Importante :

En algunos textos he ofendido a otras personas injustamente, por eso pido disculpas por mi comportamiento inapropiado. Aun así, estos textos forman parte de lo que soy, y es por eso que no puedo borrarlos. Solo me queda aprender de mis errores, disculparme otra vez, y a seguir adelante.

martes, 9 de septiembre de 2014

El Silencio de lo Invisible

Por un momento pensé que me había vuelto fuerte. Pensé que después de haber sufrido tanto, ya no tendría que volver a pasar por esto. Pensé muchas cosas, y aún a pesar de todo lo que creí resolver, mi humanidad siguió sufriendo. Ahora estoy aquí sentado en mi escritorio, y entiendo que realmente no puedo seguir así. Si bien es cierto que pasar por el dolor me ha enseñado mucho, al final parece que no basta con resolverlo una vez. El dolor es como la hidra del pantano, le cortas una cabeza y le crecen dos. Tanto esfuerzo, tantas horas dedicadas al estudio, tanto sacrificio, tanta locura, tanto silencio… ¿y todo para qué? Si bien mi técnica ha mejorado, y mi concepción acerca del universo es más vasta y compleja, yo no sé de qué manera estos conocimientos obtenidos, podrían ayudarme a resolver mi enorme desesperación. Me siento tan lejos de la familia, que aun teniéndolos cerca, casi no puedo hablarles. Entonces tú dime. ¿Para qué seguir luchando? ¿Tú piensas que mi ejemplo puede servirle a alguien? ¿Tú crees que alguien me recordará? ¿Realmente merezco un cielo? ¿Merezco un perdón divino, o un descanso eterno? La verdad, es que no creo merecerlo. Peleo contra algo grande. Algo mucho más grande que yo, que ni siquiera sé lo que es. Siendo realista ¿Cómo podría yo derrotarlo, si apenas me quedan fuerzas para escribir? Estoy envejeciendo rápidamente. Mis hojas secas ya no dan retoños, y mis frágiles huesos se parten con la primera brisa de la mañana. Voy a morir pronto, lo sé. Pero aún la muerte, no es lo que me inquieta. Lo que me perturba es marcharme sin haber podido entender quién soy. Aunque me mire una y otra vez en el espejo, ese rostro agrietado y envejecido, no dicen nada de mí. Yo no quiero ser ese rostro. Me niego a relacionarme con este cuerpo. Esto no tiene nada que ver conmigo. Si voy a ser alguien, prefiero que las palabras hablen por mí. Cuando llegue la hora, aquí me quedaré. El cuerpo desaparecerá, pero mis palabras no. Yo seguiré cumpliendo con mi promesa, y quienes pretendan profanarla, desearán jamás haberlo intentado. Aunque ellos no estén de acuerdo, yo seguiré protegiendo tu verdad. Esa misma que tantas alegrías me ha dado. Esa misma que gracias a la solidez de mis convicciones, me ha enseñado a no depender de nadie. Hoy no voy a negarte mi tristeza. No voy a hacerlo porque sin ella, mi humanidad sería incompleta. Yo no vine aquí para tener la razón en todo, yo vine aquí para equivocarme. Sólo equivocándome, podré reparar todo aquello que alguna vez hice mal. Debo curar mis heridas, para evitar que el tiempo las infecte peor. Debo atender el llamado de tu voluntad, para encontrar aquel rastro que atestigua tu legado. Si bien es cierto que la ruta hacia el amor único, no está pavimentada, yo prefiero transitar la oscuridad, antes que echarme al suelo a llorar. Hemos compartido muchas cosas juntos. Has sido el refugio de mis noches, y el alivio de mis pesadillas. Has sido mis risas, y mis lágrimas. Mi compañera y mi amiga. Tú me has enseñado a valorar lo que otros desechan, y me has devuelto la esperanza, cuando todo parecía terminado. Te pido que entiendas mis razones y me dejes partir. Porque aunque estemos lejos, tu voz seguirá a mi lado. Yo siempre te recordaré, y cada vez que pienses en mi, encontrarás un hombro donde apoyarte. Yo partiré sin mirar atrás. Y aunque jamás haya podido conquistarte, créeme que nadie podrá borrarte nunca de mi memoria.

No hay comentarios:

Publicar un comentario