Importante :

En algunos textos he ofendido a otras personas injustamente, por eso pido disculpas por mi comportamiento inapropiado. Aun así, estos textos forman parte de lo que soy, y es por eso que no puedo borrarlos. Solo me queda aprender de mis errores, disculparme otra vez, y a seguir adelante.

sábado, 5 de marzo de 2011

Preso de la Escritura

Ayer estaba tirado en la cama, quería relajarme pero no podía. Otra vez algo en mi interior, no me permitía acostarme a descansar, debía ser útil, debía hacer algo. No era la primera vez que me sucedia esto. Y en esta ocación me molestó mucho. Me pregunté entonces. ¿Porqué no puedo descansar, como lo hacen todos los demás?. ¿Porqué siempre tengo que estar haciendo algo?. En algún punto, yo creo que la pereza es necesaria para vivir, sin embargo, yo no podía estar sin hacer nada. Mi vida es bastante simple, de casa al trabajo y del trabajo a casa. Es decir, tengo tiempo disponible dado que no estudio ninguna carrera, y eso me permite hacer lo que quiero. Pero el problema que surge cuando uno tiene muchas alternativas, es que no se sabe por cuál de todas empezar. Ayer, yo sabía que quería hacer algo, pero no sabía que. Así que fui hasta la cocina, y me puse a preparar el almuerzo. Primero calenté la verdura, después preparé la salsa blanca, y finalmente desparramé todo el relleno sobre la masa, y la puse en el horno. Así fue como cociné la tarta de verdura. Después me senté a comer, y disfruté cada bocado. Pero al Finalizar comencé a sentir la ferviente necesidad de hacer otra cosa. Ni siquiera podía quedarme sentado a digerir la comida. Entonces agarré la correa del perro y lo saqué a pasear. Caminamos largo rato alrededor del parque, hasta que mis piernas me comenzaron a doler. Mi perro ya había terminado de hacer lo suyo, de manera que entré a mi casa y nuevamente me sucedió lo mismo, no podía quedarme sentado sin hacer nada, así que agarré un libro y empecé a leer. Leí y leí durante horas, hasta que finalmente mis ojos se agotaron y tuve que cerrar el libro. Pero no estaba satisfecho, así que encendí la televisión. Me recosté en mi sillón favorito y miré la tele en el canal de deportes, luego en el noticiero, más tarde en el canal de cocina, y así sucesivamente pasando por todos los canales, hasta que me cansé y la apagué. Estaba sentado en mi sillón, aturdido por la televisión, y por un momento pensé que había logrado engañar a mi mente, haciéndole creer que ya había hecho demasiado. Había estado cinco minutos recostado, hasta que la necesidad de hacer algo, me volvió a invadir. Decidí tomarme el colectivo e ir a visitar a un amigo. Cuando llegué a su casa, estuvimos charlando y tomando mate durante largo rato. El tiempo se pasó tan rápido que no nos dimos cuenta. Decidí que ya había sido suficiente así que saludé a mi amigo, y regrese a casa. Debían ser como las 10 de la noche cuando llegué. De pronto tuve la extraña sensación de que a pesar de todo lo que había hecho, el día había sido corto. Me preparé algo de comer y me di una ducha. Luego intenté dormir pero no pude conciliar el sueño, mi mente aún me exigía que hiciera algo. Hacía tiempo que no me sentia así, pues hasta entonces, había podido dormir como un bebe. Pero hoy era distinto, no podía resistir frente al deseo de hacer algo, y la pregunta era. ¿Qué debía hacer? Me levanté a la madrugada sin haber podido pegar un ojo en toda la noche, y decidí que lo mejor sería sentarme a escribir lo que me estaba pasando. Escribí durante el largo rato, hasta que finalmente terminé de decir todo lo que tenía para decir. No puedo negarlo, estaba satisfecho, de alguna manera mi mente se había salido con la suya, del mismo modo en el que siempre lo hizo. Cada vez que tenía un problema como éste, mi mente no se relajaba hasta que yo no lo hubiera escrito en la computadora, o en mi diario. Y es por eso que ahora que lo cuento me siento mejor. Es como psicoanalizarse a si mismo. ¿Pero cómo no lo había pensado antes?. Si desde un principio me hubiera sentado a escribir, no habría sido necesario hacer nada, de todo lo que hice en el dia para calmarme. Pero ahora que sé como calmarme, ganaré mucho más tiempo para descansar. Aunque ahora que he terminado de escribir esto que me pasó, me doy cuenta de que soy preso de la escritura. Ni bien a cabo de redactar un problema, surge otro, y otro, y otro, y así infinitamente. Ahora que lo pienso, hace tiempo que soy preso del escritura. Tan acostumbrado estoy a escribir sobre mis problemas, o sobre lo que me pasa, que nunca puedo relajarme, y disfrutar de lo hecho. Entonces. ¿Con qué fin escribo?. La única razón por la que escribo, es para calmar mi ansiedad, o como dije antes, para comprender mis problemas. Ese breve momento, que llega después de satisfacer mis necesidades literarias, me ayuda a dilucidar lo que sucede conmigo. Pero en cada instante en el que me siento a escribir, quedo atrapado en el laberinto de mis pensamientos. Si, ahora lo sé. Soy preso de mis palabras, y todo lo que quiera emprender, resulta en vano, pues finalmente, concluye en estos textos de autoayuda. Hacer algo siempre genera un problema, y no hacer nada, no genera ningún problema, pero resulta excesivamente aburrido. Tal vez un equilibrio entre las dos cosas sería lo adecuado para mí. Quizás mañana pueda dormir, quizás mi mente logre sentirse satisfecha al final de esta tarea. Quizás, no lo sé.

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