Importante :

En algunos textos he ofendido a otras personas injustamente, por eso pido disculpas por mi comportamiento inapropiado. Aun así, estos textos forman parte de lo que soy, y es por eso que no puedo borrarlos. Solo me queda aprender de mis errores, disculparme otra vez, y a seguir adelante.

martes, 12 de noviembre de 2013

El Precio de Ser Indiferente

Me siento un poco estúpido abriendo mi diario sin saber cómo explicar esto que siento. Supongo que aunque no lo quiera reconocer esta es la función que cumplo. No creo ser indiferente a todo lo que ocurre, dado que mal o bien mi experiencia también contribuye a interpretar la función del hombre en la tierra. Si bien a nadie le importa saber de mí, debo reconocer que a mí tampoco me interesa saber de los demás. Cada quien sabrá juzgar su comportamiento. No soy un mal tipo, aunque a veces tomo decisiones equivocadas, no por eso soy una mala persona. No voy a negar mi ineptitud en determinadas áreas, pero así como no niego esto, tampoco dejó de reconocer mis cualidades. No soy todo lo brillante que quisiera ser, pero mientras el tiempo siga trayéndome respuestas, continuaré con lo dicho. Voy a reconocer que tengo un poco de miedo por esto en lo que me estoy convirtiendo. Tal vez debería volver al curso de dibujo, estoy seguro que eso me ayudaría a evadirme un poco de mis problemas. Pero no creo que lo haga, pues no se puede ser profundo en la palabra, si entonces el dolor desaparece. Ahora mismo me estoy dando cuenta de cómo la miseria de vivir humildemente, nos ayuda a formar un criterio válido para opinar sobre el inagotable dilema que implica estar existiendo en un cuerpo destinado a desaparecer. Si me preguntarán por qué reivindicó el dolor del hombre, les diría que mi voz tiene más fuerza cuando se apoya sobre la sinceridad de un sentimiento legítimo. A veces no me resulta tan terrible el hecho de llegar a la muerte, dado que si entonces encontrara una razón válida para hacerlo, quizás podría desprenderme sin recelos. Sufrir es horrible y por supuesto que en su mayoría nadie quiere padecerlo. Pero entonces díganme, ¿acaso se puede cuestionar el valor de aquellas personas que han sido sentenciadas a vivir bajo estos condicionantes? Todos sabemos que las personas que lloran a los desdichados, son las mismas que ignoran y marginan a otras tantas que se encuentran en condición de calle. De cualquier forma, no es lo mismo llorarse así mismo, que llorar a los demás. Hay una diferencia sutil. Uno padece, mientras que el otro compadece. Más allá de todo lo que perece, hay determinadas experiencias que duran para siempre. Por eso el ser indiferente a tales cuestiones, demanda un costo altísimo para quienes pretenden alcanzar la verdad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario