Me pregunto por qué cada vez que me siento triste y angustiado, me acuerdo de mi pasado?. Ahora tengo ganas de llamar a alguien, y reconstruir la vida que yo mismo destruí con tanto odio, y confusión. Pero debo hacerlo pronto, pues una vez que regrese mi estúpido orgullo volveré a ratificar mi soledad. ¿Por qué lo hago?. Mis sentimientos nunca fueron una tarea fácil de resolver, y créanme que aunque estoy solo, hoy no me siento precisamente cómodo con esta situación. El asunto es. ¿Porque insisto con lo mismo, si no cabe duda de que a la larga o a la corta, volveré a sentirme mal?. ¿Acaso pretendo reconocimiento? Y si así fuera. ¿Tanto vale este reconocimiento como para justificar el dolor que abrigo?. Ha pasado mucho tiempo desde que comencé a estar solo, y a pesar de que he conseguido muchas cosas por este camino, no se si no estaría dispuesto a cambiarlo todo, por un poco de amor. Si es acaso el orgullo, el que me mantiene atado, de que valen los años de lucha, si al fin y al cabo, el premio, solo conseguirá despertar en mí, más arrogancia. Esto me confunde. Quisiera comprender la lógica del dolor humano. Desearía saber qué enseñanza se obtiene cuando sufrimos por no tener a nadie en el mundo. Sin lugar a dudas mi intuición no es buena, pues destruye todas mis expectativas. Al menos hoy, las ha destruido. Sin embargo me gustaría tomar cartas sobre el asunto, para poder resolverlo definitivamente, y no tener que atravesar por esto nunca más. Pero para eso, debo comenzar por el inicio. ¿Qué fue lo que me hizo buscar la soledad?. No existe nadie, entre toda la gente que yo conozco, que viva una vida tan gris y sin sentido, como la mía. Seguramente hay algo que debo hacer, que aún no hice. Pero debo estar tranquilo, porque de nada serviría tomar una decisión apresurada.
Acabo de llamar a Flavia. Volví a hablar con ella después de un año de no tener contacto, y como era previsto, las cosas cambiaron. Ella está de novia, y ahora vive sola con su gata en un departamento. Sin lugar a dudas, un gran paso en su vida. Quedamos en juntarnos a charlar en algún momento, pero no arreglamos cuando. Después de cortar con ella, fui al baño, me mire al espejo, y me di cuenta de que siete años de soledad, no se pueden resolver con un simple llamado telefónico. Así que de vuelta a girar sobre la nostálgica calesita de mi adolescencia, plagada de sueños ingenuos e inmaduros. Rodeado de gente que me mira, y piensa que ya estoy demasiado grande para este tipo de juegos. Lo que ellos nunca entenderán, es que no conozco otra forma de engañar al vacío que sangra bajo mi pecho, que jugando a ser un niño. Solo así puedo despertarme por la mañana, y entender que aun puedo volver hacia donde alguna vez fui feliz. A veces la locura que siento, me hace tomar decisiones que ni siquiera yo mismo, me las puedo creer. Es entonces, cuando me gustaría retrotraer el juego hasta el primer nivel, para sentir nuevamente, que todas las alternativas son posibles, y que nada es definitivo. Esa es mi estrategia , volver a mi estado anterior, y evadirme de las tinieblas que brotaron de mi ego. Allí la vida será como una serie de bumerán. No más Freddy Kruger para mi. No creo equivocarme cuando digo que elegí estar solo, porque la gente me lastimaba, seguramente de forma involuntaria, pero no por eso menos dolorosa. Pero ahora, bajo estas cuatro paredes, nada puede dañarme, pero tampoco, nada puede curar mis heridas. Si permanezco aquí, es sólo porque cada vez que logró sumergirme en mi cuaderno, una sutil pero consistente sensación de bienestar, empieza a invadir mi corazón. Es en ese instante, donde toda mi angustia se vuelve cómicamente, pequeña, e inofensiva. Entonces caigo al suelo, embriagado de quimeras y espejismos, trato de componerme, y recuperar el control, pero no puedo, pues esta cálida sensación de bohemia, me seduce, y es allí donde el éxtasis de vivir eternamente inspirado, supera el espanto que siento por la ausencia y el vacío. Seguramente esa es mi gran debilidad. Me vuelvo celoso de mi espacio, y me juro hacer lo posible, para que esté conmigo siempre. No por una noche, tampoco hasta el día de mañana, sino eternamente.
Estas son algunas razones por las cuales he decidido quedarme de este lado, a pesar de las incontables depresiones que me han embestido, y que seguramente continuaran haciéndolo. Sin embargo, hoy comienzo a sentir una vez más, que este pequeño castillo de arena, se desmorona. Ver que mi humilde empresa, se enferma gravemente, víctima de mi constante desengaño, me hace sentir fatal. Y aunque quiero y deseo, el consejo de una voz amiga, no encuentro en mi agenda telefónica, un confidente apropiado que me ayude a calmar esta agonía. Pero entiendo cuál es mi función en este mundo. Soy simplemente un recordatorio, o si les gusta más, una advertencia. Soy además, la respuesta, a una pregunta, que nadie hizo jamás. Pero no te preocupes, por qué no es necesario que me preguntes cómo se siente estar solo, basta con mirarme, para que uno se dé cuenta, de que no hay nada especial allí.
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