Importante :
En algunos textos he ofendido a otras personas injustamente, por eso pido disculpas por mi comportamiento inapropiado. Aun así, estos textos forman parte de lo que soy, y es por eso que no puedo borrarlos. Solo me queda aprender de mis errores, disculparme otra vez, y a seguir adelante.
miércoles, 30 de diciembre de 2015
Navidad y Vacaciones
Estoy acá comenzando mis vacaciones y tengo algunas particularidades para contarte. Me siento en el balcón a tomar mate con Zoe, y hago un profundo esfuerzo para no bajar y comprarme una cerveza en el chino. Esteban me dice que si solo por estar aburrido, voy a tomar cerveza, es probable que termine por generar una dependencia. Mañana son los festejos por navidad, y de verdad que estoy algo ansioso. No por recibir regalos, sino por ver a toda la familia reunida. Y es que aquí estando conmigo, la soledad me obliga a trabajar. De lo contrario como podría pasar el tiempo siendo preso de la intrascendencia? No me gusta tornarme insensible, y a veces el alcohol me ayuda un poco con ese asunto. Más allá de todo sé que está mal refugiarse en la bebida, y aunque si bien es cierto que me gusta, comprendo que no es saludable beber. Por eso Juan quiero hacer una pausa y acercarme a vos en estado de consciencia y sobriedad. Estoy feliz de saber que desde que nos dividimos, hemos potenciado nuestras capacidades, haciendo de este año que se va, uno de los mejores. Quisiera decirte que me alegra mucho que el tiempo vaya dejando atrás lo que fuimos. Sin embargo me aterra la idea de que en la cabeza solo halla lugar para un pensamiento a la vez. Por eso trata de tener cuidado con lo que piensas, y si entonces no sabes lo que hacer, prepárame un mate y siéntate a conversar conmigo, yo prometo ayudarte. Felices fiestas hermano mío.
lunes, 14 de diciembre de 2015
Todo en Uno 12
La forma de configurar mi estado anímico, no siempre es la
misma, esta vez, lo único que me resta por hacer es ser paciente. No tengo
buenas noticias al respecto de mis fobias, los resultados finales de mis
observaciones, me dicen que la hipnosis no es sino, otra forma de esconder mi
visión panorámica, para que descanse de todo lo que se pegotea ante la
ingratitud de los ojos. Si bien es cierto que hoy no traje materiales para
dibujar, por otro lado no tengo la aptitud para perderme entre bocetos y líneas.
He reunido nuevas experiencias que garantizan mi libertad para pensar el mundo,
pero aun así, existe una cosa que no puedo negar, vivo enojado con todo.
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Me muevo de un lado a otro, no sé lo que hacer, y mis malas
interpretaciones me tienen loco. Agarro mi celular, me preparo un mate, y me
digno a escribir unas palabras. Afuera están colocando la pérgola en la casa de
Julia, y desde mi casa, puedo escuchar a mi padre hablando con Castillón. Por
primera vez en mucho tiempo, alcanzo a conocer su voz. Si bien es cierto que no
he visto su rostro, me basta con el sonido de sus palabras para imaginar sus
facciones y gestualidades. Está semana estuve teniendo un poco de asma, y tuve
que comprarme un ventolín nuevo. Durante dos días cancelé el cannabis, y me fue
bastante bien. En algunas oportunidades comprendí que había mejorado mucho en
mi forma de recibir la información. Entendí también, que tú eres el único, que
verdaderamente puede ayudarme a modificar estás enfermizas preocupaciones, que
solo sirven para asustarme, reprimirme, y negarme la libertad. Tal vez debería
bajar a saludar a mi padre, pero ciertamente me sienta muy bien encontrarme con
la posibilidad de hablarte. Son estas oportunidades las que me permiten hacer
una retrospectiva de todo este pasado inmediato, que vive hoy a través de mí, y
que pronto acabará por cristalizarse en tu cuerpo. Desde aquí tomando mate
sentado junto a Zoe, te mando mis mejores vibraciones, y espero que sigas
enseñándole a los demás, que si hemos venido hasta aquí es para hacer nuestra
voluntad, y no así la de otro.
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Me gustan los nombres Zembra y Tántalus, para algún
personaje mitológico de Aquila.
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No puedo creer que siempre se me haga tarde para ir al
odontólogo. Por suerte agarré un taxi y al parecer, estoy llegando a tiempo.
Detesto cuando pasan estas cosas, lo detesto porque pude ver que anoche, antes
de acostarme, me había olvidado de conectar el celular, y aun así, sin
prestarle importancia, me quedé dormido. Menos mal que una mala imagen que se
presentó en mi sueño, me obligó a levantarme, sino hubiera tenido que esperar
sabe dios cuánto tiempo más.
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No creo que sea una buena idea ponerme a escribir ahora,
pero hay algo que me pasa y quiero contarte. La gente habla y a pesar de sus
interesantes observaciones, no puedo prestar atención a nada de lo que dicen.
Francamente no sé si el problema reside en que mi cerebro no puede concentrarse
en un punto, pues mientras al rededor mío convivan tantos significantes, no
podré separar lo esencial, de lo banal. Apesar de mis decepciones, algo me
sostiene en complicidad con mi pasado, la necesidad de cobijarme en mi promesa.
No debo ir más allá de esta observación, porque siento que aún debo poder
ayudarme en este aspecto de la concentración. Acá sentado al lado de Amandita,
veo como Analy le da de comer el postre, mientras mi padre del otro lado de la
mesa, se posa sobre ella, y contempla encandilado, la bella ingenuidad de su
nieta.
Sé que probablemente esto no tenga relación con el fundamento
de tu existencia, pero no sabes lo mucho que quisiera tener un IPad Pro para
dibujar en estas horas de pereza tan densas he improductivas, como mis noches
de sueño muerto. Siendo completamente honesto no creo que Miguel se mude hasta
abril del año que viene. Esto de ser pobre me sienta como un verdadero
problema. Probablemente estas palabras no sean sino, tan solo excusas, pero
toda esta situación me recuerdan aquellas épocas donde fui a trabajar en el
taller mecánico de mi tío, humillándome y sacrificándome, con el único fin de
recaudar dinero para una PlayStation. Creo que lo que ahora está sucediendo es
algo similar, con la única diferencia que esta vez, solo me resta esperar.
Aún contra toda perspectiva, Flavio me dice que me ve bien
y, a decir verdad, es cierto, yo me siento bien. Más allá de sentirme
carenciado por mi situación económica, estoy seguro que en el futuro, me
esperan buenas cosas. Mientras tomamos fernet con cola, leo pasa en su
computadora, un documental sobre el calentamiento global. Sé que probablemente
este no sea el mejor momento para escribir, pero siento que de alguna manera,
para que mi perspectiva mejore, tengo que ser audaz, y aprender a encontrarme
contigo, aún frente a situaciones de suma intrascendencia como pueden ser estas
que aquí te comparto. Tú podrías adelantarte y señalar que redactar estas
palabras, carece de alguna utilidad, pero francamente, pienso que si no
aprendemos a encontrarnos en la pluralidad, tampoco podremos hacerlo cuando
estemos solos.
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Ya sabemos que es de público conocimiento que los
esquizofrénicos cruzan los ojos para mirarse la punta de la nariz, pero aunque
el otro te mire raro y no te acepte en sus congregaciones, debes ser fuerte y
aprender a respetarte a ti mismo, pues si no te tomas en serio, créeme cuando
te digo que nadie más lo hará. Me asusta ser predecible en mi conducta, pero si
con muchas dudas ni yo mismo alcanzo a entender la profundidad de mis palabras,
como podría otra persona entenderlo por mí?
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Préstamo……
Sé que parece apresurado, pero realmente estoy necesitando
del IPad pro. No sé si debería esperar paciente y sin prisa, o pedir el
efectivo prestado y endeudarme por tres años.
Sé que puedo adaptarme al San Martín, tengo que ser fuerte y
esperar a que llegue el momento de tener esta herramienta. Debo ser fuerte,
debo, ser, fuerte..... Esta existencia terrenal es sumamente insoportable,
aunque por otro lado, no puedo echarle la culpa a nadie más que a mí. Me apena
mucho pasar estas horas de mi vida, de brazos cruzados y sin hacer nada, pero
ha llegado una instancia en mi personalidad, donde luchar sin tener la
herramienta adecuada, me resulta ingrato y desalmado. Maldita sea el dinero.
Ahora que llegué a casa, me siento en el sillón y descanso
de mi ansiedad. Nunca imaginé que mi deseo de poseer un objeto, fuera tan
fuerte como ahora. Si bien es cierto que no estoy ni cerca de costearlo, cada
vez que pienso en el IPad pro, me invade un incontrolable deseo de tenerlo ya
mismo. Estoy seguro que si en este preciso momento, me sonara el timbre, y un
encargado del correo, me trajera un IPad, a nombre de un fanático desconocido,
yo sería el hombre más feliz de la tierra. Me acostaría en la cama, y pasaría
las horas, dibujando con el suave murmullo del ventilador. Me echaría sobre mi
almohada triangular, y mientras imagino el diseño de mi próximo comic, viajaría
indeterminadamente, hacia otros rumbos más bastos y luminosos. Sería este mi
mejor pretexto para reclamar un IPad pro.
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Con todo esto del San Martín y Somellera, me encuentro
liberando una batalla interna agresiva y transgresiva. Abajo esta mi hermana
con Mariana y la pequeña Amanda. Yo estoy acá sentado en el sillón de mi casa,
hirviendo de furia y miedo. Por un lado furia de estar sintiendo haber perdido
mi privacidad, y por otro lado miedo por sospechar que ya nunca jamás podré
volver a recuperarla. Sé que soy un ogro, pero considerando que no existe mente
más traicionera que la mía, puedo asegurarte que no puedo saber qué es lo que
debo hacer. Una vez más el último lugar que sabe cobijarme de este dolor, son
los textos. Me duele la ingratitud del hombre, y me cuesta mucho tolerar ese
hábito desesperado de pretensión, deshonestidad, y oportunismo. Aunque mi
corazón siga dudando de estas palabras, la realidad me dice que no puedo
confiar en nadie. Mi corazón hinchado, ha colapsado por las viejas pretensiones
de soledad, y con muy poco me demuestra que ninguna de todas las enseñanzas que
obtuve de su parte, pueden hacerle frente a este mundo perfectamente aburrido.
El hombre y los niños se abrazan, ríen, y son felices. Juegan a la aventura sin
llegar a tomar el asunto con la seriedad que corresponde. Me siento mal en
primer lugar, porque sé que esto no es lo que tú hubieras querido. Amar de esta
forma tan vil y desconsiderada, es una señal que debo poder superar. Si bien la
lógica indica que debo tomar todas mis cosas y marcharme, considero que entre
ellos y yo, hay un fantasma que poco a poco, va consumiéndome por dentro. Creo
que es ese el verdadero enemigo que debo vencer. Es este el momento propicio
para unir fuerzas. La tercer guerra mundial está por comenzar, y el enemigo
está vez es mucho más fuerte y poderoso que cualquier otro que hubiéramos
podido enfrentar. Yo lo conozco porque ese enemigo está acá conmigo. Ese
enemigo eres tú.
Siento que muero en vida, me sangran los oídos, y la
actividad del hombre me endurece el corazón. No puedo entender cómo pueden usar
sus voces para manifestar semejantes estupideces. No puedo soportar vivir así,
es tan vil y desconsiderado. Ni siquiera sospechan el peligro que acecha en sus
débiles y sumisas personalidades. El universo fantástico de los sueños y la
espiritualidad, desaparecerá muy pronto. Y junto con él, la última esperanza de
salvar a los de mi raza. Que haré? Donde iré? Como recobraré mi libertad? Mi
alma se petrifica, y en mi pecho, las últimas señales de amor verdadero, se
esfuman y desaparecen para siempre. Deberías saber que este sentimiento que me
invade en la palabra escrita, es decididamente negativo. Por lo tanto, tenemos
que tratarlo con sensibilidad. Siempre hube relacionado la paz con, la soledad,
pero por alguna razón creo que está vez, alejarme de mi dolor, no podrá
solucionarlo. La hora ha llegado. Estoy frente a frente con el mal, y prometo
que esta vez no dejaré que se escape. Por el bien de mi raza, defenderé el
tesoro sagrado que me mantiene unido al reino de la fantasía. Este asunto no me
parece divertido, no es tiempo de mate con bizcochitos, sino que es hora de
reflexiones y verdaderas hipnosis. No lo olvides Juan, estamos juntos en esto,
no dejes que otros pisoteen nuestra promesa. Ambos sabíamos que este camino no
sería fácil de transitar, piensa en esto, como otra forma de incrementar tu
lealtad al reino de los Knox.
Puedo levantarme de mi sillón ahora, pero sabiéndome
invadido, no sabría por dónde empezar. No puedo navegar por internet y fingir
que no está ocurriendo nada. Tampoco puedo prepararme una merienda, sabiendo
que ahora mismo, frente a nuestro propio corazón, se ha liberado la batalla más
cruda y sangrienta, que jamás hubiéramos podido adelantar. Siempre supe que mi
objetivo no era vencer una maldad que no se puede derrotar, sería una mala
estrategia gastar energías en eso. Lo que debo hacer es tratar de convertir esa
suposición en una certeza. Los guardianes estamos predestinados a despertar las
luces que borran las sombras del alma. Pero no podremos hacerlo si nos perdemos
entre los demás y olvidamos el objetivo principal de nuestra misión. Me refiero
a erradicar el mal que nos oscurece el corazón, transformando su daga
sangrante, en el primer nombre santo que ha brotado de mí ser expiado. Hipno.
Habiendo transcurrido algunas horas, ya comienzo a sentirme
mejor. No he querido bajar a visitar a mi familia, y a cambio he preferido
quedarme aquí en mi casa, tratando de calmar mi indignación. Estoy seguro que
el mundo es mucho más grande y complejo que esto que ven mis ojos, aunque por
otro lado, si la base de mi filosofía, se construye a través de un sentimiento
fuerte, estoy seguro que tendré sobrados motivos para emprender la aventura. No
tengo dudas de que en mi reside un poder, y en estos tiempos de paz y
soberanía, me incomoda mucho no poder usarlos. Me apena mucho ver que entre sí,
todos se han acodado en una existencia aburrida y sin misterio. Solo quedamos
tú y yo, defendiendo las enseñanzas de la orden de los muertos. Es inútil
existir a través de palabras vacías que luego serán olvidadas. Si realmente
estamos seguros de lo que defendemos, debemos aprender a mostrarle lealtad al
silencio. Te puedo asegurar, que sin importar los castigos que me toque
recibir, llegaré al final de mi propósito, y enterraré en mi bandera la última
voluntad del hombre. Mis conflictos me ayudarán a imaginar posibles soluciones,
que a su vez, motivarán mi entrenamiento, para volverme fuerte y así poder
defender los tesoros de mi reino. Vos sabés a lo que me refiero. La
responsabilidad recae únicamente en nosotros. Lo que ocurra en el mundo
circundante, con tu familia y tus amigos, sellará un puente mágico, que unirá
el mundo físico con el mundo espiritual. Cuando ambas naciones vuelvan a
unirse, llegará nuestra hora de partir. Tendremos entonces que equiparnos con
nuestras mejores armas, y emprender el viaje en búsqueda de aquellos ogros, que
atentan contra nuestros sueños de paz, amor, y fraternidad. Pero cuidado, no
dejes que otros te engañen con su visión del mundo. Si no puedes ver en ellos,
la marca del Kno, no lo sirvas, pues de lo contrario acabarás peleando la
guerra de otro. Mientras voy contándote mis impresiones al respecto, una
sensación de indiscutible claridad invade mi corazón. Dentro de un tiempo
breve, estoy seguro que encontrarás la manera de reunir aquel valor sagrado,
que un hombre de fe necesita poseer para proteger su reino, de todas las bestias
que acechan en la frontera, que separa el mundo espiritual, del mundo físico. Desde que llegué a
Somellera, no he dejado de combatir siquiera un segundo contra ellos, y si bien
los resultados no fueron muy favorables, una cosa es segura. Yo me estoy
haciendo más fuerte. Comprendo que mientras mi familia se reúne toda en la casa
de abajo, yo estoy al frente de la misión. Mi tarea es evitar que los demonios,
ingresen en la aldea y roben el papiro sagrado. Si entonces eso sucediera, todo
lo que me define como guardián del tesoro solar, desaparecería para siempre.
Eso quiere decir, que de ser así, tu nombre y el mío, se perdería en la fosa de
los desheredados. Nos marcharíamos de aquí, sin pena ni gloria, y de esa forma,
seríamos nuevamente desterrados del pueblo Mro. Juan amigo, hemos avanzado
mucho como para volver a comenzar todo otra vez. Conocemos secretos y formulas,
que para muchos desatendidos, son insospechadas. Ahora solo nos queda
identificar al enemigo, y volver todo nuestro poder hacia él. No será fácil
derrotar algo que se esconde tras los rincones del ser, atacando las emociones
desde adentro. Kno y Mro, son las únicas razas del mundo terrenal, lo
suficientemente poderosas para impedir su inminente destrucción. Con ellos de
nuestra parte, el reino de la fantasía, seguirá siendo la principal fuente de
energía magnánima. En todo ello reside la importancia de nuestra misión.
Escribo todo esto porque me encuentro sumamente
desesperanzado. No tengo en mi poder, ninguna herramienta fuerte como para
combatir este calvario. Sé que la resistencia es el secreto mejor guardado, de
los hombres fuertes, pero en estas condiciones de vida, se me hace muy difícil
poder soportar la culpa ajena que tortura y aprisiona mi corazón. No quiero
perecer, pero en estas condiciones en las que me encuentro, no puedo dejar de
sentir ciertos trastornos, que me hieren y me confunden como no puedes
imaginar. La veo a Zoe sentada en el patio, siguiéndole la pisada a su presa, y
comprendo que aún existen muchas cosas de ella, que debo aprender. Por ejemplo
la paciencia, el entendimiento, la lealtad, y el descanso. Son seres
celestiales que exigen muy pocas cosas para vivir. Recuerdo aquella vez cuando
me tocó hablar sobre el conformismo. Por aquel entonces supe entender que no
sería mi voluntad la encargada de asignarme la misión, sino que sería el propio
destino quien me lo señalase. Ahora estando aquí sentado en el sillón, vuelvo a
percibir el silencio, y con ello me doy cuenta que por más que no exista nadie
en mi camino, las bestias de mi mundo demoniaco, seguirán azotándome. Si no
estuvieras tú, no sabría cómo hacer para revertir su furia y contratacar. Por
eso te pido que sigas junto a mi pase lo que pase. Debes continuar a mi lado
defendiéndome, y enseñándome a creer en la claridad de nuestro mundo interior,
pues si acabamos derrotados por el dolor y la desdicha, ya no habrá forma de
expiar nuestra culpa.
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Puedes creerlo? Recién me levanto y ya son las siete de la
tarde.
Después de pasar un trapo por toda la casa, me siento a
tomar mate y a observar la lluvia. Ciertamente estoy cansado de luchar contra
mis ogros internos. Por más que intento una y otra vez, no logro acabarlos
definitivamente. Sé que estas batallas forman historias, que luego se traducen
en una forma de arte original y esclarecedora, pero veo en su naturaleza, que
ninguna de ellas sabrá jamás renunciar a sus propósitos. Según entiendo, estas
bestias jamás me dejarán descanso, hasta no verme claudicar en mi promesa.
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Contrariamente a lo que puedas estar sintiendo, sea bueno o
malo, la marihuana siempre te propone otra cosa. En algunos casos es peor, en
otros igual, pero frecuentemente es mejor. Para definir lo que quiero decir con
el adjetivo "mejor", debería comenzar a tejer suposiciones que no me
llevarían a ningún lado. En este momento acabo de salir de la ducha, son las
cuatro y veinte de la tarde, y mientras espero que se hagan las cinco, voy
pensando algunas líneas sentado sobre el sillón. En la casa de Julia hay un
silencio sustancioso que me deja pensar coherentemente, pero aun así los gatos
se pelean y chillan como si los estuvieran desollando. El día esta soleado pero
caluroso, y Zoe transita los techos buscando nuevas aventuras. Recién mientras
me bañaba, pensaba en ella, y sabiendo que es mi fiel compañera en este mundo,
creo que cuando llegue el día de su muerte, no podré soportar el dolor de
perderla. De cualquier manera, según mi visión de cómo son los hechos, estoy
seguro que su alma me reconocerá y seguirá estando a mi lado por siempre. Tú
sabes que para mí el concepto de cielo, como el lugar donde descansan las
almas, no está sobre las nubes, sino a través de este aire que respiramos.
Estoy seguro que en los sueños, muchos de ellos suelen inmiscuirse por nuestras
narices, para juguetear con la ingenuidad del espíritu, y hacerle ver que un
mundo mucho mejor que este, es posible y existe. Este mundo de las formas, hace
tiempo ya que me tiene prisionero de mi suerte, y condenado a construir
realidades, para evitar ser devorado por el desprecio y el asco de los hombres
actuales. Es lógico que todos ellos hayan perdido la imaginación y la fantasía,
pues para no dudar nunca de la verdad, y hacerle creer al otro que la conocen,
ellos deben responder rápido y sin titubear. De no ser así, la gente podría
rechazar sus certezas, y si eso sucede, ellos mismos sufrirán el peor castigo
que acecha a los hombres que buscan aceptación. La culpa.
Llego a casa por la noche, y en el camino me cruzo con mi
tío Héctor. Al principio estaba algo asustado porque pensé que sus palabras
podrían lastimarme, pero con el correr de la conversación todo se normalizo.
Aunque no quieras creerlo, no conozco otro ser humano que sea igual o parecido
a mi tío. Considerando nuestras debilidades y virtudes, sabrás entender que aun
equilibrando la balanza a nuestro favor, por mucho que hayamos avanzado,
siempre seguiremos estando sujetos al miedo, y predispuestos al odio y la
traición. Con respecto a mejorar o a empeorar, lo único que sigue siendo lo
mismo en nosotros, es la historia que nos ha tocado en suerte. Por lo demás,
mientras el cuerpo envejece, nuestros propósitos y aspiraciones, cambian y se
actualizan. Solo con ello se me hace evidente que si existe algo sobre lo cual
debo trabajar, es en mi participación. Pero no me refiero solo a la
participación con los demás, sino al vínculo y a la relación contigo. Nuestro
amor es una construcción de todos los días. Para vencer ese miedo al pacto,
primero tenemos que saber que cualquier transición es difícil. Y si aspiras a
lograr que tu visión del asco cambie, primero deberás desinhibirte, y
reformular con sensibilidad, las estructuras impuestas por las instituciones.
Solo liberando al ser adoctrinado que todos llevamos dentro, se hará posible,
comenzar a disfrutar como se debe, de todas las comodidades que nos ofrece la
vida moderna. Se requiere muy poco contenido material para alcanzar la
felicidad, pero se necesita mucho contenido espiritual, para aprender a amar
esas pequeñas cosas que nos brinda el hecho de creer, y tener fe en nuestros propósitos.
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Me gustaría escribir un libro sobre un hombre soltero que
adopta el perro de un vagabundo muerto. Me imagino el momento en el que este
supuesto personaje, mete al perro en su casa, y mirándolo seriamente le dice.
Tu dueño ha muerto, él ya no está aquí para cuidarte, de ahora en adelante,
siempre tendrás alimento y jamás volverás a pasar frio. No me gustan los perros,
pero en este caso hice una excepción porque tu dueño era un buen hombre. Sé tú
también un buen chico y compórtate, no hagas que me arrepienta de haberte
traído. Entonces, luego de decir estás palabras, le da una palmada en el lomo,
se hecha en el sillón a tomar mate, y mientras piensa en aquella vez donde el
vagabundo le salvó la vida, enciende el único bien natural que pudo quitarle de
una vez y para siempre, aquel cruel y envilecido dolor del alma. Un cigarrillo
de marihuana.
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Sé que mi literatura es a veces demasiado objetiva,
argumentativa, y reiterativa. Pero tratándose de esta nueva sensación de
bienestar, tan suave y delicada, como el amor felino, no puedo dejar de
mostrarte lo agradecido que me siento contigo. Al fin todos estos años de lucha
contra el miedo y la paranoia, están comenzando a dar aquellos frutos
anhelados, que alguna vez empezamos a cosechar. Pues es que esto que hoy somos,
a través de nuestras decisiones, es la fusión misma entre todos aquellos que
alguna vez fuimos. Es también el resultado de aquello por lo que peleamos, y
queríamos alcanzar. No te preocupes tanto por el asma, si mueres a causa de
este bien natural, bajo la condición de buscar una mayor felicidad, te
marcharás lleno de honestidad y frescura. Cuando vean tus fotos, todos te
recordarán con una sonrisa en el rostro, y dirán.... Aun padeciendo su
enfermedad, y sin el consejo debido, supo abrirse camino, comprendiendo a
tiempo la importancia elemental de sentirse bien, sin depender de otra cosa,
más que de su voluntad natural.
Llego a casa, prendo un cigarrillo de marihuana, le doy tres
pitadas, y mientras pongo el agua para los ravioles, voy replanteándome está
gran urgencia de sentirme bien y ser feliz, sin poner en riesgo mi salud. Luego
salgo al patio, y me detengo a regar las plantas, y a jugar con Zoe. Me siento
en el piso, miro la noche a través del patio de mi casa, y luego pienso. Así es
como quiero vivir.
Me intriga saber cuál fue la motivación que tuvo Flavio, cuando eligió ser peluquero. Me
resulta inspirador pensar en ese empeño y dedicación, que día a día, lo
impulsaba a seguir trabajando. Imagino que su único afán, era conquistar a sus
clientes, para que ellos quedaran satisfechos, y así poder ganar su sustento,
honradamente, y sin beneplácitos de ningún tipo. Ahora la actualidad dice que
él trabaja con el cargo de sonidista, y con toda la dignidad que eso implica,
rinde homenaje a sus épocas pasadas como peluquero, cortándonos el pelo a
nosotros, sus compañeros.
Si tuviera que cambiar mi nombre artístico, me gustaría
llamarme azul espacial. Viajando indefinidamente como un cuerpo celeste
exorbitante.
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Por primera vez llego al san Martín, y siento que estoy
contento con mi situación. El sillón donde estoy sentado, es lo suficientemente
cómodo para olvidarme de mis problemas, y poner toda mi atención en relajarme.
Pasadas algunas horas, siento un breve calambre en el pecho, y solo espero que
no tenga relación con los cigarrillos de marihuana, pues de ser así, me vería
obligado a tener que suspenderlos.
Con algo de sensibilidad y perseverancia, he logrado
capturar la forma esencial del ogro que me atormenta. En esta noche de verano
fresca y agradable, yo me encuentro sentado en el patio tomando mate y
escuchando las risas y el jolgorio de la casa de mis vecinos. Aparentemente no
hay música, y si lo hay al menos yo no la escucho. Mi día en el trabajo no fue
malo. Si bien mi participación fue escasa, al menos desde que estoy allí, no
coseché ningún enemigo. Ahora puedo decir con total objetividad, que tanto las
cosas malas de mi personalidad, como las buenas, (si es que tengo alguna), se
deben exclusivamente al producto de las decisiones que tú y yo, hemos ido
tomando en nuestra vida. En este todo en uno, has de haberte informado bastante
sobre mí, y ciertamente creo con toda sinceridad, que siendo tú, quien lees
estás palabras, sabrás entender que aunque mi prosa aún sigue siendo
cuestionable, por otro lado mi corazón ya no duda. Por primera vez después de
mucho tiempo, creo que he podido encontrar fuera de mí, un bien natural que
colabora en su más entero sabor, con la herida que durante tantos años ha
supurado en mi pecho. Sabemos que la felicidad es más larga de lo que
imaginamos, pero mucho más corta de lo que alcanzamos a proyectar. Y es por
eso, que sin importar lo que decidas hacer con tu vida, mientras tengas en tus
manos la imagen de lo que buscas materializar, llegarás a vivir el sueño, más
profunda y hondamente, que aquellos que solo lo encuentran por casualidad.
En estos momentos mientras pienso en ti, se van proyectando
en el ojo de mi recuerdo, miles de imágenes maravillosas que vuelven a dibujar
una sonrisa en mi rostro. Sé que existen en el mundo, muchas personas que no
saben reconocer de su pasado, aquel esfuerzo que hoy les hizo ser lo que son.
Pero la realidad me dice que tú y yo nos parecemos tanto, que no puedo dejar de
amarte, y enviarte desde este lugar, mi mayor deseo de alegría y prosperidad.
Ya no espero reciprocidad de tu parte, pero a cambio te pido que sepas considerar
esta simple cuestión. Si yo peleo por ti, te pido que me demuestres que esta
lucha, ha valido la pena. Pues aunque yo esté muerto en el pasado, existen
simultáneamente, muchos seres que en este momento, están vibrando en mi
sintonía. Por todos nosotros que aquí estamos existiendo a través de tus
promesas, déjanos ver en tu fantasía, la materialización del sueño que alguna
vez tuvimos.
sábado, 5 de diciembre de 2015
viernes, 27 de noviembre de 2015
Todo en Uno 11
Me parece que mi abuelo Rodolfo está enojado conmigo por una
razón que no puedo entender, sin embargo, aun así, apesar de la frialdad de sus
palabras, sé que no puedo discutirle su actitud. Mientras encuentre la medida
de mi felicidad, me resultará imposible enojarme con los demás y conmigo mismo.
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Si, era cierto que nuestra naturaleza sorda e indefinida,
plagada de abstracciones inconexas, que en su afán de saber, pierde la pista
cual si fuera un murciélago ebrio, esa naturaleza desastrosa y sin ninguna
clase de aspereza y rigidez, algún día acabará por fastidiarse, haciéndose más
sólida y difícil de penetrar, que la mismísima superficie del ojo etéreo. Jamás
podría terminarme está porción de pizza, ya comí demasiado, ahora es momento de
profundizar los vejámenes del actor social. Vuelvo al centro. Soleado como el
sabor agridulce de aquellas llamas silvestres, voy cantando a través de
inyecciones de paz y soberanía. Me aterra pensar que cuando vuelva a llover
gatos, no tendré las raciones suficientes para sobrevivir. Me quedaré tieso en
los valles, y las montañas de la llanura meridional, abrirán un surco en la
tierra que, pasado los años de vigilia, ya no volverán a florecer jamás.
Estoy buscando una nueva forma de utilizar las palabras, entendiendo
que aun sobre mis delirios, existen varios caprichos que tengo que solucionar.
De acá en adelante, todos los vehículos transitorios que me llevan a explayarme
encima de mi memoria, dejarán de ser multitudinarios, cuando la civilización,
vuelva a organizarme.
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Será suficiente un plato de ravioles con pollo y verdura,
bañados en crema y espolvoreados con queso reggianito? Me pregunto si acaso un
plato de ravioles será lo que estoy buscando para ser feliz? Lo único que puedo
asegurarte, es que si llegas al ser con un solo sabor, estarás resuelto.
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Ahora cuando llegue a mi casa, me espera un dibujo de Aquila
Cristal, y el dulce tabaco de mis primeras flores.
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El canto de mis vocales en la ducha matutina, refleja el
espíritu de la sensibilidad. Algunos podrán estar de acuerdo con mi arte, otros
lo rechazarán, como una pizza fría o un mate lavado. Dejaré de ser franqueado
cuando mi temperamento sea matemáticamente resuelto. Únicamente me sirvo de
retorcerme en vibraciones, que enseñan a sentir la palabra desértica, en su más
endeble y majestuosa opacidad. Solo me restan diez minutos para unirme a la
región del polo ecuatorial. Me sorberé a mí mismo, hasta destituir esas cadenas
que nos dividen y fragmentan. No deseo el escaso fruto de mis sueños, prefiero
cultivar batallas en torno a mis amistades. Siempre habrá una decisión
efectiva, la que recoges de la sartén cada vez que se nubla el cielo. Debatir
entre animales de rapiña, es el producto o la virtud cosechada tras años y años
de municipalidad. Seré sometido nuevamente a manejar un vehículo, y en lugar de
morir habiendo aprendido a resurgir, tejeré en propio diseño, un suéter
ortodoxo y sacrílego. Detesto la dislexia, pero adoro a quienes padecen
conjuntivitis. El silencio es la pasión de los desdichados, ellos conocen la
fórmula de la imaginación, porque yerran el arado hasta supurar jugos
intestinales.
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Quiero contarte mi crepuscular iniciación. Sabes que la
retórica del confuso y maquiavélico discurso de las palabras, está en sintonía
con el asado? No todos los corderos comen perdices y viven felices. Estaremos
bien siempre que la lectura nos enseñe a volvernos amigos. Es insensata la
discusión sobre los cigarrillos sin camisón. Yo sé que soy humilde y por lo
tanto tú también, pero no creas que por ser humilde me siento satisfecho. Estoy
esperando una tonada campanosa, para buscar entre mis colegas, un acertijo
didáctico, que sirva para templar el hierro, labrar la tierra, y
fundamentalmente para destruir mitos. Es que la insuficiencia cardiaca, es un
mal que en la verdulería, nos cambian por espárragos de temporada, frescos como
una lechuga. La leche chocolatada, siempre me gusto, es como el grito de un
hombre perdiendo a su perro. Desesperado como el aullido de un lobo enjaulado.
He visto muchos activistas políticos comer sandias y melones
despreocupadamente. Jamás creí encontrarme con esa imagen, y sin embargo acá
está. No me alegran las grandes arañas que viven dentro de mis fosas nasales,
pero si es que todo lo que digo tiene que ver con mis preocupaciones, será
mejor pasarles el plumero purificador. Sinceramente, estoy vestido con jogging
y un pulóver que tiene más pelo que lana. Hemos roto la tentación de
escondernos, y fuimos directos a la gente para preguntarles si estamos vivos, o
estamos muertos. Sabes Juan, acá estoy esperando volver a tu memoria para que
entiendas que ya no vas a seguir estando solo como otros dicen. La verdad es
que tú tienes en tu lacena, el secreto de todo lo que antes sabía a pasado. Por
eso hay que calmar el Karma, y es que a largo plazo, no se debe suspender el
tratamiento. Lo sé porque en el suelo siempre aparece Zoe hablándome en idioma
gatuno. Que dices Zoe? Le pregunto expectante. Y luego ella me escupe un
alarido indefinido y estrictamente personal. Ella sabe que no hay otro como yo.
Busco mi cuaderno en la mochila, y a cambio encuentro un pancho y una coca.
Quien fue el que susurró canciones de Ricky Martin, como si estuviéramos
ensanchando el pecho. Tan hondo hemos inflado el globo, que nuestro miembro
comienza a parecer una porción diminuta de puré de papa, sazonada con esas
hierbas finas que crecen en los bosques sureños. Por suerte sigo aquí,
existiendo entre todos estos libros viejos, que bien saben cómo abrir portales
y franquear dimensiones. Si no los tuviera, mi flor se ahogaría en su líquido
heterogéneo. Me gusta la palabra hermético, no puedo evitar pensar en música y
en comer mermelada. Me encanta la de durazno, todos lo saben. Me he entrometido
en la antigüedad de mi sillón, y ahora este mismo no se muestra tan cómodo y
reparador como antes. Imagínense que ni siquiera me habla. Este sillón ya no
sabe proteger mi trasero, de él solo recibo descargas eléctricas y gobiernos defactos.
Aun así, espero poder estrechar mis cantos, para llegar a evitar que la
heladera comience a caminar. No me suceden sensaciones eternas, es un error
pensar que morimos en ellas, el segundero del reloj da las quince en punto, yo
estiro mis piernas sobre la mesa ratona del living, y Zoe duerme apaciblemente
sobre el sofá. Que ambigüedad torcer mis músculos para inclinarme mejor sobre
el tapizado opaco y translucido. Aquel mismo que Zoe, con sus propias uñas,
desgarró y mancilló con tanta naturalidad, aun considerando mi atenta mirada.
Ella es siempre así. A veces pierdo las llaves y ella me dice. Juan, otra vez
buscando respuestas. Claro que prefiero los belden antes que los top line, pero
mientras pueda seguí cuidando de mi amiga, me llamaré Aníbal Royal Cannin.
Que hubiera sido de mi percepción si jamás hubiera
encontrado el fruto? Agradezco a mis camaradas del cerebro, poder amar a mi
sobrina como si fuéramos padre e hijo. Me tendría que cocer la boca, pero si no
me baño ahora, corro el riesgo de no volver a abrir el Facebook nunca más, lo
cual sería muy trágico.
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Mientras mis camaradas establecen vínculos sociales, yo voy
recobrando mi visión. He comenzado a leer un nuevo libro de Herman Hesse. Es
estridente la conversación que sale de la boca de sus laringes. Prefiero
sentarme a digerir un manantial de palabras raudas y equidistantes, que
vagabundear obsecuentemente por las vísceras de mis alas. Estoy extrañamente
asociado al silencio. Si me dieran a elegir me quedaría obsoleto en mis
observaciones, pero si bien la opinión ajena me congrega a ser efectivo en mis
palabras, sigo siendo absolutamente inocuo en mi reflexión. He oído discursos,
que a pesar de ser fornidos y esculpidos, no han llegado nunca a disolver mi
ansiedad. En este sentido, muchas veces, la batería de los pies, sacude el suelo
como si fuéramos una montaña rocosa y multianegdótica. Soy endeble y taciturno,
como esas bellísimas hebras de té ardiendo en el pálido follaje.
Arranco la mañana lento, prendo la hornalla, y me quedo
mirándola como si fuera a conversar con su llama macilenta y sigilosa. Mientras
espero que el agua comience a silbar su melodía, me dejo templar por la rutina
del trabajo diario. Estoy sumido en la indiscreción, y existe mucha gente que
me considera una bestia ancestral del bardo y la jurisprudencia.
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Me parece de extrema importancia comprar una maceta
apropiada para la floración de mi jardín. Entiendo que parte de mis desgracias
y las tuyas, terminarán con eso. Siendo que eres tú mi amigo y colega, debes
saber que los males que confunden tus percepciones, se resolverán cuando las
lluvias vuelvan a fertilizar tus tierras, puedo garantizártelo. No te preocupes
por buscar en el sillón arañado, un refugio para dialogar sobre la hipnosis, esa sensación
trascendental que cobijan los espíritus pacientes, te encontrará aunque te
escondas en el armario. Seremos rociados de pies a cabeza por innumerables
sabores, que al punto de lo excesivo, acabarán con la crueldad de lo escaso.
Si, tú y yo desbordaremos de amor a tal punto, que en el silencio de tu casa,
sentirás algunos mareos desagradables. Pero no te preocupes, mi prima Cecilia
sigue siendo la misma. Es cierto, sin más alternativa, tuve que cambiar mi
vieja tonada de chico adulto, por la de un joven viejo. Ahora, cada vez que
escucho hablar a la gente sobre el dilema del alma embutida, no puedo evitar
tener esas percepciones pérfidas, que no son sino, equívocas, incompletas, y
distorsionadas. La verdad es que todo esto me indigna al punto del flagelo.
Pues en vista de su situación personal, es lógico que jamás han hecho una
hipnosis profunda y sincera.
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Si así es la cola, no me quiero imaginar el trámite. Así
dijo el muchacho de limpieza, mientras Julio arreglaba una luz subido a la
escalera. Es una tontería, lo sé. Sin embargo no pude evitar reírme acodado
frente al equipo de música, en la sala Cunill Cabanellas.
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Te da asco una persona bizca, te da asco una persona que
necesita medicarse con drogas, pero no te da asco chuparte una pija, y quedarte
de brazos cruzados mirando Tinelli.
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Acabo de hablar con mis compañeros de la hipnosis y del
asunto de la vibración. Lo entendieron tanto que no puedo explicarte mi
alegría. De ahora en adelante, ellos serán los que se encuentren con su ser.
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Si juan lo sé, sé que jamás te han ocurrido tantas cosas
lindas como ahora. Déjame decirte que tú, amigo mío, te mereces eso, y muchas
cosas más. Si Juan, probablemente no le prestes importancia a mis palabras, y
yo lo entiendo porque muchas veces pensamos sin detenernos, entiendo tu
desconfianza, pero aun así, mi alegría es que tu estés bien, y si tú estás
bien, entonces todos lo estamos. Nosotros creeremos en ti, siempre y cuando tú
creas en ti mismo. Créelo.
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Para que exista una relajación, primero tiene que haber una
tensión. El cannabis es en esos términos, una droga sustanciosa y eficaz.
Podría pasarme días hablándote de esto, pero es mejor que mi reflexión sea tan
solo una nota corta, con el único fin de calmar tus ánimos, evitando generar
una preocupación dolorosa e innecesaria. Estos últimos meses en el san Martín,
he hablado sobre el concepto de vibración y el de hipnosis. Me he tomado
además, el atrevimiento de hacerlo frente a mis compañeros de trabajo, aun
sabiendo que la mayoría de ellos, no solo que no lo sabrían entender, sino que
además, conociéndolos específicamente, estarían pronto a regañarme y acusarme
por dicha actitud. De cualquier forma esta mañana que fui al odontólogo,
prácticamente no hice uso de la hipnosis en ningún momento. Únicamente me tomé
el atrevimiento de hacerlo mientras esperaba el colectivo.
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En mi sueños de hoy escuché cantar a Bob Dylan una canción
que se llamaba are you better. Erase un bar, donde todos cantaban diferentes
canciones los unos entre los otros. Mientras un tipo acompañaba con la guitarra
a Dylan, un grupo de locos se levantaban de sus asientos y volvían a ser
felices.
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El león ciego del bosque, que ilumina con su alarido, el
tormento de la luna llorona, viaja hacia la colina, y descubre la realidad de
los hechos. Camina a través de las extravagantes percepciones de los hombres, y
con su mirada ausente, penetra el ojo de lo trascendental. El león ciego
aprieta sus dientes y agradece al humus, su clarividencia. Lo agradece porque
así puede desvestir las intenciones de los hombres. En la pradera bebe agua, y
canta canciones con su trompa cerrada. El león ciego comprende que no necesita
ser escuchado y, en silencio, mastica sus discursos con el filo de su colmillo.
Sus cuerdas vocales vibran y rápidamente termina por comprender que al fin es
libre. Cae la noche, y nuestro león se acuesta a un lado del árbol, se cobija
entre ramas caídas, y ronca como el eco de una ciénaga. Gruñe salvajemente, y
encuentra la naturaleza para la que fue confeccionado su cuerpo. El león ciego
conoce el secreto de la vida, aquel mismo que produjo su destierro. Ahora,
habiendo cumplido su condena, camina entre los animales y las plantas, libre de
toda culpa y recelo, tan solo buscando enseñarles a los otros, el fantástico
resultado de su investigación, aquella misma que motivó el castigo de quienes
hoy se hacen llamar al perdón.
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Jamás imaginé que del aire que respiro pudiera nacer un
sentimiento tan esclarecedor y purificante como este mismo que estoy sintiendo
ahora. Gracias a Kno, el padre aire, pude volver a conectarme con Mro, el hijo
de la tierra. Sé que para cualquiera que lea esto, mis palabras carecerán de
sentido, pero estoy seguro que siendo tú el que las lee, podrás entender mejor
que nadie a lo que me refiero, pues tú y yo juntos, hemos de formar el Hipno
celestial de la vida.
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El día comenzó en el consultorio de Fernando Isrraelson. Si
bien no le conté nada de mis últimas experiencias con el cannabis, hablamos de
todo un poco, y nos pusimos de acuerdo con nuestros fantasmas. Habiendo
transcurrido el debate pre electoral entre Scioli y Macri, ambos fecundamos en
la misma observación que nos cabe a todos los que vivimos en este país.
Habiendo tanta gente iluminada y honesta, habiendo tantos sabios observadores y
pensadores de la política moderna, justamente habiendo tantas personas
capacitadas para gobernar un país, nos vienen a ofrecer a estos dos individuos
maquiavélicos, que saben tanto menos de sociedad, que de enriquecimiento
ilícito y plusvalía. Al finalizar este debate inconcluso, nos saludamos
atentamente, y yo tomé asiento en la sala para sacar mi próximo turno. Luego de
coordinar mi próxima visita, salí de la oficina y caminé unos pasos en
dirección a la puerta. Y entonces, al levantar la mirada, pude ver sentada en
actitud delicada y serena, a esa mujer que hube visto el mes pasado, y que de
su semblante cristalino, habían se escapado algunas palabras de este libro, que
poco a poco va germinando en mi corazón. Por supuesto que ella jamás notó mi
presencia y, a decir verdad, prefiero que el misterio siga llenando mis sueños,
con toda clase de nuevas y renovadas fantasías. Una vez en la calle, caminé
entre transeúntes condimentados en preocupaciones. Recuerdo que entre ellos,
pude ver una niña triste que pasaba caminando con olor a miedo. Le dediqué una
reflexión, y subí al colectivo, camino a mi casa. Pagué el boleto y me senté al
lado de un sujeto pálido y aturdido, que ojeaba ansiosamente las páginas de un
libro, volviéndolas de adelante para atrás. Siendo que siempre que viajo en
colectivo, me gusta mirarme de cerca, en este caso, la actitud confusa y
malversada de mi acompañante, no llegó a incomodarme el viaje en absoluto. Al
llegar a casa, prendí el ventilador, me saqué la ropa, y decidí hacer una
siesta. Luego de un sueño maravilloso, donde canté con mi guitarra una canción
celestial y esclarecedora, me levanté de la cama, me vestí y miré la hora. Son
las cuatro y media de la tarde. Saqué la basura, me lavé las manos, y fui a visitar
a mi sobrina, la pequeña Amanda. Entre juegos y balbuceo de palabras, llegó
Ezequiel del trabajo, y se puso a refunfuñar, por algunas plantas que el gato
Tatu, le había destrozado. Una vez reparado el jardín, Ezequiel tiró un líquido
especial, para evitar que los gatos se acerquen a las plantas. Y luego de esta
breve situación, nos fuimos al supermercado. Más tarde llegué a casa y acomodé
todo para arrancar la semana. Ahora estoy caminando por el living comedor, y
creo importante pasarle un trapo al piso. Prendo la radio, paso las estaciones,
pero por alguna razón me resulta escaso e invasivo. Apago el equipo, y mientras
espero que terminé de lavarse la ropa, voy trapeando el piso. Una hora más
tarde, abro una cerveza artesanal, y me siento a redactar estas líneas,
contento y satisfecho con mi jornada.
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Está bien tener alguien que te odie, porque de esa manera te
obliga a mejorar para no darle motivos al recelo.
No hay nada que este bien o que este mal. Es un error pensar
que por hacer lo que otros hacen, vas a estar garantizando tu futuro. Yo me
siento en el sillón del comedor, y con el brillo tenue de los plafones, y el
silencio mordaz de un living sin televisor, encuentro en mi interior, un mundo
sumamente productivo y fructuoso. Después de muchos años de meditación y
cultivo, el saber ha comenzado a brotar en mí, y en este momento, me permito
calmar mi necesidad de consumo, esperando recibir la más clara de las
informaciones. Hipno.
Hipno viene de la palabra hipnosis, y es esa la mejor manera
de crecer a expensas de la voluntad ajena.
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Si hiciera lo que tú me dices, habitaría en un mundo
extremadamente divisivo. Centrarme en tu mirada, me permitirá separar de lo
grueso, lo más próximo a tus necesidades. Lo justo y necesario es común a todos
los que fuimos, y cuanto menor sea el contacto axionométrico con el conflicto
ajeno, entenderemos que jamás habrá fórmula más sofisticada que la hipnosis.
Paseando a través de este sendero, encontrarás el vínculo social, que durante
tanto tiempo estuvimos buscando. La inabordable majestuosidad de lo enteramente
conocido, es el reto que la vida me ha puesto, para encontrarme contigo, en un
mundo mejor, sin flagelos ni prejuicios.
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Siempre anhelé poder vivir a través de la fantasía y el misterio,
pero aun sometiéndome a largas y tediosas reflexiones, me fue absolutamente
imposible encontrar alguien que me acompañe. El único que se ha presentado ante
mis plegarias, has sido tú. Ahora, frente al declinar de mis observaciones, he
vuelto a la tarea de oscurecerme, y sin embargo aun así, veo que todo eso que
alguna vez quise encontrar, siempre estuvo conmigo. Yo pensaba las palabras
correctamente, pero las sentía de manera inacabada y confusa. Ahora, frente al
declive de mis anotaciones, solo puedo aconsejarte una cosa. Ten especial
cuidado en no perderte en una abstracción ingobernable, pues siendo honesto,
ningún niño necesitado de ayuda, podría jamás erigir semejante incongruencia.
lunes, 16 de noviembre de 2015
jueves, 5 de noviembre de 2015
martes, 3 de noviembre de 2015
domingo, 11 de octubre de 2015
lunes, 21 de septiembre de 2015
martes, 1 de septiembre de 2015
La Herida Necesaria
Habiéndome ya mudado a mi nueva casa en Somellera, algunos
viejos fantasmas de mi pasado vuelven a revivir. Sabes Juan, después de haber
leído Demian, entiendo que si alguien pide o exige libertad, también es cierto
que debe merecerla, pues si le fuera obsequiada no sabría qué hacer con tanto
mundo para vivir. Por la mañana me levantan las canciones de cuna que mi prima
le canta a mi sobrina Amanda. Me retuerzo hacia un lado y luego hacia el otro,
y entre dientes, voy mascullando algunas blasfemias creyendo que con ello podré
liberarme de su tortura, sin embargo ya vencido por la exigencia, y sin
posibilidades de retomar el sueño, decido levantarme. Me pongo las medias, el
shoguin, y camino malhumoradamente hasta la cocina. Enciendo la hornalla y
pongo a calentar el agua. Del otro lado los albañiles trabajan en la casa de
Miguel. El golpe de los martillos perforan mis oídos a campanazos, trato de
adorar su estridencia, pero una vez más, vuelvo a sentirme decepcionado de mí
mismo. Todos aquellos esfuerzos por engendrar una nueva virtud, tantos libros
escritos, aquellos entrañables años de soledad en el departamento de Honorio,
mi esencia, mi alegría y libertad, todo eso para nada. La realidad me arrastra
de los pelos hasta mi nuevo presente, y yo sin poder evadirme del reto y la
exigencia que implica entender; me aferro desesperadamente al registro; lo
escribo todo, trato de no dejar nada al azar, me obsesiono melancolizando la
palabra, como si con ello pudiera ver mejor la belleza que se oculta entre
líneas. Abajo en el patio de casa, Abril le canta canciones a la pequeña
Amanda, juegan inocentemente sin temor ni sospecha, sus voces dulces se cruzan
en una sola armonía, llena de paz y dulzura; y yo, entre tanto, bañado por esta
melodía celestial y purificadora, trato de hacer mi rencor a un lado, y abrazar
el hecho, como quien sospecha estar participando de una realidad más basta y
completa que la anterior. Me hundo bajo una ensoñación, parpadeo una vez, y sin
abrir los ojos, voy encontrando una belleza inhóspita y sutil; un accesorio que
sumado a lo anterior, logra capturar un detalle que antes no se podía ver.
Estoy enfurecido y a la vez me siento sumamente desdichado. Está nueva vida en
compañía de mi familia, ya no me permite trascender el tiempo, ni fundirme con
todo aquello que fui. Una vez más, estoy condenado a volver a odiarme. Me
preparo una tostada con dulce de leche, y me refugio en la lectura. Comprendo
mi debilidad, sé que no soy un hijo prodigo, y que mucho menos he tenido la
suerte de recibir lo que hubiera querido, no solo materialmente, sino además
intelectualmente. He vagado durante mucho tiempo en cierto tipo de cuestiones,
que no parecen tener compatibilidad con estos vejámenes en los que hoy me veo
involucrado. Cualquiera que pudiera verme sentado solo en el living de mi casa,
podría suponer que aquella imagen pacifica del hombre entregado al reto, goza
de felicidad, amplitud, y resolución; sin embargo, en contraste con cualquier
idealización, la imagen representada, siempre oculta una dimensión paralela.
Desde el interior que encarcela mi cuerpo, estoy ardiendo entre las mismísimas
brazas del infierno. Todo aquel odio que tuve por aquellos años, cuando vivía
en la casa de mis padres, vuelve una vez más a nacer. Trato de conservar la
compostura, respiro profundamente, y le doy un trago al mate cocido. De pronto
Amanda comienza a llorar; Cecilia la levanta en brazos, y acercándola a su
pecho, le susurra una canción suave y delicada, casi maternal. Como podría ser
indiferente a este amor claro y desinteresado? Ella dejando parte de su vida
personal, para dedicárselo por entero al cuidado de la pequeña Amanda. Ella
levantándose temprano por la mañana, renunciando a la embriaguez del sueño,
solo para proteger la ingenuidad de mi pequeña sobrina. ¡Diablos! Debería ser yo quien cuidara de ella. Pero
no, en cambio prefiero dormir hasta el mediodía como el asno que soy. Está
furia que siento en mi interior, no debería estar dirigida hacia mi prima, sino
hacia mí. Será acaso que la envidio por llevar una carga que yo no pude asumir?
Tan cobarde soy? Cuál será el límite de mi estupidez? Los años y la culpa, no
me dejan respiro. Prosigo con mi lectura, y al finalizar cierro el Dooku. Me
recuesto con los codos sobre la mesa, y pienso. ¿Porque me cuesta tanto amar?
Quisiera llorar, pero ese fuego que arde en mi interior, ha secado todo el
llanto que llevo dentro. Donde irán mis sueños? Aquello que alguna vez
proyecté, se ha convertido en mi propia decadencia. Mi objetivo, mi meta, mi
pequeña luz al final del túnel…. Donde quedo mi risa, mi romanticismo y
soltura, que fue de mi amor? Me levanto de mi silla en dirección al estudio,
entre los llantos de Amanda, las canciones dulces y maternales de mi prima
Cecilia, la pueril y venturosa inocencia de Abril, entre todo ello algo
resuena.... A través de los estridentes martillazos de los albañiles, sobre mi
ignominiosa forma de vida, pasando por los nubarrones de mi triste desilusión,
allí nada mi voz. Bucea rodeada de nuevas y maravillosas posibilidades, allí
esta ella, reúne aire de la superficie y se sumerge en las profundidades
misteriosas de lo desconocido. No sé si quiere escapar de las insípidas
canciones de cuna, o encontrar en ellas, el fundamento de todo mal. Basta de
flagelo! Tal vez en algún viejo cofre abandonado, encuentre el afecto perdido.
Necesito reír sustanciosamente, guiado por una razón verdadera. Enciendo mi
computadora, y viajo a través de está adversidad, buscando en ello una idea, un
refugio; tal vez un páramo abandonado o una concavidad hermética y sellada;
algo sólido y fuerte que pueda cobijarme hasta que todo vuelva a ser silencio.
Mientras Abril mira la tele con la pequeña Amanda, Cecilia prepara la merienda.
Entiendo que para el relato sería mejor si almorzaran, pero mi letanía me
obliga siempre a llegar más tarde de lo esperado. Son las cuatro menos veinte
de la tarde, por la ventana del estudio se filtran pequeños rayos de luz que
impactan sobre mis ojos y me encandilan. Malhumorado y chistando para nadie,
pongo tozudamente unos libros para tapar la reflexión. Me dejo caer sobre el
asiento, y vuelvo al asunto. Un mosquito se posa sobre mi oreja, y haciéndose
imperceptible y minúsculo, se lleva parte de mi sangre. Me rasco quejumbroso
lamentándome otra vez. Porque no puedo sentirme a gusto? Veo a mí alrededor, y
si bien podría bajar a merendar con mi familia, yo prefiero quedarme aquí. Los
rayos del sol en mis ojos y la picadura del mosquito en mi oreja, me sienta
mejor que la compañía de mi familia. Leo estás últimas líneas frunciendo el
ceño y apretando los dientes. Comienzo a entender que nunca alcanzaré la altura
deseada, pues las raíces de mi pasado inmediato, se encuentran débiles y
torcidas. Nunca imaginé que mi fobia social pudiera desencadenar semejante
crueldad hacia los demás. No lo entiendo porque considerando mi propia
naturaleza, yo también pertenezco al género humano. Con una puteada sobre la
otra, poco a poco fui encerrándome cada vez más en un mundo autodestructivo y
endeble. Aun habiendo vivido a través del error, la literatura y el arte me
enseñaron que en toda tragedia, también hay poesía. El recuerdo ha estado
siempre conmigo, pero mi indignación y desapego por lo que fui, me ha llevado a
perder el tacto sensible con los demás. Me entristece decirlo, pero fuera de
mí, no puedo reconocer el amor. Enderezo mi postura y de pronto caigo en la
cuenta de lo que está sucediendo. Habiendo yo vivido tanto tiempo a través de
la soledad, esta nueva instancia de mi vida comunitaria, me pone a prueba. Es
lógico que mi alma se retuerza pataleando como un niño caprichoso que exige a
gritos volver a casa. Ella quiere soledad, volver una vez más al útero materno,
a la calma y al desengaño. Mi alma desea angustiarse y aprender sin sufrir
castigo. Pero es acaso posible aprender sin sufrir? Todos esos años en mi viejo
departamento de Honorio, toda esa calma imperturbable de soledad y lejanía,
todo ese silencio vacío que aprendí a llenar con sueños e ilusiones, todo eso
me enseñó a ser libre. Allí pude dibujar y reflexionar como nunca antes lo
había hecho. Allí hube transitado un camino venturoso, que me llevó a
encontrarme a gusto con mi visión de la muerte, y del enigma que todo ello
representaba. Allí estaba triste, pero el tiempo y la costumbre, cicatrizaron
mi dolor. Al fin era un todo. Esto era lo que yo había elegido. Pero cualquier
elección demanda un sacrificio, y cuanto mayor es la causa, más grande es la
pena. Es cierto que en mi interior arden las llamas de la impotencia y el
desconsuelo; la vida familiar, burguesa, simple y sin cuestionamientos, no es
lo que yo hubiera elegido. Pero ahora que estoy aquí, obligado por el propio
destino a compartir mi vida, a querer al prójimo, y a ser tolerante en la
convivencia; justo cuando veo nacer este fuego que prende con las primeras
ramas de mi árbol marchito, volviendo cenizas todos mis anteriores logros,
podría yo no pensar en Amanda, y en toda mi familia? Podría entonces no tomar
está oportunidad para aprender a querer algo por encima de mí mismo? Sé que
todos nosotros alguna vez, hemos sido lastimados sin haberlo merecido. Muchas
veces ese dolor nos ahoga en rencores y en preguntas sin explicación. Porque me
han hecho esto? Que hice yo para merecer este daño? Así nos pasamos largos años
odiando el mundo, y a toda la gente que vive en él. Sosegadamente cuidamos la
herida, guardando distancia con aquellos que la provocaron. Finalmente una
mañana al levantarnos la camisa, encontramos que la marca ha desaparecido.
Miramos al pasado haciendo retrospectiva, y nos indigna encontrar que en aquel
entonces, no supimos elevar nuestras alas sobre el deseo primero de toda
humanidad. Ayudar. Miramos el pasado desde el risco de una montaña, y vemos
allí abajo, entre los diminutos edificios de la ciudad, un pequeño y minúsculo
ser, que se mueve de un sitio a otro destruyendo todo a su paso. Somos
nosotros. Aquel cuchillo que nos apuñaló el alma, nos ha dividido en dos
partes, y con ello ha desprendido de nuestro viejo orgullo, una porción
envenenada, decolorada y maligna. Ahora desde mi propia montaña, viéndolo a la
distancia, me doy cuenta que sin aquel daño que alguna vez nos apuñaló
injustamente, el alma jamás hubiera podido florecer. La maleza hubiera devorado
el fruto, y el odio propio de quien se esconde, nos habría consumido
lentamente, hasta dejar solo un atisbo de luz y polvo. Mientras pienso y
reflexiono sobre lo mucho que me cuesta ceder ante la vida familiar, no puedo
evitar recordar mi primera internación. Tenía tan solo veinte años, y me encontraba
feliz de haber hallado al fin mi propia soledad. Había entonces dejado la
facultad y mis amistades también, no tenía a nadie que pensara en mí, y ya solo
me preocupaba por atender únicamente todo aquello que brotaba de mi alma y mis
pensamientos. Era feliz. Por primera vez había encontrado la libertad, la
verdadera libertad; esa misma que me permitía hacer lo que quisiera. Iba de un
lado a otro, y podía pasarme horas encerrado en mi cuarto, atendiendo asuntos
que ninguna institución educativa estaría dispuesta a promulgar. Así una tarde,
mientras cambiaba el encordado de mi guitarra, una señora y un señor entraron
por la puerta de la cocina, y se dirigieron allí donde yo estaba sentado. En su
semblante se podía ver cierta seriedad y preocupación. Yo no pude evitar
sobresaltarme. Mientras los veía rodear la mesa acechándome por ambos lados, no
pude dejar de notar que se inclinaban sobre sus sillas como si el cuerpo les
pesara una enormidad. La tarde se enmudeció y mi perro les gruñó entre dientes.
Entonces mi padre y mi madre se aproximaron a la mesa, y sin decir palabra,
tomaron asiento. En un principio pensé que estas dos personas podrían ser
amigos de mis padres, y sin ninguna clase de sospecha, los saludé tibiamente.
El primero en hablar fue mi padre. Se llevó la mano a la boca, tosió en un
claro gesto de incomodidad, y dirigiéndose a mí en un tono paternal y
comprensivo dijo. Bueno Juan, ya sabrás imaginar que tu madre y yo hemos estado
muy preocupados por la postura que adoptaste desde que dejaste la facultad y te
alejaste de tus amigos. La postura? Dije yo frunciendo el ceño. Hemos estado
tratando de hablar contigo y de aconsejarte para que puedas romper tu cascaron,
y abandonar esa burbuja hermética en la que te has encerrado; continuó él. Miré
entonces a estos dos extraños; el señor metió la mano en su bolsillo sacando un
anotador y una birome, mientras que la señora a su vez, acomodaba sus gafas en
una actitud modosa. Inmediatamente supe que no eran amigos de mis padres.
Quienes son ellos? Le pregunté a mi padre levantando un poco la voz. Son
psiquiatras, dijo mi madre que hasta entonces guardaba silencio. Psiquiatras!
Dije yo consternado. La caja de la guitarra golpeo contra la mesa, escupiendo
un sonido disonante y monocorde, que resultó cómico y trágico a la vez. El
señor de corbata y saco se inclinó sobre la mesa, y dirigiéndome una mirada
compasiva, dijo. Tus padres nos han hablado mucho de tu conducta inadecuada.
Ellos han estado observándote y según sus palabras, nos hemos visto en la
obligación de venir a verte. No entiendo, cual es el problema? Dije apretando
los dientes. No podemos sacar conclusiones sin tu consentimiento, por eso te
pido de favor asistir mañana a nuestro consultorio para tener una entrevista.
Pude ver en sus ojos un brillo oscuro, una opacidad servil que dejaba ver sus
verdaderas intenciones. Y qué pasa si no voy? Dije levantando un poco la cabeza
y mirándolo de arriba. Si no vienes tendremos que tomar otras medidas. Afuera
un auto pasaba por la esquina, y clavaba los frenos ante un peatón desatendido.
Se escuchó un insulto, y luego un silencio de muerte. Yo no podía entender lo
que estaba pasando, me sentía tan a gusto con mi vida, tan renovado y lejos de
toda responsabilidad, que por un momento llegué a creer que todo esto se
trataba de una broma. Quizás sin que yo me diera cuenta, mi madre sacaría un
pastel de la heladera, y saliendo de toda teatralidad, estos enviados del
demonio estallarían en risas, poniendo en evidencia su epigrama. Espere un
momento que mi madre se levantara a buscar el pastel, pero aquello nunca
sucedió. Con el rostro de un juez que dictamina una sentencia, los psiquiatras
se fueron dejando un saludo insulso que yo no pude contestar. Estaba furioso,
indignado, toda esa abundancia y efusividad, toda esa jovialidad y alegría, se habían
marchado, había sido devorado por la misma naturaleza que me engendró. Mis
padres.
Repentinamente mi gata Zoe, entra corriendo y salta sobre
mí. Yo la abrazo y miro la pantalla del ordenador. Han pasado los años y aún no
logro desprenderme de aquel recuerdo. Algo en mi ha cambiado, lo sé, puedo
sentirlo. Como una mamushka, como un tiempo anterior que se refugia dentro del
otro, me inclino sobre mi asiento y
exhalo profundamente. Afuera sopla una correntada que golpea contra el muro de
la terraza, filtrando miradas y ensueños de un mundo lejano y prohibido. Al día
siguiente de aquella visita, supe que mis horas de felicidad en la casa de mis
padres, habían llegado a su fin. Me encerré en mi cuarto durante horas
planificando mi próximo movimiento, escribí unas palabras irreproducibles en mi
diario, y sin despertar ningún tipo de sospecha, puse en marcha mi estrategia.
En reiteradas ocasiones mis padres mi llamaron a comer, intentaron golpear la
puerta y comunicarse conmigo, pero nada. Yo seguía en mi cuarto ciego de odio y
tristeza, lloraba y apretaba los dientes, sabía que debía hacer algo, tenía
poco tiempo antes de que esos señores volvieran a buscarme. Aquella noche, mis
padres iban a salir a comer a afuera; yo lo sabía porque habían querido invitarme,
pero yo me negué encerrado en mi habitación sin contestar palabra. En ese
momento entendí que era mi oportunidad. Llamé por teléfono a Javier Tobares, y
le pedí si podía alojarme en su casa, hasta que pudiera encontrar un lugar
donde vivir. Para mi alivio, él dijo que sí. En ese momento supe que estaba en
una contradicción. Había terminado la relación con todos mis amigos, creyendo
que ya no los necesitaba, que podría vivir solo valiéndome únicamente de mí
mismo, y ahora frente a mi propia cara, ante un problema que me excedía y no
podía resolver, buscaba vergonzosamente la piedad de aquellos a quienes había
insultado y despreciado. Una vez más, la vida se ponía por delante de mi
orgullo, enseñándome el verdadero poder de la amistad. Con Javier solíamos filosofar
y buscar entre los rincones pútridos y abandonados de nuestra razón, algo de
poesía para adorar. A veces nos escapábamos por la escalera del colegio
Quinquela, y entre palomas y salones vacíos, nos trepábamos al techo del teatro
para fumar y contemplar el rio fétido de la vieja ribera. Allí con el sol en la
cara, entre todos esos barcos y fábricas que adornaban la geografía del lugar,
Javier solía contarme historias fantásticas, llenas de misticismo y alegorías.
Recuerdo bien aquellas épocas doradas.... Pero todo eso había quedado muy atrás
en el tiempo, hoy era distinto. Bruscamente casi sin quererlo, mi vida había
dado un giro de ciento ochenta grados. Después de acordar el encuentro, corté
el teléfono y sin reparo eché manos a la obra. Tomé una bolsa de consorcio y
puse en ello, todo lo necesario para marcharme y ya no volver. Cuando hube
acabado la primera parte de mi plan, me quede en mi habitación expectante y
taciturno. Caminaba entre pared y pared, aguardando la señal. En un momento el
motor del carro de mi padre se encendió. Al ver como se marchaban, tomé la
bolsa de consorcio y me fui en dirección a la casa de Javier. Una vez en el
colectivo, no pude evitar sentirme observado. Acomodé la bolsa llena de ropa a
mi lado, y traté de simular cierta naturalidad, que por supuesto, ninguno de
los pasajeros se creyó. Me asusté mucho al oír una sirena que se filtraba
lejanamente entre los edificios, pero pronto desapareció. Al llegar a la casa
de Javier, mire hacia ambos lados de la cuadra, pero la zona parecía
deshabitada. Respiré profundamente y toqué timbre. La llave repiqueteo nerviosa
sobre el picaporte, y la puerta se abrió. Estaba salvado. Javier me recibió con
una sonrisa llena de preocupación. Me hizo pasar a su living, y me invito a
sentarme a la mesa. Yo no podía ocultar mi suplicio, transpiraba y tiritaba
afiebrado. En el patio junto a las plantas y los pájaros, el pequeño Teo jugaba
con un camión remolque. Era una noche cálida y serena, las luces de la casa
refulgían como antorchas, el perro ladraba débil y lejano entre la espesura, y
el diseño colonial de los muebles le daban a la escena una tonalidad algo
barroca. Gabriela la mujer de Javier, me preparó un té caliente, y cuando
estuve más cómodo, me propuse a contar lo que había pasado. Javier le hizo una
señal a Gabriela, y ella sin dudarlo se fue obedientemente a su habitación,
llevándose consigo al pequeño Teo. Una a
una fui contándole las tribulaciones de mi desafortunada aventura. Me asustaba
mucho haberme ido de mi casa, pero más me atemorizaba considerar que aquel
diagnóstico sobre mi estado mental, pudiera ser verdad. En todo el transcurso
del relato, Javier no salía de su asombro, estaba tan ensimismado que mis
palabras parecían tener cierto poder sobre su voluntad. Por un instante sentí
que su rostro se transformaba, sus facciones giraban y se torcían hacia lo
grotesco. De pronto por alguna extraña consecuencia algo risueña e inesperada,
Javier se convirtió en mi propio reflejo. Mire de vuelta sorprendido, y no pude
sentir vergüenza de mi propio aspecto. Llevaba una palidez sombría, su pelo
estaba aceitado por la transpiración, y de su aliento brotaba un hedor infecto
y rancio. En qué clase de monstruo me he convertido? Hice una pausa y al
finalizar el relato, traté de borrar con mi mente aquella desagradable imagen,
pero no podía, cuanto más lo intentaba más se asemejaba. Su rostro desalineado
se iluminó repentinamente, y con un suspiro, sus ojos lejanos comenzaron a
brillar. Brillaban lentamente, cada vez más y más. El perro que hasta entonces
ladraba con ronquidos y asperezas, hizo un silencio, y el tiempo pareció
detenerse. Yo quise romper el encantamiento con un grito desesperado, pero no
podía moverme. Sin más alternativa, dejé caer mis brazos y abracé aquel
instante como si de ello fuera a brotar una respuesta, una revelación, un
milagro divino. El timbre retumbó en la habitación, y con ello Javier recuperó
súbitamente su forma original. Respiré ahogado, y me sostuve de mi pierna como
si fuera a desmayarme. Se escuchó entonces imperceptible, una tonada lluviosa
que no supe distinguir. Quién es? pregunté con voz trémula .Javier me volvió
una mirada absorta, tapó con su mano el micrófono del portero, y con un breve
susurro, me dijo que era la policía. Me incorporé valeroso, y decidí salir para
darle un cierre a todo este asunto. Agarré la bolsa de consorcio con mis cosas,
y caminé por el pasillo en penumbras. Javier se adelantó a mis pisadas,
introdujo la llave, y abrió la puerta que se inclinaba imponente ante mi propio
rostro. Era enorme, sublime e infranqueable, era eterna e infinita, era la
puerta de mi destino. La madera crujió y chilló, como si se retorciera de
dolor. Mientras se abría parecía susurrar a través de épocas ancestrales
empapadas de intensa sanción y castigo. Entonces yo salí. Un policía se paró
frente a mí, y me preguntó desdeñoso, si yo era juan Manuel Álvarez.
Valerosamente sin saber lo que me esperaba, dije que sí. Javier se hizo a un
lado, y cruzó una mirada sigilosa. Le voy a pedir que me acompañe, dijo el policía
imperativamente. Y tomándome del brazo, caminé hasta el patrullero escoltado
por el agente. Me senté pesadamente sobre el frío tapizado del vehículo,
acomodé mi bolsa de consorcio, y con una fuerza algo desmesurada, el agente
cerró la puerta con vehemencia. Desde la misma marginalidad, levanté mi rostro
entristecido, y entre luces azules y sirenas escandalosas, ahí lo vi. Un ser,
un amigo, un colega que sin juzgar mis intenciones, se había brindado como
nadie lo había hecho. Por primera vez
supe que no estaba solo. Esa noche, Javier me miró compasivo y sufrió conmigo.
Aquella vez pude ver en sus ojos un brillo distinto, algo intimo que solo
existe entre hermanos. El coche arrancó y tras el ronquido del motor, lo
escuché mascullando entre dientes, unas débiles palabras que nunca podré
olvidar. Que injusticia.
martes, 14 de julio de 2015
Traumas
Antes de este breve ensayo, quisiera saludarte y enseñarte
mi más sincero respeto. Aunque a veces pienses que no sos digno de ser
considerado de tal modo, yo desde mi lugar entiendo sí que lo mereces. De
alguna forma has abrazado con amor y devoción, los pequeños sentimientos que
todos nosotros llevamos dentro. Te has dejado embriagar por la profundidad de
los sueños, y has encontrado en ellos, un mundo distinto del cual ya nadie habla.
No te sientas decepcionado por dormir hasta el mediodía. Debes comprender que
aún bajo una ensoñación, la mente y el espíritu, siguen trabajando. Ellas se
purifican y reúnen todo lo necesario para que tú puedas empezar un nuevo día.
Sabes bien que últimamente me han estado sucediendo cosas. He tenido que
enfrentarme a sentimientos y reflexiones sumamente agotadoras y
desmoralizantes. Como consecuencia de ello, he perdido cierta motivación y no
he logrado evitar la nebulosa intrascendencia del silencio y la soledad. Claro
que todo esto es de público conocimiento. Todos saben que mi vida, no suele ser
muy emocionante. Quise tratar de comenzar un curso de dibujo. Pero luego llegué
a la conclusión que lo mejor para mí, sería guardar ese dinero para obtener nuevos
materiales, que me permitan saltar al formato digital. Realmente hoy más que
nunca necesito con ansias, volver a crear. Y es que la creación es la única
forma de recuperar nuevamente el amor perdido. No quiero echarle la culpa a mi
enfermedad. Ésas son tan sólo excusas y justificaciones para no buscar una
solución a mis problemas. Si bien es cierto que la frustración me duele tanto
como un rechazo, sé que debo intentarlo. Después de todo, la realidad es que
cualquier experiencia por difícil que ésta sea, nos deja una marca sin fecha de
caducidad. No existen fórmulas efectivas para acceder al saber. La única manera
de hacerlo es aprender a conocerse. Muchas veces perderse en ese laberinto de
emociones, nos obliga a comprender la lógica que rige los caminos del ser. Sin
ello acabaríamos en una problemática confusa, y sin orden alguno. Este último
tiempo donde aprendí a conocer cuáles son mis miedos, y debilidades, he vuelto
a reconsiderar aquello que anteriormente no podía manejar. Vincularme en la
sociedad, me ha brindado nuevas referencias acerca del amor y la aceptación. Es
esto lo que quería contarte. No sólo la motivación es importante para crear,
sino también, el rumbo que se le da a nuestras palabras. Decir por decir,
muchas veces carece de austeridad, y emula una solución evasiva que no resuelve
el problema. Yo sé que el hombre es una entidad compleja que puede hundirse
bajo sus propios pies. Muchas veces somos devorados por el recuerdo de algo
antiguo que jamás pudimos comprender. Por eso mismo he procurado ser valiente y
entrar sin pudores en ese sitio frío y deshabitado. Los resultados no siempre
son buenos, pero existen raras ocasiones donde encontramos restos de imágenes
olvidadas, que nos enseñan la naturaleza inestable de cualquier emoción. Es imposible
perpetuarse en la felicidad, y a su vez del mismo modo también es imposible
estar siempre triste. Hay alternancias y matices. Las cosas se suceden y
cambian. Yo siempre lo supe. Es por eso que de pronto un texto nos parece
maravilloso, y a los pocos meses nos resulta abominable. Como dije antes,
emocionalmente somos inestables, y esto sucede porque estamos en movimiento
perpetuo. Todo transcurre a través de oscilaciones que no llevan hacia lugares
sin explorar. Y aunque ahora mismo me aterra la idea de retroceder, tengo
conmigo la llave de esta experiencia. Cualquiera que sea mi aventura, no
volveré a pecar de ingenuo.
Después de haber fumado marihuana en una reunión con amigos,
me levantó al día siguiente como si me hubieran reseteado el sistema. Mi mente
piensa en un millar de cosas cortas, que se superponen entre sí, y me
confunden. Me asustó un poco de mi propia paranoia, y me cuesta mucho relajarme
y conciliar el sueño. Pienso que es realmente efectiva cuando se trata de
desinhibir a la persona. Durante toda la noche, hable muchísimo, y escuche
poco. Hice un gran esfuerzo para atender lo que me decían, y siempre que podía, desviaba
la conversación hacia el germen de mis emociones. A veces me cuestionó que no
soy una persona muy comunicativa. Pero ahora me doy cuenta que me cuesta mucho
más escuchar al otro, que hablar sobre mí. Esta clase de reproches me asfixian
y me ahogan en desmedro de mi propia autoestima. Pero bueno, sólo en ese
sentido puedo crecer y evitar cometer el mismo error. Aun así hay ratos donde
pierdo el hilo de lo que estoy escuchando. Seguramente mi defecto es dar por
concluida una idea, antes de haber profundizado en ella. Ahora que lo analizó
creo que mi falta de memoria, es un evento emocional. Si tan sólo pudiera
conservar la calma y dejarme ayudar, estoy convencido que entendería mejor lo
que otros quieren decirme. Sentirse bien, es una meta que todos tenemos. Es por
eso que cuando algo comienza torcido, hay que cancelarlo y volver a empezar. Si
no detenemos eso que nos daña, jamás lograremos superarlo. Mi paranoia consiste
en una idea absurda y negativa, que se va alimentando, hasta anularme por
completo. Me escondo en la abstracción y dejo de escuchar lo que me dicen. Es
en esos momentos donde sufro de forma involuntaria, y aunque reparo en mi
error, no siempre puedo manejarlo. Yo sé que nadie piensa mal de mí, pero son
esas ideas distorsionadas, las que no me permiten hacer una lectura sana de lo
que está sucediendo. Todos quieren ayudar, al menos desde su lugar, todos lo
intentan. Mi error es pensar que nadie puede ayudarme, y es por ese motivo que
me niego a escuchar. Habría que considerar que cada cual tiene sus problemas.
Problemas que no son ni como los tuyos ni como los míos, pero que a su vez
comparten un mismo origen. El odio. Y que es el odio sino una mala
interpretación de lo que ocurre en esta realidad. Para volver sobre mis pasos y
destruir ese mal recuerdo, tendría que identificar y reprimir aquello que me
daña, evitando así que se propague y se vuelva contra mí. Tendría que sostener
esta conducta sin descanso, hasta ver qué dicho trauma, se vacía, se purifica,
y vuelve a su situación inicial. Una vez allí, situados en ese momento,
podremos al fin volver a tener un pensamiento inofensivo, y saludable. Es ésta
la única forma de reparar ese recuerdo que anteriormente suponía un castigo
innecesario. Si bien podría pensarse esto como un ensayo conceptual, es también
un tratado sobre el recuerdo, y el control de las emociones. En resumidas
cuentas, en lugar de que esa emoción nos anule, tendríamos que buscar la forma
de anular nosotros esa emoción. Es fundamental comprender que todo motivo de
cancelación y trauma, está ligado a una mala experiencia anterior. Queda en
nosotros reprimir ese sentimiento, insertando un bloqueo voluntario, cada vez
que esta idea alterada, degenerada, y sin vigencia, se hace presente a nivel
mental o emocional. Sólo cuando entendemos que la percepción está alterada por
recuerdos traumáticos, comenzamos a dudar de esas actitudes que nos definen y
nos extralimitan. Yo diría que para poder vivir un presente distinto, primero
tenemos que actualizar esos viejos recuerdos que nos atormentan. Aun bajo una
exhaustiva descripción, entiendo que la práctica de este recurso, no tiene un
método ni una técnica preestablecida. No está demás decir que ante un peligro
inminente, el trauma se dispara como una eventual forma de protección. Pero si
descubres el enigma, te darás cuenta que ese mismo peligro que te anula y te
intimida, es el propio trauma. Bajo este miedo profundo que se ha instalado en
tu psiquis, que más podríamos desear, que volver a vivir saludablemente sin
miedo a la evaluación del otro. Aun así toda molestia indeterminada, exige
estrechar lazos con aquello que nos daña. Por eso escribo.
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