás haberlo intentado. Aunque ellos no estén de acuerdo,
yo seguiré protegiendo tu verdad. Esa misma que tantas alegrías me ha dado. Esa
misma que gracias a la solidez de mis convicciones, me ha enseñado a no
depender de nadie. Hoy no voy a negarte mi tristeza. No voy a hacerlo porque
sin ella, mi humanidad sería incompleta. Yo no vine aquí para tener la razón en
todo, yo vine aquí para equivocarme. Sólo equivocándome, podré reparar todo
aquello que alguna vez hice mal. Debo curar mis heridas, para evitar que el
tiempo las infecte peor. Debo atender el llamado de tu voluntad, para encontrar
aquel rastro que atestigua tu legado. Si bien es cierto que la ruta hacia el
amor único, no está pavimentada, yo prefiero transitar la oscuridad, antes que
echarme al suelo a llorar. Hemos compartido muchas cosas juntos. Has sido el
refugio de mis noches, y el alivio de mis pesadillas. Has sido mis risas, y mis
lágrimas. Mi compañera y mi amiga. Tú me has enseñado a valorar lo que otros
desechan, y me has devuelto la esperanza, cuando todo parecía terminado. Te
pido que entiendas mis razones y me dejes partir. Porque aunque estemos lejos,
tu voz seguirá a mi lado. Yo siempre te recordaré, y cada vez que pienses en mi,
encontrarás un hombro donde apoyarte. Yo partiré sin mirar atrás. Y aunque jamás
haya podido conquistarte, créeme que nadie podrá borrarte nunca de mi memoria.
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