No quisiera gastar palabras en un texto que no tiene otra
finalidad, más que la de vencer el tedio de estar esperando en un consultorio.
Soy en todo imperfecto y cometo muchos errores, pero creo que a veces es mejor
estar limitado, que mirar el mundo desde arriba. Digo esto porque, algunas
veces imagino el cielo como un lugar maravilloso, y según mi lógica, cuando uno
descubre la verdad de las cosas, generalmente acaba por decepcionarse.
No importa cuánto camine, no importa cuánto me mueva,
siempre en cada lugar donde estoy, sucede lo mismo. Acá estoy nuevamente
sentado, esperando que se cumpla la hora para irme del teatro. Te cuento que a
veces tengo la impresión de que voy perdiendo mi sensibilidad. Por eso escribo,
porque necesito encontrar algo de mí que antes no sabía. La verdad es que en
ocasiones como esta, me doy cuenta de que hay muy poco para descubrir. Yo
pensaba que en mis palabras siempre había algo nuevo para aprender, pero que
puede haber de novedoso en una temática que se ha quedado atorada en el tiempo.
Es estúpido hablar de cómo voy relacionándome con la gente, porque lo cierto es
que no hay grandes novedades con respecto a este dilema. Prácticamente el día
es bueno conmigo, así que hablar de esto sería lo mismo que hundirse en la
absurda cotidianeidad. Me molesta en demasía tener que expresar mis
sentimientos a través de este idioma que nos han enseñado, porque el lenguaje
es encarcelador. Con ello solo construimos límites que luego estamos obligados
a derribar. Mientras pienso en esto, sigo sentado en la cabina de sonido, del
otro lado esta Adrián leyendo "El Psicoanalista" y en la platea este
Juan riéndose a carcajadas, con un video que está viendo a través de su Tablet.
Quizás se la haya comprado con la plata del reloj que yo le regalé..... No me
extrañaría..... Pero bueno ya está todo consumado, y no me arrepiento de lo que
hice. Recuerdo que en ese momento, yo sentía que los hombres podíamos escuchar
los pensamientos del otro, y comunicarnos telepáticamente. Me deje llevar por
la sospecha de un sexto sentido, sobre el cual pocos estaban informados. Pero
ahora mismo sintiéndome un poco más estable, no puedo confirmar el grado de
veracidad de esta teoría.
Continuando con esta temática, a veces no puedo entender
hacia qué dirección se dirigen mis necesidades. Lo que sí puedo atestiguar, es
que no trabajo por obligación, sino que lo hago por necesidad. Por esa razón
ahora mismo, afirmo esta filosofía de gastar palabras sin tener en claro cuál
es la cuestión a tratar. Pues aunque no tenga la necesidad inmediata de
trabajar en algo, entiendo que por otro lado se me hace muy difícil ver cómo
pasan los días, y yo sin hacer nada. Quizás pueda parecer exagerado pero ¿no te
has puesto a pensar con sinceridad cual es la brecha que separa tu
responsabilidad, de la seriedad con la cual deberían ser tratados estos temas?
Únicamente me conformo con estar existiendo. Habiendo yo
vivido un caos interno, algo desmesurado para mi edad, me doy cuenta que el
haber estado escribiendo, me ayudó sobremanera a ordenar mis pensamientos. Sin
embargo aún sigo sintiendo un enorme vacío en mi corazón. No digo que no esté
disfrutando de la vida, es solo que hay ocasiones donde pienso en la muerte, y
no me pesa la idea de saber que todo terminará. Tal vez pueda parecer que no se
valorar lo que me ha tocado en suerte, pero en el fondo de mí, reside siempre
la intención de mejorar, para poder ayudar a quien lo necesite. Aunque vivo
solo y procuro mi bienestar, no me creo egoísta, dado que hago lo que siento
necesario para poder construir nuevos valores. Esos mismos que me permitirán
sostener en el tiempo, una disciplina estable. Quiero hacer las cosas
desinteresadamente, sin esperar nada a cambio. Quiero sentarme a trabajar cada
vez que lo sienta necesario, porque creo en la pureza de los sentimientos, y en
la bondad de la palabra. Pienso siempre que pretender más de lo que uno
necesita para vivir, es innecesario y hasta perturbador, porque uno no puede
forzar las enseñanzas que desea recibir. Las cosas se deben aprender a costa
del desinterés, haciendo uso de aquellos errores que ocurren inesperadamente,
dentro y fuera de nosotros.
En otras oportunidades hubiera preferido guardar silencio,
pero la verdad es que mi fanatismo por la escritura se ha tornado compulsivo.
Pienso mucho en el arte, y me doy cuenta que en mi caso, no puedo ser
considerado como un artista, pues mi prosa carece en absoluto de virtud y
técnica. Sin embargo, esto no me perturba, dado que aún creo en todo lo que
dicta mi corazón. Tengo mucha fe en el ángel que me guía, y no puedo dudar de
su sinceridad. En incontables ocasiones, sus palabras me han ayudado a
recomponerme de todos mis pesares, y es por eso que no pongo en duda sus
intenciones. Me doy cuenta de que su presencia está implícita en estas
palabras, y es por esa razón que no puedo menos que respetar su comunicado.
Espero ansioso el día donde pueda aceptar lo que soy, evadiéndome una vez más,
de aquellos prejuicios que no me dejan escuchar el mensaje. Por supuesto que no
estoy pasándola mal, pero si me lo preguntaran, nada más quisiera yo, que poder
estar presente al momento de recibir la enseñanza.
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